Chapter 23 - cap 23

El viento soplaba con fuerza en la Isla Gyojin, donde la tensión era palpable. Las calles estaban llenas de ciudadanos que, a regañadientes, eran forzados a pisotear el fumi-e de la Reina Otohime, un símbolo de paz y esperanza, mientras la sombra de Hody Jones se cernía sobre ellos. El nuevo rey proclamaba su dominio sobre la isla, y su risa resonaba en cada rincón, como un eco de desgracia.

Mientras tanto, en una jaula oscura y fría, tres figuras estaban atrapadas: Zoro, Usopp y Brook. El agua comenzaba a llenar la habitación, y la desesperación se apoderaba de ellos.

—¡Zoro, haz algo! —gritó Usopp, sus ojos muy abiertos, llenos de pánico.

—¿Y qué quieres que haga? —respondió Zoro, con sarcasmo—. ¿Desbloquear la cerradura con el poder de la amistad?

—¡Tendremos que encontrar una salida! —intervino Brook, con su habitual humor—. Quizás si me convierto en un fantasma, ¡pueda atravesar las paredes!

Las risas nerviosas se apagaron rápidamente cuando se dieron cuenta de la gravedad de su situación. La inminente ejecución del Rey Neptuno y la amenaza de Hody pesaban sobre ellos como una sombra.

En el exterior, Luffy, el único hombre en esta versión de la historia, sentía la carga del futuro sobre sus hombros. Había viajado al pasado, conocía el desenlace, pero debía guardar silencio. Sin embargo, su corazón ardía con determinación. Sabía que debía salvar a su tripulación y a la isla de la tiranía de Hody.

—¡No puedo dejar que esto suceda! —exclamó Luffy, su mirada fija en el horizonte.

Mientras tanto, en el Palacio Ryugu, Hody hablaba con desprecio de la Reina Otohime, recordando su muerte con una risa cruel. Los príncipes Ryugu, Fukaboshi, Manboshi y Ryuboshi, escuchaban con horror.

—¡Es un monstruo! —gritó Fukaboshi, sus manos temblando de ira—. No podemos permitir que siga con esto.

—¡Debemos unir fuerzas y luchar! —propuso Manboshi, apretando los puños.

Sin embargo, el miedo se cernía sobre la isla. Las palabras de Hody resonaban en los corazones de los ciudadanos, quienes se sentían impotentes ante su tiranía. En ese momento, Shirahoshi, la princesa sirena, miró hacia el cielo, sintiendo la presión de sus responsabilidades.

—Luffy… —susurró, deseando que su amigo llegara a tiempo.

En el bosque, Robin había encontrado un Poneglyph, un mensaje de perdón de Joy Boy. Sus ojos se llenaron de lágrimas al leerlo, comprendiendo que el pasado y el futuro estaban entrelazados de maneras que no podía entender por completo.

—Debo ayudar a Luffy —pensó, mientras se dirigía de regreso al palacio.

A medida que la situación se intensificaba, Luffy finalmente hizo su movimiento. Usando su Gear Second, se lanzó al combate, sorprendiendo a todos al llegar justo a tiempo para interrumpir a Hody antes de que pudiera dar el golpe mortal a Neptuno.

—¡No te atrevas a tocar a mi amigo! —gritó Luffy, golpeando a Hody y enviándolo volando contra una pared.

La multitud, antes paralizada por el miedo, estalló en vítores. Hody se levantó, enfurecido, pero Luffy no estaba solo. Nami, disfrazada, apareció con las llaves para liberar a su tripulación, y Franky, pilotando el Sunny, se unió a la lucha.

—¡Vamos, equipo! —gritó Luffy, su sonrisa iluminando el ambiente.

Mientras la batalla estallaba, las mujeres de la tripulación, Zoro, Sanji, Usopp y Frankie, se unieron a su lado. Cada una de ellas, a su manera, trataba de aprovechar la inocencia de Luffy, pero en ese momento, la unidad y la amistad brillaban más que cualquier juego de seducción.

—¡A luchar, chicas! —dijo Zoro, blandiendo su espada con determinación.

La batalla en la plaza Gyoncorde fue feroz. Hody, en su nueva forma, parecía imparable. Pero los Sombreros de Paja, con su espíritu indomable, lucharon con todas sus fuerzas. Los ataques volaban de un lado a otro, y el aire estaba impregnado de gritos y risas nerviosas.

—¡No podemos rendirnos! —gritó Nami, lanzando un ataque meteorológico para desorientar a los hombres-pez.

Cada golpe resonaba como un tambor de guerra, y cada caída era un recordatorio de lo que estaba en juego. La esperanza de la Isla Gyojin dependía de ellos.

En medio del caos, momentos de tristeza y desesperación surgieron. Los ciudadanos, al ver a sus príncipes atados y al Rey Neptuno herido, lloraban por la pérdida de su hogar y la paz. Pero en esos momentos tristes, un destello de esperanza brillaba cuando veían a Luffy y su tripulación luchar con valentía.

Finalmente, con un último esfuerzo, Luffy y sus amigos lograron liberar a Neptuno y a los príncipes. La familia real, ahora libre, se unió a la lucha.

—¡No dejaremos que Hody se salga con la suya! —gritó Fukaboshi, empuñando su espada.

La batalla alcanzó su clímax, y en los momentos más oscuros, la luz de la amistad y la esperanza brilló con fuerza. La Isla Gyojin ya no estaba sola; tenían a Luffy y su tripulación a su lado.

Con cada golpe, cada grito, cada lágrima derramada, el futuro de la Isla Gyojin se estaba forjando. Y mientras el destino se entrelazaba con el coraje, la historia de Luffy y sus amigos continuaría, desafiando las sombras que amenazaban su hogar.

En el Bosque Marino, la tensión se podía sentir en el aire. Luffy, con su característico sombrero de paja, discutía acaloradamente con Jinbe sobre la mejor manera de enfrentar a Hody. Jinbe, con su voz profunda y seria, le decía que debía actuar como un héroe, no como un simple pirata. "¡Luffy, no puedes enfrentarlo solo como un ser humano salvaje! ¡Debes ser el héroe de esta isla!", insistía, pero Luffy, con su mirada inocente, respondía con desdén.

"¿Héroe? ¡Soy un pirata! No puedo dejar de serlo solo porque lo digas tú. ¡Además, si hay carne de por medio, lo haré!", dijo Luffy, con su risa contagiosa llenando el bosque. Jinbe sonrió ante la simplicidad de su amigo, sabiendo que, al final, su corazón lo guiaba en la dirección correcta.

De vuelta en la plaza, el clamor de la batalla resonaba mientras Hody, el líder de los Nuevos Piratas Gyojin, se erguía con arrogancia. "¡Por favor! ¡¿Creen que pueden ganarle a 100,000 hombres con solo 10?!", se burló, mientras sus piratas se preparaban para atacar.

Luffy, con el fuego de la determinación en su interior, desató su Haki del Rey Supremo. La energía vibrante dejó a muchos de los piratas inconscientes, provocando una mezcla de asombro y miedo entre sus enemigos y aliados por igual. "¡Solo hay lugar para un Rey Pirata en este mundo, y ese soy yo!", proclamó, su voz resonando con confianza.

Las chicas de su tripulación, Zoro, Usopp, Sanji, y Frankie, comenzaron a moverse con rapidez, aprovechando la distracción. Zoro, con su nuevo estilo de espadas, cortó a través de los escudos de sus oponentes, mientras que Sanji, recordando su pasado, saltó al aire para ejecutar un ataque espectacular. "¡Soy el caballero de Shirahoshi!", gritaba mientras derribaba a los piratas erizo.

La batalla se intensificó. Robin usó su habilidad para crear piernas gigantes y aplastar a sus oponentes, mientras Frankie desataba su mecha, el General Franky, que asombraba a todos con su poder destructivo. Las chicas de la tripulación, con su fuerza y astucia, luchaban con todo su ser, disfrutando de cada momento, incluso si eso significaba aprovecharse de la inocencia de Luffy, quien se encontraba en situaciones comprometedoras en medio del caos.

Sin embargo, a medida que la pelea avanzaba, la tensión se tornó más oscura. Hody, en un momento de furia, amenazó con hacer daño a Shirahoshi, la princesa, cuyo destino estaba entrelazado con el de todos. "¡Si sigues desobedeciendo, haré que pagues!", rugió, llevando a Luffy a un estado de furia.

"¡No lo harás!", gritó Luffy, avanzando hacia Hody con la determinación de un verdadero rey. En su corazón, sabía que la lucha no era solo por la victoria, sino por la esperanza de un futuro donde humanos y hombres-pez pudieran coexistir en paz.

Mientras Luffy y Hody se enfrentaban, las chicas de la tripulación no podían evitar interrumpirlo, disfrutando de la oportunidad de abrazar su inocencia, manoseándolo en momentos de tensión. Sin embargo, Luffy sabía que debía concentrarse; su misión era más grande que cualquier juego.

La batalla continuó, con cada golpe resonando como un eco de la historia. Las emociones se mezclaban, y en medio de la lucha, había momentos de tristeza y desesperación por aquellos que habían caído. Luffy recordó a sus amigos perdidos, y la tristeza lo impulsó aún más a luchar por un futuro mejor.

Finalmente, con un grito de batalla, Luffy se lanzó hacia Hody, el destino de la isla Gyojin en juego. "¡Este es solo el comienzo! ¡No dejaré que el odio gane!", exclamó, mientras se preparaba para desatar su verdadero poder.

En ese instante, el futuro de ambos mundos pendía de un hilo, y solo el tiempo diría si la determinación de un solo hombre y su tripulación de mujeres podría cambiar el curso de la historia.