"El poder forja bañándose en la sangre de los enemigos caídos."
"Cada gota de sangre derramada que tiñe el mundo fortalece el camino a la eternidad."
"Devuelve el doble de favor y el rencor, la traición y dolor multiplicado por mil, que caigan ante él."
" Haz que los dioses tiemblen ante ti, pues no hay ser en el cielo o en la tierra que no se pueda destruir."
"si el cielo se interpone, destruye los cielos. Si buda se interpone, mata a buda. Mientras seas fuerte tu voluntad es la voluntad del mundo"
En mi primeros 100 años en mi camino a la cultivación fui instruido con estas frases. Me dijeron que este era el Dao común en el que caminan los cultivadores.
Me dijeron que la cultivación es un viaje espinoso y con recursos limitado. Me dijeron que para que uno ascienda millones debían de caer.
Reglas inmutables. Destino predestinado.
Ese fue el legado que nos dejaron nuestros ancestros que forjaron las reglas de la cultivación.
Estos ancestros eligieron un Dao de violencia y dominio.
Pero no lo acepte. Me burle. No quería formar parte de este mundo solitario de violencia y batallas.
No pude aceptar pisar y masacrar a mis hermanos y hermanas para volverme más fuerte.
Guerras. Pruebas. Conflictos. Traiciones.
Un viaje solitario para volverse la máxima existencia.
No quise aceptarlo. No lo acepte.
Yo, callate, no quiero cultivar.
+++++++++++++++
Mi camino a la no cultivación comenzó cuando era un mocoso ignorante de 9 años.
Era un día soleado de verano.
Ese día empezó conmigo yendo hacia el peligroso bosque en busca de hierbas para comer.
Era huérfano. Mis padres habían muerto en una plaga cuando tenía 7 años, 2 años antes. Por lo mismo no contaba con nadie para cuidar de mí. Sin embargo, ya era lo suficientemente afortunado que no me hubieran expulsado o que me vendieran a un traficante de esclavos.
En ese entonces Creía que esos días serian eternos a no ser que un día terminara comiendo hierba venenosa.
Ya estaba mentalizado para eso.
Pero los cielos suelen jugar con las voluntades de los hombres.
Después de darme mi festín habitual y dar un suspiro de alivio de que las nuevas hierbas que probe no fueran venenosas, me dio sed.
Escuche el agua fluir del rio cercano. No estaba lejos así que me acerque con pasos tranquilos y constantes tal como lo había hecho cientos de veces.
Pensé en tonterías en mi camino al rio.
Cuando llegue me quede momentáneamente sorprendido. La vista que me recibió no fue la misma de siempre. Tampoco fue la rara pero ocasional de alguien bañándose en el rio. No.
A la orilla del rio observe a un hombre con una herida en su espalda con la mitad de su cuerpo superior al lado del rio y el resto aun sumergido.
Me acerque con cuidado pero curioso como el mocoso ignorante que era y me sorprendió el contorno de su herida en la que se notaba la forma de una mano delgada pero profunda.
"Q- ¡que miedo!", grite interiormente. Trague saliva.
¿acaso la persona responsable de su condición no sabe cómo medir su fuerza? ¿O este hombre es el que es tan frágil como el cristal? No podía entender que clase de fuerza se necesitaba para marcar ese tipo de herida. Sin duda estaba más allá de mi compresión del mundo de ese entonces.
Me hice esas preguntas seriamente mientras trataba de determinar que hacer.
Fue entonces cuando el hombre emitió un gemido de dolor y sus ojos se abrieron un poco.
"A- ayuda", fue lo que dijo con voz ronca y apagada.
Pude notar que sus ojos eran suplicantes y que estaban aferrados a su vida.
Eran los mismos ojos de mis padres en sus últimos momentos.
"P- por favor. N- necesito comer... *escupir*", soltó una bocanada de sangre.
Sin embargo, sus palabras me dejaron estupefacto.
¿Estas al borde de la muerte, pero te preocupa más tu estomago?, quería preguntarle en voz alta, pero me abstuve.
No soy nadie para juzgar sus prioridades. Aun así retiro lo dicho, no eran los mismos ojos de mis padres que se aferraban a la vida.
Como estaba más muerto que vivo, pensé en ello como cumplir su última voluntad antes de que se dirigiera a donde los dioses a pagar por sus pecados.
Después de todo yo no tenía la menor idea de cómo tratar su herida. Ni podía llevarlo al pueblo pues no tenía la fuerza.
Incluso dude que tuviera el tiempo suficiente para correr y traer ayuda... o si quiera de si alguien se molestaría para ayudarlo.
Lo más probable es que solo vinieran por sus pertenencias...
El hombre desconocido también debió de saberlo. Por eso inconscientemente se había resignado a su muerte.
Suspiré sintiéndome melancólico, pero no perdí tiempo.
Agarré un puñado de diferentes hierbas de mi bolsita de provisión y se las metí a la boca.
Puede que haya alguna venenosa entre las nuevas que guarde, pero no me preocupaba. Ya no había esperanza para él de todos modos.
Antes de meter esas hierbas en su boca recordé a mi yo que las había recolectado.
Eran 3 hierbas y un hongo y tenían aspectos coloridos y peculiares.
Me las encontré por casualidad en un día lluvioso cuando me resguardé en una cueva.
Estuve 3 días en esa cueva y noté la peculiaridad de estas plantas.
Nunca en mi vida las había visto pero me di cuenta de que por alguna extraña razón nacían y morían juntas y solo duraban unas pocas respiraciones si nadie las arrancaba.
Cada día he vuelto a esa cueva a recolectarlas y ya tengo varios sacos. Pero….
No me atreví a probarlas. Gritaban ¡extraño! Con todas sus fuerzas.
Creo que es buen momento para ver si son comestibles o nos….
"Ten. Tu estomago debería sentirse lleno con esto", le dije.
El hombre me miro con una mirada agradecida.... creo. Si, no me equivoco. tanto fue así que una lagrima se deslizo por su mejilla y así partió de este mundo.
"OH hombre sin nombre. Que tus arrepentimientos sean borrados de tu consciencia para que puedas reencarnar correctamente después de pagar por tus pecados ante los dioses", hice una oración sencilla.
Me pare y me di la vuelta.
No podía hacer nada con su cuerpo y ya era tarde. Tenía que volver.
Agarre la bolsa degastada en su cintura. Planeaba ponerla en el altar de mis padres.
Después de todo si una pertenencia de alguien muerto no se ponía en un altar volvería como un espíritu vengativo.
Me fui.
Pronto algún animal encontraría el cuerpo y el ciclo natural de la naturaleza actuaría.
Así pensé entonces.
No me imagine que esa misma noche mientras dormía placenteramente en la pocilga de los cerdos del jefe del pueblo mi vida cambiaria.
sentí una presencia y abrí mis ojos.
Ahí estaba el hombre muerto. Su espíritu vengativo. Me agarro y me puso en sus hombros.
Trate de soltarme mordiéndolo y rasguñándolo, pero fue inútil. me ato con una cuerda en menos de una respiración.
"ahora eres mío", me dijo diabólicamente.
Los cerdos con los que compartí sueño me dieron la espalda y se escondieron. ¡pensé que éramos amigos!
No sabía si reír o llorar. ¡¿es un castigo divino?! ¡los cielos no tienen ojos con los de voluntad recta y honesta!
Me sentí agraviado por los rápidos sucesos.
FIN