La creación de los Creadores, inicialmente, fue infinita. Crearon universos completos, de forma y sustancia incomprensibles para cualquier ser limitado. No obstante, incluso el poder infinito de los Creadores tuvo un límite, uno que fue impuesto por las reglas de la perfección misma. Al final, se dieron cuenta de que toda esa materia infinita que habían creado ya no podía seguir expandiéndose sin un propósito claro. Entonces, tomaron la decisión de comprimir toda esa materia, en una fracción tan pequeña que solo podría percibirse como la punta de un alfiler, pero con la maza infinita necesaria para contener una energía de dimensiones incalculables. De esta manera, al concentrar todo el poder y conocimiento de la creación, dieron origen a una explosión perfecta, una explosión que no solo deshizo lo anterior, sino que dio forma a un nuevo orden: Los 13 Universos Fundamentales.
La explosión fue incontenible, una fuerza que transformó toda la materia existente en energía pura, que dio vida a la vasta red de universos y multiversos que los Creadores no solo habían imaginado, sino que en su perfección, los hicieron existir de manera fluida, unificada y en expansión constante. Los 13 universos no son entidades aisladas, sino que son la semilla de un número infinito de universos que nacen y mueren constantemente. Esta expansión es interminable y fluye de forma continua, ajustándose a la perfección creada por los Creadores.
Para mantener esta expansión bajo control, los Creadores sacrificaron partes de sus propios cuerpos infinitos, infundiéndolos con el poder necesario para que cada uno de los 13 universos pudiera existir, estableciendo un equilibrio entre la creación y la destrucción. Y para cada universo, eligieron a un ser de gran poder, un Dios para gobernar y mantener el equilibrio, cada uno encargado de uno de los 13 universos principales, sirviendo de guardianes de la perfección y la expansión.