El estreno de un ansiado juego fue el desencadenante de una euforia entre miles de jugadores tanto expertos como novatos en el mundo de los MMORPG de fantasía, pues la innovadora tecnología del Nerve Gear estaba en boca de todos en las distintas regiones de todo el mundo, y mucho más en Japón, pues únicamente el país del sol naciente tendría el privilegio de explorar el castillo flotante de Aincrad pero, pese a las 128, 200 millones de personas habitando Japón, solo un pequeño y reducido grupo de gamers tuvo acceso al juego con la escasa cantidad de diez mil copias. Desde que fue anunciado el producto a principios del año y la beta abierta iniciando en agosto para únicamente mil jugadores que no fueron para nada decepcionados a pesar de ser solo una beta, Sword Art Online se popularizó tanto que sus expectativas eran tan enormes como para hablar de ese VRMMORPG durante quizás todo un siglo. Entonces si todo era tan bueno y tan maravilloso su popularidad seguiría probablemente así por muchísimo más tiempo y lo fue, pero no por las razones anteriores.
Pasaron por lo menos unas tres horas cuando el atardecer ya coloreaba de naranja y morado el cielo adornado de majestuosas nubes, con alguna que otra especie desconocida aleteando a través de ellas en sus parvadas ordenadas. El paisaje de este mundo era tan espectacular y bello, las luces y las sombras, el viento y la calidez del mismo en compañía del sonido ambiental que producían las hierbas que ahora mismo estaban bajo nuestros pies. Miré a Klein por unos momentos, sentado en el suelo admirando el paisaje con sus ojos destellantes en ese rojo rubí. El rostro de satisfacción que ese avatar manifestaba de poder apreciar semejante belleza en este mundo artificial y a su vez, de aprender conmigo como su maestro me llevaron a sonreír, pensando que yo era partícipe de uno de los momentos que Klein difícilmente olvidaría… Y yo tampoco. Puedo decir que entré con la finalidad de avanzar y superarme en tiempo récord, sin embargo, no contaba con formar a mi primer amigo en este mundo. A pesar de que no era así como tenia pensado pasar el primer día de SAO, siendo un vago que no se dedicó para nada a subir de nivel mas que para enseñarle a otro a mover su cuerpo y además, hablar un poco sobre las mecánicas del juego, como las mejoras de armas, los sistemas de suerte, la bonificación de experiencia, las pociones que pueden existir, y además de eso las trampas en algunos cofres y mazmorras que podría existir en los calabozos más adelante. Fue entonces cuando observé fijamente lo que los ojos de Klein veían y también me maravillé con el espectáculo presente.
— El que creo esto es realmente un genio, ¿no lo crees, Kirito? —Pronunció el pelirrojo portador de la cimitarra.
Asentí levemente con la cabeza.
— Este mundo se siente tan real… —Klein se acomodó sobre su propio espacio entre un largo suspiro para mirarme de frente.— ¿Puedo hacerte una pregunta?
— Ya me has hecho mil, una más no haría ninguna diferencia.
Comenté con un claro sarcasmo en el tono despreocupado de mi voz y el rio un poco ante eso.
— ¿A qué piso llegaste?
— Oh… —No esperaba para nada esa pregunta, o alguna sobre mi experiencia en la prueba beta. Yo sonreí en ese momento y con una mano en mi cintura dije orgulloso:— Estuve a punto de entrar en la mazmorra del jefe del piso 10, pero justo cuando las puertas se abrían, la beta del juego se cerró y los servidores nos expulsaron a todos automáticamente. Así que, por desgracia, me quede en el nueve. Unos segundos más y podría presumir mejor. Tardé dos meses enteros para que eso sucediera.
El samurái bandido con la bandana roja en la cabeza silbó un poco ante la considerable hazaña.
— Pero —Proseguí en mi discurso.— Esta vez solo me tomará un mes. —Le sonreí confiado y desafiante.
— Si que estas bien metido en este juego niño.
— Si, algo así. —Comenté con una pequeña risa que ocultaba mi clara vergüenza, ciertamente me parecía algo penoso ese aspecto, pero ya había confesado mis sentimientos, por lo que buscar alguna salida de esa conversación ya no era opción.— Como dije antes, me siento mucho más vivo en este mundo que en el mundo real… Como sea. —corté totalmente toda esa idea.— ¿Quieres cazar un poco más?
— ¡Ah! Por supuesto que si…
Ambos nos quedamos en silencio por unos segundos, todo esto después de que Klein se vio interrumpido por un potente rugir de una bestia hambrienta; su estómago.
— Pero… Ah… Tengo hambre.
— ¿Oh? Aquí no se puede comer nada, es decir, sí. Pero no es comida real y solamente crea la ilusión de que en verdad estás comiendo algo.
Klein sonrió al respecto, parecía como si estuviera esperando que le dijera algo así. Fue esto porque con su gran sonrisa se levantó del césped artificial y me señaló con su dedo índice.
— Yo ya estaba preparado, Ordené una pizza para las 17:45, así que iré a comer y después regreso.
— Oh… De acuerdo.
De cierta manera, me sentí algo desanimado por su ausencia. Era mi primer amigo, un primer amigo real y lo consideraba así a pesar de que este mundo solo fuera una ilusión creada por códigos para su funcionamiento. Klein se acercó estirando su mano hacia a mi y yo la estreché con la mía.
— Nos vemos en un rato, compañero. —Anunció Klein.
— Nos vemos.
Él se dio la vuelta y avanzó un poco abriendo el menú con ese movimiento característico de sus dos dedos deslizándose en el aire. El sonido titilante del timbre al que ya estaba tan acostumbrado me parecía ahora música, pese que al principio era un dolor de cabeza. Me pregunté si estaba diseñado así a propósito. A diferencia de Klein, yo estaba acostumbrado a no comer y jugar por varias horas sin ninguna consecuencia aparente. Era hora de la verdadera aventura, una misión especial. Justo cuando estaba marchando a ese objetivo, la voz familiar de Klein me llamó.
— Oye… Kirito, ¿Cómo te desconectas del juego?
Me pareció una pregunta estúpida, el menú es tan intuitivo como lo es en cualquier videojuego. Generalmente siempre están ubicados en la última parte de los menús y eso me hizo pensar que Klein en realidad no era un gamer como me había dicho antes.
— Debe estar hasta el final. Dice "Log Out"
— Lo sé, lo sé. —bufó Klein.— Pero es que en serio no aparece nada.
— ¿De qué hablas?, ¿Cómo que…? —Mientras hacia mis preguntas incrédulo ante lo dicho por Klein, abrí el menú y me dirigí inmediatamente hacia el lugar del botón para desconectarse y solo aparecía un ícono vacío. No ocurría nada si le pulsabas. La opción para salir del juego había desaparecido.— Eh, esto es extraño.
— ¿Lo ves? — Anunció Klein, parecía aliviado de no ser el único o mejor aún, de no cometer otro error de novato.— Te digo que no está. ¿No hay otra forma de salir?
Me quedé en silencio unos momentos. Yo suelo ser muy curioso e investigar a fondo en muchas cosas. Recuerdo que me hice la misma pregunta. En caso de emergencia debería de haber otra forma de salir del juego, nunca he confiado en una sola manera para poder salir y es una regla que usaba en los calabozos sobre todo en los juegos donde morir significaba perder todo tu dinero y puntos de experiencia acumulados durante la travesía y esto me lo había enseñado una saga de videojuegos muy popular.
— No… —Pero, a decir verdad, con SAO me arriesgué demasiado.— No hay forma de salir más que ese botón.
— Pero, si no podemos salir entonces… —Klein se cruzó de brazos—. Bueno. Solo habrá que esperar a que lo arreglen. ¿Verdad?
— Tal vez… ¿Vives sólo? Puede ser que te quiten el casco y así nada más desconectarte.
— Ah, me gustaría, pero sí. ¿Qué hay de ti?
— Yo vivo con mi hermanita y mis padres, aunque casi nunca están en casa y…
— ¡¿Tienes una hermanita?! —No pasó ni un segundo cuando las manos de Klein estaban sobre mis hombros zarandeando mi cuerpo.
— Relájate… —Sujeté sus brazos enseguida buscando apartarlo—. Ella odia a los de nuestro tipo, nunca le han gustado los videojuegos ni ese tipo de cosas. Hay cero posibilidades al respecto…
— ¿Cuántos años tiene? —Una vez más, fui interrumpido por su insistencia para nada agradable. Fue entonces que darle un rodillazo en la ingle.
Inmediatamente se echó para atrás de un brinco brusco, cayendo al suelo mientras se adormecía el área afectada. Yo lo miraba con incredulidad, mis ojos lo juzgaban como un tonto. Pasaron unos segundos hasta que me decidí por finalmente manifestar lo obvio.
— ¿Acaso se te olvidó que no existe el dolor en SAO?
— Oh… —Él tragó saliva de un momento a otro y se reincorporó. Todo ese dolor mágico que sentía de repente se esfumó al escuchar mis palabras. Si, era un ridículo de primera.— Bueno, la costumbre, ya sabes. —Ocultó su vergüenza con una pequeña risilla de por medio.
— Ya me imagino por qué. —coloqué una mano sobre mi mentón.— Aun así, ¿No te parece extraño?
Klein me miró intrigado.— ¿De qué hablas?
— Podrían apagar los servidores y así sacarnos a todos para ver como solucionar el problema. ¿Has intentado contactar a los moderadores'
— Si… —Klein suspiró.— Pero no responden.
Acompañé a mi amigo en su suspiro. había algo más importante de lo que Klein debería estar preocupado ahora mismo. Admiraba su fortaleza por la calma que mantenía a pesar de tan desastrosa tragedia.— Eres bastante fuerte Klein. No pierdes la calma.
— ¿Verdad? Yo sé que todo se solucionara.
— Espero que si… Son las 17:40.
Ambos mantuvimos nuestra mirada en el otro con el silencio siendo el testigo de aquel momento, pero poco a poco, Klein parecía cambiar su expresión, sus ojos y su boca se movieron al unísono formando "La Sorpresa" Una expresión indistinguible. Alzó sus brazos y los colocó en su cabeza.
— ¡Mi pizza!
Gritó derrotado. En ese momento retiré mentalmente todo lo anterior que había dicho sobre su supuesta fortaleza, en realidad era ignorancia, a los pocos segundos ya estábamos riendo de la estupidez del momento despreocupados sobre la situación en la que nos encontrábamos en ese momento hasta que atisbo de realidad iluminó nuestros cuerpos. Literalmente. Antes de que eso ocurriera el sonar de una campana fue lo que llegó a nuestros oídos interrumpiendo abruptamente nuestras carcajadas y acto seguido nuestro cuerpo fue iluminado por las partículas azules que deformaban nuestro cuerpo en pequeños pixeles brillantes. Fue así durante un corto viaje donde terminamos materializándonos en el lugar de nuestra primera aparición; la colosal Plaza de los Inicios. Casi al mismo tiempo, el avatar de Klein apareció delante de mí.
— ¿Qué pedo Kirito? —Me miró con sorpresa.
— ¿Una teletransportación forzada?
A nuestro alrededor, las miles de luces azules se manifestaban dejando avatares a lo largo de toda la circunferencia de la enorme plaza. Debido a su gran magnitud, no tardé en entender lo que estaba pasando. Estaban reuniendo a los diez mil jugadores aquí. Tal vez se trate de el aviso de apertura, algún tutorial. Eso explicaría brevemente porque no podíamos salir. Nos querían tener a todos aquí. El atardecer era tan precioso en estos momentos. Adornaba la ciudad como nunca antes la había visto y eso era porque siempre me la pase en los calabozos. La gran arquitectura de SAO era una maravilla, solo había algo que me incomodaba; El sonido de una sutil alarma intermitente y en lo alto del cielo más allá de la cima de la torre con el reloj y la campana aún sonante, una marca roja en el cielo parpadeaba al rítmicamente ante las colisiones contundentes de aquella campana. Fue cuando de pronto ese mismo aviso se extendió en todo el cielo coloreando su bello anaranjado en un rojo vivo. El silencio abundaba entre todos los jugadores que estaban expectantes ante lo que podría pasar con este anuncio. Era así hasta que todo el cielo quedó cubierto de las alertas rojas. Tragué saliva hasta que mis ojos pudieron detectar como una especie de fluido viscoso como si fuese una sangre espesa atravesara aquella alerta en lo más alto de la plaza. Entre relámpagos que adornaban su figura, iba moldeándose creando una figura humanoide que pronto, fue cubierta de túnicas rojas con un decorado en colores dorados. El portador de guantes blancos era de un tamaño descomunal. Un gigante flotando en el cielo extendiendo sus brazos ante nosotros. Parecía una gran e imponente figura mesiánica, un Dios.
— ¿Es un game master?
— ¿Por qué no tiene cara?
— ¿Algún evento?
Distintos murmuros se escuchaban entre la multitud reunida a consecuencia de lo vivido en esos momentos.
— Atención jugadores. —aquel ente extendió sus brazos con una fuerte voz.— Sean bienvenidos a mi mundo. Mi nombre es Akihiko Kayaba. A partir de este momento yo soy la única persona capaz de controlar este mundo.
¿El control total de un juego para él solo?, ¿cómo?
— ¿Él es…? —murmuró Klein.
— Si, el creador de SAO. —dije.
Akihiko extendió uno de sus brazos al frente.— Para este momento, estoy seguro que ya habrán notado que el botón para desconectarse no está en el menú principal. —deslizó a continuación su mano hacia abajo desplegando el menú que todos conocemos—. Pero esto no es un defecto del juego.
¿De qué estaba hablando ese hombre?, ¿Cómo saldremos de este juego sin ese botón? Debe haber alguna forma… como viajar a algún lugar. Es lo que iba a aclarar.
— Repito. —Enfatizó Akihiko—. No es un error. Es una característica legítima de Sword Art Online. No pueden cerrar la sesión por su propia voluntad y nadie del exterior puede apagar o quitarles el NerveGear de sus cabezas. Si llegaran a intentarlo las poderosas microondas con las que opera se activarán destruyendo sus cerebros y acabando con sus vidas.
El pavor ante esa última frase ya se había apoderado de todos los presentes. Un gélido escalofrío invadió mi cuerpo mientras escuchaba los suspiros de todos los presentes, incluido el mío perdido entre tantos produciéndose al unísono.
— Desafortunadamente. —enfatizó— Ha habido casos donde familiares y amigos de algunos jugadores han ignorado esta advertencia. —Akihiko extendió su brazo una vez más hacia adelante y desplegó múltiples ventanas de transmisiones televisivas de las noticias locales e internacionales—. Como resultado, 213 jugadores han sido desconectados permanentemente, tanto de Aincrad como en el mundo real. Como pueden ver, las cadenas televisivas de todo el mundo están informando de esta situación, incluyendo las muertes. Por lo tanto, deberían alegrarse ya que puedo suponer que el peligro de ser asesinado por alguien del mundo real ha sido anulado. Me gustaría que todos estuvieran tranquilos y se esforzarán por completar el juego. —Las transmisiones flotantes alrededor del creador de SAO, comenzaron a desvanecerse—. Pero quiero asegurarme de que tengan esto en mente: No hay ninguna función para revivir a alguien dentro del juego. En el instante en el que su barra de vida llegue a cero, sus avatares desaparecerán para siempre.
Todo había cambiado en Sword Art Online, en este mundo fantástico que tanto amaba desde la beta. Podía escuchar los latidos de mi corazón y el gélido escalofrío en mi cuerpo mientras aquella entidad flotante cuya identidad era la figura a la cual yo idolatraba… Todo fue un gran impacto para mi. Me sentía traicionado por él, por mi amor por los videojuegos y las innovaciones tecnológicas.
— Y al mismo tiempo— Él siguió hablando—. Sus cerebros serán destruidos por el NerveGear. Solo hay una condición muy sencilla para ser libres. Todo lo que tienen que hacer es completar el juego. —Con uno de sus dedos invocó lo que parecía ser un holograma del Castillo Flotante en el que nos encontrábamos, su figura cónica dividida en los 100 pisos respectivamente—. Actualmente están en el piso más bajo de Aincrad, el piso 1. Si se abren camino a través de la mazmorra y logran derrotar al jefe de ese piso pueden avanzar al siguiente. Una vez sea derrotado el jefe del piso 100, habrán terminado el juego.
— ¡Eso es imposible!
— ¿Klein? —.Me sorprendió saber que aquel grito tan cercano y de protesta provenía de mi primer amigo hecho en este mundo.
— ¡Ni siquiera los beta tester llegaron tan lejos!
— ¡No te inventes cosas! —gritó algún otro jugador cercano.
Sin embargo, pese a los reclamos d algunos otros gritos protestantes en contra de las condiciones de Akihiko Kayaba, éste último ignoró todo y prosiguió con su discurso.
— Para concluir, en su inventario encontrarán un regalo de mi parte. Por favor, verifíquenlo.
Inmediatamente deslicé mis dedos en vertical hacia abajo y en cuanto el menú se desplegó fui hacia la pestaña de "ITEMS" leyendo lo único que aparecía allí— ¿Un espejo? —lo equipé enseguida y visualicé el reflejo de mi avatar. Pareciese un joven de algunos 26 años con el cabello largo y desaliñado de color azul marino. Caía por un costado de mi cabeza. La tonalidad de mis ojos también hacia juego con mi cabello al tener ese peculiar brillo azulado y fue entonces cuando un fugaz destello de luz provino de mi derecha. —¡¿Klein?! —El avatar de mi amigo brilló y antes de poder pensar en lo que podría estarle afectando mi avatar, mi cuerpo también comenzó a brillar, al igual que todos los avatares de mi alrededor. Los 10 mil jugadores fuimos cubiertos en una luz cegadora y pronto, la plaza del los inicios emitió ese destello de todos los jugadores presentes.