El Sanctum Sanctorum estaba en completo silencio, salvo por el sonido lejano del viento que golpeaba suavemente las ventanas. Sholan, sentado en el centro de una habitación iluminada por velas, mantenía su mirada fija en el Orbe que había presentado a la Ancestro. La habitación exudaba una mezcla de misterio y gravedad, como si el destino mismo estuviera suspendido en el aire.
"Has hecho algo extraordinario, joven," dijo la Ancestro, con una voz serena pero cargada de advertencia. "Pero también has puesto tu propia existencia al borde del colapso. Lo que llevas dentro es mucho más de lo que un humano puede soportar."
Sholan asintió, consciente de la verdad en esas palabras. Desde que había creado el núcleo y establecido el sistema que ahora residía en su cuerpo, había sentido cómo una carga constante lo consumía lentamente. Cada poción que había ingerido, cada fragmento de conocimiento que había absorbido, cada paso que había dado hacia lo desconocido lo alejaba más de su humanidad. Su cuerpo comenzaba a mostrar signos de no ser capaz de soportarlo todo.
"Lo siento en mi interior," admitió Sholan, mientras su mirada se volvía más sombría. "El sistema, el conocimiento, el núcleo que ya tenía, y este nuevo... todo esto me sobrepasa. No soy lo suficientemente fuerte para mantenerlo estable. Mi cuerpo me limita. Si quiero proteger a los que amo, si quiero proteger el mundo en el que Wanda vive, debo tomar una decisión radical."
La Ancestro intercambió una mirada con el Maestro Drumm, quien se mantenía en silencio al fondo de la habitación. Ambos sabían lo que Sholan estaba insinuando, y aunque las palabras aún no habían sido dichas, el peso de la decisión era palpable.
"¿Estás dispuesto a sacrificar todo lo que eres?, ¿Tienes la voluntad suficiente?" preguntó el Maestro Drumm, finalmente rompiendo su silencio. Su tono no era de juicio, sino de genuina preocupación.
Sholan cerró los ojos, respirando profundamente antes de responder. "No es una cuestión de voluntad. Es una necesidad. No puedo permitir que el caos que nos amenaza se extienda. No puedo permitir que aquellos a quienes amo sufran por mi debilidad. Debo evitar que el destino siga jugando conmigo, lo que sucedió en Sokovia con los soldados, Cthulhu y su intento de entrar a esta dimensión y las amenazas futuras pongan en riesgo todo lo que me importa. ¡Debo hacer algo para que tengamos por lo menos una oportunidad de pelear y hacerle frente al frio y oscuro futuro que enfrentaremos!"
Se levantó, mirando fijamente a la Ancestro. "Ancestro debe haber una existencia en el omniverso que pueda soportar esta carga. Algo que no esté atado por las limitaciones convencionales. Y creo que solo hay una forma de alcanzar ese estado: debo usar la Poción de Transformación."
La Ancestro frunció ligeramente el ceño, su expresión permaneciendo neutral pero con un destello de preocupación en sus ojos. "La Poción de Transformación no es un simple atajo, Sholan, cambiará todo lo que eres."
"Pero también sé que no puedo proteger a Wanda, a Pietro, ni a este mundo si permanezco como soy. Desgraciadamente lo que soy ya no es suficiente."
El silencio que siguió fue absoluto, roto solo por el crujido ocasional de las velas. Finalmente, la Ancestro asintió lentamente. "Muy bien. Si estás decidido, entonces debes prepararte, medítalo con mucho cuidado ya que la transformación no solo pondrá a prueba tu cuerpo, sino también tu mente y tu corazón. Necesitarás una fortaleza que trascienda lo físico."
Sholan dio un paso hacia adelante, su expresión firme. "Estoy preparado. Por ellos, por Wanda... por el mundo, estoy dispuesto a sacrificar lo que soy."
El Maestro Drumm intercambió una última mirada con la Ancestro antes de salir de la habitación, dejando a Sholan y a la Ancestro solos. El joven sabía que no había marcha atrás. La Poción de Transformación era su próximo paso, un salto hacia lo desconocido que lo redefiniría para siempre. La Ancestro se retira al centro de la habitación para meditar y esperar con paciencia lo siguientes movimientos de Sholan.
Mientras observaba el Orbe que había aparecido de la nada, una chispa de resolución brilló en sus ojos. No solo enfrentaba su destino; lo abrazaba, consciente de que el sacrificio que estaba a punto de hacer era el único camino hacia la salvación. Y con esa resolución, comenzó a prepararse para lo que estaba por venir.