Con toda su atención puesta en el televisor frente a él, Lincoln veía aquella película de terror sujetando con fuerza la frazada que lo cubría, y la cual le daba una sensación de seguridad indescriptible. Había preparado unos aperitivos para comerlos durante la función casera que el mismo organizó, y podía ver con facilidad el tazón sobre el sofá a su diestra, del cual no tomó una sola porción de nada, pero pese a eso había perdido parte de su contenido. La luz estaba encendida y el ruido que hacía el refrigerador muy a lo lejos parecía ensordecedor en los momentos tensos en que la película se quedaba en silencio antes de subir su volumen y agregar instrumentos disonantes de manera inesperada.
Por otra parte, la pequeña niña con piel pálida y cuyo cabello recientemente había dejado de ser rubio, para volver a su natural blanco uniforme, miraba impasiva la pantalla frente a ella, imperturbable y mostrando movimientos únicamente para tomar con su pequeña y delicada mano una porción de aquel tazón que su hermano mayor preparó. Por muy atenta que estuviera a todo aquello que sucedía en pantalla, no parecía muy afectada por ello, era el opuesto completo a lo que Lincoln mostraba en aquellos momentos.
Cuando la película al fin terminó, la sensación de alivio que Lincoln tuvo fue total, y siguiendo algo agitado por la montaña rusa de emociones que sintió, preguntó a su pequeña hermana menor que le pareció la película. La niña, con mucha calma y también algunas pausas prolongadas, habló con Lincoln sobre aquella película. Él estaba feliz de eso, siempre pasaba tiempo con sus hermanas, desde las más pequeñas hasta las mayores, y aquello le gustaba mucho, pero recientemente se había dado cuenta de que no tenían nada en común. O algo así. Lincoln podía presumir que además de estar para toda su familia en todo momento y brindarles apoyo, realmente no compartía ningún tipo de interés con nadie. Por eso se sintió feliz una vez que su pequeña hermana albina decidió pasar tiempo con él, viendo aquellas películas que si bien parecía disfrutar al final del día, realmente no parecían afectarle en lo más mínimo. Aquello comenzó hacia muy poco tiempo, justo cuando su pequeña hermana decidió dejar de teñir su cabello de rubio, volviendo a su natural blanco brillante, y con ello retomando aquella conducta poco saludable de mantenerse encerrada en casa todo el tiempo.
Esa noche, antes de irse a dormir, y considerando lo asustado que estuvo horas antes, Lincoln decidió ir a la cocina a tomar un poco de agua, confiado en que no mojaría la cama pues ya era un niño grande. Aunque ya había pasado tiempo desde que escuchó las palabras de su madre, y las cuales decidió aceptar como ciertas, Lincoln aún sentía incomodidad al pasar por el comedor a solas. Aquel obelisco de madera y vidrio que vigilaba la salida del comedor le seguía intimidando, o quizá sería mejor decir que le seguía amedrentando. Con toda esa joyería que vestía de manera ostentosa, la cual cambiaba de manera constante, presumiendo sus relucientes metales y sus intrincadas formas. Era como si al pasar por ahí, aquel obelisco se inclinara de forma provocadora hacia Lincoln, tratando de mostrarle con burla sus nuevas joyas, regaladas por cada una de sus hermanas mayores.
No le gustaba pensar en eso, así que procuraba no estar en el comedor por mucho tiempo, por lo que bebió su preciado liquido y, sin lavar su vaso, subió a su habitación con prisa, pues dentro de poco su madre o padre apagarían las luces y le regañarían sin duda alguna al verlo fuera de su habitación. Cuando entró, sus dos hermanas estaban riendo juntas sobre la cama de la mayor, haciendo algo a lo que no se molestaron en invitar a Lincoln para ser parte, por lo que él creyó que eso era su oportunidad. Tomó la caja que guardaba debajo de su cama y de la misma sacó el nuevo ejemplar que compró hacía varios días, de su héroe favorito. Quedaba muy poco tiempo antes de que su madre apagara las luces pidiéndoles que se duerman, pero aunque fueran solo unas páginas, él quería leer sobre Ace Savvy.
Solo tenía dos pasatiempos en los cuales entretenerse, pero siendo el único hermano varón, el tiempo en realidad no le rendía como le gustaría. Ayudar a Lori para cuidar de Leni o para hacer alguna tarea de la casa con ella, atender a Leni y su creciente gusto por la confección, pese a entrar en aquel club escolar por un simple capricho, teniendo que ser su modelo y en ocasiones también su musa para aquella tarea, aunque al menos no lo era también para sus obras de arte, odiaría tener que posar para una pintura. Luna, quien le pedía ayuda para arreglar el desorden de su cuarto que se acumulaba después de unos días de practicar sus instrumentos sin tener el orden necesario para guardarlos de inmediato, quitándole tiempo también tratando de manera enérgica enseñarle a tocar algún instrumento o a leer música, pese a que Lincoln abandonó aquella idea hacia un tiempo. Luan siempre fue muy tranquila, la más tranquila de todas las mayores sin lugar a dudas, pero ya que recientemente había comenzado a estudiar sobre comedia física, era justo a él a quien le pedía ayuda con eso, y aquellas rutinas solían ser mucho más extensas de lo que le gustaría. Lenna, quien cada día estaba más comprometida con la idea de hacer deporte gracias al tiempo que pasó aprendiendo de Lori, lo cual sus padres alentaban con determinación, pues era una buena forma de que el débil y delicado cuerpo de su hija tuviera una mejoría, siendo Lincoln quien debía acompañarla a todos los entrenamientos caseros que ella misma diseñaba para convertirse en alguien fuerte. Su gemela, quien nunca dejó de avanzar en aquel que su familia catalogaba como "talento", que al igual que su hermana mayor Leni, parecía estar sentado en la pintura. Las atenciones especiales que requería su pequeña hermana Lucy, especialmente ahora que había vuelto a su conducta de encierro, sus pequeñas hermanas gemelas, quienes ya capaces de gatear y caminar, comenzaban a ser una pequeña tormenta en casa, así como también aquella nueva integrante que era aun muy pequeña para que le permitirán ayudar o cuidarla, pero que ya representaba un consumo de tiempo importante.
Muchas hermanas, y muchas cosas que hacer para pasar tiempo con ellas y apoyarlas, pues estaba determinado a convertirse en eso que sus padres esperan de él. Si a eso se le agregaba sus propios problemas personales, sus propias responsabilidades y también sus deberes, entonces al pequeño niño de cabello blanco le quedaba muy poco tiempo para sí mismo. Aquello era tan marcado que para poder ver sus películas de terror, él tenía que crear un cronograma en el cual sumar sus ratos libres hasta tener el tiempo requerido libre para ver alguna película. Convirtiendo su gusto por leer comics en algo más bien esporádico y arbitrario.
Pero, pese a eso, podía decirse que en realidad a Lincoln le gustaba mucho mas leer sus comics que ver sus películas, pues las historias en los comics solían hacerlo fantasear de muchas maneras. Era entretenido pensar en finales alternativos o incluso respuestas diferentes a las que leía en aquellas páginas, convirtiendo un final trágico en uno alegre, o viceversa. En momentos como ese, en que leía antes de dormir, incluso le hacían soñar con esos escenarios y personajes. Era algo divertido. Justo esa noche, al dormir, tuvo un sueño muy divertido sobre Ace Savvy. El tipo de sueño que al despertar al día siguiente podía recordar con lujo de detalle, y que le parecía tan genial que se sentía en la necesidad de compartir con alguien.
Por la mañana aquello le fue imposible, él tenía tiempo de sobra para hablar, pero no era el caso de sus hermanas, quienes estaban ocupadas arreglándose pues a ellas aquello les tomaba mucho más tiempo. Durante el viaje a la escuela tampoco pudo hacer mucho, su gemela, quien siempre se sentaba junto a él, hacía mucho tiempo le dejó en claro que no le interesaba su afición sobre los comics y prefería no hablar sobre eso. Y en la escuela, aun cuando a él no le parecía extraño, sus compañeros no eran tan cercanos como para tratar de hablar sobre aquellas cosas con ellos. Por supuesto, en el almuerzo tampoco podía intentar abordar a sus hermanas con aquello que le emocionaba pues, además de ser un grupo de hermanos bastante grande, la mesa que ocupaban siempre estaba súper poblada ante la presencia de las amigas de Lori, o de todos los compañeros de Leni que querían hablar con ella, sabiendo que solo durante el almuerzo ella realmente les prestaría atención y respondería a sus conversaciones. Recientemente Luna también había conseguido volverse popular y por lo visto, Luan estaba encaminada para algo similar, y pese a que Lenna aún tenía camino por recorrer en sus interacciones dentro de la escuela, su gemela estaba ya en una excelente posición dentro de su grado. No solo era difícil tratar de obtener la atención de sus hermanas, también era algo vergonzoso querer hablar con ellas sobre lo que soñó sabiendo que el resto de personas presentes escucharían aquello.
Por último, en la tarde, tampoco tenía muchas opciones ya que sus cuatro hermanas mayores estaban concentradas en sus actividades, mientras que Lenna le obligaba a él y a su gemela a acompañarle y ser parte de sus entrenamientos caseros, los cuales eran muy cansados y aburridos. Sus pequeñas hermanas bebé eran incapaces de comprender lo que él quisiera decirles, y Lucy, aunque en apariencia atenta a lo que él le digiera, sin importar lo que fuera, le daba la impresión de realmente no estarle poniendo atención. Y aun si la pequeña Lucy realmente estuviera prestando atención, el hecho de no recibir respuestas de ella lo desmotivaban mucho.
Esa noche, después de ayudar a su madre a tener listas a las gemelas para dormir mientras ella atendía a la muy pequeña Lisa, Lincoln volvió a su habitación y se acostó sobre su cama. Tuvo el tiempo necesario para leer nuevamente su comic, pero no lo hizo, tenía ya en mente algo y quería mantener el tren de pensamiento que se había formado cuando su madre le agradeció por su ayuda.
Por la mañana del siguiente día, al estar listo, Lincoln ayudo a su pequeña hermana albina a estar lista después de que su madre la bañó. Le ayudo a cambiarse y también a asear sus dientes. En la escuela, como siempre, cuidó de Leni mientras era Lori quien iba a comprar los almuerzos, claro, compraba solo su almuerzo y el de Leni, Lincoln debía ir después por el suyo. De regreso a casa debía escuchar los reclamos nerviosos de Lenna ante sus dificultades escolares, las cuales afortunadamente parecían ir mejorando. Al regresar a casa, bajó de la Van familiar sabiendo que debería ir hasta la cocina, donde su padre seguramente estaba ya preparando algo para merendar, y ofrecerle ayuda, o bien, ayudar a su madre a cuidar de las bebes mientras ella se daba un segundo para descansar. Un rato después debería preparar algunas meriendas mas especialmente para Lori, quien últimamente estaba tomándose muy en serio sus estudios y comenzaba a pasar la mayoría de las tardes estudiando mucho, teniendo con ello la responsabilidad de cuidar de su hermana especial, mientras trataba de convencer a Luna que él no estaba ya interesado en aprender a tocar ningún instrumento, o escapando de Luan para evitar que le haga daño con su nueva afición a la comedia física. Todo eso para que después de la hora de la comida Lenna lo arrastrara hasta el jardín donde harían ejercicios que daba la impresión ella misma inventó, para ponerse en forma y ser más fuerte, preguntándose cómo es que si era ella quien quería ser más fuerte, él debía hacer los ejercicios. Acompañado la mayor parte del tiempo de su gemela, quien solo le dejaba a solas cuando retomaba su nuevo pasatiempo de pintar. Era al terminar todo aquello que Lincoln al fin podía hacer sus deberes escolares y, aquellos días en que él tenía planeado hacerlo, veía una película, agradeciendo el reciente interés que su hermana menor Lucy mostraba por compartir con él. Muchas veces, después de todo eso, ayudaba a su madre a tener cuidadas a las gemelas mientras las alista para dormir, poniéndoles aquellas lindas pijamas temáticas.
No lo había pensado realmente, pero él casi nunca tenía tiempo para hacer las cosas que le gustan, siempre estaba ocupado cuidando de sus hermanas más pequeñas o ayudando a las mayores. Estando acostado en la cama, racionalizó todo eso, y pensó en porque aquello sucedía de esa manera, pero fue incapaz de llegar a una conclusión. Cuando sus hermanas llegaron a la habitación, el ruido que hacían le impedía concentrarse lo suficiente, y cuando las luces estuvieron apagadas, la oscuridad terminó por rendirlo al sueño, haciéndolo olvidar aquello que tantas ganas tenia de compartir y sustituyéndolo por aquellos sueños incómodos que parecían ser más frecuentes cada día.
***
Sin haber prestado la atención necesaria para saber porque pasó, Lincoln igual disfrutó el tiempo libre dentro de la escuela. Su profesora había salido del aula y quien tomó su lugar fue el profesor de educación física, quien al desconocer lo que deberían estar estudiando en ese momento, les dio la libertad de hacer lo que quisieran, siempre y cuando fuera en silencio.
Algunos de sus compañeros, mayormente niñas, incluso habían movido sus pupitres para estar juntas y platicar, respetando la petición de hacerlo en silencio. Miró a su alrededor y notó como casi todos sus compañeros estaban pasando el rato hablando de alguna tontería o incluso jugando mientras procuraban no ser demasiado ruidosos. Los únicos que estaban sentados en soledad eran el chico nuevo, quien parecía tener problemas para integrarse al grupo, Alan, que como siempre estaba leyendo algún libro sin prestar demasiada atención a los demás, aunque siempre atento a su alrededor, y Lincoln…
Se sintió sorprendido, pero dejó ese pensamiento fugas atrás, tratando de pensar en que es lo que haría para distraerse, pues el profesor de educación física, quien se hacía llamar a si mismo Couch Pacowski, no mencionó nada sobre el regreso de su profesora. Pero nada llegó a su mente para hacer pues él no tenía nada. No tenía intereses especiales y sus únicos pasatiempos estaban alojados en su casa, ambos en la caja que guardaba bajo su cama. Pensó en integrarse a algún grupo de los que ya se habían formado para simplemente ser parte de una conversación o escucharla, pero consideró que eso sería incómodo, por lo que desistió de la idea.
Posó su codo izquierdo sobre la paleta del pupitre, y después recargó su mejilla sobre su mano, recargándose de manera desganada, mientras usaba su lápiz para garabatear la hoja de su cuaderno sin mucha intención ni atención. Suspiró pesadamente pensando en que le gustaría tener algún amigo o al menos estar en la misma clase que su hermana. Era una estupidez que no les dejaran estar en la misma clase solo por ser hermanos. Las cosas serian más fáciles si pudieran estar juntos.
Esta vez Lincoln sonrió un poco, pensando en lo divertido y contradictorio que era por esperar que le permitieran estar junto a su hermana gemela en clases, tomando en cuenta lo mucho que se había llegado a quejar últimamente con el hecho de que ella siempre quería estar con él.
Cuando su profesora al fin estuvo de regreso en clase y Lincoln debió prepararse para centrar su atención al frente, miró con curiosidad aquel garabato que muy a penas podía decirse que tenia forma. La figura, los rasgos, los trazos y la consistencia en el mismo era lamentable, tan mala como recordaba sus intentos por aprender algo de su hermana especial, pero a sus ojos, y seguramente a los de nadie más, aquel garabato tenía forma y también era reconocible. Cambió la página rápidamente, temiendo que algún compañero notase aquel feo dibujo, sintiendo vergüenza por lo que hacía, pero también estando satisfecho con lo que él creyó fue un intento decente por imitar el estilo que en sus comics veía. Ese fue el primer día en que Lincoln no asistió a la cafetería para comer su almuerzo junto a sus hermanas, prefirió quedarse en el aula de clases, aprovechando lo solitaria que era a esas horas, para revisitar su pequeño dibujo, sintiéndose ilusionado de por fin conseguir algo que, aun con esfuerzo, era distinguible. La grata sorpresa incluso evitó que sintiera aquel amargo sabor provocado por la forma en que Lori le regañó por no presentarse en el comedor de la escuela y por no avisar que se ausentaría. Le daba igual en realidad, una vez más en él algo hizo clic, y estaba convencido de que sería una buena idea concentrarse en ello.
En cuanto llegó a casa la única tarea que atendió de inmediato fue ir con su padre a preguntarle si necesitaba ayuda, sabiendo que como era en la mayoría de los casos, la respuesta era negativa. Después de eso, subió a su habitación y hurgó en su caja de cosas personales en busca de aquella libreta que en algún momento utilizó para aprender a dibujar de la mano de Leni. Brincó todas las páginas usadas y tomó su lápiz mientras ojeaba en uno de los comics que tomó al azar. Su hermana especial trató de enseñarle muchas cosas sobre pintura y dibujo, pero la que mas recordaba Lincoln era aquella en que le explicaba que usar modelos o referencias era lo mejor para los principiantes. Aparentemente eso ayudaba a familiarizarse con las formas, la perspectiva, la iluminación y las proporciones. El aún pequeño niño de blanca cabellera no entendía del todo aquellas palabras, pero podía entender al menos que dibujar algo que podías ver ayudaba a mejorar para después dibujar algo que imaginabas, por lo que yendo a la pagina central del comic, donde la clásica ilustración de doble página se encontraba y la cual sería esta vez su modelo.
A la hora de la comida, la emoción que sentía por aquel que era su nuevo proyecto, evitó que su ánimo menguara ante el reclamo de Lori, quien le acusó por no ayudarle a prepararse para su sesión de estudio, así como el reclamo de Luna por no estar ahí para ayudarle a cuidar de Leni. Incluso el reclamo de su madre por no ayudarle a atender a las gemelas para tenerlas listas le pareció no más que una pequeña brisa al alegre niño, quien no dio excusas al respecto. Los reclamos de su familia no eran serios así que Lincoln les pudo restar importancia fácilmente, concentrado en comer de forma apurada para levantarse rápidamente de la mesa. Fue una pena que Lenna consiguiera atraparlo antes de eso y le obligara una vez más a ser parte de su entrenamiento en casa.
La mañana siguiente, junto a sus útiles escolares, Lincoln decidió llevar también consigo aquella libreta de dibujo, esperanzado en tener tiempo para practicar su dibujo, por lo que sus hermanas le vieron feliz en el viaje a la escuela, y no fue hasta que estuvieron frente al aula de su gemela que él le mencionó su ausencia a la hora del almuerzo. Se retiró rápido, no dejando a su hermana responder a sus palabras, y como su cortesía se lo pedía siempre, saludó a sus compañeros al entrar al salón. Algunos de ellos le devolvieron el saludo y le dedicaron un ademán agradable, antes de que él niño tomara asiento en su pupitre.
Las clases fueron lentas hasta la hora del almuerzo, quizá por culpa de sus ganas por continuar dibujando. Cuando la hora del almuerzo llegó, el esperó a que la mayoría de sus compañeros abandonaran el aula antes de sacar su libreta y continuar con aquel feo dibujo que el día anterior comenzó. Esta vez no traía su comic de Ace Savvy para usar de referencia, principalmente porque de ser descubierto, la escuela se lo confiscaría y llamaría a sus padres por ello, pero también pensó que no lo necesitaría considerando que al menos había hecho un buen trabajo con el esqueleto del dibujo. Aunque sin mucho detalle, recordaba aún todos los consejos que su hermana especial le dio en aquellas improvisadas y bastante desordenadas clases que le impartió. Recordó con una enorme sonrisa lo mucho que amaba a su hermana mayor especial, y se dispuso a continuar con su dibujo por el resto del almuerzo.
"Es horrible" pensó el pequeño, al ver el producto de su esfuerzo, pero convencido de que podía hacerlo mejor, pues mientras hacía aquel dibujo tuvo una gran idea. Si aprendería a dibujar, entonces podría aprovecharlo para hacer su propio comic, uno que contara las aventuras que él se imaginaba cada vez que leía. Su pequeña, infantil, descocada y a veces muy dispersa mente, una vez más había tenido una idea que consideraba interesante, y como sucedió en acciones anteriores para el pequeño, se concentró en ella, confiado en que podría lograrla, siendo aún muy pequeño para poder reflexionar sobre las muchas otras veces que se dijo a si mismo esas palabras, para perder interés en lo que hacía al poco tiempo.
Al terminar las clases, Lori le regañó una vez más por no estar con ellas en el almuerzo, pero no fue agresiva ni tampoco muy brusca, después de todo, esta vez él había avisado sobre eso. Y a grandes rasgos, la única molestia que causó fue en Leni, quien se sintió incómoda durante el almuerzo al no verlo presente, algo con lo que el resto de hermanas podía lidiar fácilmente. Sin sentir aquello como un regaño, Lincoln pudo viajar feliz de regreso a casa, montado en su asiento junto a la ventana, viendo a través de ella como es que el paisaje quedaba atrás. Sus hermanas no solían molestarlo cuando él estaba así, pues sabían que de alguna forma ver por la ventana ponía serio a su pequeño hermano, pero también le incomodaba que lo molestaran en esos momentos donde ni siquiera los padres podía imaginarse que es lo que pasaba por su cabeza. Al menos esta vez podían decir con mucha confianza que debía ser algo feliz, pues Lincoln sonreía sin despegar sus ojos del exterior.
***
Algo avergonzado por ser descubierto, Lincoln debió explicarle a su gemela que es lo que hacía solo en el ático de la casa. Ella lo vio subir a hurtadillas y confundida por el comportamiento que tenia, así como la constante evasión a sus hermanas que recientemente presentaba, le siguió, topándose con él en aquel lugar, tirado sobre el suelo, boca abajo, mirando su libreta ayudado por aquella iluminación tan pobre que la bombilla de color amarillo brindaba.
En un par de movimientos, su gemela fue capaz de ver lo que él hacía sin tener realmente mucho interés en saber, o intención de obligar a su hermano a explicar, él sintió la necesidad de hacerlo. No era nada del otro mundo, simplemente quería seguir practicando su dibujo, pero esta vez lo quería hacer a solas, sin que nadie lo supiera. Esperaba darle una sorpresa a Leni cuando sus dibujos fueran suficientemente buenos, pero sabía que si alguna de sus hermanas lo descubría, inevitablemente lo delatarían con Leni, ya fuera por un acto consiente o no.
—Muy bien— comentó la niña de blanco y sedoso cabello tras escuchar la larga letanía que su hermano mayor, quien le pedía con vehemencia no le digiera nada a nadie más, especialmente a Leni—, voy a guardar el secreto, pero quiero algo a cambio.
—Lo que sea— fue la respuesta de Lincoln, quien así como con el resto de su familia, no dudaba en absoluto de su hermana, sabiendo que aquella petición sería seguramente algo fácil de cumplir.
—Déjame estar contigo.
Tan simple como se escuchaba, lo único que su hermana le pedía es pasar el rato con él mientras practicaba haciendo dibujos. Podía entenderlo, después de todo, pese a que a él por momentos le resultaba algo molesto y puede que también cansado, su hermana menor no parecía perder el gusto por estar cerca de él. Dormían en la misma cama, hasta los cuatro años se bañaban juntos para poder jugar en el agua, a doquiera que vaya Lincoln, ella estaba detrás de él, siguiéndole en silencio si es que Lincoln hacia algo que a ella no le causaba mucho interés, o tratando de acaparar su atención si era dentro de alguna actividad que compartían. Incluso ella le ofreció una forma de dibujar a escondidas del resto de sus hermanas, usándola a ella como excusa.
Su gemela también mantenía su habito de dibujar, aunque en su caso era ya más elaborado al ser que ella pasó directamente a la pintura por gusto tanto como por petición de su hermana mayor Leni. Y al igual que la rubia mayor, ella solía hacer sus actividades en su habitación, a solas para poder concentrarse y dándose el lujo de cerrar la puerta y asegurar el cerrojo para evitar molestias. Lincoln solo debía acompañarla en aquella actividad y tendría tiempo, espacio, comodidad y también compañía para hacer sus dibujos. Su gemela hizo un gran esfuerzo por convencerlo, parecía determinada a demostrarle que podía confiar en ella para no contar su secreto, así como también se esforzaba en mostrarle lo conveniente que sería hacer caso a su sugerencia de acompañarla en sus encierros para pintar como excusa para tomarse el tiempo de practicar sus dibujos.
Lincoln no tenía problemas dejando que su hermana le acompañe en sus prácticas de dibujo en general, simplemente quería evitar que le delatara, así que escuchar como ella aseguraba que guardaría silencio le pareció suficiente para confiar en ella, pero escuchando su idea sobre encerrarse en su habitación para que ambos practiquen fue una gran adición a lo que él tenía en mente, por lo que no lo pensó mucho y simplemente aceptó.
Con mucho respeto y calma, Lincoln comenzó a rechazar pasar el tiempo con sus hermanas para poder pasarlo junto a su gemela. Amablemente le dijo a Lori que no podría ayudarle más que haciéndole sus meriendas por la tarde antes de que ella comience a estudiar, siendo que ya no podría atender a más demandas que esas por pasar el rato con su gemela. También le explico a la alfa como ahora necesitaría que le avisara con más tiempo de anticipación si es que quería ayuda con Leni, pues al estar ocupado ayudando a su gemela, debería poder prever cualquier percance. A Luna le tuvo que explicar una vez más como es que dejaría de practicar música con ella tomando en cuenta lo malo que era en primer lugar y la muy minúscula mejora que había conseguido con el tiempo, sin importar el berrinche y la culpa que ella expresaba cada vez que le repetía aquello. Luan se vio inconforme al escuchar a su pequeño hermano decirle que no podría acompañarla más en sus "lluvias de ideas" para lo que ella llamaba sus rutinas cómicas, pues estaría ayudando a su gemela con algo relacionado a su pintura. Por último, a Lenna le tuvo que explicar cómo es que le disgustaba tener que practicar con ella pues a él el ejercicio no le gustaba para nada, por lo que dejaría de hacerlo permanentemente, pero que siempre la acompañaría si lo que quería era practicar alguno de los deportes que le gustaban a ella, o simplemente si quería algo de compañía. A las hermanas menores no les quitó ni un solo segundo de su atención, pero a pesar de ser muy claro con las mayores, explicándoles que aquello solo sería por un tiempo, una burbuja se infló y rápidamente reventó sobre Lincoln ante aquel tema.
Después de una semana tratando de hacer lo mejor que pudo con su dibujo, la concentración le fallaba en muchas ocasiones. Incluso cuando sus padres fueron tan sensatos como para aclararles a sus hijas que no había nada malo en ello, ninguna se sentía feliz con lo que Lincoln hacía. Para todas las hermanas siempre fue muy evidente que el único varón entre ellas tenía una hermana favorita, nadie dudaba de ello, pero tampoco solía molestarles en absoluto. Podían entender con bastante facilidad como es que Lincoln y su gemela habían concebido aquella relación que tenían, y nadie estaba dispuesto a cuestionarla, ni siquiera sus padres, pero no era algo que preocupara a las mujeres de la casa pues pese a todo, gracias a la forma en que Rita y Lynn se encargaron de educar a su único hijo, él pequeño de blancos cabellos solía no ser demasiado efusivo en cómo se comportaba con su gemela en relación al resto de sus hermanas. Era alguien que, al menos en presencia de varias personas, solía no mostrar preferencia por ninguna de ellas para evitar conflictos, pero recientemente eso había cambiado y a nadie le gustaba mucho aquello.
Pese a ser una familia que gozaba cada día más de una popularidad destacada, así como ser reconocidos por otros como personas entrañables, la familia Loud tenía un pequeño y extraño habito o quizá mala costumbre de estar siempre los unos con los otros. Y de esa misma manera, tenían en mente aquella ferviente idea de que ellos debían priorizarse entre si antes que a otras personas, eran familia después de todo. Pero lamentablemente la forma tan desubicada en que los padres enseñaron a sus hijos sobre ese tipo de relación, hizo de las mayores unas niñas que tenían ciertas carencias afectivas. Nunca fueron carencias por el afecto paterno, materno o fraterno, era simplemente la validación de ser parte de un grupo social que no fuera tan reducido y tan inmiscuido como lo es una familia. De entre todas las hijas, la única que realmente tenía una vida decente fuera de sus interacciones familiares era Lori, quien muchas veces trataba de hacer tiempo en su apretada agenda para pasar tiempo con sus amigas, mientras que el resto se limitaban a las interacciones escolares y extracurriculares. Algunas de ellas no tenían ningún tipo de interacción fuera de sus lazos fraternos, como era el caso de Lucy o de Lenna. Quizá por esa razón todas las hijas mayores de manera temprana mostraron aquellas cualidades que les daban reconocimiento, esperaban recibir atención de sus padres en aquella casa en la que cada cierto tiempo debían compartir su tiempo con más personas. Aquella necesidad de sentir aprobación tanto como por la adorable y enternecedora manera en que Leni cuidaba de ellos, les hizo ver a la segundogénita como una figura materna, mientras que la estricta y muy intimidante hermana primogénita les recordaba a la muy ocasionalmente vista figura paterna que su padre les mostraba cuando hacía falta. Pero con Lincoln no encontraban ninguna de ellas una figura paterna o materna, así como tampoco un remplazo para las mismas, en el pequeño hermano ellas encontraban a ese hombre ideal del que su madre siempre les hablaba. Todas aquellas cosas que Rita les pedía a sus hijas que buscaran en un hombre cuando estuvieran interesadas en conseguir uno, era visto en su pequeño hermano menor, y no era para menos, pues mientras Rita enseñaba a sus hijas a ver con buenos ojos aquellas cualidades, también incentivaba a su pequeño hijo a enfatizar en si mismo esas características, haciéndole saber que él era ahora el pequeño príncipe de esa casa y como tal, debía cuidar y ayudar a sus hermanas. Por lo tanto, y aun sin que tengan una intención oculta o alterada, las hermanas de esa familia buscaban en Lincoln la aprobación masculina, su atención como alguien del sexo opuesto que validara sus conductas, sus logros y sus intenciones, todas ellas cegadas ante las fantasías romantizadas que su madre les enseñaba y sin tener una verdadera comparación al poder estar seguras todas ellas que, pese a conocer a muchos chicos dentro de la escuela debido a sus actividades escolares, en realidad no pasaban tiempo con ninguno de ellos. Cruzar palabras de cortesía era ya un gran logro la mayoría de las veces.
Por ello es que cuando Lincoln dejó de pasar tiempo con ellas les afectó, se sintieron algo abandonadas, pero lo peor fue saber que Lincoln hizo aquello con la intención de pasar todo ese tiempo exclusivamente con una de ellas. El abandono que sentían en un principio fue rápidamente corrompido hasta sentirse más como ser desplazadas, puestas de lado, reemplazadas. La hormonal y ahora mucho más alterada mente de Lori debido a su paso por aquel cambio en ella, le hicieron sentirse dolida y agobiada al sobre pensar cómo es que su lindo, su adorable, su atento hermano menor ahora no estaba dispuesto a seguir cuidando de ella de la misma forma en que solía hacerlo. Para Luna, la sensación de abandono simplemente se afianzo mas dentro de ella, pues aquel sentimiento perduraba en su mente desde el primer momento en que su pequeño caballerito había decidido que no quería pasar más tiempo con ella practicando algún instrumento. Para Luan el impacto no fue realmente serio, ella al ser alguien con una mente tan dispersa fue capaz de dejar pasar aquel incidente como lo que era, una petición simple de su hermano menor por no sentirse presionado a pasar tiempo con ellas únicamente para concentrarse en otra cosa. Pero la que peor lo tomó fue Lenna, quien con cierta justificación, acumulaba grandes celos por ambos hermanos peliblancos. Se suponía que ellos eran la terna inseparable de la familia, nada haría que ellos se distanciaran, ellos siempre estaban juntos, comían juntos, jugaban juntos, descansaban juntos, dormían juntos, hasta hace unos años incluso se bañaban juntos, no había momento en que estuvieran lejos el uno del otro. Nada, además de sus clases y el no compartir la hora de baño mas los separaba, Lenna incluso les acompañó cuando Lincoln decidió hacer todas esas cosas, quedándose con ellos solo para hacerles compañía a pesar de no estar interesada en hacer ningún dibujo o en aprender a tocar algún instrumento. Ahora ellos decidieron excluirla incluso a ella, y eso le molestaba, por mucho que estuviera tan enterada como el resto de quien era la hermana favorita de Lincoln desde hace años, no podía evitar molestarse con la forma tan casual e inadvertida en que ellos simplemente decidieron hacer todo encerrados en aquella habitación a la cual no dejaban acceder siquiera a ella, pese a dormir ahí también con ellos.
En el caso de Leni, al igual que con las hermanas más pequeñas, aquel distanciamiento que hacía enojar al resto no existió, Lincoln en ningún momento dejo de procurarlas. Aquella sensación de que debía estar para sus hermanas era mucho más fuerte y presente cuando de las menores y de Leni se trataba, después de todo, sabía perfectamente que Lori era capaz de hacer todo ella sola y la única razón para pedirle algo a él era seguramente para no cansarse o para terminar más rápido con aquello que sus pendientes representaban. Algo parecido sucedía con el resto de sus hermanas, todas eran capaces de hacer todo lo que querían por ellas mismas, si le pedían ayuda a Lincoln seguramente era porque de esa forma aligeraban sus tareas un poco.
Lincoln le insistió a Lori que estaba ocupado y no podría ayudarla por un tiempo, al menos hasta que consiguiera lo que quería al ayudar a su gemela. A Luna debió de tratarla cada vez con más dureza ante la férrea insistencia que ella tenía para compartir tiempo con él en una actividad que el a esas alturas consideraba humillante para sí mismo. Y Lenna era implacable, mostrando hostilidad tanto con él como con su gemela, cosa que ninguno de los gemelos estaba dispuesto a reclamar, considerando que de todas las hermanas, ella era la única a quien consideraban tenia reclamos validos. Al final, Lincoln no pudo más con la presión y, muy a regañadientes, habló con su hermana mayor inmediata, lo cual fue un grave error.
Aún cuando compartían el tiempo y espacio para practicar, Lincoln no mostro ninguno de sus dibujos a su gemela, esperando que fuera Leni la primera en ver sus avances y los resultados de su gran esfuerzo. Pero después de ceder ante la presión que sentía de sus hermanas mayores y al consejo de su gemela, fue a Lenna a quien inmiscuyeron en sus asuntos, volviendo a ser la terna inseparable que eran, o al menos eso creyó en un inicio. Ante la insistencia de su hermana mayor inmediata, Lincoln al fin reveló su cuaderno de dibujo para compartir con sus hermanas todos aquellos intentos por mejorar su técnica y en algún punto, impresionarlas. Lenna, completamente divertida con lo que veía y convencida de que sus hermanas perdonarían a Lincoln después de ver aquello, tomo aquella libreta y corrió. Fue a la habitación de Lori y le conto todo, sin mucho detalle, de la misma forma en que ella se enteró de todo, dejando que el resto de hermanas se integraran a la conversación mientras todas hacían oídos sordos a las quejas del pequeño hermano, el cual lucia frustrado. Lo que hizo al niño de blancos cabellos romperse fue el momento en que Lenna mostró su libreta de dibujos.
"Pensé que habías dejado de dibujar" "Esto es bastante lindo" "Parece que sigues sin ser muy bueno en esto" "No has mejorado en nada" "Este dibujo es bastante feo" "Déjenlo en paz" "¿Acaso dibujaste esto con los pies?" "¿Este dibujo esta al derecho o al revés?" "Yo creo que es lindo" "Este se parece al tipo de sus comics, pero más feo" "Este parece que fue atropellado por un camión" "¿Por qué este tiene todas esas manchas encima?" "Dejen de burlarse" "¿Esto es todo?" "Sigues dibujando horrible" "Creí que habrías mejorado aunque sea un poco" "Estos dibujos del final incluso son peores" "Deberías volver a tocar algo, eras mejor en eso" "No deberías seguir intentando" "Eres malo en esto, solo date por vencido" "Hay mejores cosas por hacer" "Se ha estado esforzando, déjenlo en paz" "Abandona esta tontería, no sirves para esto" "Mejor regresemos a entrenar" "Yo te enseñare a tocar bien, no necesitas nada más" "Si siguieras mis consejos…"
El fuerte portazo que Lincoln dio al salir de aquella habitación detuvo al instante la lluvia de comentarios poco constructivos que sus hermanas tuvieron a bien soltar mientras revisaban sus dibujos. Ninguna le siguió en ese momento, todas estaban completamente fuera de sí ante lo que el pequeño hizo, pues ninguna espero nunca que él pudiera reaccionar de esa forma, estaban aturdidas y no sabían cómo responder. Incluso Lori quedó con su mente en blanco por un buen rato, tratando de asimilar como es que su obediente y amable hermanito decidió azotar de aquella forma su puerta. Su respuesta normal sería simplemente avergonzarse mucho y comenzar a rogar porque le devuelvan su libreta mientras se quejaba de las burlas que recibía, pero en ningún momento se molestaría. Al menos eso es lo que Lori y el resto de sus hermanas creían que sucedería.
—¿¡Qué demonios fue eso!?— con molestia, el padre de las presentes hizo aquella pregunta con un fuerte tono de reclamo después de subir las escaleras, segundos después de escuchar el portazo— Asustaron a las gemelas y despertaron a Lisa con eso, ¿Por qué azotaron de esa forma la puerta?
Preocupado por las consecuencias de aquel sonoro azote, Lynn revisaba que la puerta no estuviera dañada, ya fuera en su perilla o bien en su marco. Después miró a cada una de sus hijas mientras preguntaba con molestia quien fue el causante de aquello. Las hijas sabían que estaban en problemas, ver a su permisivo, amable y algo cobarde padre actuar tan serio y dominante era prueba de ello.
»¿Y en donde esta él?— después de escuchar de su primogénita la respuesta que esperaba sobre el responsable del acto, decidió preguntar ahora por su ubicación.
Después de unas respuestas vagas y confusas por parte de sus hijas, entendiendo también que seguramente discutieron entre ellas y con Lincoln, el padre se alteró al recordar que antes de subir debió cerrar la puerta principal pues la encontró abierta al dirigirse a las escaleras. Era sencillo conectar los puntos, su pequeño hijo salió molesto con sus hermanas de aquella habitación, azotando la puerta con tanta fuerza como su pequeño y débil cuerpo pudo hacerlo, para después salir de casa, dejando tras de sí la puerta principal abierta de par en par, seguramente muy molesto como para siquiera darse el tiempo de azotarla también. Con prisa, el padre bajó rápidamente y avisó a su esposa lo que haría, en seguida corrió por las calles esperando encontrar pronto a su hijo.
***
Aún molesto, pero sobre todo muy confundido, Lincoln se mantenía en silencio recibiendo aquel fuerte y muy escandaloso regaño por parte de sus padres. Ambos fueron muy expresivos y vocales en aquella interacción, expresando por completo todas sus emociones negativas, pero no siendo claros a la causa de las mismas. Lincoln podía entender que ellos estaban molestos, y quizá también frustrados, por lo que hizo pero ellos tenían su juicio tan nublado que no fueron capaces de expresar correctamente sus razones. Recordando los pocos pero muy intensos arranques que su hija Leni tuvo en su infancia temprana, a Lynn se le hundió el corazón en el pecho al darse cuenta de que su hijo varón salió solo de casa.
Seguía siendo relativamente temprano, y el vecindario sin lugar a dudas entraba en la categoría de uno muy seguro, sin mencionar el hecho de que, por mucho que corriera, Lincoln era muy poco atlético, así que no llegaría demasiado lejos. Pero recordar las veces que Leni corría de aquella forma, angustiando a ambos padres por sus desplantes y teniendo fresca la memoria de aquella ocasión en que tan difícil les resultó encontrar a su segunda hija, Lynn no pudo más que expresar sus emociones a través de aquel regaño de camino a casa. El miedo que tuvo, los malos recuerdos, su enojo, su desconcierto, sus inseguridades como padre, sus carencias como hombre, la constante sensación de ser una figura paterna insuficiente, su trauma familiar que las terapias fueron insuficientes para hacerle superar, sus preocupaciones por el bienestar de su hijo, ahora torcidas y maleadas por su endeble estado de ánimo. Todo eso recayó sobre Lincoln de camino a casa, en forma de un regaño humillante que los transeúntes ocasionales en la calle fueron testigos. Y una vez dentro de casa nuevamente, fue su madre quien ante el miedo y los malos recuerdos desagradables, sintió la necesidad de expulsar todos sus malestares en forma de regaño, culpando con ello a su único varón. Ambos padres estaban en el mismo estado, uno catártico, en el que cada palabra, cada regaño, cada amenaza parecía hacerles sacar su enojo y miedos, librandolos de ellos, sin ser capaces de notar cómo es que su hijo se sentía en aquel momento.
El shock le impedía llorar, o molestarse, no podía siquiera sentir culpa o miedo, estaba completamente fuera de sí. Frente a él estaban dos adultos que de manera desmedida vociferaban en su contra, arremetiendo contra él de una forma en que nunca antes los había visto. La furia en sus ojos era absoluta, tanto como para a pesar de ser él quien era víctima de aquellos gritos, pensara en lo bueno que era el que no estuvieran ahí sus hermanas bebes para escuchar todos aquellos gritos y tampoco viesen todos aquellos ademanes tan amenazantes. Quería entender lo que sucedía, pero no había forma de preguntarlo, y tampoco parecía que ninguno de los adultos frente a él estuviese dispuesto a explicarlo. Lincoln seguía molesto, y mucho, las palabras de sus hermanas fueron duras, pero mayormente despectivas, quizá una burla, y en esos momentos no estaba de humor, ni tampoco tenía el temple para racionalizar que aquello no era necesariamente algo malo. Solo sabía que ellas se burlaron de él. Fueron malas con él, con lo que hacía, y tampoco respetaron su petición de darle tiempo, estaba seguro de que eso era razón suficiente para estar molesto, incluso creía que pudo haber gritado cosas malas a ellas también, siendo que ellas lo hicieron con el primero, pero no lo hizo. Sus padres se encargaron de enseñarle que debía cuidar de sus hermanas y quererlas, no a decirles cosas hirientes y molestarlas, por eso es que en lugar de decir algo en contra de ellas prefirió salir de aquella habitación, tratando de sacar algo de su frustración ante aquel azote en la puerta. Tampoco quería estar cerca de ellas, estaba seguro de que se acercarían a él para tratar de arreglar las cosas a su conveniencia, como siempre sucedía, por lo que prefirió salir de casa. Lo hizo sin permiso y sin compañía debido a la prisa que sentía por dejar a tras a sus hermanas, incluso corrió un tramo ante la frustración de lo sucedido. No podía guardar rencor a sus hermanas, las amaba después de todo, las nubes en su mente se habían comenzado a disipar casi al mismo tiempo en que comenzó a correr, pero no tuvo tiempo para asentar esos nuevos pensamientos y sensaciones. Con una fuerza desmedida y una voz ronca, su padre le sacó de sus pensamientos primero con aquel fuerte grito que al principio le pareció uno de preocupación, y después con aquel fuerte agarre en su brazo, con el cual tiró del pequeño a sabiendas de la forma en que lo lastimaba con aquello.
Lincoln expreso su molestia, y en seguida su padre comenzó a regañarle por lo que hizo, no fue nada amable con eso, y tampoco le permitió defenderse, cada vez que trataba de contar lo que le sucedió y como se sintió, su padre le interrumpía y no le dejaba terminar. Al unirse su madre en aquel regaño, tampoco le permitió expresarse de ninguna forma por cómo es que fueron las cosas para él, así como tampoco pareció importarle como se sintió su hijo con lo sucedido. Lincoln recibía aquel regaño con incredulidad total, pensando en cómo es que sus padres terminaron tan molestos, e incapaz de razonar que aquella conducta era simplemente una catarsis que sus padres estaban teniendo después de vivir una vida llena de problemas al cuidado de sus hijas e hijo, que pese a tener arrepentimientos por montones, en ningún momento culpaban a sus hijos. Al menos no hasta ese regaño.
Fueron al menos cuarenta minutos lo que Lincoln pasó dentro de la habitación de sus padres después de que el patriarca lo llevara a rastras hasta ahí, y al menos la mitad de ese tiempo fueron regaños, amenazas y palabras muy hirientes. El resto del tiempo fueron sus padres calmándose rápidamente y casi en seguida comenzando a disculparse con el pequeño por haber dicho y hecho aquellas cosas. Estaban verdaderamente arrepentidos, Lincoln podía notarlo con facilidad, sus rostros, sus palabras, su tono de voz, incluso sus posturas lo hacían evidente, pero sus disculpas caían en oídos sordos. La preocupación que Lincoln tenía en ese momento no era el si sus padres se disculpaban o no, tampoco le importaba si sus hermanas lo hacían, incluso estaba seguro de que lo intentarían pues seguramente escucharon todos aquellos improperios a través de las delgadas paredes de la casa, y buscarían arreglar las cosas. En su mente, Lincoln solo trataba de entender que es lo que sentía en ese momento, y porque lo sentía. Por primera vez en su vida entendió aquella conducta que tenía su pequeña hermana Lucy, quien nunca quería hablar a pesar de poder hacerlo perfectamente, así como su preferencia por estar a solas antes que acompañada. A Lincoln le gustaría estar así en esos momentos: callado, pensativo, solo.
Negando cualquier compensación que sus padres le ofrecían, o cualquier palabra de arrepentimiento, así como también ignorando por completo a sus hermanas mayores, Lincoln lamentó el ser aun tan pequeño, pues habiendo llegado a la conclusión de que solo en el ático estaría solo y lejos de su familia, sabía que sería incapaz de subir por sus propios medios, y no quería pedir ayuda a nadie para llegar ahí, por lo que resignado fue hasta el árbol que estaba en el jardín de la casa, trepó en él y cobijado por la sombra que el follaje le daba, así como refrescado con la brisa que podía sentir, Lincoln ignoró a todos los que iban a hablar con él, concentrado únicamente en pensar sobre todo lo que había pasado.
Sin lugar a dudas, sus pensamientos lo habrían mantenido inmerso en su propio mundo, ignorando deliberadamente tanto al llamado de sus padres como de sus hermanas, quizá podría incluso tolerar el hambre y frio para no estar en casa hasta después de la cena, daba igual, simplemente no quería estar frente a ellos. En ese momento él no sabía que es lo que sentía ni tampoco entendía bien que es lo que había pasado, y quería mucho silencio y algo de tiempo para pensar sobre ello. Lamentablemente no pudo conseguir aquello. Aun sin tener su mente calmada ni tampoco entendiendo bien lo que sentía, Lincoln debió bajar con cierto apuro del árbol. Alguien le llamó desde el suelo, alguien más. Bien pudo ignorar una vez más al llamado, dejar que quien sea se canse de intentar convencerlo de bajar y mientras tanto él seguiría tratando de entender todo lo que sucedió. Pero no lo hizo, detuvo sus cavilaciones, dejó de pensar en sus sentimientos, bloqueo por completo el repaso que hacia mentalmente ya por enésima vez de lo que había sucedido, ignoró el miedo que aún estaba presente en el tras haber visto por vez primera a sus padres en aquel estado, tragó su propio enojo al recordar las cosas que dijeron sus hermanas y, después de cerrar con fuerza sus ojos, limpio las lagrimas que cayeron de estos después de conseguir guardarlas por todo ese tiempo. Bajo él estaba alguien muy importante y hacerle esperar solo le haría sentir más angustia, no solo a ella sino a él también. Esperó que sus ojos no estuvieran enrojecidos y mientras bajaba del árbol suspiró un par de veces para calmarse, mientras articulaba en su rostro aquella sonrisa que todos le decían era tan encantadora, no importaba si esta vez era falsa. No quería hacerlo en realidad, preferiría estar sobre el árbol tratando de contener sus propias emociones, pero escuchar como Leni le había llamado ya por cuarta vez, ahora con su voz completamente rota, le impidió hacerlo. Estando abajo la reconfortó mostrándole aquella sonrisa convincente y le hizo énfasis en cómo no estaba molesto con ella, le convenció de que nada de lo sucedido era culpa suya. Ciertamente Leni no dijo nada malo en ese momento. Conteniendo como podía sus emociones, convenció a su segunda hermana mayor que hiciera lo mismo mientras la guiaba de regreso a casa.
***
Para todos aquellos que le conocían, Lincoln era un niño muy peculiar, y aquello dicho sin ánimos de ofender, así como también con todo el peso que ser parte de su familia implicaba. Para el peliblanco, al menos a ojos de las personas que no eran parte de la familia, el niño no tenia punto medio, solo dos extremos muy opuestos en los que se intercambiaba. Primero estaba aquel alegre y muy inocente niño que parecía obsesionarse con las cosas más absurdas y después perder el interés con mucha rapidez. Después estaba el niño listo que actuaba muy fuera de su edad mientras trataba de encontrar soluciones increíblemente elaboradas y ostentosas a problemas pequeños propios de un niño pequeño. Incluso para Rita, su hijo era un enigma ante aquella forma de actuar, pues pese a que ella misma ha visto aquellas zonas grises en que su hijo tenía un comportamiento mucho más mesurado y normal, la duda albergaba en su mente. Esa misma duda era la que le hacía sentir que, pese a los diagnósticos arrojados hasta ese momento, seguramente su pequeño príncipe tenía algo parecido a lo que su hija Luan tenía, se convencía de ello aludiendo a su instinto materno, aunque la realidad es que solo eran sus miedos e inseguridades validando una idea de la cual no se quería despegar.
Con cierto pesar, la matriarca miró a su hijo comer, se veía normal en ese momento, pero tenía sentido, estaba con su hermana favorita, y al mismo tiempo cuidaba de aquella hermana que compartía su condición. De hecho, y si tenía que decirlo, Lincoln parecía ser el mismo de siempre estando junto a sus hermanas menores, desde su gemela hasta la nueva integrante, no había cambiado nada en absoluto. La única observación relevante sobre su relación con ellas era que al estar con su gemela, parecía que se habían vuelto tan cercanos como hacia un tiempo no lo parecían. Por otro lado, lo que sucedía entre él y sus hermanas mayores le parecía preocupante, aun cuando no tenía razón para estarlo. Su hijo, al menos en apariencia, se reconcilió con sus hermanas mayores, pero era evidente que algo pasaba por su mente y no parecía ser algo bueno. Él nunca dejó de ayudar a ninguna de sus hermanas, permaneció atento a ellas, las cuidaba y sin lugar a dudas les tendía una mano cuando ellas se lo pedían, pero su actitud había dejado de ser la misma. Nunca se vio molesto, tampoco triste, de hecho, lo que preocupaba tanto a los padres como a las hermanas mayores es que al estar con ellas no mostraba emociones, ni positivas ni negativas. No había sonrisas, había dejado de ofrecer su ayuda, solo la brindaba cuando se la pedían, también se volvió muy silencioso al estar con ellas pero sobre todo a esa conducta había que agregarle el hecho de que ahora el niño pasaba bastante tiempo en el ático a solas. Todos sabían que hacía allá arriba, pero nadie subía para acompañarle o para atenderle a petición suya.
Los padres hablaron entre ellos desde el comienzo de aquella conducta, pues les resultó muy sencillo notarla tomando en cuenta como ambos tenían cierta paranoia ante la condición de sus hijos y cualquier señal de que algo pueda estar mal, como lo fue con Leni y Luan en el aspecto neurológico, o como lo fue con Lenna y Luna en el aspecto físico. Pero no fue eso lo que les hizo sentirse preocupados, las hijas mayores se quejaron de la forma en que Lincoln comenzó a comportarse con ellas. Con excepción de Leni, a las mayores Lincoln terminó por no prestarles mucha atención, quizá hasta podría decirse que las trataba únicamente porque se lo pedían. Incluso Lori, como la hermana mayor y en teoría la más sensata, se sentía dolida ante el trato que su hermano menor les había estado dando recientemente. Una vez más Lincoln estaba tratando de alejarlas y eso las frustraba de una manera que no podían controlar muy bien.
—Para resumirlo todo, señora Loud, el problema que tienen sus hijas es la ausencia que sienten de una figura paterna y materna constante en sus vidas. Entiendo que esta negligencia no es hecha con dolo ni de mala fe, pero al tener ustedes una familia tan extensa es inevitable que ocurran los descuidos con los hijos. Lincoln es quien ha estado cubriendo ese pequeño vacio en sus hijas, con su ayuda, su apoyo, dándoles el tiempo que ellas necesitan, otorgándoles la validación que buscan. Aunque no está realmente mal, todas sus hijas mayores han convertido a su hijo en el hombre de sus vidas. Y espero que no mal entienda esto señor Loud, sus hijas no han dejado de verlo como padre, y tampoco han perdido el respeto por la autoridad que usted o su esposa representan. Ellas los aman sin lugar a dudas. Pero ante la falta de atención y ese curioso complejo que su hijo tiene, ellas lo han convertido en su centro de atención. Quieren que él las mire, que él pase tiempo con ellas, que valide sus acciones, que elogie sus logros, que perdone sus errores y que les haga ver sus flaquezas. Han idealizado a su hermano menor como la figura normativa para ellas, o al menos la mayoría de ellas. Como entenderán, Leni es un caso totalmente aparte, y he comenzado a considerar que Luan tiene también que ser vista mucho más a fondo pues he notado de ella una falta de apego poco natural. Por otro lado, su hija Luna parece estar desarrollando un complejo por su hermano menor, y aunque eso no es algo que deba ser considerado malo, si es algo que debe corregirse antes de que cause algún problema.
Después de interpretar para los padres de familia aquel informe que el psicólogo hizo sobre sus hijos, el psiquiatra al que la familia le depositaba su confianza dio un suspiro pesado antes de continuar, sabiendo que lo que venía sería algo incomodo.
»Seré sincero con ustedes, señores Loud, desde mi perspectiva, y siendo quien atiende a dos de sus hijas, puedo decir con certeza que desde la mayor hasta Lenna tienen un apego poco sano por su hijo. Con excepción de Luan, a quien considero que tiene un apego igual de preocupante, pero no por su hermano. No hay necesidad de una segunda opinión, considero que el diagnóstico del doctor Fairbrook es correcto. Entiendo que es difícil, y sobre todo que será costoso, pero sería la solución a la tensión familiar que se está viviendo ahora mismo. Terapia individual y terapia familiar es, a mi criterio, la mejor solución para todo esto. Y aunque entiendo lo costoso que eso resultaría tomando en cuenta la cantidad de miembros de familia involucrados, prefiero eso a la opción de encargarse ustedes mismos de solucionar el problema ante la supervisión del doctor Fairbrook. Por supuesto, no les obligare a que gasten una fortuna, y si lo creen conveniente, pueden empezar poco a poco y ver como progresan las cosas.
Ninguno de los padres estuvo conforme con aquella reunión. Querían con todas sus ganas hacer lo correcto, pero desde el nacimiento de los gemelos de cabellera blanca, ambos se vieron atrapados en gastos cada vez mas feroces y difíciles de solventar, por lo que economizar sus gastos era la mayoría de las veces la principal preocupación que atendían. La charla entre ellos fue muy corta, pero muy productiva. Cada uno de sus hijos valía la pena, así que primero intentarían arreglar las cosas con ayuda y tutela de su psicólogo de cabecera, y si no se veía ninguna mejoría en los plazos propuestos por ese mismo medico, el gasto debería hacerse sin contemplaciones, aun si eso implicaba tener que endeudarse un poco con el banco.
Sus opciones eran muchas para bordar el problema, pero dos sobresalían por mucho del resto. La primera era abordar el problema de la mano de la primogénita, pues tanto como los padres, ella tenía una fuerte autoridad y era capaz de mantener a sus hermanos bajo control y también de hacerlos entrar en razón. La otra opción era el único varón, a quien podían recurrir para solucionar los problemas, dependiendo justamente de que sus hermanas parecían querer su atención y afecto. No era lo más listo ni el mejor curso de acción, el psicólogo ya les había dicho antes las consecuencias de perpetuar aquellas conductas en su hijo, pero no vieron demasiado problema a ello. Por alguna razón; su estupidez seguramente, decidieron que podían dejar a Lincoln para después, su problema sería el último en ser abordado. Primero debían convencerlo de volver a ser el mismo que antes con sus hermanas mayores y a partir de eso tratar de convencer a sus hijas de llevar a cabo aquellas terapias.
—Sabemos que esto es importante para ti, cariño. Pero no puedes tratar de esa forma a tus hermanas, las estás haciendo sentir mal.
—Tu mamá tiene razón, campeón. Entendemos que no te gustó lo que ellas hicieron, pero deberías saber que no dijeron esas cosas en serio, solo estaban tratando de divertirse.
—Además, no es justo que ya no quieras pasar tiempo con ellas, siguen siendo tus hermanas y te siguen queriendo como siempre. Ellas se disculparon contigo, deberías perdonarlas. ¿Sabes lo hiriente que es para ellas que solo quieras pasar tu tiempo con las menores? Ellas solo quieren que todo vuelva a ser como antes. ¿Podrías dejar de hacer tus dibujos por unos días y concentrarte en arreglar las cosas con tus hermanas?
—Confiamos en que puedes hacerlo, campeón.
—Pero…
Lincoln dudo mucho antes de continuar con su oración, estaba avergonzado por lo que diría, temía que sus padres, al igual que sus hermanas lo hicieron con sus dibujos, se burlaran de sus planes o de sus intenciones.
»Yo quiero seguir dibujando.
—Vamos, campeón. Puedes detener eso un par de días. ¿Qué no fuiste tú mismo quien no quiso seguir aprendiendo de Leni sobre eso?
—Pero ya estoy mejorando. Quiero hacer mis dibujos.
—No te estamos pidiendo que dejes de hacerlos, cariño. Solo te pedimos que nos ayudes a arreglar todo esto antes de que continúes. Te prometo que no tomara demasiado tiempo.
—No quiero perder la práctica, y si paso el tiempo con ellas ya no voy a tener tiempo para dibujar.
—Lo sabemos hijo, créeme que sí. No te vamos a obligar a estar todo tú tiempo con ellas, solo a que nos ayudes para que dejen de sentirse de esa forma y que aprendan a no acaparar tu tiempo.
¿Por qué seguían insistiendo? Lincoln no lo entendía, no estaba pidiendo nada irrazonable, ni tampoco pedía por algo material de un costo excesivo, solo quería seguir pasando tiempo en el ático para practicar sus dibujos. Aún le emocionaba la idea de hacer aquel regalo para Leni, incluso había pensado ya en nombres y disfraces para sus hermanas, quería que aquel comic fuera divertido, pero sobre todo, quería mostrarle a Leni lo mucho que mejoró por sí mismo.
—Yo quiero dibujar mi propio comic.
Después de salir corriendo de la habitación de sus padres y subir al ático, Lincoln regresó con algunas hojas de su cuaderno, donde había realizado algunos dibujos. Presentó aquellos a sus padres mientras les explicaba que quería hacer un comic para Leni, o de hecho para todas sus hermanas, mostró las ideas que tenia, los dibujos que hizo de cada diseño y también les comentó cada una de las habilidades que sus hermanas tendrían en aquel comic, dejando en claro que su inspiración fue el héroe que el mismo chico coleccionaba en formato de comic. Esta vez no tuvo tiempo para preparase, así que debió improvisar sus palabras para tratar de convencer a sus padres, pero fue incapaz de concentrarse, algo que veía lo molestaba bastante y también le hacía sentirse menospreciado una vez más. Eran sus padres, quienes al revisar los dibujos y pretender que escuchaban, reían ante los trazos que él hizo sobre el papel.
Indignado, Lincoln tomó sus cosas y haciendo un inusual berrinche que incluso logró molestar a sus padres, volvió al ático y se encerró ahí arriba. No solo sus hermanas hicieron aquello, ahora también sus padres habían dicho cosas de sus dibujos que parecían ser burlas, y eso lo molestaba bastante. Todos eran unos tontos, no lo entendían. Había estado practicando mucho tiempo, es obvio que sus dibujos habían mejorado, es solo que ellos se querían burlar de él, eran malos sin ninguna razón. Con furia y prisa, Lincoln paso una tras una las hojas de su libreta de dibujos, desde el primero que hizo cuando le pidió ayuda a Leni, hasta el más reciente de todos, hecho hace no mucho justo en ese mismo ático.
Cuando terminó de repasar todas aquellas obras de arte, Lincoln se sintió completamente decepcionado, triste, derrotado. Tal parece que el único tonto de esa familia era el mismo. Desde el primer hasta el último dibujo eran todos malos, y sin ninguna mejoría aparente. Sus hermanas tenían razón, sus dibujos eran solo garabatos apenas entendibles que pretendían reflejar figuras, escenarios y personas, pero que no lo conseguían. A pesar de su esfuerzo, de las horas que dedicó a ello, los días, nada había cambiado en absoluto, sus dibujos eran exactamente igual de malos que cuando inició. Lincoln no mejoraba en nada de lo que hacía. Repitió eso en su mente varias veces, una y otra vez. Era algo humillante y triste, una vez más debía enfrentarse al hecho de que no tenia habilidades, no era bueno en algo. Miró atento los dibujos que ahora yacían en el suelo del ático después de que él los soltó, ya no importándole la integridad de estos. Con desdén pisó algunos de ellos mientras recordaba cómo eran las pinturas que su hermana mayor hacía, tan hermosas. Con malicia arrastró sus pies sobre aquellos dibujos, pretendiendo dañarlos con las suelas de sus zapatos, mientras recordaba lo estilizados y encantadores que eran los dibujos que Leni hacia al momento de confeccionar sus ropas. Tomó del suelo aquellos dibujos y comenzó a arrugarlos ante su pesada respiración, mientras recordaba cómo es que su gemela tenía una calidad de dibujo tan mediocre como la suya al comenzar, pero ahora era increíblemente buena en ello, tanto como para ser parte de las estúpidas exhibiciones que la Casa de La Cultura de Royal Woods ofrecía a los habitantes.
En medio de todo eso, recordó con malestar una vez más aquellas bonitas hojas adornadas que representaban los diplomas y certificados de Leni por sus pinturas. La vitrina de trofeos entonces amenazó la mente de Lincoln, le hizo sentirse incómodo y también lo intimidó.
"Estúpido mueble", pensó él, dando un fuerte pisotón al suelo, expresando de manera física aquel vacio que tenía en su estomago, esa sensación que hacía tiempo había empezado a sentir, pero que decidió no darle mucha importancia.
"Estúpidos trofeos", ahora Lincoln no murmuró, dijo aquello con su voz alta, pero sin gritar, y un segundo pisotón hizo resonar la vieja casa, o al menos las habitaciones cercanas al ático.
¿Es que acaso él no tiene talentos? ¿Es él un inútil? ¿No tiene derecho a intentarlo? ¿Debe estar siempre para sus hermanas? ¿Está mal esperar de ellas que también estén para él? ¿Debe cuidar de todas? ¿No debería, como la mayor, ser Lori quien cuide de él y del resto? ¿Es justo que Luna sea tan persistente con él? ¿Es necesario que Lenna le obligue a todo eso? ¿Tiene él que cuidar de Leni? ¿Por qué solo él recibe las bromas físicas de Luan? ¿Por qué su gemela no le da su espacio cuando él se lo pide? ¿Por qué todas fueron tan crueles al ver sus dibujos? ¿Por qué sus padres también lo fueron? ¿Por qué debe ser él quien deje de hacer las cosas que le gustan para ayudarlas a ellas?
"Claro" se dijo Lincoln "Es porque ellas si hacen bien las cosas y no hacen estas porquerías". Acto seguido, Lincoln rompió uno de los dibujos frente a él, con molestia rasgó una de aquellas páginas que anteriormente ensució, maltrató y terminó por arrugar. "Lo que ellas hacen si vale la pena", se convenció, rasgando una segunda hoja. "Ellas si son buenas en algo", ahora con una expresión de molestia mayor, Lincoln rasgó una tercera hoja. "Yo soy solo un inútil", con furia, trataba de romper todas aquellas hojas garabateadas, encontrando la tarea complicada debido a su poca fuerza física. "Yo no sirvo para nada", después de haber roto todos aquellos dibujos, Lincoln recordó con enojo las cosas feas dichas recientemente al fruto de sus esfuerzos, y entonces su mente quedo en blanco. Ya no se dijo nada más a sí mismo, tampoco tenía puesta su atención en nada que no fuera repetir las palabras de sus hermanas y padres mientras se convencía de que él no era nadie, que no tenía nada, y que por esa razón lo habían tratado así.
Sus gritos fueron escuchados con facilidad, pero nadie quiso hacer acto de presencia, sabían que el niño estaba enojado y necesitaba desahogar sus emociones. Pero entonces desde el ático comenzó a resonar nuevamente la casa, haciendo saber a todos que Lincoln volvió a dar una patada al suelo. Tras un suspiro, Lynn comentó a su esposa que iría al ático y trataría de calmar a su hijo. Pero mientras subía, aquellos gritos pasaron de unos molestos a unos desgarradores y aquellos que parecían pisotones, ahora sonaban como objetos pesados cayendo en el ático y cimbrando la casa por completo. Las hermanas estaban asustadas, ninguna salió e incluso Lori no se sintió capaz de enfrentar aquello que se escuchaba en la habitación más alta de la casa. Cuando Lynn al fin pudo escalar la trampilla que daba acceso al ático, tuvo que correr hacia su hijo y someterlo con ambos brazos en un fuerte abrazo. No importaba si los gritos del niño eran ensordecedores y desgarradores, tampoco que sus pequeños pies impactaban con fuerza en su humanidad, incluso los rasguños que sus manos le atinaban. En ese momento, y tras ver el desastre en el ático, Lynn se sintió aliviado de detener a tiempo a su hijo, pues aparentemente hizo que varios de los muebles viejos en aquel lugar cayeran y se dañaran, pero frente a ellos estaba el ultimo mueble que Lincoln tocó. Aquella vieja vitrina había comenzado a tambalearse mientras Lincoln intentaba derribarla, sin que pareciera importarle que al caer, el mueble lo sepultara y quizá le haría heridas profundas si aquellos cristales del mueble llegaban a romperse.