El cielo en la Isla Gyojin se oscurecía, presagiando la llegada de un conflicto que marcaría la historia del océano. En el palacio Ryugu, la atmósfera era tensa; las palabras de Hody Jones resonaban como un eco ominoso en las paredes de coral. Un grupo de mujeres guerreras, cada una con su propia historia y lucha, se preparaba para enfrentarse a una amenaza que había despertado del pasado.
Neptune, el rey de la Isla Gyojin, con el corazón apretado, miraba a su alrededor. "¡Debemos proteger a Shirahoshi!" gritó, su voz temblorosa de preocupación. A su lado, Zoro, ahora una feroz espadachina, afilaba su katana con determinación. "No dejaré que este hombre-pez se salga con la suya", murmuró, su mirada fija en el horizonte, donde la sombra de Hody se acercaba.
Mientras tanto, en el Bosque Marino, Luffy, el único hombre entre las mujeres guerreras, se sentía abrumado por la atención no deseada. Las chicas de su tripulación, con sonrisas traviesas, se acercaban a él, disfrutando de su inocencia. Sin embargo, su mente estaba ocupada en el presente y el futuro que conocía, un conocimiento que no podía compartir. "¡Vamos, chicas, tenemos una batalla que ganar!" exclamó, tratando de cambiar de tema.
El sonido de las olas chocando contra las rocas se mezclaba con el bullicio de las sirenas y los gritos de los hombres-pez que se preparaban para asediar el palacio. En el aire, una comunicación aérea alertaba a la patrulla fronteriza sobre la llegada de los piratas de Hody y Decken. "¡Están en camino!", gritó una guardia, mientras las mujeres guerreras se preparaban para el combate.
De repente, Hody y su tripulación irrumpieron en el palacio, sorprendiendo a todos. "Pronto seremos los nuevos gobernantes de esta isla", declaró Hody con arrogancia, mientras sus hombres reían. Neptune, temblando de rabia, lo miró fijamente. "No permitiré que destruyas nuestro hogar", dijo, y con un gesto, ordenó a sus guardias que se prepararan para la batalla.
Zoro, al escuchar esto, se lanzó hacia Hody. "¡No te dejaré hacer daño a nadie!", gritó, mientras su katana cortaba el aire. Hody, con una sonrisa burlona, utilizó a uno de sus hombres como escudo, bloqueando el ataque. "¿Crees que puedes detenerme? ¡Soy más fuerte de lo que imaginas!", respondió Hody, desatando su furia.
La batalla comenzó de inmediato, con Nami y Usopp lanzando ataques estratégicos desde la distancia. Sanji, transformada en una guerrera elegante y letal, se unió a la lucha, lanzando patadas rápidas y precisas. Luffy, observando a su tripulación, sintió una mezcla de orgullo y preocupación. "Debemos mantenernos unidos", dijo, mientras se preparaba para entrar en acción.
Mientras tanto, en Coral Hill, Shirahoshi, la princesa sirena, estaba siendo atacada por Vander Decken IX. "¡Acepta mi propuesta de matrimonio, Shirahoshi!", gritó él, su voz resonando en el aire. Ella, horrorizada, lo rechazó. "¡Nunca serás mi tipo!", respondió con firmeza. Sin embargo, la situación pronto se tornó crítica, y Luffy se lanzó al rescate.
El corazón de Shirahoshi latía con fuerza mientras veía a Luffy enfrentar a Decken. "¡No te atrevas a tocarla!", gritó Luffy, usando su Haki del Rey Supremo para derribar a los hombres-pez que se interponían en su camino. Con un movimiento ágil, atrapó a Decken y lo estrelló contra el suelo. La multitud se quedó en shock, y Shirahoshi sintió una oleada de gratitud hacia su salvador.
Mientras la batalla continuaba, Zoro se enfrentó a Hody en un combate submarino. "¡No te dejaré ganar!", exclamó, su katana brillando bajo el agua. Hody, sorprendido por la fuerza de Zoro, retrocedió, pero no se detuvo. Con un ataque feroz, Zoro logró asestar un corte brutal, infundiendo miedo en el corazón del enemigo. "¡Esto es por la Isla Gyojin!", gritó, su determinación inquebrantable.
La lucha en el palacio se intensificó, y las mujeres guerreras de la tripulación de Luffy luchaban con valentía. Nami, usando su astucia, lanzó un ataque devastador que desorientó a los hombres-pez. Usopp, con su ingenio, creó explosiones que desataron el caos entre los enemigos. Cada golpe resonaba, cada grito vibraba en el aire, mientras la batalla se intensificaba.
A medida que la batalla avanzaba, la situación se volvía más oscura. Shirahoshi, angustiada, recordó la pérdida de su madre mientras observaba a sus amigas luchar. "¡Debo ser fuerte!", se dijo a sí misma, y con determinación, se lanzó al combate, defendiendo a su familia y su hogar.
Mientras el palacio se inundaba, Luffy y su tripulación se unieron en un esfuerzo desesperado por salvar a la Isla Gyojin. "¡Nosotros somos los Sombrero de Paja! ¡No dejaremos que caiga!", gritó Luffy, mientras una ola de energía recorría a su tripulación. Las mujeres guerreras, con su valentía y determinación, luchaban con todas sus fuerzas.
Finalmente, en un último enfrentamiento, Zoro, Luffy y Sanji se unieron para asestar el golpe final a Hody. Con un grito de guerra, unieron sus fuerzas y lanzaron un ataque devastador que sacudió el palacio. "¡Por la Isla Gyojin!", gritaron al unísono, mientras la luz brillaba intensamente.
Con el enemigo derrotado y la calma regresando, la tripulación se reunió, exhausta pero triunfante. Shirahoshi, con lágrimas de gratitud en sus ojos, se acercó a Luffy. "Gracias por salvarme", dijo, su voz temblorosa. Luffy sonrió, sintiendo la conexión que habían forjado en medio de la tormenta.
En ese momento, la Isla Gyojin comenzó a sanar, unida por la fuerza de las mujeres guerreras y el coraje de un solo hombre. Con el futuro incierto pero esperanzador, Luffy sabía que la batalla apenas comenzaba, pero estaban listos para enfrentar cualquier desafío que se avecinara.
Bajo la luz tenue de la mañana en la Isla Gyojin, la atmósfera se sentía pesada. Las olas rompían suavemente contra la costa mientras los ciudadanos, con miradas de preocupación, se reunían en la plaza del palacio. La Reina Otohime, con su corazón lleno de esperanza, había propuesto un nuevo pacto de paz con los humanos. Sin embargo, la sombra de su difunto esposo, el Rey Neptuno, y el legado de Fisher Tiger aún pesaban sobre la isla.
En el centro de la plaza, Fukaboshi, el príncipe mayor, miraba a su madre con admiración. "Madre, ¿realmente crees que pueden cambiar las cosas? Después de todo lo que hemos sufrido..." Su voz temblaba con la duda, pero Otohime le respondió con una sonrisa cálida.
"Fukaboshi, el amor y la comprensión son más poderosos que el odio. Debemos esforzarnos por el futuro de nuestra gente y de nuestros hijos."
Mientras tanto, en el bosque marino, Shirahoshi, la princesa sirena, estaba rodeada por su amigo Luffy, el único hombre en este mundo lleno de mujeres. Su inocencia y su naturaleza despreocupada contrastaban con la seriedad del ambiente. Las otras mujeres de la tripulación, Zoro, Usopp, Sanji y Franky, bromeaban entre ellas, disfrutando del momento y sacando provecho de la despreocupada inocencia de Luffy.
"Nadie puede resistirse a ese rostro," susurró Sanji, sonriendo de manera coqueta mientras se acercaba a Luffy. "¿No es adorable?".
"¡Deja de tocarlo!" gritó Zoro, cruzando los brazos, aunque una pequeña sonrisa se dibujaba en su rostro. "No es un juguete."
Luffy, ajeno a la tensión, simplemente se rió, disfrutando de la atención. Sin embargo, en lo profundo de su ser, sabía que el futuro era incierto y que había lecciones dolorosas que se avecinaban.
En otra parte de la isla, los Nuevos Piratas Gyojin, liderados por Hody Jones, estaban causando estragos. En la Villa de la Rueda de Agua, Fukaboshi se encontraba cara a cara con Dosun, el oficial de Hody. "¿Por qué pisotean el legado de nuestra madre? ¡Ella solo quería paz!" Su voz resonaba con furia y desesperación.
"¿Paz?" Dosun se rió con desprecio. "La paz es un lujo que los débiles no pueden permitirse. ¡Es hora de que el pueblo gyojin comprenda su lugar!"
Fukaboshi, lleno de rabia, se lanzó hacia Dosun, desatando un ataque. La batalla comenzó, y la determinación de Fukaboshi brilló como un faro en la oscuridad. Golpes y patadas volaban mientras los dos se enfrentaban en un combate feroz.
De vuelta en el bosque, Shirahoshi estaba angustiada. "¿Qué pasará si no podemos detener a Hody? ¡No quiero que mi familia sufra más!" Luffy, sintiendo su tristeza, la abrazó con fuerza.
"¡No te preocupes! Siempre hay esperanza, incluso en los momentos más oscuros." Su sonrisa iluminó el ambiente, pero Shirahoshi sabía que las palabras de Luffy no podían borrar la realidad.
Mientras tanto, en el palacio, la Reina Otohime se preparaba para su discurso. "Hoy, nuestros corazones están heridos, pero debemos seguir adelante. Nuestro objetivo es unirnos, no separarnos. Debemos encontrar la forma de coexistir." Las palabras resonaron, pero fue interrumpida por un grito.
Un disparo resonó en la plaza. El mundo pareció detenerse. Otohime cayó al suelo, una mancha de sangre brotando de su pecho. Sus hijos, horrorizados, corrieron hacia ella. Fukaboshi, con lágrimas en los ojos, gritó: "¡Madre, no!" La desesperación llenó el aire mientras los ciudadanos miraban con incredulidad.
Luffy, sintiendo el caos, se unió a la carrera hacia la plaza. Al llegar, vio a Otohime en el suelo, sus hijos a su alrededor, llenos de dolor. "¡No, esto no puede estar sucediendo!" gritó, su voz llena de impotencia. Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, y la tripulación de mujeres lo rodeó, cada una luchando con su propio dolor.
"¡Debemos encontrar al responsable!" gritó Zoro, con el puño apretado. "No podemos dejar que esto se quede así."
Mientras tanto, el tirador, un humano sin nombre, fue capturado por Hody. "¡Miren lo que han hecho! ¡El odio de los humanos ha llevado a esto!" La multitud se dividió, algunos gritando de rabia, otros de tristeza.
En el funeral de Otohime, el dolor era palpable. Fukaboshi se dirigió a la multitud, sus palabras resonando en sus corazones. "Madre, te prometemos que haremos realidad tus sueños. No dejaremos que el odio nos consuma. Lucharemos por la paz que anhelabas." Las lágrimas caían por su rostro mientras la multitud respondía con aplausos y llantos.
Finalmente, en un rincón del bosque, Luffy miraba al horizonte, reflexionando. "No puedo dejar que este dolor defina nuestro futuro. Debemos ser fuertes y seguir adelante, por Otohime y por todos los que sufrieron." Su voz resonó en el aire, una promesa silenciosa de luchar contra la oscuridad y encontrar la luz en el camino.
Así, la historia de la Isla Gyojin continuó, marcada por la tragedia, pero también por la esperanza. Luffy, con su conocimiento del futuro, sabía que cada batalla, cada lágrima y cada sonrisa contaban. Juntas, las mujeres de la isla y su único hombre seguirían luchando, enfrentando las sombras del pasado y construyendo un futuro donde la paz podría florecer.
La atmósfera en el Reino Ryugu estaba cargada de tensión y miedo. La proclamación de Hody Jones resonaba en cada rincón de la isla, y las mujeres del reino, temerosas, se veían obligadas a pisotear el fumi-e de la Reina Otohime, un acto que simbolizaba la traición a sus ideales de paz y convivencia entre humanos y hombres-pez. En medio de esta confusión, Hody, con su ejército de Nuevos Piratas Gyojin, había tomado el control, y su mensaje de odio y división se propagaba como un veneno por las calles.
Luffy, el único hombre en esta historia, había viajado al pasado sin poder revelar su conocimiento del futuro. Era un joven de espíritu libre, con la sonrisa que iluminaba incluso los momentos más oscuros. A su lado, sus compañeras Sombrero de Paja—Zoro, Usopp, Sanji, y Frankie—luchaban con su propia percepción de la situación; eran mujeres fuertes y decididas, pero la presión del momento les hacía sentir vulnerables. En sus corazones, la amistad que compartían con Luffy era lo que más valoraban, incluso cuando la inocencia de este a menudo se convertía en motivo de bromas y situaciones comprometidas.
Mientras tanto, Zoro, Usopp y Brook estaban atrapados en una jaula, sumergiéndose lentamente en el agua, y la desesperación comenzaba a apoderarse de ellas. Usopp, con su voz temblorosa, gritó: "¡Zoro! ¡Haz algo!". Zoro, sin perder su sarcasmo, replicó: "Claro, ¿y tú qué piensas hacer? ¿Deshacer las cerraduras con tu imaginación?". Brook, tratando de aligerar el ambiente, bromeó: "Si tan solo hubiera permanecido muerto...". La tensión era palpable, pero también había un destello de humor que mantenía su espíritu en alto.
En el bosque trasero, Robin había descubierto el Poneglyph, un trozo de historia que parecía una carta de disculpa de alguien llamado Joy Boy. En ese momento, ella sintió una conexión profunda con los eventos que habían llevado a la situación actual del Reino Ryugu. Mientras regresaba al grupo de Luffy, no pudo evitar sonreír al ver a su capitán emocionado por su aumento de recompensa, aunque Nami, frustrada, lo abofeteó, recordándole que no era el momento para celebraciones.
La discusión entre Luffy y Jinbe se intensificaba. "¡No puedo quedarme de brazos cruzados mientras mis amigos están en peligro!", exclamó Luffy, su determinación brillando en sus ojos. Jinbe, a su vez, intentaba hacerle entender que la lucha no era solo contra Hody, sino contra décadas de odio y resentimiento entre humanos y hombres-pez. "Si luchas, solo serás visto como un opresor más", argumentó Jinbe, su voz cargada de sabiduría y dolor.
Sin embargo, Sanji interrumpió, recordando que tenían amigos en la isla y que no podían ignorar el sufrimiento de quienes aún creían en la paz. "Si nos vamos ahora, Hody reinará sin oposición", afirmó, su voz firme. La tensión entre Luffy y Jinbe se convirtió en una lucha de ideas, pero también en una lucha física cuando Luffy, decidido a avanzar, lanzó un ataque que Jinbe bloqueó con la técnica del Karate Gyojin.
La pelea fue intensa, cada golpe resonando como un eco de la historia de sus respectivas razas. Sanji, en un intento de proteger a Robin, se vio involucrado en un cruce de ataques que dejó a todos aturdidos. Pero en medio del caos, la verdadera Robin apareció, recordando a todos que, a pesar de las diferencias, eran amigos. Sus palabras calmaron el ambiente y devolvieron un sentido de unidad, aunque el peligro seguía acechando.
Mientras tanto, en el palacio de Ryugu, Hody seguía con su plan. Con el Rey Neptuno encadenado y la amenaza de decapitarlo, el miedo se apoderaba de todos. Daruma, uno de los oficiales de los Nuevos Piratas Gyojin, se deleitaba en el sufrimiento de los ciudadanos, recordándoles que su única esperanza eran los Príncipes Ryugu, quienes todavía luchaban por la paz en la isla.
La historia de este conflicto no solo era una batalla física, sino también una lucha interna. Las mujeres que rodeaban a Luffy, cada una con su propia historia y dolor, se unían en un lazo irrompible. A medida que los eventos se desarrollaban, la esperanza brillaba en medio de la desesperación, y el espíritu de lucha de la tripulación Sombrero de Paja se convertía en la chispa que podría encender una revolución en el Reino Ryugu. Con cada golpe, cada lágrima y cada risa compartida, se forjaba un camino hacia un futuro incierto, pero lleno de posibilidades.
En el vasto océano, las olas susurraban secretos de un tiempo olvidado mientras el sol comenzaba a ocultarse tras el horizonte. La Isla Gyojin se erguía orgullosa, pero la tensión en el aire era palpable. Los Sombreros de Paja, una tripulación única compuesta completamente por mujeres, se encontraban cautivas en el palacio, sus cuerpos encerrados en jaulas de hierro, mientras un nuevo poder emergía en el horizonte.
Brook, con su aspecto esquelético y su espíritu indomable, había descubierto un nuevo poder que le permitía separar su alma de su cuerpo. Con una mirada decidida, se dirigió a Usopp, quien había propuesto la idea de buscar a Pappag para obtener las llaves que liberarían a la tripulación. Sin embargo, Zoro, ahora una feroz guerrera con una espada en mano, se interrumpió. "No necesitamos llaves. Con una de mis espadas, estas jaulas caerán", afirmó con una resolución que hizo eco en el ambiente.
Mientras tanto, lejos de allí, en Waterwheel Town, la situación era tensa. Dosun, un antiguo enemigo de los Sombreros de Paja, se encontraba atado, incapaz de lidiar con su repulsión hacia los humanos. Sin embargo, la ira que sentía por su propia raza lo llevaba a pensar en la venganza. "Si los humanos se atreven a cruzarse en nuestro camino, les mostraré el verdadero poder de los hombres-pez", gritó, liberándose con la ayuda de un esteroide energético que lo transformó en una bestia en busca de venganza.
En el sur, Hyouzou, el asesino alcohólico, luchaba contra su propia embriaguez mientras su tripulación intentaba contenerlo. De repente, la confusión reinante se transformó en caos cuando Hyouzou atacó a sus propios hombres, confundidos por su estado. "¡No soy un enemigo! ¡Solo quiero luchar!" gritó, mientras sus compañeros se esforzaban por detenerlo.
Al este, Zeo se burlaba de los ciudadanos, usando su invisibilidad para sembrar el pánico. Sin embargo, el verdadero desafío se acercaba. Hody Jones, ahora transformado y más poderoso que nunca gracias a los esteroides, se preparaba para ejecutar su venganza contra el Rey Neptuno y la familia real. "Hoy, este reino caerá", proclamó con un brillo de locura en sus ojos.
A medida que los eventos se intensificaban, los hermanos Ryugu se apresuraban a llegar a la plaza. La preocupación por su padre y la amenaza de Hody pesaban sobre ellos. "Debemos actuar rápido, o perderemos todo", dijo Fukaboshi, mientras sus hermanos asentían con determinación.
En la Plaza Gyoncorde, la atmósfera era sombría. Neptuno, atado y herido, observaba impotente cómo su pueblo sufría a manos de Hody y sus Nuevos Piratas Gyojin. Shirahoshi, su hija, luchaba con el dolor de saber que la vida de su madre había sido arrebatada cruelmente por el mismo hombre que ahora amenazaba a su familia. "No puedo dejar que esto continúe", susurró, mientras las lágrimas caían por sus mejillas.
De repente, la figura de Luffy, el único hombre en esta historia, emergió de las sombras. Había viajado al pasado, consciente del futuro que lo aguardaba, pero incapaz de revelarlo. Con su energía vibrante y su risa contagiosa, desató el Gear Second, lanzándose contra Hody con una fuerza renovada. "¡No dejaré que lastimen a nadie más!", gritó mientras la batalla comenzaba.
Las guerreras de los Sombreros de Paja se unieron a la lucha. Sanji, ahora una chef que luchaba con gracia y habilidad, usó su agilidad para derribar a los enemigos que se interponían en su camino. Zoro, con sus espadas danzando en el aire, cortaba a través de las filas de los hombres-pez, mientras Franky, en su imponente forma robótica, disparaba su cañón Gaon, enviando a los piratas volando por los aires.
El caos reinaba en la plaza, pero también lo hacía una profunda tristeza. Las mujeres de la tripulación, con cada golpe que lanzaban, llevaban consigo el peso del sufrimiento y el sacrificio. Cada lágrima que caía era un recordatorio de las vidas que habían sido destruidas por el odio y la venganza.
En medio de la batalla, Brook, a través de su forma espiritual, observaba. "Este es un ciclo que debemos romper", murmuró, sintiendo la tristeza de los que habían caído. Pero su espíritu guerrero no se rendiría. "¡Debemos luchar por un futuro mejor!"
A medida que la lucha se intensificaba, la esperanza también comenzaba a florecer. Los ciudadanos de la Isla Gyojin, inspirados por el valor de los Sombreros de Paja, se levantaron. Un grito de unidad resonó en la plaza, mientras se unían a la lucha contra Hody. "¡Por la paz, por la familia, por el futuro!", clamaron.
Hody, sintiendo la marea cambiar, se enfureció. "¡No permitiré que esto termine así!", rugió, mientras la batalla alcanzaba su clímax. La luz del amanecer comenzaba a asomarse en el horizonte, simbolizando un nuevo comienzo, una nueva esperanza.
Con cada golpe, con cada lágrima, las mujeres de los Sombreros de Paja luchaban no solo por su libertad, sino por la redención de un mundo que había estado sumido en la oscuridad durante demasiado tiempo. Cada una de ellas, con su historia y su dolor, se unía en una sinfonía de lucha y esperanza, mientras la batalla por el futuro comenzaba a desatarse en el corazón de la Isla Gyojin.
En una época anterior a la historia que todos conocen, el Bosque Marino se alzaba como un santuario de vida y misterio. Aquí, en este rincón del mundo, Luffy, el único hombre entre un mar de mujeres fuertes, se encontraba en una encrucijada. Sabía lo que iba a suceder, pero en esta línea de tiempo, su conocimiento del futuro era un secreto que debía guardar celosamente.
Un flashback reveló la discusión entre Luffy y Jinbe, una mujer imponente y sabia, cuya experiencia era invaluable. "No quiero que te enfrentes a Hody como un ser humano salvaje", le decía Jinbe, su voz firme. "Debes actuar como el héroe que esta isla necesita". Luffy, con su característico espíritu rebelde, se negaba. "¡Pero somos piratas! ¡No necesito ser un héroe!", replicó, aunque su estómago roncó al recordar la comida que Jinbe prometía si le ayudaba. La sonrisa traviesa de Luffy se dibujó en su rostro mientras finalmente accedía, sabiendo que lo haría de todos modos.
De vuelta al presente, el aire se cargaba de tensión. Hody, con su mirada desquiciada, se recuperaba del ataque inicial de Luffy. Las mujeres que formaban parte de la tripulación de los Sombrero de Paja, cada una con sus habilidades únicas, estaban listas para luchar. Zoro, ahora una guerrera feroz, observaba con la determinación en sus ojos. Sanji, con su elegancia inigualable, se preparaba para saltar al combate.
"¡Mira cuántos son!", gritó Zoro, mientras el número de piratas gyojin parecía interminable. "¿De verdad creen que pueden vencer a las Sombrero de Paja?" La confianza de Zoro era contagiosa. Mientras tanto, Nami, Usopp, Robin y Chopper preparaban sus estrategias, cada una con su papel en la batalla. La risa y la camaradería entre ellas contrastaban con la gravedad de la situación.
Luffy, sintiendo el peso de la historia en sus hombros, desató su Haki del Rey Supremo, derribando a 50,000 hombres-pez de un solo golpe. Las mujeres a su alrededor lo miraron con asombro, sus corazones latiendo al unísono con la adrenalina. Este era el momento que habían estado esperando, la oportunidad de demostrar su valentía y fuerza.
"¡Escuchen, Hody!", gritó Luffy, su voz resonando en el aire. "No importa lo que planees, solo hay un Rey Pirata, y soy yo". Avanzó con determinación, activando su Gear 3. El aire se volvió denso con su poder mientras gritaba, desatando un ataque devastador contra los piratas que se lanzaban a su encuentro.
La batalla se intensificó. Brook, con su música hipnótica, mantuvo a raya a los enemigos, mientras Zoro desataba su nueva técnica, un torbellino cortante que deshacía los escudos de los piratas. Sanji, recordando su tiempo en la isla Momoiro, saltó al aire con gracia, golpeando a sus oponentes con su Diable Jambe. La sinfonía de ataques resonaba mientras las Sombrero de Paja luchaban con todo su ser.
En medio de la batalla, una sombra oscura se cernía sobre Shirahoshi. Hody, en un arranque de rabia, lanzó su ataque hacia ella. Jinbe, con su karate gyojin, interceptó el chorro de agua, protegiendo a la princesa. "No dejaré que le hagas daño", declaró, su voz firme y decidida. Shirahoshi, sintiendo su fuerza, comenzó a encontrar su propia valentía.
Mientras tanto, Franky reveló su impresionante creación, el General Franky, un mecha gigante que arrasaba con los piratas. La vista de su amiga luchando con tal poder llenó a Luffy de orgullo. "¡Vamos, chicas! ¡No hay vuelta atrás!" exclamó, mientras su tripulación se unía en una danza de combate.
Sin embargo, no todo era alegría. La lucha era brutal, y las pérdidas en ambos lados pesaban en el corazón de las guerreras. El sacrificio de algunas de las mujeres piratas que habían sido manipuladas por Hody resonaba en el aire. Las lágrimas de las mujeres gyojin que habían sido esclavizadas caían como lluvia, un recordatorio de que la guerra no solo se trataba de vencer al enemigo, sino también de sanar las heridas del pasado.
A medida que la batalla continuaba, el Kraken Surume, que había sido un enemigo en el pasado, ahora se unía a Luffy. "¡Eres mi amigo, Surume! ¡Ayúdame a proteger a Shirahoshi!", gritó Luffy. La determinación en su voz resonó en el corazón del Kraken, y se lanzó al combate, aplastando a los piratas que se atrevían a acercarse.
Luffy, observando el caos a su alrededor, sintió la presión de ser el único hombre entre mujeres tan poderosas. Pero, en vez de desalentarse, se sintió inspirado. "¡Juntas, somos invencibles!" gritó, su voz llena de esperanza.
La batalla se intensificaba, y mientras las Sombrero de Paja luchaban, el vínculo entre ellas se fortalecía. Cada golpe y cada grito eran un reflejo de su lucha por la libertad, no solo para ellas, sino para todos los que habían sufrido. La risa y la camaradería eran el bálsamo que necesitaban en medio del dolor.