La atmósfera era densa, cargada de tensión y energía. El Hermano Sangre, envuelto en un aura oscura que pulsaba con el poder robado de los Titanes, alzó los brazos, sus ojos brillando con una malicia inhumana. Frente a él, Sholan permanecía inmóvil, su figura rodeada por un resplandor dorado y la silueta de un fénix extendiendo sus alas detrás de él.
—¿De verdad crees que puedes enfrentarme, niño? —rugió el Hermano Sangre, sus palabras resonando como un trueno.
—No soy solo un niño. Soy el fuego que purifica la oscuridad. —Sholan dio un paso al frente, su voz cortante como una espada.
El Hermano Sangre cargó con una velocidad sorprendente, lanzando un torrente de energía oscura que desgarró el suelo a su paso. Sholan esquivó ágilmente, dejando que las explosiones destruyeran las columnas detrás de él.
—¡Quédate quieto! —bramó el Hermano Sangre, golpeando con furia.
Sholan respondió con el Puño Fantasma del Fénix, una técnica diseñada no para atacar físicamente, sino para confundir la mente de su oponente. El Hermano Sangre vaciló, viendo imágenes ilusorias de Sholan rodeándolo desde todos los ángulos.
—¿Qué clase de truco es este? —gruñó, intentando distinguir la realidad de la ilusión.
Aprovechando el momento, Sholan atacó con una serie de golpes rápidos y contundentes impactando en el Hermano Sangre, lanzándolo hacia atrás y desestabilizando su aura.
Desde un rincón de la sala, los Titanes observaban la batalla, sus expresiones reflejando una mezcla de asombro y preocupación.
—¿Cómo está haciendo esto? —murmuró Blue Beetle, su tono lleno de incredulidad. —El Hermano Sangre tiene todo nuestro poder. Sholan no debería ni siquiera poder mantenerse en pie.
—Es Sholan —dijo Raven con calma, aunque su mirada no podía apartarse de la escena. —Siempre encuentra la manera.
Robin, en cambio, tenía el ceño fruncido, analizando cada movimiento de Sholan. —Está usando más que fuerza. Cada ataque está calculado, cada movimiento pensado. No está luchando solo con poder... está jugando con la mente del Hermano Sangre.
—¡Lo está ganando! —exclamó Beast Boy, con los ojos brillando de emoción.
—Todavía no... pero está cerca. —Nightwing apretó los puños, sus ojos llenos de esperanza y tensión.
El Hermano Sangre rugió, desatando una explosión masiva de energía oscura que sacudió toda la sala. Sholan fue lanzado hacia una pared, pero aterrizó ágilmente, el fuego del fénix aun ardiendo a su alrededor.
—¡Tu resistencia es inútil! —gritó el Hermano Sangre, cargando con toda su fuerza.
Sholan permaneció inmóvil hasta el último segundo, sus ojos brillando con una intensidad que parecía atravesar el alma de su enemigo. Cuando el villano lanzó su golpe, Sholan esquivó y colocó su mano sobre el pecho del Hermano Sangre.
El Miasma de la Serpiente se activó. Una niebla oscura y corrosiva se extendió desde Sholan, envolviendo al Hermano Sangre. El villano gritó, debilitándose mientras la energía robada comenzaba a disiparse.
El Hermano Sangre, tambaleándose, pero aún furioso, lanzó un último ataque desesperado. Sholan lo enfrentó de frente, sus movimientos firmes y seguros.
—¡Esto termina ahora! —gritó Sholan, rodeándose en una explosión de llamas doradas.
Con un rugido, canalizó toda su energía en su puño derecho. La fuerza del fénix detrás de él se alzó, rugiendo al unísono con su huésped.
—¡RYŪKEN! —gritó Sholan, volando con una velocidad cegadora.
Su puño atravesó al Hermano Sangre de lado a lado, creando una explosión de luz dorada que iluminó la sala. El villano quedó suspendido en el aire, su cuerpo vibrando mientras el poder del fénix lo consumía desde adentro.
Cuando la luz se desvaneció, el Hermano Sangre cayó al suelo, derrotado y sin vida.
Los Titanes corrieron hacia Sholan mientras este se tambaleaba, su aura disminuyendo lentamente.
—¡Sholan! Eso fue increíble. —Blue Beetle lo miraba con asombro.
—¿Lo mataste?... —preguntó Starfire, con sus manos en la boca.
Robin cruzó los brazos. —¿Que otra opción tenía? El hermano sangre era muy peligroso para mantenerlo vivo.
Sholan, esbozó una sonrisa ante la defensa de Robin y mirando hacia el horizonte. Se preguntó en qué momento fue que la fuerza del fénix se alojó en su interior.