Según sus recuerdos, el siguiente almuerzo sería su primera humillación como villana. Aurelia ya se habría encontrado con Lucas en el jardín y estarían almorzando los dos en la mesita de la terraza, conversando sobre temas mundanos y poco relevantes. En el almuerzo con su familia, en cambio, la enfrentarían por los insultos que le había lanzado a Aurelia en el desayuno… Pero claro, ¡ella no estuvo en el desayuno! ¿Será que se salvaría del interrogatorio? En cualquier caso, antes de abrir la puerta pasó por el tocador para arreglarse un poco el peinado y retocarse el maquillaje. Nada muy elaborado, pero no quería verse penosa en caso de que le tocara defenderse frente a su familia. "Como te ven, te tratan", reza el refrán. Si se veía un poco más compuesta, tal vez podría evitar que fueran tan duros con ella.
Siguió a Benedict por los pasillos en silencio. Benedict la miró de reojo un par de veces durante el trayecto. Se la veía nerviosa pero decidida. Al parecer, los rumores de su cambio de actitud eran reales. ¿Cómo no lo había visto venir? Se sentía frustrado de no haberle sido de más utilidad a la señorita, pero le alegraba ver por fin en ella un cambio. Durante esos 6 largos años la había visto como estancada en el tiempo luego de aquel horrible incidente. Cuando llegaron finalmente frente a la doble puerta del comedor, la abrió con la misma parsimonia de siempre y anunció su llegada al resto de la familia.
— La señorita Elizabeth — dijo Benedict, agregando una pequeña reverencia, totalmente fuera de protocolo.
Elizabeth entró al iluminado comedor. Henry Cecil estaba sentado en la cabeza de la mesa, con su esposa Abigaíl a su derecha y Kieran a su izquierda. Los siguientes puestos de cada lado estaban vacíos. Luego venía Caspian, al lado de la segunda cabeza de mesa, que también estaba vacía. Frente a Caspian, estaba nada más y nada menos que…
— ¡¿Lucas?! ¡¿Qué haces aquí?! — prácticamente gritó Elizabeth, quedándose congelada en la entrada del comedor. Su prometido le sonrió de forma amable y encantadora.
— No sabía que necesitaba una excusa para almorzar con mi prometida y su familia — le respondió suavemente Lucas Vale. En ese momento lo recordó. Él era el príncipe segundo del reino y ellos estaban comprometidos desde los 10 años. En ese momento, el joven rubio la miraba fijamente, esperando una respuesta, con esos ojos de un fuerte turquesa.
El mundo de Elizabeth daba vueltas sobre sí mismo. Ese era un evento clave de la historia, y, sin embargo, su prometido estaba aquí, frente a ella, almorzando con su familia, en vez de pasar un agradable momento con la protagonista de la novela. ¿Qué significaba todo esto? Sin poder hacer mucho sentido a lo que estaba viendo, se dirigió a lo que imaginó era su puesto, entre su madre y Caspian, pero la condesa le impidió abrir la silla.
— Este no es tu puesto, querida — le dijo, indicándole la segunda cabecera de mesa con la mirada. ¿Era una broma? En el libro ese era el puesto de Aurelia y quedaba vacío durante todo el almuerzo. ¿Por qué le pedían sentarse ahí? ¿Sería que luego, cuando llamarían a Aurelia y le pedirían levantarse para humillarla?
Después de dudar un rato, y frente a la mirada ansiosa de todos, se sentó en el puesto mencionado, todavía con un montón de dudas en su cabeza. Una vez se hubo acomodado, Henry hizo el gesto a Benedict para que trajeran el almuerzo. Elizabeth miraba atónita a su padre, luego a su madre y luego a sus hermanos para luego repetir el ciclo. No se atrevía a mirar a Lucas, que parecía estar devorándola con los ojos. No sabía si podría siquiera sostenerle la mirada. Todos estaban esperando a que dijera algo, pero ella sencillamente no sabía qué decir.
— Elizabeth, Caspian vino esta mañana a comentarme algo bien curioso — dijo por fin el padre de la familia, al tiempo que se servía unas papas en el plato —. Me dijo que estabas interesada en retomar tus estudios de magia. ¿Es eso cierto?
La mirada de todos se intensificó aún más. Kieran se movió ansioso en su puesto y Lucas apoyó su cabeza en su mano, para estar más cerca de Elizabeth, como intentando escuchar su respuesta primero que el resto.
— S-sí, es eso cierto, padre. Eso claro, si es que no es ningún inconveniente. Pienso que sería bueno para la familia que aprendiera magia al igual que mis hermanos —. Hizo esta última acotación para intentar buscar alguna justificación. No entendía qué de extraordinario tenía que quisiera aprender magia. En la novela, todos los demás personajes iban a la academia. Ella era la única excepción. Imaginaba que se debía a algún tipo de castigo porque realmente nunca se explicó muy bien el porqué. ¿Le habrán enseñado en casa o algo así?
Esta vez todos se miraron entre sí. Sus expresiones pasaron de la emoción a la preocupación. Esta vez, fue Lucas quien habló
— No estás haciendo esto porque te sientas presionada, ¿no es verdad? Tú sabes que no es necesario que te fuerces…
— Nosotros respetamos tus decisiones y te querremos igual, con o sin magia — agregó Abigaíl —. No es necesario que hagas nada imprudente por tu familia.
— Pienso que mi hermana Liz sabe perfectamente lo que está diciendo — intervino Caspian —. Francamente, me sorprende que le tomara tanto tiempo darse cuenta. Su talento no puede desperdiciarse de esa forma. ¿No es así, Liz?
Caspian la miró con una sonrisa cómplice, como si él entendiera algo que el resto no. Elizabeth decidió seguirle el juego, así que asintió con la cabeza.
— No quiero ser un peso para la familia — dijo mirando las papas y el pollo que acababa de poner en su plato —. Pienso que puedo aportar no sólo a mi propia formación, sino tal vez a la de Aurelia — agregó levantando la mirada decidida. Necesitaba jugarse todo por esas clases de magia, para poder tener alguna forma de sobrevivir al futuro que le esperaba.
En ese momento pasaron dos cosas muy curiosas. La mención de Aurelia pareció ensombrecer la mirada de todos, en particular la de Lucas. Al mismo tiempo, la puerta se abrió de golpe y la aludida entró cabizbaja, sin decir palabra, y se sentó entre Lucas y Kieran.
— Perdón la demora — dijo Aurelia con una voz tímida, con sus castaños ojos fijos en su plato. Elizabeth podía ver su cara por primera vez. Se veía como una chica inocente y buena, pero se veía algo frustrada y tenía algunas hojas de arbusto en su ropa y en sus dorados cabellos. ¿Había ocurrido algo en el jardín?
El silencio incómodo se prolongó por más tiempo del que Elizabeth podía soportar. Muy en contra de sus propios planes y deseos, decidió satisfacer su propia curiosidad.
— Aurelia, ¿qué te retrasó de la hora de almuerzo?
— Estuve en la biblioteca toda la mañana leyendo algunos libros y perdí la noción del tiempo.
Era claramente una mentira. No sólo porque ella misma había estado en la biblioteca en la mañana, sino porque su atuendo delataba lo contrario. ¿Por qué ocultar el hecho de haber estado en el jardín?
— ¿Y qué libro estabas leyendo? La biblioteca familiar tiene todo tipo de información útil e interesante, ¿sabes? Me encantaría saber qué picó tanto tu interés como para que te olvidaras del almuerzo.
Elizabeth odiaba que le mintieran. Por un lado, no entendía cómo alguien podía no ser sincero, y por el otro, su curiosidad la llevaba a querer saber con más ganas aquello que le querían ocultar. Miró a Lucas de reojo. Su actitud no era sólo de incomodidad, era de hastío completo con Aurelia. ¿Habrán tenido alguna discusión en el patio? Tal vez podría intentar interrogar a Lucas al respecto luego, si es que podía retenerlo. En la novela, luego del almuerzo, se iba diciendo que tenía temas urgentes que atender.
— ¿Ah? ¿Libro? ¿Cuál libro, dices? Este… era una novela, una novela romántica — dijo Aurelia dubitativa, bajando el tono hasta hacerlo casi inaudible al final.
El resto del almuerzo siguió en un incómodo silencio. Todos parecían mirar a Aurelia con reproche. ¿Qué había hecho para que la miraran de ese modo? Elizabeth sentiría más pena por ella si no le hubiera mentido tan descaradamente. Aun así, tampoco consideraba correcto tratarla de esa forma, pero no podía pensar en cómo integrarla a la conversación familiar. Tampoco quería volver al tema de sus clases de magia, así que comió en silencio hasta terminar. Francamente, las papas gratinadas y la tabla de queso estaban para morirse de buenas y el pollo estaba cocinado en su punto. Nunca había probado algo tan delicioso en su vida. Enseguida trajeron el postre, que era una especie de flan de caramelo. A este punto, posiblemente ya no podía esconder su fascinación por la comida y para cuando se dio cuenta, su familia entera y su novio la miraban con una mezcla entre diversión y ternura. Avergonzada, se paró de golpe, todavía con postre en la boca.
— Mchs grcs pr l cmd — dijo con la boca todavía llena de flan y se dio la vuelta para escapar, pero una mano le sostuvo la suya justo a tiempo. Tragó antes de darse vuelta y ver que Lucas la miraba ansioso.
— Si me permites, Liz, me gustaría que me acompañaras a pasear por el jardín. Hay un asunto sobre el que quiero conversar contigo —. En ese momento, Aurelia también se paró de golpe, pero antes de que pudiera decir nada, Kieran la tomó del hombro a modo de advertencia.
No sabía de qué querría hablarle Lucas, pero esta bien podría ser una oportunidad para aclarar algunas cosas con él. Caminaron en silencio desde el comedor hasta la terraza. Elizabeth iba ensayando en su mente la conversación que vendría. No sabía de qué le quería hablar el príncipe y le picaba la curiosidad por saber qué había sucedido con Aurelia. Aun así, tenía que priorizar su seguridad primero: esta era la oportunidad de sentar las bases para romper el compromiso cuanto antes y librarse de su rol de villana.
Atravesaron todo el jardín hasta llegar a la banca frente a su pieza, donde finalmente se sentaron. Elizabeth fue la primera en hablar.
— Lucas, yo sé que hemos estado prometidos desde muy pequeños — comenzó, mirándose las manos y hablando con profundo respeto. Su estrategia era allanar el terreno para que, en el futuro, Lucas pudiera cortar con ella sin preocupaciones —. He estado pensando y quiero que sepas que si alguna vez encuentras a otra persona…
— ¡¿Qué?! ¿Otra persona?, pfff — la interrumpió Lucas sin poder contener la risa. Elizabeth lo miró con una mezcla de vergüenza y rabia.
— ¡Lucas, hablo en serio! — insistió la chica —. Si alguna vez encuentras a alguien, por favor no dudes en romper conmigo. No voy a juzgarte ni enojarme ni nada, ¡lo prometo!
— Ja, ja, ja, ja, ¡pero qué ideas tienes! — le respondió conteniendo un poco la risa, al tiempo que temblaba entero por el esfuerzo. Luego de un rato, respiró profundo y habló mirándola directamente a los ojos —. Está bien, si alguna vez encuentro a alguien que te supere en todo aspecto, te lo haré saber. Espero no tener que preocuparme de que lo mismo ocurra contigo — agregó acercándose peligrosamente a su cara —, aunque tengo confianza de que encontrar a alguien más apuesto que yo es una tarea titánica.
— Vaya, cuánta confianza — respondió Elizabeth sosteniéndole la mirada y sin moverse un centímetro—. Me siento tentada a aceptar el desafío — añadió con una sonrisa.
"Francamente, este sujeto tiene el ego del tamaño de una montaña", pensó. Por alguna razón, eso hizo que Elizabeth se sintiera tremendamente irritada y olvidó por completo que su objetivo era convencerlo de romper el compromiso. Lucas, por otra parte, sonrió acercándose un poco más. Elizabeth casi podía escucharlo respirar, pero no se movió, ni siquiera pestañó.
— ¿Y bien? ¿De qué querías hablar tú? — le dijo perdiendo toda paciencia y respeto en su tono de voz.
— ¿Yo? Ah, no, eso era sólo una excusa para acompañarte al jardín. Hace un buen tiempo que noto que me evitas — dijo Lucas relajando la postura — y pensé que esta era una buena excusa para cruzar algunas palabras contigo.
"¿De verdad?", pensó Elizabeth, extrañada. Aunque dándole una vuelta, la Elizabeth del libro nunca se acercaba ni a Lucas, ni a sus hermanos. Sólo hablaba con Clarisa, Finn y Cassandra, y por supuesto con Aurelia, a quien culpaba de haberla alejado de su familia. De pronto estaba sintiendo que se había perdido algo importante del libro, pero ¿qué podía ser?
— Hmm, pareciera ser que las simples palabras no funcionan contigo — dijo Lucas, tomándola de la cintura y acercándola hacia él. Elizabeth comenzó a sentir cómo la sangre subía a su cara y su corazón empezaba a latir a toda velocidad. No tenía ninguna excusa para salir de esa situación y tal vez se estaba imaginando lo que venía, pero por el otro lado, esta era una novela romántica, ¿no? ¿Tendría eso que ver con cómo se estaba sintiendo de nerviosa? ¿Se habían besado ya Lucas y Elizabeth? ¿Era esto algo normal entre ellos dos o Lucas sólo estaba jugando con ella? Miró para todos lados, buscando auxilio para salir de la situación, ya sintiendo la respiración de Lucas en su cara. Habían estado así de cerca hace un minuto, pero no se sentía para nada igual…
— ¡Hey Liz! ¡Liiiiiiiiiiz! Oh, ¡ahí estás! — los estruendosos gritos de Kieran resonaron con fuerza en todo el jardín. Se acercó rápidamente a su hermana, ignorando completamente el ambiente. Elizabeth aprovechó la confusión para escapar y pararse a unos pasos de Lucas, quien resopló por lo bajo, lamentando la oportunidad perdida —. Llegó Finnley a hacerte clases. Vino más temprano para que tengas tiempo de tomar tu lección con Caspian luego.
En el umbral de la puerta se encontraba un joven alto y delgado, de pelo negro y ojos azules brillantes, vestido de manera impecable. Detrás de él, Clarisa le sonreía con un montón de papeles en la mano.