En el jardín, una figura apareció de entre los árboles. No era como las criaturas que habitaban el Edén, ni humana, ni animal. Era algo diferente. Una sombra sutil que parecía moverse con una intención propia.
La serpiente, tan antigua como la creación misma, se deslizó hacia Adán y Eva, sus ojos brillando con un fulgor que no pertenecía a este mundo.Dios observó en silencio, sabiendo que el momento que había predicho estaba cerca. Atlok, que también había sentido la presencia de la serpiente, observó el intercambio que comenzaba a desarrollarse. La tentación había llegado, y el destino de los humanos estaba por cambiar para siempre."¿Qué sucederá ahora, Dios?" preguntó Atlok, sintiendo el peso de lo que se avecinaba."La humanidad tiene el poder de elegir, Atlok. Este es el momento crucial. El camino hacia la verdad y la luz está ante ellos, pero solo ellos decidirán si lo seguirán."Mientras la serpiente susurraba sus palabras seductoras al oído de Eva, Atlok no podía evitar sentir un peso en su corazón. Sabía que la humanidad, tan joven y llena de potencial, estaba a punto de enfrentarse a la prueba más grande de todas: la libertad de elegir, el poder de decidir su destino, y el precio que debía pagarse por la sabiduría de conocer tanto el bien como el mal."Ya nada será igual," murmuró Atlok, mientras el futuro de los humanos comenzaba a tomar forma.