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Chapter 34 - Bajo la Gravedad del Destino

El nuevo amanecer encontró a Sholan y Loki descendiendo sobre Zarkon, un planeta situado en los límites de Yggdrasil, tan lejos que ni la mirada de Heimdall podía llegar. Zarkon era un mundo árido, con un cielo de un púrpura intenso y un terreno cubierto de formaciones rocosas gigantes. Su gravedad era diez veces mayor que la de Midgard, haciendo que incluso el simple acto de caminar sintiera como un esfuerzo titánico. Sin embargo, para Sholan, esta adversidad era una invitación al crecimiento.

Desde el primer día, su cuerpo fue puesto al límite. Cada movimiento era un desafío, cada respiro una lucha. Sin embargo, con cada paso tambaleante, con cada golpe que soportaba mientras entrenaba en estas condiciones extremas, se fortalecía. Loki observaba a la distancia, a menudo burlándose de él con comentarios ingeniosos, pero también ofreciendo consejos cuando veía que Sholan estaba al borde de la frustración.

En las primeras semanas, Sholan centró su entrenamiento en dominar el Kaio-ken, una técnica que amplificaba su ki exponencialmente, pero ponía en riesgo su cuerpo si no se usaba con cuidado. Día tras día, entrenaba con su creciente resistencia, usando el Kaio-ken en ráfagas cortas al principio, soportando el dolor que recorría su cuerpo.

Cortana le proporcionaba análisis detallados de sus límites y lo ayudaba a ajustar su entrenamiento. Finalmente, tras meses de esfuerzo, logró activar y mantener el Kaio-ken en su forma básica sin colapsar. Fue un momento triunfante, marcado por un rugido que resonó en las vastas montañas de Zarkon.

—Impresionante, Sholan —comentó Loki, inclinándose sobre una roca cercana—. Aunque, si explotas, será una pena perder tan buen entretenimiento.

—Gracias por el voto de confianza, Loki —respondió Sholan, su tono cargado de sarcasmo.

El siguiente desafío fue la Genkidama, una técnica que requería reunir la energía vital de todos los seres vivos a su alrededor. En un planeta desolado como Zarkon, esto significaba aprender a conectar con la esencia de la vida en las pocas criaturas que habitaban allí y en el propio entorno.

Día tras día, Sholan extendía sus manos al cielo, enfocándose en sentir las energías dispersas. Al principio, los resultados eran insignificantes: pequeñas esferas de luz que se desvanecían rápidamente. Pero su determinación era inquebrantable. Con el tiempo, aprendió a sentir incluso las energías más sutiles, hasta que finalmente logró formar una esfera de energía de un tamaño considerable.

Cuando lanzó su primera Genkidama contra una montaña cercana, el impacto fue devastador, dejando un cráter masivo en su lugar. Loki, que había observado el proceso con un creciente interés, aplaudió sarcásticamente desde su posición segura.

—Me pregunto si alguna vez la usarás contra alguien que realmente pueda devolvértela —bromeó Loki, aunque sus ojos reflejaban un respeto y miedo silencioso.

El tiempo en Zarkon también permitió a Sholan y Loki forjar una relación inesperada. Mientras Loki seguía siendo el maestro de la ironía y el engaño, su curiosidad por el crecimiento de Sholan lo llevó a abrirse más de lo habitual. Por su parte, Sholan veía en Loki no solo a un embaucador, sino a alguien profundamente complejo y en busca de algo más.

Una noche, mientras el crepúsculo teñía el cielo púrpura de Zarkon con tonos anaranjados, Sholan y Loki se sentaron junto a una fogata improvisada. Las llamas danzaban mientras el silencio llenaba el aire, roto solo por el crujir de las brasas.

—Loki, ¿qué es lo que buscas realmente? —preguntó Sholan, su voz calmada pero llena de curiosidad genuina.

Loki se inclinó hacia atrás, mirando las estrellas que brillaban débilmente en el cielo pesado de Zarkon.

—¿Mi propósito? Siempre he hablado de un "glorioso propósito". Algo que justifique mi existencia, que demuestre que no soy solo una sombra de Thor o un error en los planes de Odín. Quiero un legado, Sholan. Algo que me inmortalice como más que un embaucador, mi mayor deseo es ser Rey.

El tono de Loki era inusualmente honesto, y Sholan sintió el peso de sus palabras. Durante un largo momento, consideró cómo responder, y entonces tomó una decisión arriesgada.

—Loki, hay algo que debes saber. —Sholan bajó la mirada hacia las brasas, como si luchara con sus propias emociones—. Yo... sé cómo termina tu historia.

Loki lo miró fijamente, sus ojos entrecerrados, buscando cualquier rastro de burla o engaño.

—¿De qué hablas?

—El núcleo Génesis que obtuve de Tiamat. Con él, he visto cosas... cosas que ni siquiera Heimdall podría imaginar. He visto el futuro, Loki. Y he visto tu glorioso propósito.

La mirada de Loki se endureció, pero también había un destello de interés en sus ojos.

—¿Y qué has visto?

Sholan guardó silencio, permitiendo que la tensión creciera en el aire. Las llamas de la fogata proyectaban sombras alargadas sobre sus rostros, mientras la pregunta quedaba flotando en el aire, aún sin respuesta.