Chereads / Saigo No Yami (Versión en Español) / Chapter 11 - Los Hermanos Sorano

Chapter 11 - Los Hermanos Sorano

- " Mitsuki y Elisa disfrutan de una noche sin rumbo, desde un cine solitario hasta un amanecer inesperado. Entre risas, cansancio y una misión al amanecer, sus planes toman un giro cómico cuando Allivy los encuentra dormidos en la entrada del hotel. ¡Un capítulo de aventuras improvisadas y momentos inolvidables!" -La sala de interrogatorios estaba impregnada de tensión. Loyd, esposado a una silla metálica, mantenía la cabeza alzada, su expresión altiva intacta a pesar de la situación. Frente a él, Tomasso fumaba con calma, su figura imponente proyectando una sombra alargada en la luz tenue de la habitación.Kat, de pie junto a la puerta, observaba en silencio, sus ojos afilados como cuchillas, atentos a cualquier movimiento.Tomasso exhaló lentamente una bocanada de humo antes de hablar.

—Buen trabajo, Kat. No esperaba menos de ti. Por fin conseguimos a este...

hizo una pausa para mirar a Loyd con desdén.

Loyd soltó una risa seca, sacudiendo las esposas que lo mantenían atado.

—"Este", ¿eh? Dime, Tomasso, ¿te sientes poderoso ahora que mandaste a un felino a atraparme?

Tomasso no respondió de inmediato. Dio una última calada a su cigarro y lo apagó en el cenicero con un gesto pausado, calculador. Luego, inclinándose hacia Loyd, le susurró con una frialdad que helaba el aire:

—No, Loyd. Me siento satisfecho.

El rostro de Loyd se tensó por un breve instante, pero rápidamente recuperó su sonrisa burlona.

—Disfrútalo mientras dure. Esto no se ha acabado.

Tomasso se enderezó y comenzó a caminar hacia la puerta, dispuesto a dejarlo solo con Kat. Pero Loyd, con un tono provocador, alzó la voz.

—¿Ya te vas? Qué decepción. Pensé que te gustaría saber por qué hice todo esto.

Tomasso se detuvo en seco. Giró lentamente, con una ceja arqueada, y volvió a la mesa, apoyándose de nuevo en ella.

—En ese caso, Habla.

Kat cruzó los brazos, manteniéndose en silencio, pero claramente interesado en la confesión de Loyd.Loyd inclinó la cabeza hacia un lado, evaluando a sus captores con una sonrisa torcida.

—¿Por qué atacamos el banco de Ectiviland? Fácil. Quería caos.

El silencio que siguió fue ensordecedor, como si las paredes mismas contuvieran el aliento. Kat fue el primero en romperlo.

—¿Caos? ¿Por qué? ¿Qué ganas con eso zoquete?

Loyd giró la cabeza hacia él, con un destello de malicia en sus ojos.

—Ectiviland es un lugar que ustedes y también, los que ahora se llaman "Los Prodigios", protegen con tanto orgullo, ¿no? Pero también es un lugar lleno de gente que no confía en ustedes. Gente que está esperando un error para destrozarlos.

Tomasso frunció ligeramente el ceño, pero permaneció en silencio, dejando que Loyd continuara.—¿No lo ves? —dijo Loyd, su tono subiendo de intensidad—. Al provocar caos, hago que la gente empiece a cuestionar su seguridad, su confianza en ustedes. Y, más importante aún, en él.—¿"Él"? —preguntó Kat, dando un paso adelante.—Mitsuki Sorano. —Loyd escupió el nombre como si fuera veneno—. Ese joven prodigio, ese "falso guerrero" perfecto. Si la gente comienza a verlo como un fracaso, como alguien incapaz de protegerlos, su imagen se desmoronará.Tomasso estrechó los ojos, procesando las palabras de Loyd.

—¿Así que todo esto fue para desprestigiar a un joven que acaba de estrenarse como prodigio?

Loyd sonrió ampliamente, mostrando sus dientes como un depredador.

—Exacto. Y déjame decirte algo, Tomasso: funcionó. La gente ya está hablando. Ya estará dudando. Todo gracias a mí.

Kat apretó los puños, pero Tomasso alzó una mano, deteniéndolo. Su mirada se mantuvo fija en Loyd, fría y calculadora.—Interesante estrategia —dijo Tomasso finalmente—. Pero hay algo que no has considerado, Loyd.Loyd ladeó la cabeza, fingiendo curiosidad.

—¿Y qué sería eso?

Tomasso sonrió apenas, un gesto que no transmitía alegría sino peligro.

—Que mientras tú intentas derribarnos desde las sombras, nosotros estamos un paso por delante. La asociación de Los Prodigios no es tan fácil de hundir como crees.

Loyd rió con fuerza, como si Tomasso hubiera contado un chiste.

—¿Un paso por delante? Ja, claro. Si estuvieran tan adelantados, no estarías aquí escuchándome explicar cómo voy a destruir a tu equipo desde adentro.

El aire en la sala se volvió más denso. Tomasso retrocedió unos pasos, con las manos en los bolsillos, y se dirigió a Kat.

—Esto es todo lo que necesitábamos saber. Encárgate de él, ya comenzó a decir estupideces y yo ya quiero irme a descansar.

Kat asintió, mirando a Loyd con una mezcla de desprecio y determinación.Mientras Tomasso salía de la sala, Loyd lo miró con una sonrisa arrogante, sus palabras resonando detrás de él.

—Disfruta el show, Agente Tomasso. Esto apenas empieza.

Se va en un restaurante con vistas a la ciudad cómo una mesa estaba cubierta de platos vacíos y un par de vasos casi terminados. Mitsuki se reclinó en su silla con una mano apoyada en el estómago, claramente satisfecho pero algo arrepentido.—Creo que nunca en mi vida había comido algo tan bueno, ¿Será que nos excedimos?—dijo, medio en broma, mirando el último plato de helado que habían dejado a medias.Elisa soltó una carcajada suave mientras se estiraba, sus brazos levantándose perezosamente por encima de la cabeza.

—Nah,, claramente nos lo merecíamos. Además, no podíamos dejar de probar ese pudín. Fue como... un deber moral.

Mitsuki arqueó una ceja, riendo por lo bajo.

—Un deber moral que casi me deja en coma.

Elisa se apoyó en la mesa, con una sonrisa divertida en el rostro.

—Vamos, no seas dramático. Sobreviviste a cosas peores, como la Prismargia que me dijiste.

—Eso fue una decisión peligrosa. Esto es pura irresponsabilidad alimenticia —respondió Mitsuki, mirando el reloj de la pared—. ¿Son las once? No puedo creer que hayamos estado aquí tanto tiempo.—¿Tanto tiempo? ¡No es tan tarde! —protestó Elisa, aunque su voz delataba el cansancio.Mitsuki se levantó lentamente, sintiendo el peso de la comida y el cansancio del día.

—Bueno, creo que es hora de que me arrastre a mi cama.

—¿Tú, Dormir? —Elisa lo miró con incredulidad—. ¿Qué tan aburrido eres? ¡Es viernes por la noche!—Exacto, por eso debería estar dormido. —Mitsuki fingió un bostezo exagerado—. Mi cama me llama. Además mañana es la misión.Elisa se cruzó de brazos, deteniéndose justo frente a la salida del restaurante, bloqueando su camino.

—¿Hace cuanto no ves a tu hermanita?, ni lo sueñes. Vamos al cine.

—¿Al cine? ¿Ahora? —Mitsuki la miró como si acabara de sugerir escalar una montaña.—Sí, al cine. Hay una función a medianoche, y tengo fé en que te gustan las películas de terror absurdas.—Elisa, estoy lleno, cansado y básicamente un zombi en este momento. —Mitsuki suspiró, sacando las manos de los bolsillos—. Lo único que quiero es llegar a casa y colapsar en mi cama como una persona normal.Elisa puso los ojos en blanco y le dio un suave empujón en el hombro.

—Por favor. Una última parada. No te veía desde hace media vida.

Mitsuki la miró, tratando de resistirse, pero la sonrisa de Elisa era tan insistente como siempre.

—Bueno —dijo, señalándola con un dedo acusador—. Pero no te arrepientas si mañana estamos muertos energéticamente

—No seas amargado, pásatelo bien, créeme que sigo siendo una influencia positiva —replicó ella, sonriendo triunfalmente.Mitsuki suspiró, llevándose una mano a la frente.

—Está bien, pero si me duermo a mitad de la película, no me despiertes.

—Trato hecho. —Elisa lo agarró del brazo y lo arrastró con energía renovada hacia la calle, ignorando por completo sus protestas.Mientras caminaban hacia el cine, Mitsuki miró al cielo nocturno con resignación y una sonrisa ligera. Quizá no le haría daño un poco más de caos antes de irse a dormir.Al salir del restaurante, el aire fresco de la noche los envolvió. Mitsuki se ajustó la chaqueta mientras Elisa caminaba a su lado, visiblemente animada por la idea de ir al cine.—¿Seguro que no quieres reconsiderarlo? —preguntó Mitsuki, con una mezcla de cansancio y resignación en la voz—. Mi cama sigue llamándome.—Suenas como un abuelo. —Elisa sonrió mientras sacaba su teléfono para buscar la dirección del cine más cercano—. Vamos, ¿cuándo fue la última vez que hicimos algo espontáneo?Mitsuki suspiró, metiendo las manos en los bolsillos.

—¿Spontáneo? ¿Es eso lo que llaman arrastrar a alguien contra su voluntad ahora?

Elisa se rió, pero su atención se desvió al mirar a su alrededor. Las calles de la ciudad estaban inusualmente desiertas. La mayoría de las luces de las tiendas estaban apagadas, y el silencio era inquietante, interrumpido solo por el lejano ruido de un automóvil.—¿Está más vacío de lo normal o me lo estoy imaginando? —preguntó Elisa, mirando a Mitsuki.—Sí, está raro... pero es tarde, supongo que todos están en sus casas. —Mitsuki encogió los hombros, intentando restarle importancia.—O todos saben algo que nosotros no —dijo Elisa con una sonrisa, claramente intentando hacer una broma, aunque su tono sonó menos convincente de lo que esperaba.Mitsuki arqueó una ceja, pero dejó el tema pasar.

—A lo mejor es cosa de esta ciudad, porque favor. Ya tengo suficiente con las películas de terror que me arrastras a ver.

—Tienes razón. —Elisa agitó la mano como si espantara la preocupación.Sin embargo, ambos guardaron un breve silencio mientras continuaban caminando hacia el cine, sus pasos resonando más fuerte de lo habitual en las calles vacías.Al llegar, la fachada iluminada del cine les dio un respiro. Las luces de neón parpadeaban, y aunque el vestíbulo estaba casi vacío, el olor a palomitas recién hechas flotaba en el aire, dándoles una bienvenida familiar.—Bueno, al menos aquí no está tan desolado —dijo Mitsuki, mientras Elisa le daba un codazo amistoso.—¿Ves? Nada de qué preocuparse. Ahora, vamos por nuestras entradas.Mitsuki soltó una risa suave mientras la seguía hacia la taquilla. Aunque el vacío de la ciudad seguía rondando en su mente, decidió dejarlo de lado, al menos por ahora.La noche estaba en su punto más alto cuando Mitsuki y Elisa entraron al cine. Las luces brillaban en la entrada, mientras la música suave llenaba el aire. La taquilla estaba vacía, casi como si el cine estuviera esperando por ellos. El olor a palomitas y refresco impregnaba el ambiente, dándoles una sensación extraña de nostalgia, como si todo estuviera en su lugar.Durante las siguientes dos horas, Mitsuki y Elisa se sumergieron completamente en la pantalla. No les importaba la trama del filme ni los efectos especiales, lo que realmente les divertía era estar juntos, disfrutando de la paz de la noche, de los momentos que se sentían suspendidos en el tiempo. Elisa se echó hacia atrás, comiendo palomitas sin preocuparse por nada más, mientras Mitsuki se reclinaba en su asiento, a veces mirando el teléfono pero siempre regresando la vista hacia la pantalla. Los dos compartían silencios cómodos, aquellos que solo los hermanos logran entender.Cuando la película terminó, ya era la 1:00 a.m. Ambos salieron del cine con sonrisas cómplices, charlando sobre las partes más absurdas de la película.—Eso fue más acción que terror y... ¿Entrar por curiosidad a una casa embrujada? —dijo Elisa con una mueca—. ¿De verdad?—¿Y la escena final? —respondió Mitsuki, riendo—. Estuvo tan mal hecha... Pero, oye, estuvo divertida.Elisa sonrió ampliamente. —Sí, aunque estuvo tan rara que ni siquiera me di cuenta de cuando la terminé de ver.Ambos se detuvieron en la entrada del cine y se miraron con una mezcla de emoción y agotamiento.—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Mitsuki, mientras le daba una mirada a la ciudad, que ya empezaba a quedar en silencio.—¿No te parece que hemos hecho suficiente por hoy? —dijo Elisa, mirando la hora en su reloj. —¡Son la 1:00 a.m.! Tal vez deberíamos ir al hotel y descansar, ¿no?Mitsuki se pasó la mano por el cabello, pensando por un momento. —A decir verdad, me siento un poco agotado, pero... disfruto del ambiente.Elisa lo miró con una sonrisa traviesa. —¿Ahora si se te quitó el sueño? ¿Quieres que caminemos por ahí hasta el amanecer?Mitsuki alzó una ceja. —No sé... quizá sí. Puede ser divertido. No conozco mucho esta ciudad.Fue entonces cuando comenzaron a caminar sin rumbo, riendo y bromeando mientras exploraban las calles vacías de la ciudad. No había planes, solo dos hermanos disfrutando de la libertad nocturna, compartiendo historias tontas y anécdotas de su día a día. Se detuvieron en un parque cerca, se sentaron en una banca y continuaron hablando de todo y nada a la vez.La hora pasó rápidamente, y antes de que pudieran darse cuenta, ya era la 3:00 a.m. Habían recorrido la ciudad, charlado sobre la vida y reído más de lo que pensaban posible.—¿Sabías que tenemos una hermana menor? —dijo Elisa, haciendo una expresión exagerada mientras se balanceaba en la banca.—¿En serio?, Pensé que éramos solo 3 hermanos —respondió Mitsuki entre risas—.¿Y Sabes algo de ella?Elisa puso los ojos en blanco. —Pensándolo bien, es extraña, ya que es mucho menor que nosotros pero se desarrolló muy rápido, también es algo... introvertida a mi parecer.Ambos se rieron y luego, al mirar a su alrededor, notaron lo tranquilas que estaban las calles. No quedaba nadie en la ciudad, y la sensación de que todo estaba quieto, suspendido en el tiempo, los hizo sentir aún más unidos.La conversación comenzó a decaer cuando la fatiga empezó a hacerse notar. Ya no estaban tan llenos de energía como antes. Mitsuki bostezó, y Elisa lo siguió con una risa tímida.—Creo que esta es la señal de que debemos irnos al hotel —dijo Mitsuki, mirando el cielo, que comenzaba a aclararse.Elisa se frotó los ojos y, con una sonrisa cansada, asintió. —Sí, ya está amaneciendo. Nos pasamos de la ralla.Mitsuki miró a su alrededor y se dio cuenta de lo mucho que se habían extendido en la noche. Era como si el tiempo hubiera volado mientras ellos estaban sumidos en su pequeña burbuja. El sol comenzaba a asomar tímidamente sobre el horizonte.—Nos hemos olvidado por completo de la misión de más tarde —dijo, suspirando mientras comenzaba a caminar hacia el camino de regreso.Elisa lo siguió, aunque no podía evitar sonreír ante lo inesperada y maravillosa que había sido la noche. —¡Definitivamente no es lo que esperaba hacer, pero fue increíble!A medida que caminaban hacia la base, el cansancio se hacía más presente. Sabían que el día les esperaba, y aunque la emoción del momento estaba pasando, la sensación de haber compartido una noche tan memorable los mantenía vivos y contentos.Ya cerca de su destino, Elisa miró a Mitsuki, con una ligera risa nerviosa. —Creo que necesitamos una buena siesta... pero, hey, al menos lo hicimos. El amanecer es nuestro pequeño secreto, ¿verdad?Mitsuki le sonrió, asintiendo. —Sí, pero la misión de hoy será otra historia. Ahora... necesitamos algo de café.Con una última mirada al cielo despejado, caminaron hacia la base, sabiendo que nunca olvidarían esa noche que terminó con el amanecer.Llegaron al hotel, sus cuerpos pesados y los ojos llenos de sueño. El cansancio que ambos sentían era casi palpable, pero la ciudad despertando lentamente frente a ellos ofrecía una paz que les ayudaba a calmar sus mentes.Se sentaron frente a la ventana del hotel, observando cómo las primeras luces del amanecer iluminaban las calles vacías, dibujando sombras largas en los edificios. El mundo a su alrededor estaba despertando, pero ellos se sentían atrapados en una burbuja de cansancio, incapaces de moverse.—Estoy destruido... —comentó Mitsuki, frotándose los ojos.—Yo también —respondió Elisa, sonriendo débilmente mientras se dejaba caer de lado en el sillón. —Al menos se siente... diferente, ¿no?.Mitsuki se quedó en silencio, mirando la calle mientras el sol se elevaba. A pesar de todo lo que había ocurrido esa noche, se sentía tranquilo, tal vez por primera vez en mucho tiempo. Elisa se acomodó en su asiento y, aunque no lo admitiera, también estaba disfrutando de ese breve momento de paz. Pronto, el agotamiento comenzó a hacerle efecto, y su cabeza empezó a caer hacia adelante.Ambos se estaban quedando dormidos, incapaces de luchar contra el cansancio, cuando la puerta del hotel se abrió de golpe. Los dos se sobresaltaron y, antes de que pudieran reaccionar, una figura familiar apareció en el umbral.Era Allivy, con una sonrisa amplia en el rostro y un brillo en los ojos. Al ver a sus dos alumnos allí, dormidos en la entrada, se detuvo un momento, sorprendida, pero no pudo evitar reírse.—¡No puedo creerlo! —dijo, cruzando los brazos mientras se acercaba, mirando a Mitsuki y Elisa con una mezcla de diversión y sorpresa. —¡¿Qué están haciendo?!Elisa levantó la cabeza de golpe, con los ojos medio cerrados, y, al ver a Allivy, la sorpresa rápidamente se convirtió en una risa nerviosa. Mitsuki también se despertó, viendo a la profesora con una sonrisa cansada.—Lo siento, Maestra Allivy... —dijo Elisa, levantándose lentamente—. La noche se alargó más de lo que esperábamos.Allivy no dejó de sonreír, pero su tono de voz tenía ese toque cómico y maternal que los hacía sentir avergonzados, aunque también aliviados.—¿Y ustedes pensaron que sería una buena idea dormir aquí? ¡El sol ya está saliendo, chicos! ¿Y su misión de hoy?Mitsuki intentó levantar la cabeza, pero solo pudo suspirar y dejarse caer de nuevo en el sillón. —Sí... bueno... no calculamos bien el tiempo. Pero... ¿y si dormimos un poco más?Allivy soltó una risa suave y se agachó junto a ellos, mirando el amanecer con una sonrisa cómplice. —Parece que no tienen mucho tiempo para dormir ahora, ¿verdad? ¡Vayan a preparar todo para la misión! Y si se duermen, les voy a hacer soñar cosas más extrañas de lo normal.Elisa y Mitsuki se miraron, ambos sonriendo con cansancio. A pesar de la situación, sentían una especie de calidez al ver a Allivy tan relajada y, a la vez, tan preocupada por ellos. Ella nunca dejaba de mantener su actitud firme, pero también mostraba su lado amable y protector.—No hará falta —dijo Elisa, sonriendo mientras se frotaba los ojos.Mitsuki asintió, su voz aún ronca de sueño. —Prometemos que nos moveremos... pero solo si me traes café. Mucho café.Allivy asintió con una sonrisa juguetona. —Trato hecho. Pero apúrense, chicos. El día no va a esperar.Con eso, se levantó, dejando a los dos hermanos medio adormecidos, pero con una sonrisa agradecida. Aunque sabían que no podían seguir durmiendo, la sensación de estar acompañados por Allivy, y el ambiente relajado que habían creado entre los tres, les dio fuerzas para levantarse y comenzar el día.Fin del capítulo.