El ciclo que los Creadores han diseñado es eterno y perfecto, sin principio ni fin. Los universos, las almas y las emociones siguen un curso cíclico que nunca cesa. La Nada, en su estado original, es el principio de todo. Para los Creadores, la creación siempre empieza desde la nada, ya que en ella habita todo el potencial. Cuando algo es creado, se utiliza la Nada como su origen, y cuando algo se destruye, regresa a la Nada para ser transformado en algo nuevo.
Este ciclo no es un simple proceso de creación y destrucción, sino una manifestación del equilibrio perfecto. Los Creadores han diseñado todo para que la creación y la destrucción sean dos caras de la misma moneda, sin que ninguna de ellas tenga un fin absoluto. Al crear y destruir, los Creadores mantienen la expansión continua del universo y su incesante flujo de ideas infinitas. Incluso cuando toda la materia en un universo es destruida, eso no significa el fin. Es solo el comienzo de algo nuevo, una nueva creación que sigue el mismo patrón: lo creado es destruido para dar lugar a lo nuevo.
Este ciclo no se repite de la misma manera, pero se mantiene constante, asegurando que siempre haya algo en expansión, algo en evolución. Los Creadores lo saben, y en su sabiduría infinita, lo sostienen, lo guían y lo moldean.