Después de escuchar los gritos frenéticos de Iliana, el padre subió las escaleras a toda velocidad.
- ¡Iliana, Iliana! ¿Qué sucede? ¿Estás bien, hija?.
(Dijo el padre, intentando calmar a su hija.)
- ¡Z-Z-Z-ZORATH! ¡UN ZORATH!.
(Gritó Iliana, aterrada, mientras apuntaba a Morgan.)
El padre de Iliana volteó lentamente hacia lo que su hija señalaba. Entonces vio a Morgan, aún en el suelo, temblando, intentando hablar. Rápidamente, el padre se puso enfrente de Iliana, protegiéndola con su cuerpo. De inmediato, también subió la madre de Iliana, con un cuchillo en mano, y al ver la situación, apuntó con el cuchillo a Morgan, a pesar de que sus manos temblaban.
- No sé cómo, cómo entraste, pero si das un paso o intentas hacerle algo a mi familia, ¡juro que te mataré!.
(Dijo la madre, con la voz entrecortada.)
Los tres estaban muy asustados, pero Morgan no entendía por qué parecían ver a un monstruo, uno que hubiera salido desde lo más profundo de sus pesadillas. Intentó hablar una vez más con la familia, pero no podía decir una palabra. Se trababa al hablar, y cuando intentó levantarse otra vez, se quedó sin fuerza, cayendo al suelo, inconsciente.
-¡Oye, oye, oye, niño! ¿Estás bien?.
(Dijo una voz algo conocida.)
Morgan abrió los ojos y pudo ver que, por alguna razón, había vuelto a ese lugar oscuro, pero esta vez parado frente a él estaba ese dios que había abogado por su alma la última vez, aquel al que el dios de la muerte había llamado "serpiente".
-Vaya, sí que armaste todo un alboroto allá.
(Dijo el dios, de forma graciosa.)
Morgan se puso de pie y se tocó la cabeza, ya que le dolía mucho.
-¿Qué me está sucediendo? ¿Qué fue eso? ¿Por qué, de la nada, otra vez tengo un cuerpo humano?.
(Dijo Morgan, confundido y algo molesto.)
-Oh, ¿te refieres a eso?.
Una vez más, la piedra que había aparecido en sus sueños se manifestó frente a ellos.
-Este fue mi regalo antes de que reencarnaras en ese mundo. Al parecer, él fue un poco severo contigo y te mandó al mismísimo infierno en la Tierra.
(Dijo el dios, de manera despreocupada.)
-¿Qué? ¿Cómo que el infierno en la Tierra? ¿A qué te refieres?.
(Dijo Morgan, algo asustado.)
-No tengo mucho tiempo. Ahora mismo estoy rompiendo muchas, pero muchísimas reglas para hablar contigo.
(Dijo el dios, como si tuviera prisa.)
- Solo debes saber esto: pase lo que pase, no debes cambiar. Debes seguir siendo tú mismo. Cuando sientas que algo se pone muy difícil, pídele fuerza a lo que más amaste en vida, a lo que se había convertido en tu propósito y tu objetivo.
El dios le hizo aparecer, detrás de él, sombras en blanco y negro. Dichas sombras tenían formas que Morgan pudo reconocer al instante.
- Escarabajo, jaguar, murciélago, lobo, impala.
(Dijo Morgan, como si estuviera en trance.)
- Sí, exacto. Ahora sabes a lo que me refiero, pero recuerda: el poder está en lo que tú deseas y en lo que tú te esforzaste en aprender.
(Dijo el dios, confiado.)
El lugar comenzó a temblar de manera frenética, como si fuera un terremoto.
- ¡Puta madre, ya se dieron cuenta! ¡Me tengo que ir!.
El dios rápidamente se acercó a Morgan e hizo aparecer un collar en su cuello, unos anillos en su mano y, en su cabello, un adorno que envolvía uno de sus mechones.
- Estos fueron los regalos que una vez te dieron en vida. El collar te ayudará a poder hablar en este mundo, los anillos a poder escribir, y el adorno a escuchar y leer. Esto es todo lo que puedo hacer por ti.
El lugar comenzó a desaparecer mientras hablaba el dios.
- Recuerda, la clave está en la historia que contaste ese día.
(Dijo el dios, mientras desaparecía.)
- ¿Historia? ¿Cuál historia? ¡Espera, dime qué tengo que hacer!.
(Dijo Morgan, mientras intentaba alcanzar al dios.)
- Confío en ti. Sé que tú podrás. Sé que tú demostrarás lo contrario.
(Dijo el dios, entrecortado.)
- ¿A qué te refieres? ¡Espera, espera!.
Morgan se levantó bruscamente y, respirando rápidamente, comenzó a analizar la situación. Pudo ver que ahora estaba en una habitación y que estaba acostado en una cama. Pero al mirar sus manos y pies, notó que alguien los había atado a la cama.
- ¿Qué es esto?.
(Dijo Morgan, de forma incómoda.)
Al voltear la mirada, pudo ver a la madre de Iliana, con el cuchillo en mano, viéndolo con una mirada de odio.
- ¿Qué carajos eres tú? ¿De dónde vienes y cómo nos encontraste?.
(Dijo la madre, agresivamente.)
-Yo...
Morgan se sorprendió al escuchar que, por fin, pudo pronunciar una palabra.
-¡Mi voz! ¡Mi voz regresó! ¡Ya puedo hablar!.
(Dijo Morgan, muy emocionado.)
- No te muevas, monstruo. No sé qué cosa de Zorath seas, pero al más mínimo movimiento brusco, ¡te apuñalo!.
(Dijo la madre, amenazante.)
- Perdón, creo que es un malentendido. ¿Qué es un Zorath?.
(Dijo Morgan, tranquilamente.)
- A mí no puedes engañar, pequeño cabrón. Sé que eres uno de ellos.
(Dijo la madre, llena de odio.)
- Permítame explicarme. De verdad, no sé a qué se refiere ni lo que está sucediendo.
(Dijo Morgan, tratando de calmar a la madre.)
- Mentiras, puras mentiras.
(Dijo la madre, muy molesta.)
Cuando la mujer estaba por ponerse aún más violeta, entró el padre a la habitación.
- ¡Espera, cariño, espera!.
(Dijo el hombre, calmando a su esposa.)
- ¿Cómo quieres que me calme? Tú y yo sabemos de lo que ellos son capaces. Podría hacerle algo horrible a Iliana si lo dejamos.
(Dijo la madre, entre lágrimas de rabia.)
La mujer no podía dejar de ver a Morgan con esa mirada asesina y llena de rencor.
- ¡Ariel! ¡Ariel! ¡ARIEL!.
(Gritó el hombre, con fuerza.)
- ¡Mírame, mírame!.
El hombre tomó la cara de Ariel para que ella lo mirara a los ojos directamente.
- Escúchame, Ariel. Esto es demasiado sospechoso. Como dijiste, tú y yo sabemos de lo que ellos son capaces, así que no tiene sentido que él se haya dejado amarrar. Si él hubiera querido, en el momento que despertó, nos hubiera matado a todos.
(Dijo el padre, analizando la situación.)
- Pero... pero... pero...
(Dijo Ariel, asustada.)
El hombre miró a Morgan y, aún temblando, decidió hablarle.
- ¿Quién eres y qué quieres con mi familia?.
(Dijo el hombre, firmemente, tragando saliva.)
- Mi nombre es Morgan y no quiero hacerle daño a usted ni a su familia.
(Dijo Morgan, lo más tranquilo y amablemente posible.)
- ¿Cómo sé que no estás mintiendo?.
(Dijo el hombre, con seguridad.)
- Tiene razón, no tengo forma de asegurarle que no le haré daño a su familia ni a usted, así que, si el tenerme atado de esta manera los hace sentir más seguros, me quedaré así.
(Dijo Morgan, mientras se recostaba en la cama.)
El hombre suspiró y se acercó a Morgan lentamente, hasta estar cerca de él, al borde de la cama.
- ¿Qué clase de Zorath eres? Jamás había visto uno como tú.
(Dijo el hombre, confundido.)
- Como ya le dije a su esposa, no sé qué es un Zorath ni por qué me llaman así.
(Dijo Morgan, realmente confundido.)
El hombre, al ver que Morgan estaba realmente confundido y que no parecía saber de lo que le estaban hablando, suspiró y comenzó a desatar a Morgan.
- Adán, ¿qué haces?.
(Dijo Ariel, asustada.)
- Tranquila, sé lo que hago.
(Dijo Adán, con seguridad.)
El hombre quitó las ataduras de Morgan y este comenzó a masajear sus muñecas, ya que le dolían un poco.
- Bien, entonces, si no eres un Zorath, ¿qué eres?
(Dijo el hombre, confundido y curioso a la vez.)
Morgan se sentó al borde de la cama y se quedó pensativo ante esa pregunta.
- Soy... ¿qué soy?
(Dijo Morgan, mientras miraba al techo.)
- Supongo que soy un ajolote...
(Dijo Morgan, de manera irónica.)
- ¿Qué es eso?
(Dijo Ariel, aún desconfiada.)
Detrás de la mujer, poco a poco se fue asomando la cabeza de Iliana, quien, aún con miedo, observó a Morgan. Al verlo, le sonrió de manera amable. Al ver la sonrisa de Morgan, Iliana se ocultó detrás de su madre una vez más.
- Responde, ¿qué es eso? ¿Qué es un ajolote?.
(Dijo la mujer, molesta.)
- Tranquila, Ariel, tranquila.
(Dijo Adán, tranquilizando a Ariel.)
Morgan, sonriendo y con un tono de voz muy dulce, respondió.
- Vaya, ¿acaso no me recuerdan? La niña que está detrás de ustedes me recogió ayer.
(Dijo Morgan, viendo a Iliana.)
- Y usted me dio un contenedor para poder dormir.
(Dijo Morgan, mirando a Ariel.)
Tanto Ariel como Adán se confundieron al escuchar esto, ya que nunca habían visto a Morgan antes y mucho menos le habían ayudado. Sin embargo, Iliana salió de detrás de la espalda de su madre y comenzó a analizar a Morgan. Entonces vio esas cosas que le salían de los laterales de su cara y recordó al pequeño animal que ella había recogido en el río.
- ¿Amiguito?.
(Dijo Iliana, confundida.)
- Vaya, parece que ya recordaste.
(Dijo Morgan, con una gran sonrisa.)
- Eh, ¿de verdad eres tú?.
(Dijo Iliana, muy sorprendida.)
- Sí, solo que no me llamo "amiguito", me llamo Morgan. Es un placer, Iliana.
(Dijo Morgan, sonriendo.)
- ¡Imposible! ¿Tú eras esa criatura tan tierna que Iliana trajo a casa?.
(Dijo Ariel, asombrada.)
- Sí, así es, soy yo.
(Dijo Morgan, tranquilamente.)
- Pero, ¿cómo? ¿Cómo que te veías así y ahora te ves así?.
(Dijo Adán, igualmente impresionado.)
- No lo sé, ni siquiera yo sé por qué ahora me veo así.
(Dijo Morgan, igualmente confundido.)
- Bueno, definitivamente no eres un Zorath, o al menos uno que yo conozca, ya que nunca había escuchado de uno que pudiera cambiar de forma como tú. ¿Tú habías oído algo como eso, Ariel?.
(Dijo Adán, viendo a su esposa.)
- He escuchado de algunos que pueden hacer eso, pero en lo que ellos se transforman, es miles de veces más grande de lo que él se transformó.
(Dijo Ariel, pensativa.)
Iliana comenzó a acercarse a Morgan lentamente. Ariel intentó detenerla, pero su padre no la dejó y permitió que Iliana se acercara a Morgan. La joven de cabello rojo se quedó viendo el cabello largo de Morgan y, con un poco de miedo, preguntó:
- ¿Puedo tocarlo?.
Morgan, con una enorme sonrisa y ese tono tan amable característico de él, respondió:
- Adelante.
Iliana comenzó a tocar el cabello de Morgan.
- ¡Ah, se siente tan suave!
(Dijo Iliana, muy feliz.)
El padre de Iliana, al ver la situación, solo sonrió.
- Entonces, ¿de dónde vienes?.
(Dijo el padre, un poco más tranquilo.)
- ¿De dónde vengo?.
(Dijo Morgan, sin saber qué responder.)
En ese momento, comenzó a recordar su antigua vida, su antiguo mundo.
- Supongo.... que de muy lejos.
(Dijo Morgan, algo triste.)
- Pero quiero preguntarles algo: ¿Por qué me llamaron Zorath? ¿Qué es eso? ¿Por qué me tenían tanto miedo?.
(Dijo Morgan, confundido.)
Ariel y Adán se miraron uno al otro. Al mismo tiempo, Ariel tomó la palabra y comenzó a hablar.
- Está bien, te contaré lo que es un Zorath y también por qué nuestro miedo hacia ti.
Verás... hace seiscientos años, el hombre... el hombre gobernaba este mundo como si nada pudiera amenazarlo. Creían ser superiores en todo, incapaces de concebir que algo podría derribar su orgullo. Pero esa burla a la realidad... esa arrogancia desmesurada... fue destruida en un solo golpe. Los zorath... esos malditos zorath, decidieron declarar la guerra al Reino del Hombre. Y el rey, Morfeo, preparó sus ejércitos, marchó a la batalla con la estúpida soberbia de quien cree que todo está a su favor.
¿Y qué pasó? Nada más que el desastre. Morfeo condujo a sus hombres al abismo. El ejército humano, lleno de hombres valientes, se encontró con... la desesperación. Los zorath... esos monstruos, esos seres que parecían humanos pero no lo eran, nos destrozaron. Ellos usaban el aranthiel sin decir ni una maldita palabra. Y nosotros... nosotros... teníamos que recitar malditos encantamientos para usarlo, como si nuestras vidas dependieran de esas malditas palabras. Y claro, era una desventaja que nos mataba antes de que pudiéramos siquiera pensar en conjurar el poder.
¿Y si eso no fuera suficiente? Los que se atrevieron a pelear cuerpo a cuerpo... ¿sabes qué les pasó? Fueron borrados de la existencia con un solo golpe. Un maldito golpe. Se decía que uno de esos monstruos podía matar a quince hombres de un solo golpe. ¿Cómo... cómo demonios se suponía que podíamos enfrentarnos a algo así? ¡Un ejército de un millón de almas humanas... reducido a la mitad por un ejército de 45,000 zorath! ¡45,000 ¿Qué clase de cruel broma era esa?.
Morfeo... ese maldito rey, ni siquiera tuvo el valor de quedarse. ¡Se fue corriendo! ¡Huyó como un maldito cobarde! Dejó que sus hombres se desangraran en esa masacre. Ese día... ese día, medio millón de valientes hombres cayeron. Y los zorath... ellos seguían ahí, como si nada hubiera pasado. Ellos, los monstruos, regresaron sin una herida, celebrando su victoria, burlándose de todos nosotros.
Y luego... luego llegó la noticia. La vergüenza. La derrota. La caída total. Los zorath... esos malditos, formaron un pacto. Todos ellos. Los zorath de orejas largas, los zorath de fuego, los zorath de piel humana, los zorath bestia, los zorath alados, y los zorath monstruosos. Se unieron, y el Reino Humano... el Reino Humano fue borrado en un solo maldito día. La cabeza de Morfeo... su cabeza fue puesta como trofeo. Aquellos que resistieron... fueron aniquilados. Y los que se rindieron... se convirtieron en esclavos o, lo peor de todo, en comida.
( Dijo la mujer algo cansada y frustrada )
Morgan aterrado por la historia de Ariel solo pudo pensar en una sola cosa.
- en qué clase de lugar reencarne.
Fin del capítulo
próximo capítulo: mi pecado