Luffy se encontraba en una habitación oscura y silenciosa, rodeado por la luz tenue de una lámpara. Su corazón latía con fuerza mientras los recuerdos de la batalla en Marineford inundaban su mente. La imagen de Ace cayendo, su hermano, lo perseguía como un fantasma. Las lágrimas caían por sus mejillas, y el dolor en su pecho era casi insoportable. La realidad era clara: Ace ya no estaba y la guerra había dejado cicatrices profundas en su espíritu.
Mientras tanto, en el palacio de Amazon Lily, Hancock no podía contener su ansiedad. Se movía de un lado a otro, la emoción de saber que Luffy había despertado la consumía. Sin embargo, la Anciana Nyon, con su sabiduría y preocupación por la imagen de la isla, le recordaba que no era apropiado que los Piratas de Heart estuvieran allí y que debían mantener la distancia.
—¡Pero él necesita mi apoyo! —exclamó Hancock, con los ojos brillando de determinación—. Luffy siempre se preocupa por los demás. ¡Yo también debo estar a su lado!
Nyon suspiró, viendo la pasión en los ojos de Hancock, pero se mantuvo firme.
—Lo sé, pero debemos ser prudentes. La situación es delicada. Su corazón debe sanar antes de que pueda afrontar la realidad.
Mientras tanto, en el campamento de los Piratas de Heart, las piratas que formaban parte de la tripulación se reían y bromeaban sobre la belleza de las mujeres de Amazon Lily. Sanji, que en esta versión era una mujer, con su cabello rubio ondeando al viento, se encontraba coqueteando con algunas de las piratas.
—¡No puedo creer que haya mujeres tan bellas en este mundo! —exclamó, con una sonrisa traviesa en su rostro—. No puedo esperar a conocerlas mejor.
Zoro, que ahora llevaba una apariencia femenina pero con su característica determinación, lo miró con desdén.
—¡Concéntrate, Sanji! No estamos aquí para coquetear, tenemos que pensar en Luffy y su bienestar.
Usopp, también convertida en mujer, se unió a la conversación, sonriendo.
—Lo sé, lo sé, pero ¿no es maravilloso? A Luffy le encantaría estar aquí con nosotras, disfrutando de la compañía de estas guerreras.
Sin embargo, la risa en el campamento se detuvo repentinamente cuando escucharon un grito desgarrador desde el palacio. Era el grito de Luffy, una mezcla de dolor y desesperación.
—¡Ace! ¡Ace! —gritaba, mientras caía de rodillas, las lágrimas fluyendo sin control.
La noticia de su dolor resonó en el corazón de todos. Hancock, sintiendo su angustia, rompió las reglas de la Anciana Nyon y se apresuró a su lado, sin poder contenerse.
—Luffy, estoy aquí —dijo, acercándose a él con cuidado—. Estoy aquí para ti.
Cuando Luffy la vio, las lágrimas no se detuvieron. Su dolor era palpable.
—¡No puedo creer que esté muerto! ¡No puedo soportarlo! —gritó, su voz llena de angustia.
Hancock, sintiendo su dolor, se arrodilló junto a él, abrazándolo suavemente.
—Luffy, sé que es difícil... Pero debes ser fuerte. Ace querría que siguieras adelante. Siempre lo haría.
Los sollozos de Luffy resonaban en la sala, y las palabras de Hancock eran un pequeño consuelo en medio de la tormenta emocional. Jinbe, al ver la escena, se unió a ellos, su propio corazón roto por el sufrimiento de Luffy.
—Luffy, siempre estaré a tu lado. Tienes que recordar que no estás solo en esto —dijo Jinbe, su voz profunda y reconfortante.
La angustia de Luffy era abrumadora, pero en ese momento, rodeado por sus amigos, comenzó a sentir que, tal vez, con el tiempo, podría encontrar la manera de seguir adelante.
Mientras tanto, en las sombras de Amazon Lily, un nuevo peligro acechaba. Una banda de piratas, liderados por Barbamarrón, escuchó rumores sobre la debilidad de los piratas de Heart y planeaba atacar. La tensión en el aire aumentaba, y el futuro de Luffy y sus amigos estaba en juego.
—Debemos prepararnos para cualquier eventualidad. No podemos permitir que nos sorprendan —dijo Law, con su mirada decidida.
Las mujeres de la tripulación, aunque estaban preocupadas, sentían la emoción de la batalla en el aire. Zoro, Usopp y Sanji se prepararon, listas para defender a su capitán.
Luffy, aun con su corazón destrozado, se levantó lentamente. Miró a sus amigos con determinación.
—No importa lo que pase... ¡No dejaré que me derroten! ¡Vamos a luchar juntos y a proteger lo que amamos!
Esa chispa de determinación resurgió en él, y aunque el dolor seguiría presente, sabía que con sus amigas a su lado, podrían enfrentarse a cualquier adversidad. La batalla estaba por comenzar, y el futuro aún guardaba sorpresas.
El tiempo regresa al presente, donde Luffy todavía llora ante Jinbe por la muerte de Ace. Por primera vez expresa dudas sobre su sueño de ser el Rey de los Piratas, exclamando que es débil. [9]
Garp regresa a la ciudad natal de Luffy solo para escuchar que el bar de Makino ha sido invadido por bandidos de la montaña. Esos bandidos de la montaña terminaron siendo Dadan y sus subordinados. Dadan ve a Garp y lo golpea con un bate de madera. Makino se interpone entre Dadan y Garp antes de que pueda atacar nuevamente. Makino luego afirma que "Garp no podría salvar a Ace y Luffy incluso si quisiera" y "Garp es el que realmente sufre". Pero tan pronto como dice eso, Dadan dice, con lágrimas en los ojos, que el que realmente sufre más es Luffy. Makino luego recuerda la primera vez que conoció a Ace y sale corriendo con la cara llena de lágrimas. Tan pronto como se va, Garp afirma que Luffy está vivo, por ahora. Las últimas palabras que salen de la boca de Dadan son que siempre apoyará a Luffy sin importar lo que haga a partir de ese momento y que es mejor que no pierda, pase lo que pase.
Shanks y Marco presentan sus últimos respetos a Ace y Barbablanca.
Mientras tanto, en una isla del Nuevo Mundo , las tripulaciones de los Piratas de Barbablanca y Pelirrojo se despiden por última vez de Edward Newgate y Portgas D. Ace en su funeral, donde Marco agradece a Shanks por todo lo que ha hecho por él y su tripulación. Shanks afirma que, aunque era un enemigo, se merecía su respeto e incluso el de Sengoku también. Dicho esto, Shanks y su tripulación se van en silencio. En su mente, Shanks le dice a Luffy que debe seguir adelante aliviando sus emociones y llorando todo, incluso si es un hombre.
Jinbe le dice a Luffy que deje de castigarse por las acciones de Ace, pero Luffy se niega y trata de golpearlo pero falla. Luego, Jinbe inmoviliza a Luffy contra el suelo, donde Luffy lo muerde, y Jinbe finalmente se enoja con Luffy y lo inmoviliza contra una roca. Allí dice que ahora mismo sus pensamientos y su camino están ensombrecidos por el dolor, pero que algún día encontrará algo por lo que nunca dejará de luchar. En ese momento, deja ir a Luffy, y Luffy se toma un tiempo para pensar. Cuando finalmente llega a su respuesta, su rostro está ahogado en lágrimas y admite que todavía tiene a su leal y fiel tripulación y que quiere volver con ellos lo antes posible, pase lo que pase. [10]
Mientras tanto, los Piratas de Heart ven algo que mata a un Sea King , que luego aterriza en la isla cerca de ellos. La persona se revela como Rayleigh , para su sorpresa, más aún cuando les hace saber que sabe que Luffy también está en la isla. Hancock, junto con sus hermanas y Nyon, vienen a traerle comida a Luffy justo cuando Luffy y Jinbe se encuentran con Rayleigh. El dúo también se da cuenta de que los Piratas de Heart se han ido, y Rayleigh le dice a Luffy que Law dijo que se lo tomara con calma durante dos semanas más. El grupo de Hancock pronto llega a la ubicación del grupo, para sorpresa de Nyon cuando ve a Rayleigh, revelando que las Boas lo conocen. Luffy y Jinbe comienzan a comer (aunque a Jinbe solo se le permitió un poco de comida debido a Hancock) mientras Rayleigh entrega una carta a las Boas de Shakky , que revela que también la conocen debido al hecho de que una vez vivió en la isla. Rayleigh también menciona cómo descubrió la ubicación de Luffy gracias a Kuma después de la batalla en Sabaody , así como la intuición de Shakky después de la Guerra de Marineford.
Rayleigh le pregunta a Luffy si planea regresar a Sabaody, a lo que Luffy responde que sí. Sin embargo, Rayleigh menciona que si regresan, todo el incidente podría comenzar de nuevo. Luego dice que tiene un plan y que depende de Luffy si quiere seguirlo.
El cielo se tiñó de un rojo intenso mientras la tarde caía sobre la isla donde Luffy había sido transportado. A su alrededor, las mujeres que habían decidido formar parte de su tripulación lo miraban con una mezcla de admiración y travesura en sus ojos. Zoro, ahora una formidable luchadora con un espíritu indomable, se acercó a Luffy con una sonrisa burlona.
—¿Qué te sucede, capitán? Pareces más perdido que un pez fuera del agua —dijo Zoro, mientras jugueteaba con su espada, provocando que las otras chicas rieran.
Luffy, a pesar de la atmósfera ligera, sentía el peso de la tristeza en su corazón. Había visto la muerte de Ace y Barbablanca, y el dolor lo consumía desde adentro. No podía dejar de pensar en las palabras de Jinbe, quien le había dicho que debía encontrar una razón para seguir luchando. Pero en ese momento, la única razón que podía encontrar era su tripulación.
—Es solo que... a veces me siento débil. No sé si puedo ser el Rey de los Piratas —murmuró Luffy, las lágrimas asomándose a sus ojos.
Las chicas lo miraron con complicidad. Sanji, ahora una hermosa mujer con una personalidad encantadora, se acercó a Luffy y le dio una palmadita en la espalda.
—¡No seas tonto, Luffy! No importa cuán débil te sientas, siempre tendrás a tu lado a las más fuertes del mundo —dijo con determinación, mientras las demás asentían.
El Eco del Pasado
En ese momento, un grito resonó en la distancia. Era un grupo de bandidos que se acercaban con intenciones oscuras. Dadan, líder de los bandidos, había reunido a sus subordinados y parecía decidido a sembrar el caos. Sin embargo, en su camino se encontró con Garp, quien había vuelto a la ciudad.
—¡Tú! —gritó Dadan, levantando su bate de madera. Pero antes de que pudiera atacar, Makino se interpuso entre ellos.
—¡No! ¡Garp no es el enemigo! —exclamó Makino, su voz temblando. Dadan, sin embargo, no escuchó y arremetió contra Garp.
Las mujeres de la tripulación sintieron que el aire se volvía denso. Zoro se adelantó, desenvainando su espada.
—¡No dejaré que te lastimen, Luffy! —gritó, lista para entrar en la batalla.
La Batalla Comienza
La pelea estalló en un instante. Zoro se lanzó hacia Dadan, su espada brillando bajo el sol. Cada golpe era preciso, pero Dadan respondía con furia, desatando su rabia sobre la joven guerrera. A su alrededor, Sanji y Usopp se unieron a la lucha, creando un espectáculo de habilidades y estrategias.
Luffy, aunque no estaba en la pelea, observaba con admiración y temor. Sabía que su tripulación estaba luchando por él, y eso le daba fuerzas. Recordó las palabras de Jinbe y su deseo de ser fuerte por ellos.
—¡No puedo quedarme aquí de brazos cruzados! —gritó, decidido a unirse a la lucha.
Momentos de Empatía
Mientras la batalla continuaba, los recuerdos de Luffy sobre Ace y Barbablanca lo inundaban. La tristeza lo abrumaba, pero en medio del caos, sentía el apoyo incondicional de su tripulación.
Makino, quien había sido testigo de la lucha, se encontró con Garp. Llena de lágrimas, le dijo: —A veces, el verdadero dolor lo lleva quien más ama. Luffy está sufriendo, y tú también.
Garp, con el corazón pesado, no pudo evitar sentir que había fallado a su familia. Pero sabía que el tiempo de sanar debía llegar.
El Final de la Batalla
Finalmente, con un último esfuerzo, Zoro logró desarmar a Dadan, quien cayó de rodillas, derrotada. Sin embargo, en sus ojos había un destello de respeto.
—No te subestimes, chica. Eres fuerte —dijo Dadan, mientras el grupo de bandidos desaparecía, dejando un rastro de incertidumbre en el aire.
Luffy se acercó a Zoro, abrazándola con fuerza. —¡Gracias! ¡No sé qué haría sin ustedes! —dijo, con lágrimas de gratitud.
Las chicas se acercaron a él, riendo y bromeando, y aunque el dolor por Ace seguía presente, Luffy se sintió más fuerte, más decidido a seguir adelante. Sabía que su viaje apenas comenzaba y que cada batalla, cada lágrima, lo acercaría más a su sueño.
En la distancia, Rayleigh observaba todo con una sonrisa, sabiendo que el futuro de Luffy aún estaba lleno de esperanza.