—¡Ah! ¡Ah...!
Dylan sentía como el pedazo de carne cada vez se hacía más grande en su interior.
—¡Oh dios mío...!
El semen escurría a chorros de su pequeño orificio, mientras los besos y caricias recorrían todo su cuerpo.
Por primera vez, agradezco ser un Omega dominante.
Las lágrimas le desbordaban y, mientras caían una mano tocó su mejilla limpiándole torpemente.
—¿Por qué lloras?
La voz tenía un tono de preocupación, sin embargo, Dylan sabía que para una persona como él esas palabras no tenían significado alguno, por lo que opto por guardar silencio.
—¡...!
El hombre que preguntó tampoco dijo nada, en su lugar alzó las piernas de Dylan y dio paso a una penetración a un más fuerte a la anterior. Los gemidos y el sonido de los cuerpos chocando se hacía cada vez más fuerte, además, el denso olor a feromonas aceleraba el proceso de excitación.
¡Maldición, lo odió!
—¡Ah...!
Yo solo estaba trabajando en una fiesta, nunca hice nada para provocara a nadie, ¿Entonces por qué-?
—¿Qué piensas?, ¿A caso no estoy dándote tan duro?
—¡C-Cállate!
Ver a un hombre rico, capaz de conseguir y hacer lo que quisiera con los demás, era el tipo de persona que más odiaba Dylan, por lo que el desprecio en sus palabras no era ningún invento. Molesto, el hombre tiró del cabello húmedo de Dylan y lo miró a los ojos.
Sus pupilas negras se dilataban con ira, el blanco pálido de su piel ahora estaba con matices rojos y sus labios rosados y carnosos, brillaban por el sudor de su cuerpo.
Hermoso...
El hombre se acercaba lentamente a la cara de Dylan, quien se resistía tratando de girar su rostro. Impaciente, el hombre tomó la quijada de Dylan y chocó los labios en un agresivo beso.
—Suéltame, por favor.
—¿Por qué?
—Porque yo, no te amo.
El labio inferior del hombre sangraba, mientras que Dylan le imploraba con la mirada. Las comisuras de la boca del hombre se curvearon y una expresión aterradora se formó en su rostro.
—No lo haré, aunque llores y me supliques jamás lo haré. No me importa si no me amas. Finalmente he encontrado algo con lo que me estoy divirtiendo, y no estoy dispuesto a soltarlo.
Los movimientos de cadera que se habían detenido se reanudaron con aun mas fuerzas que antes. Dylan quien apenas era unos centímetros más bajos lloraba impotente, pues su cuerpo aún seguía bajo los efectos de la droga.
Desdichado, Dylan cerró lentamente los ojos, rezando porque al volver a abrirlos ya todo hubiese acabado.
***
FIN DEL CAPÍTULO
GRACIAS POR LEER.