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Chapter 5 - la historia del reino caído parte 1 ( cap 5 )

—¡Mamá, papá, ya llegué!

La joven de cabello rojo, al decir dichas palabras, abrió la puerta de la casa bruscamente para después adentrarse en ella.

—¡Mamá, mamá, mira lo que encontré!

(Gritó la joven emocionada mientras recorría la casa a gran velocidad).

—¡ILIANA!

De repente, alguien gritó ese nombre con tanta fuerza que se escuchó en cada rincón de la casa. La joven de cabello rojo, al oírlo, comenzó a temblar de miedo.

—Oh, no... Mamá está enojada. Muy enojada.

(Dijo la joven de cabello rojo mientras temblaba de miedo).

Morgan, confundido, solo podía observar expectante lo que estaba sucediendo.

Unos fuertes pasos comenzaron a resonar. Cada vez se escuchaban más cerca, mientras la joven de cabello rojo retrocedía lentamente. Finalmente, apareció quien había gritado ese nombre con tanta intensidad: una mujer de cabello largo y negro, con ojos amarillos. Esta tenía una expresión bastante enojada y miraba fijamente a la joven. La mujer comenzó a acercarse lentamente, pero de manera intimidante.

—¡ILIANA! ¿En dónde estuviste? ¿Por qué gritas tan fuerte? ¿Por qué azotaste la puerta de la casa?

(Dijo la madre muy enojada).

La mujer analizó detenidamente a Iliana y vio cómo tenía a Morgan atrapado en una burbuja de agua. Al ver la mirada intimidante de la mujer, Morgan sonrió de forma nerviosa.

—Otra vez estuviste practicando cómo usar el aranthiel, ¿verdad?

(Dijo la mujer, un poco decepcionada, mientras daba un suspiro).

Iliana bajó la cabeza, algo triste, y comenzó a agarrar su ropa con mucha fuerza.

—¡Tengo que hacerlo! ¡Tengo que hacerlo!

(Dijo Iliana con fuerza).

—Por favor, Iliana, tu padre y yo te hemos dicho un sinfín de veces por qué no debes usar el aranthiel, pero tú insistes en seguir escapándote de casa para practicar a solas quién sabe dónde. Sabes que no nos pueden ver y que, si alguien te ve usando aranthiel, sabes lo que nos sucederá. No solo a ti, sino también a mí y a tu padre.

(Dijo la mujer muy decepcionada).

—Por eso mismo practico, madre. Para que no tengamos que escondernos más, para poder protegerlos de ellos.

(Respondió Iliana, muy enojada).

—No digas tonterías, Iliana. Lo único que lograrás es que te atrapen. En el mejor de los escenarios, así que por favor, deja de hacer eso. Lo hago por ti y por tu seguridad.

(Respondió la madre, molesta).

—¡No! ¡No quiero! ¡Ya no quiero ocultarme! ¡Quiero salir! ¡Quiero explorar el mundo! ¡Quiero vivir!

(Gritó Iliana entre lágrimas).

La conversación se puso bastante acalorada, ya que ambas discutían a gritos.

—¿Y cómo es que terminé en esta situación?

(Pensó Morgan).

—¿A qué se refieren con "protegerlos de ellos"? ¿Quiénes son "ellos"? ¿Y qué es el aranthiel? ¡Ahhh, es demasiada información! Que alguien me explique qué está sucediendo.

(Dijo Morgan mientras sentía que su cabeza iba a explotar).

En ese momento, alguien más abrió la puerta de la casa y, con un tono bastante alegre, dijo:

—¡Ya llegué, familia! ¿Cómo están las dos mujeres más hermosas de este mundo?

Un hombre alto, de cabello largo y barba, entró a la casa. A este hombre le faltaba un brazo y llevaba ropa bastante modesta. Dio un gran suspiro y, de una manera bastante pacífica y tranquila, comenzó a hablar.

—¿Qué sucedió, cariño?

(Dijo el hombre mirando a la mujer).

—Iliana escapó de casa y estuvo usando el aranthiel otra vez.

(Dijo la madre, indignada).

El hombre volteó a ver a su hija y, con una mirada tranquila, se dirigió a ella y la abrazó.

—Iliana, mi niña, mi princesa... Sabes que te amamos mucho, ¿verdad?

(Dijo el padre gentilmente).

—Sí, lo sé...

(Dijo Iliana, algo arrepentida).

—Si tu madre te dice que no te vayas al bosque sola, no es porque queramos tenerte encerrada o porque no queramos que conozcas el mundo. Es porque, por desgracia, el mundo exterior es muy peligroso para nosotros, los humanos.

(Dijo el padre con seriedad).

Morgan se sorprendió y se acercó lo más que pudo para escuchar lo que el hombre tenía que decir.

—¿El mundo peligroso para los humanos? ¿A qué se refiere?

(Pensó Morgan, muy confundido).

—Tu madre y yo no lo soportaríamos si algo te llegara a pasar, así que prométeme que no volverás a salir sola. Si quieres practicar el aranthiel, entonces dime y yo saldré contigo. ¿Está bien?

(Dijo el padre, abrazando a su hija).

—Pero necesito que me lo prometas, Iliana.

(Dijo el padre, un poco más serio).

—Sí, padre. Lo siento... Lo prometo. Ya no me voy a escapar.

(Dijo Iliana mientras lloraba un poco).

—Muy bien. Buena niña. Y, cariño, tal vez fuiste un poco dura con ella.

(Dijo el padre, viendo a la mujer).

—Sí, tienes razón... Fui muy dura.

(Respondió la madre, suspirando).

La mujer se acercó a su hija, se puso en cuclillas y, con una sonrisa más amable, le dijo:

—¿Me perdonas, Ili?

(Dijo la madre con un tono cariñoso).

La joven de cabello rojo asintió con la cabeza y abrazó a su mamá con fuerza.

—Perdón, mamá. Perdón. Ya no lo volveré a hacer.

(Dijo Iliana llorando).

—Perdóname tú, hija. No quería gritarte.

(Respondió la madre, también llorando).

—Bien, asunto resuelto. Entonces, ¿por qué no vamos a comer?

(Dijo el padre alegremente).

—¡Oh! Casi lo olvido. Miren lo que encontré.

(Dijo Iliana mientras se secaba las lágrimas).

La joven acercó la burbuja de agua donde estaba Morgan y se la mostró a sus padres.

—Lo encontré en el río. ¿No es muy lindo?

(Dijo Iliana, bastante alegre).

—¿Qué es eso, Iliana?

(Dijo la madre, confundida).

—No lo sé. Lo vi en el río mientras practicaba aranthiel y decidí traerlo conmigo.

(Dijo Iliana muy feliz).

—¿Antes habías visto algo como eso, cariño?

(Dijo la madre, mirando a su esposo).

—No, jamás había visto algo igual. No se parece a ningún pez que yo haya visto antes.

(Dijo el padre, mientras picaba la burbuja de Morgan con curiosidad).

—¿Me lo puedo quedar?

(Dijo Iliana muy emocionada).

—No lo sé, Iliana. Es muy sospechoso.

(Dijo la madre, dudosa).

Morgan, al ver la situación, sonrió nerviosamente, intentando parecer amigable para que no lo vieran como una amenaza... o algo comestible. La madre, al notar la pequeña sonrisa de Morgan, se emocionó.

—¡Es tan lindo!

(Gritó la madre de Iliana).

—¿Verdad que sí?

(Dijo Iliana, muy emocionada).

—¡Tenemos que quedárnoslo!

(Dijo la madre mientras miraba fijamente a su esposo).

—Si ustedes lo dicen... Está bien, quedémonoslo.

(Dijo el padre, soltando una carcajada).

—Pero creo que debemos buscarle un mejor lugar para quedarse, ¿no crees?

(Dijo el padre de manera burlona, mirando a su hija).

—En ese caso...

La madre de Iliana fue a la cocina a toda velocidad y regresó con un contenedor de cristal bastante grande.

—Creo que puede quedarse aquí.

(Dijo la madre muy feliz).

Iliana asintió rápidamente con la cabeza y dejó caer a Morgan dentro del contenedor. Los tres miembros de la familia observaron fijamente a Morgan mientras nadaba en el recipiente.

—Bueno, supongo que está bien. Al menos no me comieron.

(Dijo Morgan de manera irónica en su mente).

—Pero mira la hora, ya es muy tarde. Debemos ir a cenar. Colócalo por ahí.

(Dijo la madre amablemente).

Iliana se llevó el contenedor a la cocina y lo dejó en un lugar visible. De inmediato, la familia comenzó a preparar la mesa. Morgan los observaba en silencio, y un golpe de nostalgia lo invadió al ver cómo, mientras cenaban, reían y hablaban, disfrutando de su mutua compañía.

Morgan solo pudo esbozar una sonrisa melancólica, ya que le recordaba a su mundo anterior y a la familia que había dejado atrás. Finalmente, la familia terminó de cenar, e Iliana tomó el contenedor para subirlo a su habitación.

—Descansa, Iliana.

(Dijo la madre mientras le daba un beso en la frente).

—Descansa, mi princesa.

(Dijo el padre mientras acariciaba la cabeza de su hija).

Iliana, con una gran sonrisa, respondió en voz alta:

—¡Buenas noches!

La joven subió las escaleras hasta llegar a su habitación, que era bastante modesta. Colocó a Morgan en un mueble cerca de su cama y, mientras se metía entre las sábanas, lo miró con cariño.

—Buenas noches, amiguito.

(Dijo Iliana, algo adormilada).

Morgan sonrió y respondió en voz baja:

—Buenas noches.

Finalmente, Iliana se quedó dormida, y Morgan simplemente se perdió en sus pensamientos, reflexionando sobre todo lo que había ocurrido y sobre el destino que lo había llevado hasta allí.

—Vaya, que han pasado muchas cosas en estos últimos días. Morí, conocí a un dios de la muerte, reencarné en un ajolote y ahora me encuentro dentro de una pecera de cristal como mascota de una niña que sabe hacer magia.

(Dijo Morgan mientras suspiraba).

—Bueno, supongo que esto no está tan mal, aunque me gustaría volver a tener un cuerpo humano, jaja.

(Dijo Morgan mientras cerraba los ojos para quedarse dormido).

Morgan se quedó dormido y, cuando abrió los ojos, notó que estaba flotando en la oscuridad una vez más.

—¿Ah? ¿Dónde estoy?

(Dijo Morgan, confundido).

Morgan rápidamente miró sus manos y notó que eran manos humanas. Bajó rápidamente la cabeza y vio que tenía pies. Tocó su cara con desesperación, pero notó que ahora tenía unas cosas saliendo de los laterales de su cara.

—¿Qué es esto?

(Dijo Morgan, confundido).

Entonces, del vacío emergió una piedra gigante, la cual tenía la forma del collar que le había regalado su padre. Esta piedra tenía distintos dibujos en cada uno de sus anillos. Algunos dibujos podía distinguirlos, ya que eran de animales que había visto antes. El centro de la piedra comenzó a girar con rapidez, cambiando su cara por la forma de una silueta humana.

Morgan se acercó a la gran piedra y la tocó. Esta se iluminó, y por su mente comenzaron a pasar un sinfín de imágenes, hasta que apareció una última imagen en su mente: el cuadro que su hermana le había hecho.

—Amiguito, ya es tarde. Voy a darte de comer y saldré un momento.

(Dijo Iliana mientras abría la puerta de su habitación).

Iliana abrió la puerta de su habitación y se detuvo en seco. En el suelo, rodeado de vidrios y agua, estaba un joven de cabello rosado con rasgos muy finos, casi como los de una mujer. La pecera estaba rota y el desastre era evidente.

Morgan, tambaleándose, intentó ponerse de pie, pero cayó al suelo nuevamente. Extendió la mano hacia Iliana e intentó hablarle, pero no podía conjugar ninguna palabra.

—¡MAMÁ!

(Gritó Iliana llena de terror).

—¡Hay uno de ellos! ¡Hay uno de ellos en mi habitación!

(Volvió a gritar Iliana con todas sus fuerzas).

Iliana retrocedió hasta chocar con la pared y cayó al suelo. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, su respiración era errática, y su cuerpo temblaba. La figura de Morgan, empapada y con movimientos torpes, parecía sacada de una pesadilla.

—No... ¡No me hagas daño, por favor!

(Dijo Iliana, llorando).

Morgan intentó hablar una vez más, pero solo logró emitir sonidos inentendibles.

—¿Ah?

(Dijo Morgan, confundido).

Iliana gritó una última vez, un grito que resonó por toda la casa, mientras la mirada de Morgan se cruzaba con la suya. Algo en los ojos del joven parecía humano... pero no lo suficiente.

Próximo capítulo: la historia del reino caído parte 2