Con el gusto de todos los miembros de la familia, la normalidad regresaba bastante rápido a sus vidas, y con ello, también la seguridad y confianza que se solía tener dentro de esas paredes. Pero aun con eso, las cosas habían cambiado, lo habían hecho bastante, pero no de una forma que fuera negativa. Después de que los patriarcas hablaran con el único hijo varón parecieron encontrar la forma correcta de comenzar a lidiar con cada una de sus hijas también.
Primero sometieron a Lincoln a una charla extensa y bastante visceral, era necesario saber que estaba sintiendo y cuáles eran sus preocupaciones, pues aquel arrebato de ira en el ático no solo era atípico para el pequeño de blanca cabellera, era inaudito, de hecho era la primera vez que ellos veían una conducta así en él, o en cualquiera de sus hijas. Y para su agrado, aquel intercambio de palabras, opiniones, sentimientos y preocupaciones pareció dar resultados. Lincoln expresó con mucha clama todo lo que le preocupaba y que fue lo que le llevo a sentirse en necesidad de destruir las cosas del ático, y para orgullo de sus padres, él mantuvo la calma en todo momento. Incluso se encargaron de expresarle ese orgullo que sentía ante la madurez que su pequeño varón parecía mostrar ante el asunto y como se veía dispuesto y presto a solucionar las cosas. Al salir de su habitación, Lynn lo hacía con su pecho inflado y erguido completamente, con una enorme sonrisa de satisfacción en su rostro ante lo que su hijo varón demostró, ese temple, esa seguridad, esa madurez. Aún creía que la mayoría de eso lo aprendió de su esposa, pero no podía evitar sentir que ciertamente él fue participe también de aquel desarrollo tan enriquecedor en su pequeño hijo. Probablemente lo primero que haría después de aligerar las cosas con sus hijas, seria hablarles de lo confiable y completamente maduro que era su hermano.
Rita, por otra parte, salió de esa habitación más enamorada que nunca de su hijo. A pesar de los destrozos que provocó y también de la enemistad que se formó entre sus hermanas y él, no hubo necesidad de mencionarle nada. Él mismo se tomó su tiempo para reflexionar y llegar a la conclusión correcta: su actitud estaba mal. Hizo lo posible por respetar las respuestas y sentencias de su hijo, pero se sintió orgullosa de como el reconoció su error y como parecía estar no solo dispuesto sino también algo apurado por arreglar la situación con sus hermanas, quería volver a ser de ayuda para ellas, quería ser parte de sus vidas. Lincoln volvería a ser el pequeño caballerito de sus hermanas una vez más y eso, al menos para Rita, era lo que más importaba y por ello también tendría que hablar de una manera clara con sus hijas para que entendieran la situación; era algo simple después de todo. Lincoln solo quería algo de tiempo para sí mismo.
Detrás de sus padres y con la mirada baja, Lincoln salía de aquella habitación completamente avergonzado y también arrepentido de sus actos. No podía sentir orgullo en lo que les dijo a sus padres, pues todo fue simplemente con la intención de evitarse problemas, era algo que había planeado unas horas antes, mientras estuvo en completo silencio después de que su padre lo hiciera bajar del ático para que le revisaran en caso de alguna herida que no pudieran notar de inmediato. También se mantuvo pensando sobre ese plan en la ducha que le pidieron darse después de terminar empolvado ante el desorden que provocó, y por ultimo durante el tiempo a solas que sus padres le dieron con intención de hacer que se controle un poco y reflexione sus acciones. En todo ese tiempo el solo se dedico a pensar en excusas, palabras convincentes, justificaciones, tergiversar y dar el mejor uso posible a su bien entrenada gimnasia mental, todo en busca de una forma que le hiciera evitar problemas en la confrontación que tendría con sus padres. Fue algo que guardaría como un arrepentimiento por mucho tiempo, pero estaba hecho ya, y no planeaba retractarse ahora que había salido avante de su predicamento, especialmente ante la promesa que sus padres le hicieron de hablar con sus hermanas para que respetaran mas su tiempo y espacio, dejándole tener privacidad si así lo pedía él.
***
Cuando hablaron con Lori, ella entendió rápidamente la situación y fue capaz incluso de admitir su parte de la culpa, ahora que tenía esa nueva etapa en su vida, podía sentir más empatía por los arranques que llego a mostrar su pequeño hermano y también se lamentó de los que ella misma tuvo a lo largo de esa disputa tonta.
Sus estudios estaban avanzando de manera inmaculada, justo como siempre lo hicieron, por lo que sus padres utilizaron aquello como un refuerzo positivo, dándole halagos por su desempeño escolar, así como formando la promesa con ella de un regalo material que compensara todo su arduo esfuerzo tanto dentro de la familia como en la escuela. Y si bien para ella eso sonaba como algo gratificante, su principal preocupación en ese momento fue hablar con sus padres sobre la determinación que tenía en ese momento. Era la oportunidad perfecta ya que Lincoln pareció conseguir ponerlos de buen humor pese a la tensa situación en la que la familia se vio envuelta, pero no desaprovecharía la oportunidad sin importar si fue ella o fue alguien más quien consiguió el buen humor de sus padres. Con toda la entereza que pudo, y habiendo repasado sus palabras en su mente varias veces ya, contó con detalle la elección que tomo para su vida futura, siendo su primer paso el estudiar en una escuela de leyes.
Lo había planificado todo, reviso tantas retículas como pudo y también corroboró las escuelas y sus planes becarios y de estudio. Tenía bastante tiempo para prepararse aún, pero no quería dejar nada a la deriva, incluso su orientadora vocacional le dio el visto bueno a tomar aquella decisión a tan temprana edad. La escuela estaba lejos, pero valdría la pena ya que ofrecían becas bastante grandes y también tenían un costo de matricula relativamente bajo en comparación a otras escuelas con reputaciones similares. Esperaba que sus padres fueran reacios y que, si las cosas iban bien, comenzarían a negociar cada uno de los puntos que ella presento, pero sin contar lo compungida que se veía su madre ante la idea de que su primer hija dejara la casa a penas termine la preparatoria, los dos estaban bastante receptivos a la idea de ella estudiando aquella carrera. Eso la motivo mucho más y comenzó a esforzarse en mejorar sus notas, convencida de que eso le ayudaría a asegurar su beca con mayor certeza.
La plática con la segundogénita fue con un enfoque completamente diferente, a ella no le afecto la ausencia de Lincoln ni tampoco su peculiar actitud pues él no dejo de cuidarla en ningún momento. Lamentablemente podía sentir el ambiente enrarecido que surgió de los roces entre sus hermanos, causando en ella mucha ansiedad, pero nada que estuviera fuera de control. Desde antes de su diagnostico, Leni asistía de manera periódica a un psicólogo para atender sus dificultades sociales, sus problemas de aprendizaje y también su inmadura forma de enfrentar sus emociones. Con ella la única necesidad que tenían los padres es la de hacerle entender que todo estaba bien y que nada de lo sucedido era por culpa suya. Asegurarle también a la rubia de enorme sonrisa que todo volvería a la normalidad era otra necesidad la cual atendieron rápidamente, pues Leni necesitaba volver a su estado de rutina o comenzaría a tener problemas de ansiedad en forma de ira como ya el tiempo se había encargado de enseñarles que sucedía.
Para poder hablar con su tercera hija, los padres antes tuvieron que hablar muy seriamente entre ellos, desglosando tanto como pudieron sus finanzas y esperando encontrar la manera de explicar apropiadamente a su hija la situación actual y como eso podría terminar por afectar en la actividad a la que ella estaba tan apegada y en la que tanto de su tiempo e interés invertía. A pesar de que Rita había conseguido ese segundo empleo como columnista del periódico local y su participación como corresponsal en el periódico estatal, la paga extra era bastante reducida. Apreciaba las conexiones que había estado consiguiendo desde que comenzó a trabajar ahí, pero lo cierto es que jamás habría pedido aquel trabajo de no ser porque su esposo se aventuro a emprender, convenciéndola de que era la mejor opción para una familia como la suya. Sin dejar su trabajo como analista de datos, Lynn tomó la aventurera idea de hipotecar la casa para conseguir el dinero necesario para comprar un negocio abandonado y remodelar el lugar para convertirlo en un restaurante en el que él mismo tomaría el rol de chef. Se sentía orgulloso de haber hecho aquello, pese a saber que el retorno del dinero que invirtió tardaría un tiempo en ser percibido, pero pese a eso consiguió persuadir a su esposa de hacerlo, así como de convencer también a su hija mayor, a la cual consideraban con edad y madurez suficiente para ser parte de aquellas platicas, aunque no tanto como para dar validez a sus sugerencias.
Con todos esos gastos, incluyendo ahora los de las terapias individuales que la familia debía de atender, los padres hicieron saber a Luna que el ritmo al que solían colmarla de instrumentos nuevos, se vería profundamente afectado, por no decir que incluso sería detenido. Se sentían mal por hacer eso, ya que siempre que le compraban un instrumento, lo cierto es que en parte era la misma Luna quien pagaba por el mismo dando uso de los premios en efectivo que ocasionalmente llegaba a obtener. Pero ahora su progreso se vería entorpecido por culpa de la falta de dinero, o al menos eso creían ellos. Con mucha calma, Luna les dijo que no había ningún problema con ello e incluso les animo a vender parte de su colección bajo la preocupación que sentía por lo que sus padres le expresaban. Pero a ella en realidad no le preocupaba mucho conseguir nuevos artilugios musicales, así como tampoco le importaba tanto seguir consiguiendo todos esos reconocimientos que iban a parar a la vitrina del comedor. Para la total incomodidad de sus padres, quienes recordaron algunas de las cosas dichas por el psiquiatra tras leer la valoración del psicólogo, a Luna le importaba mucho mas arreglar las cosas con Lincoln. Y la forma en que expresaba sus deseos de reconciliación era ciertamente desconcertante. Seguramente sería una buena idea prestar más atención a ella de ahora en adelante, tratando de prevenir que la confusión por la que Luna atravesaba, terminara por darle una idea equivocada de lo que podía ser o no su relación con su hermano menor.
El enfoque con la cuarta hija, por otro lado, se vio influenciado por el camino que decidieron tomar también con la quinta. Tratando de hacerle sentir mas cómoda y participe de su actividad extra escolar, los padres volvieron a hablar sobre el teatro de una forma que consiguiera interesar a Luan, quien pese a tener poco tiempo practicando aquel arte, ya poseía el respaldo y cargaba con la expectativas de los responsables de aquel club cultural. Lo habían intentado anteriormente sin mucho éxito, pues Luan participaba en aquella actividad más como una forma de complacer a sus padres que por un interés personal en ello, por lo que decidieron convencerla de que el teatro sería algo bueno para ella.
Para empezar, podría desarrollar su histrionismo en general, algo que era bueno pues en muchas ramas de la comedia, aquello podía ser bastante bien aprovechado. Los ejercicios vocales que practicaban en el club le podrían ayudar a mejorar su dicción antes de hacer alguna de sus presentaciones informales con las que suele entretener a sus hermanos. Los ejercicios físicos le ayudarían a tener una buena condición y con ello ser capaz de usar la extensión completa de un escenario cuando llegue a presentarse en uno, así como también le haría más sencillo mantener su respiración bajo control si las presentaciones se volvían muy interactivas o prolongadas. Los ensayos a puertas abiertas, así como las presentaciones formales, le permitirían ganar confianza y no sentirse tan intimidada frente a grandes grupos. El acto mismo de la actuación podría darle libertad al momento de interpretar personajes como ocasionalmente lo hacía en sus rutinas cómicas, las cuales eran muy dispersas y sin una dirección clara. De la misma manera, trabajar en equipo con el resto de sus compañeros seguramente le ayudaría a ser más organizada y puntual, mientras que también practicaba la tolerancia y el compañerismo, valores que seguramente le servirían en el futuro para muchas cosas en la vida.
Siendo Luan una niña con TDAH, ambos padres se dieron su tiempo para preparar sus puntos e incluso su discurso, tratando de hacerlo simple y muy entretenido para evitar que su hija pierda la atención al instante. En realidad eran malos para eso, pues Luan tenía muchas dificultades para sentirse interesada en el tono tan entorpecido e incomodo que sus padres usaran cuando hablaban de algo serio con ella. Pero los amaba, así que también procuraba hacer un esfuerzo en escucharlos y no defraudarlos. Por momentos parecía que Luan estaba a punto de orinarse encima dada la forma en que apretaba y frotaba sus piernas mientras estaba sentada, en otras ocasiones parecía estar a punto de quedarse dormida al hacer parecer que sus parpados le pesaban una tonelada y le costaba separarlos. También llegaba a ser molesta cuando levantaba con velocidad sus talones para enseguida golpearlos contra el suelo rápidamente de forma errática, manteniendo la punta de sus pies pegadas al suelo y en otras ocasiones generaba una sensación de incomodidad por la forma en que jugaba con sus dedos de manera nerviosa mientras ocasionalmente volteaba su vista de manera veloz a todos lados, como buscando algo más que hacer.
Pese a que la preparación para esa platica con su hija les tomo cuatro días dado la reticencia para enfrentarla siendo ella una de las más conflictivas hasta ese momento, lo cierto es que la charla en si fue bastante corta. Pese a que Luan era ya bastante mayor, sus padres aún estaban aprendiendo a cómo lidiar con ella y como tratarla de manera correcta sin causarle más complicaciones. Pero era entendible que les tomara tanto tiempo, esos padres debían lidiar con hijos muy peculiares. Leni con su complejo caso de Discapacidad Intelectual anidado a un patrón de conducta dentro del Espectro Autista era la más difícil de lidiar de entre todas ellas. Recientemente Luna, preocupando cada vez más a los médicos familiares por el desarrollo constante en su Complejo de Hermano, que pese a las repeticiones de que aquello no era de preocupación, no podía dejar de hacer sentir a los padres cada día más nerviosos. Luan y su problema de atención y constante desinterés en las relaciones interpersonales, así como la reciente advertencia de un complejo similar al de Luna. Lenna y su similitud a su hermana mayor inmediata, mostrando aquella falta de interés por las interacciones sociales fuera de la que su propia familia le proveía, haciendo notar en ella indicios de algún tipo de Ansiedad Social, pero nada que el psicólogo pudiera mencionar de manera categórica aún. La pareja de gemelos, siendo que él varón y su peculiar forma de interesarse o perder el interés de manera arbitraria, haciendo que sus padres sientan un miedo constante a que tenga aquello de lo que Luan padece, pero no dando indicios claros ni fehacientes de que sea así; o la gemela y su desproporcionado y ya muy fuera de lugar apego a su hermano, que pese a no afectar en absoluto a su vida cotidiana ni desarrollo, permeaba fuerte en la forma en que le gustaba o no hacer las cosas. Y por ultimo su pequeña Lucy, la cual no solo tuvo que nacer con aquella delicada condición física que jamás la pondría en peligro, pero si la tendría limitada el resto de su vida, mostraba también una conducta atípica para su edad en forma de aquel mutismo casi total que en un principio hizo a los médicos diagnosticarla con algún tipo de discapacidad cognitiva, puede que una física que le impida hablar de manera correcta, pero que al final se descubrió era solo una decisión consciente de la pequeña. Con miedo, esperaban que sus gemelas no presentaran nada tan particular y conspicuo en su comportamiento al momento de crecer, así como su siguiente hija con tan poco tiempo de nacida. No podían darse abasto con sus hijos actuales para entenderlos a cabalidad y para tratarlos de la forma correcta, así que sería mucho más difícil lidiar con todo si más de sus hijos mostraban conductas así.
***
Disfrutando de la paz y tranquilidad que representaba ser acosado ahora únicamente por dos de sus hermanas, Lincoln pudo al fin tener tiempo para sí mismo y para aquellas cosas que tanto le gustaban. Era una etapa dorada para el niño de cabellera plateada. Su mesada era gastada únicamente en comics, ocasionalmente en la compra de películas y con estas se dedicaba a pasar tiempo de calidad consigo mismo, pues pese a que de buena fe intento que sus hermanas se integraran y aceptaran sus gustos, a ninguna de ellas parecía importarle mucho aquellas actividades. Afortunadamente no estaba del todo solo, Lucy en algún punto había comenzado a pasar tiempo con él mientras veía sus películas de terror, las cuales en su mayoría eran de bajo presupuesto y con actuaciones exageradas, pero que siempre conseguían mantenerlo entretenido.
Como el hermano atento que siempre fue, no descuido a sus hermanas y estuvo pendiente de ellas tanto como lo había estado anteriormente, pero afortunadamente para él, sus padres cumplieron su palabra de hablar con ellas y hacerles entender que necesitaba su propio espacio. También pudo sentirse más tranquilo ya que realmente habían dejado de necesitarlo tanto como antes pues cada una había conseguido comprometerse una vez más con aquello que les gustaba hacer. De la primera que notó aquel cambio fue de Lori, quien parecía estar muy aplicada en sus estudios, incluso más antes. Tanto tiempo como para pasar gran parte de la tarde en su habitación, sentada frente a su escritorio, repasando sus apuntes y haciendo pruebas de simulacro para acceder a la preparatoria. Pero extrañamente se veía muy motivada, incluso podía decirse que se veía feliz poniendo todo ese empeño y gracias a eso, había perdido también aquella fijación que tenia por su apariencia tan peculiar por culpa de todos los problemas que la pubertad le hizo pasar. Pero a Lincoln le gustaba verla feliz, por lo que cada vez que tenía el tiempo, volvía a prepararle refrigerios que llevaba hasta su habitación para evitar que interrumpiera sus sesiones de estudio.
Leni consiguió fijar su atención en sus actividades y una vez mas recibía atención gracias a sus obras de arte, especialmente ahora que además de mezclar diversas técnicas de pintura, Leni usaba también sus conocimientos adquiridos en el club de corte y confección para diseñar modelos de ropa que pegaría sobre los personajes de sus obras. Era para Lincoln hilarante ver esas pinturas, pero tal parecía que los adultos amaban la forma en que se veían porque no dejaban de adular a su hermana especial. Luna, ahora más limitada en sus adquisiciones, paso sus esfuerzos en la música de aprender cada instrumento posible, a formar una banda escolar, esto después de haber tomado la decisión de unirse al club de vientos y al club de cuerdas de la escuela, haciéndose notar aún mas que cuando solo estaba en el club de música, donde se enfocaban en la parte teórica para que eventualmente los participantes brincaran a algún club practico. Luan por otra parte, pasó de ser una niña descuidada, algo tosca y también muy poco comprometida a una que atendía con diligencia todas sus actividades en el club de teatro, lo cual era bueno incluso si solo ahí mostraba un cambio notable. Lenna, un poco para pesar de Lincoln y su gemela, terminó por pasar cada vez menos tiempo con ellos pues, tras hablar con sus padres una vez más, al final la convencieron de entrar a un equipo deportivo escolar. Aunque no parecía muy contenta con eso, Lenna ciertamente parecía estar consiguiendo amigos en la escuela, por lo que no pudo evitar sentirse alegre por ella.
Su gemela, al igual que siempre, permaneció a su lado tanto tiempo como podía, pero ahora con menos insistencia pues así como Leni, ella también practicaba su arte de manera más formal y, dentro de la escuela, había decidido entrar al club de lectura y redacción motivada por las actividades extra escolares de sus hermanas mayores, donde parecía estarse divirtiendo y aprendiendo muchas cosas nuevas, pero sobre todo haciéndose más popular aún. Pero a Lincoln lo que más le gustaba de todo eso era el tiempo que tenia para sí mismo gracias a no tener que atender todo el día a sus hermanas. En casa podía tranquilamente leer sus comics y divertirse con ello, o bien viendo sus películas de terror baratas, aunque para ello debía hacer una agenda, pues pese a todo aun debía ayudar a sus hermanas y por poco que lo hiciera, eran bastantes y le quitaban tiempo, pero no lo desanimaba a buscarse la oportunidad de pasar una noche frente al televisor asustado ante lo que veía, especialmente ahora que Lucy le acompañaba la mayoría de la veces viendo con él esas películas.
Pero de entre todo lo nuevo que estaba pasando para el pequeño peliblanco, quizá la recompensa más grande fue el tiempo libre que tenia dentro de la escuela al ya no estar obligado a almorzar con sus hermanas, quienes ahora tenían cada una su propio círculo de amigos gracias a sus actividades, así como tampoco debía acompañarlas por la tarde al terminar las clases ya que, una vez más, ellas estaba ocupadas con sus asuntos. Gracias a eso, Lincoln pudo al fin tener tiempo para hablar con sus compañeros de clase y congeniar con algunas otras personas dentro de la escuela, rescatando de entre todos ellos a quien rápidamente se convirtió en su primer amigo: Clyde.
Fue tan simple como quedarse uno de aquellos días en el salón de clase durante el almuerzo, no era el único que hacia eso ni tampoco sería el último, pero en esa ocasión, mientras leía un comic solo para entretenerse, confiado en que al ser la hora del almuerzo los profesores no le dirían nada, alguien se le acerco y le advirtió que guardara aquel tomo, pues un profesor pasaría a dar un vistazo al salón. La sorpresa de Lincoln fue mucha, quien le habló fue el niño callado que siempre estaba en la esquina más oscura del aula, ese que era bastante nuevo dentro de la escuela, aquel que pese a estar en una escuela con tanta diversidad étnica, resultaba ser el único de piel verdaderamente negra, al menos en la primaria, seguramente en años superiores algún otro afroamericano debería haber.
—Pero, es la hora del almuerzo, no deberían regañarme por leer algo— comentó Lincoln, seguro de que tenía razón y confiado en que no recibiría reprimenda si le encontraban leyendo aquella revista con viñetas.
—No, el reglamento dice que no debes traer a la escuela ningún tipo de entretenimiento que no sea propio de la escuela— afirmó el niño de piel negra, viéndose bastante nervioso al momento de hablar—. Si hubieras tomado prestado el comic de la biblioteca, no te dirían nada, pero si saben que lo trajiste de tu casa, te lo van a confiscar. Me hicieron lo mismo, por eso leí el reglamento escolar completo, para que no me quitaran nada más.
—¿¡Te quitaron un comic!?— preguntó Lincoln muy exaltado, mientras presuroso escondía su comic en su mochila— Eso no es justo, era tuyo.
—Papá tuvo que venir a la escuela y hablar con el profesor para que me lo devolviera, así que lo recuperé, pero sería mejor si te evitas problemas.
—Gracias por avisarme… ¿Cómo te llamas?
—Clyde.
—Soy Lincoln— ofreció su mano para un saludo—, ya que no podre leer mi comic, ¿quieres acompañarme al comedor para comer algo?
—Supongo que si…
Lincoln caminó en dirección al comedor escolar, sin revisar si aquel niño estaba realmente tras de él, por lo que no lo vio apresurar su paso de manera nerviosa mientras lo seguía. El peliblanco en realidad no tenía hambre, pero ahora que no podría leer su comic necesitaba una forma de distraerse, y conocía pocas formas de ello además de simplemente comer algo.
—¿Qué libro te quitaron?— Lincoln tomó por sorpresa a su acompañante al hablarle repentinamente después de pasar un buen rato en silencio.
—Pues, fue un comic también…
—¿¡En serio!? ¿Cuál fue?
—Se llama Carnival Quarter…
—Lo conozco, también lo he leído algunas veces. Es muy divertido, da mucha risa esa historia. Pero a mí me gusta más Ace Savvy. ¿Lo conoces?
—Si, lo conozco, pero no me gustan mucho las historias de héroes, prefiero historias que me hagan reír.
—Ace Savvy es muy gracioso, pero solo cuando no está peleando contra enemigos.
—Pero él siempre está peleando contra enemigos.
—No es verdad. Cuando lees los tomos, las páginas centrales siempre son una ilustración de algún personaje, pero las tres páginas anteriores y las tres posteriores son historias cortas donde Ace hace cosas normales y muy divertidas. No pelea con nadie y tampoco hace nada espectacular, solo hace cosas de normales y a veces se encuentra con enemigos y aliados, pero los trata a todos como amigos, y siempre hacen cosas tontas y se divierten.
***
Al día siguiente Lincoln se sintió emocionado de ir a la escuela, algo que difícilmente le ocurría en su cotidianeidad, pues a pesar de ser alguien con buenas notas, en realidad le costaba mucho concentrarse en sus clases y más aún estudiar por su cuenta. Durante las clases su principal dificultad era mantenerse atento a lo que su docente en turno le impartía, no le gustaba mucho aquella actividad pues consistía en estar sentado por mucho tiempo escuchando a alguien con una voz monótona frente a él diciéndole cosas que le aseguraban serian muy importantes en su vida, pero que al salir de la escuela nunca ocupaba para nada que no fuera hacer sus tareas. Y pese a que algunas clases eran de hecho bastante divertidas cuando se abordaban ciertos temas, la norma general era escuchar cosas aburridas o copiar textos que el profesor escribía en aquellos arcaicos y algo desgastados pizarrones. Era también molesto para él tener que sentarse siempre al frente de la clase, especialmente porque no lo hacía por gusto, pero si no recurría a los asientos más próximos al pizarrón, a Lincoln se le dificultaría de sobremanera poder leer lo que estaba escrito en ellos. Ya el simple hecho de estar a media aula ocasionaba que Lincoln viera solo garabatos ininteligibles donde se supone que sus profesores hacían apuntes relevantes. Y de alguna manera estar al frente también era una forma auto impuesta de disciplina pues siendo tan inquieto como podía llegar a serlo, era muy común que su mente se disociara por completo de la clase, algo que hacía de forma muy evidente, por lo que estando frente al docente de turno seria rápidamente reprendido por él y podría devolver su atención a donde se supone que debería de estar.
Sin una razón en específico, Lincoln comenzó a usar los lugares en la segunda fila del aula, considerando aquellos puestos bastante más reconfortantes por una razón en específico: estar cubierto. En la segunda fila Lincoln aun era perfectamente capaz de leer lo escrito en el pizarrón, de la misma forma que los docentes podían verle y reprenderle en caso de que estuviera divagando, pero al tener a alguien frente a él, la segunda fila le brindaba una extraña confianza que no sabía que quería o necesitaba, pero que disfrutaba mucho de tener. Teniendo a alguien frente a él, de así quererlo, podría esconder aquellos tics nerviosos que sus docentes parecían odiar tanto y que en realidad Lincoln no podía controlar en absoluto. Surgían de forma natural, espontanea y sin que él pudiera notarlo en la mayoría de los casos, pero siendo que eso era algo que él hacía desde hace mucho tiempo, jamás llego a considerarlo como algo malo, o siquiera extraño. Sabía bien que era algo muy personal tomando en cuenta que jamás vio a ninguno de sus compañeros recurrir a algo así a menos que estuvieran en exámenes, pero para él era algo muy común, y por tanto se veía constantemente en él, llamando la atención de los docentes que consideraban aquellos movimientos y conductas como una distracción para el resto de los niños en el aula.
Estar siempre en el centro de atención de los mayores, así que los compañeros de Lincoln no se sintieran muy atraídos a la idea de congeniar con él, limitándose la mayoría de las veces a responder a las formas tan educadas que tenía el peliblanco para pedirles algún favor menor o al saludarlos por las mañanas, siendo aquella una curiosa costumbre que el niño tenía. Aunque él no lo sabía, entre sus compañeros tenía una reputación no muy favorable, la de ser el niño raro de la clase, cosa que a al pequeño amable realmente no le afectaba mucho. Era cierto que Lincoln no tenía amigos por aquella reputación de la que no estaba enterado, pero siendo aquello algo intrínseco en él, le acompaño toda su vida y por tanto normalizo ese aislamiento en el que pasaba sus días escolares. Jamás tuvo la oportunidad de cuestionarse si aquello era algo bueno o malo porque no solo era lo normativo para su vida diaria sino que nunca le causo un mal sabor de boca. Era cierto que a veces se sentía algo solo por no ser invitado a las conversaciones que sus compañeros tenían o ser recibido de manera tibia cuando intentaba ser parte de las mismas, pero nunca nadie le había dicho nada malo, por lo que no podía ver problemas con el trato que recibía en aquel recinto escolar. Y tampoco es que estuviera en silencio total o ajeno a todos sus compañeros, si él hablaba con alguien, aunque no fuera de la manera más alegre, recibiría una respuesta, y aun si eso no ocurriera, fuera de clase tenia oportunidades de interactuar con más personas. Claro está, aquello ocurría en la hora del almuerzo, en el comedor para ser especifico, donde en algún momento sus hermanas y él se adueñaron de un par de mesas donde siempre se sentaban para comer y estar los unos con los otros como en casa, con la pequeña diferencia de que en el almuerzo muchas personas se acercaban a ellos, o mejor dicho a sus hermanas, para tratar de entablar conversaciones con ellas. O al menos con la mayoría.
Para Lincoln la oportunidad se presentaba gracias a su gemela, quien siendo muy apreciada por sus compañeros de clase se veía rodeada por ellos en aquellas ocasiones y, para fortuna del peliblanco, esos compañeros solían ser muy amables con él, llegando incluso a incluirlo en las conversaciones o respondiendo a sus palabras sin tanto desanimo como en su propia clase sus compañeros lo hacían. Así eran los días para Lincoln, siendo el niño raro de su clase sin estar enterado de eso, y aceptando la idea de que pese a que sus compañeros conversaban y jugaban entre sí, el debía permanecer de preferencia sentado y en silencio en su asiento en los pequeños descansos entre clases, distrayéndose al cobijo de su muy entrenada imaginación. Y durante los almuerzos iría con sus hermanas y podría hablar con ellas y con sus amigos. No podía ser algo malo tener una vida escolar como esa tomando en cuenta que Lenna pasaba por algo muy similar a él, o al menos así es como Lincoln lo interpretaba, pero lo cierto es que sus casos eran mejor definidos como opuestos. Después de todo a Lincoln le gustaría encajar con sus compañeros, pero se limitaba a sí mismo para no molestarlos ya que ellos no se veían muy interesados en eso, mientras que a Lenna sus compañeros en realidad si la intentaban incluir y hacer parte de sus actividades estando interesados en ella, pero era la misma Lenna quien teniendo poca paciencia para hablar con otras personas que no fueran sus hermanos, les daba a veces respuestas secas y algo groseras. Mientras que Lincoln era un alienado por ser quien era, Lenna se alienaba a si misma por culpa de su comportamiento, pero aun así era activamente incluida dentro de su clase.
Pero eso ahora daba igual, desde esa primera conversación con Clyde, Lincoln pudo mantener sus interacciones de manera constante y pese a que en realidad era él quien parecía presionar un poco para hacer salir a aquel chico negro de su silencio, igual existía entre ellos mucha afinidad. No era únicamente el hecho de que ambos leyeran comic, lo cual si era bastante relevante, pero no tanto como el hecho de que Clyde era hombre. Amos lo eran, y eso de alguna forma era relajante para Lincoln, lo hacía sentirse mucho más tranquilo y también le generaba una extraña pero agradable confianza que hasta ese momento no había sido capaz de experimentar. A Clyde no debía cuidarlo, ni tampoco ser muy amable con él, no debía cuidarlo ni tampoco tratar de complacerlo, no debía atender sus necesidades afectivas ni tampoco someterse a su contacto físico atosigante. Sin mencionar el hecho de que Clyde tampoco parecía tener conductas ni carencias remotamente similares a las de sus hermanas, así como también estaba el hecho de que ambos eran hombres, por lo que sin entender muy bien cómo es que sucedía, Lincoln podía notar que entre ellos no existía ese muro permanente que con cada una de sus hermanas mayores si parecía imposible de derrumbar. Aunque era algo sencillo, para Lincoln resultaba indescifrable como es que la compañía de Clyde parecía ser tan distinta, pese a poder enumerar cada una de las razones. No se le podía culpar por ello, después de todo, aunque ya no era tan pequeño, seguía siendo muy ingenuo e inexperto en prácticamente todo lo que representaba a interacciones. Pero no era de importancia, Lincoln no tenía el tiempo, las ganas ni la capacidad para hacer reflexiones al respecto, lo que le interesaba era seguir pasando el rato con ese niño.
Por las mañanas, antes de que las clases comenzaran, permanecían fuera del aula, sentados junto a la entrada del aula solo para platicar sobre comics, pues aunque era algo peligroso hacerlo de esa manera, ambos habían comenzado a llevar algunos de los números en su posesión para intercambiarlos. Lo hacían por la tarde, cuando las clases terminaban, sacaban de sus mochilas aquellas revistas de súper héroes y hacían el intercambio antes de despedirse e ir cada uno hacia el auto de sus padres. Y la mañana siguiente tomaban asiento en el suelo junto a la entrada del aula para poder platicar tranquilamente sobre lo que leyeron la noche anterior, tratando de explicarse entre si las cosas que veían en esas viñetas y la mayor parte del tiempo riendo al recordar las bromas que muchas veces se presentaban en esos comics. Entre clases, en aquellos pequeñísimos espacios de tiempo que a veces no llegaban a sumar siquiera un minuto completo, ambos se levantaban de sus asientos para acercarse y hacer algún comentario irrelevante sobre la clase y lo aburridos o emocionados que estaban respecto a la misma. Durante el almuerzo ellos caminaban juntos hacia el comedor escolar y pasaban un rato agradable hablando mientras comían sus alimentos, eso era divertido ya que si bien a Lenna y a su gemela aun les preparaban almuerzo en casa, a Lincoln ya no le daban ese lujo, recibiendo ahora una cantidad diaria para que comprara algo en la cafetería escolar. Por lo general Lincoln solo compraba algo simple y guardaba su cambio para gastarlo en un futuro, pero ahora que pasaba el almuerzo con Clyde, procuraba hacerse de una comida completa para que al estar sentados, ambos iniciaran una curiosa actividad que consistía en intercambiar cosas de sus loncheras, lo cual ambos disfrutaban mucho. Mientras que Clyde aprovechaba aquello para deshacerse de la comida extra nutritiva e insípida que sus padres le preparaban para mantenerlo sano y a cambio consiguiendo algunos dulces o comida chatarra de Lincoln, quien la compraba en la cafetería, para Lincoln era la oportunidad para hacer justamente lo opuesto. Aunque nunca lo había notado con anterioridad, cando dejaron de hacer su almuerzo Lincoln se dio cuenta de que su padre en realidad cocinaba de una forma muy deliciosa, pues en comparación con la comida que vendían en la cafetería su padre preparaba lo que podría llamarse un manjar. En parte era por eso que Lincoln solía no gastar mucho en sus almuerzos, pues no los disfrutaba al no ser cocinados por alguno de sus padres, pero ahora que Clyde intercambiaba cosas con él, podía saborear algo casero de nuevo en la escuela, y pese a que los padres de Clyde no estaban ni por asomo cerca del nivel de su padre, Lincoln aun podía notar como lo que ellos preparaban seguía siendo bastante mejor que lo ofrecido en la cafetería.
Apenas un mes después de conocerse, Lincoln y Clyde eran ya bastante inseparables, tanto así que incluso habían encontrado la manera de sentarse al lado el uno del otro pese a que los asientos estaban asignados por orden de lista y gracias a ello y un poco de comprensión por sus peticiones, Lincoln solía estar siempre al frente, mientras que a Clyde le toco el asiento mas al fondo de la clase pues, pese a que ese lugar se suponía seria provisional mientras lo integraban al grupo, al final nunca le reasignaron un asiento, dejándolo en el fondo de la clase. Pero notando eso, Lincoln trato de conseguir la forma de estar juntos, cosa que no fue tan difícil si se tomaba en cuenta sus apellidos, pues al hacer la lista y el diagrama, Lincoln noto que de hecho les correspondía estar uno al lado del otro, o casi al lado del otro ya que a Lincoln le correspondía el asiento E5 mientras que a Clyde le correspondía el F4, por lo que el niño de piel negra estaría sentado en la diagonal derecha frente a Lincoln, algo que bastaba para ellos y razón por la cual comentaron a su profesor encargado y consiguieron la reasignación de lugares. Fue un pequeño sacrificio para Lincoln quien a esa distancia del pizarrón tenia complicaciones leer lo que se escribía sobre el mismo, pero seguía siendo divertido poder estar cerca de Clyde durante clases.
Al compartir su tiempo con Clyde, haciendo al fin cosas que le gustaban y no necesariamente teniendo que acoplarse a lo que sus hermanas querían, Lincoln al fin podía poner en práctica sus ideas y también expresar sus ideas, siendo que la mayoría de las veces su nuevo amigo la aceptaba con mucha facilidad e incluso le hacían reír ocasionalmente. Gracias a eso, y sin que Lincoln pudiera darse cuenta de ello en realidad, él perdió aquel hábito de fantasear despierto y con ello también perdió bastante rápido ese hábito involuntario de repentinamente actuar aquellos escenarios que aparecían en su cabeza con la intención de distraerse. Ya no era necesario, pues ahora podía hablarlos con Clyde, y también actuarlos junto a él, después de todo el afroamericano aunque muy reservado en un inicio, rápidamente termino por relajar su comportamiento ante la presencia del peliblanco, haciéndose alguien mucho más ameno y también bastante más abierto y platicador. Para ambos aquella pequeña amistad infantil, tan fortuita como fue, les dio resultados que realmente no esperaban. Pero que aceptaron de manera inmediata, especialmente Clyde, quien siempre estuvo ligado a cierta soledad producto de su ser tímido y esquivo.
Aunque para la mayoría de sus compañeros Lincoln era alguien interesante, realmente ninguno estaba muy dispuesto a interactuar mucho con él. Ciertamente era alguien divertido y tenía aquella apariencia tan genial y extravagante causada por su peculiar color de cabello, sin mencionar el pesado y poderoso hecho de ser hermano menor de Lori y Leni, dos chicas que pese a ser por razones completamente diferentes eran de las más reconocidas en la escuela e incluso fuera de la misma. No solo eso, el resto de sus hermanas eran también muy notorias en la escuela, y aunque su gemela era relativamente popular en su curso, Lincoln siempre fue menos popular debido a su extraño comportamiento dual, pues aunque el Lincoln normal le agradaba a todos por igual, el Lincoln alocado era simplemente demasiado para que los niños de su edad se sintieran cómodos, especialmente porque parecía ser alguien algo loco al hacer esos cambios de manera repentina. En medio de una conversación común y corriente él podría estar participando sin agregando su punto de vista o diciendo algún comentario curioso para en seguida decir que era un astronauta o incluso pretendiendo ser un héroe o artista marcial. Nunca hizo daño a nadie, y realmente no parecía hacer aquello de forma disociada, solo era que comenzaba a jugar sin previo aviso y ello causaba que sus compañeros se incomodaran teniéndolo cerca, por ello lentamente se limitaron a responderle y ser amables con él, pero no a invitarlo a ser parte de lo que hacían. Pero en solo dos meses, en que los compañeros notaron aquella amistad nueva en el grupo, pudieron ver a Lincoln como alguien más tranquilo, o al menos como alguien menos incomodo. Cuando hablaba con Clyde, Lincoln era muy divertido y expresivo, y aunque de vez en cuando aun actuaba muy exagerado, ya no era algo constante y parecía hacerlo solo para enfatizar algunas cosas, sin mencionar que al igual que sus hermanas mayores o que su gemela, él tenía una radiante sonrisa que atrapaba la mirada rápidamente. En realidad, la principal razón por la que sus compañeros de clase comenzaron a incluirlo después de que se amisto con Clyde fue porque, al ser gemelos, Lincoln tenia también ese extraño atractivo de su hermana y esa aura llamativa por culpa de su cabello, incluso muchos lo consideraban lindo ya que, siendo Lincoln un niño criado entre niñas, tenía bastante manierismos femeninos que la mayoría no había notado antes ya que él no tenía la oportunidad de mostrarlos.
Cuando entro a su nueva escuela, Clyde tuvo graves problemas para incorporarse debido a las muchas circunstancias peculiares que rodeaban a su vida. Eran muchas para ser enumeradas pero sin duda las que más le afectaban eran las más evidentes, siendo su apariencia la que mas resaltaba. Aunque sabía que no era el único, lo cierto es que desde que tiene memoria Clyde se ha topado a muy poca gente con su tono de piel, tan poca que podía contarla usando solo los dedos de su mano, eso evidentemente le hacía resaltar entre la mayormente blanca piel de los niños que habitaban su antiguo hogar, así como de los que se encontraban en su escuela actual, eso lo molestaba bastante ya que siendo desde siempre un niño tímido, le incomodaba ser el centro de atención. También estaba la sensación de incapacidad que le generaba el ser tan sobre protegido por uno de sus padres, y si, el hecho de tener dos padres era algo que si bien no le avergonzaba, si causaba reacciones mistas en quienes lo sabían. Por ello cuando entro a esa nueva escuela, se sintió en parte aliviado de que su asiento fuese al fondo de la clase, donde nadie podría verlo desde atrás o molestarlo, y pese a que en algún momento realmente esperaba la reasignación de su lugar y con eso animarse a hablar con algunos compañeros tal y como sus padres le sugerían, lo cierto es que nunca se animo a mencionarle a sus profesores como es que nunca hicieron ese cambio para él. Siempre que miraba a sus compañeros en los descansos, podía verlos ya en grupos definidos, las amistades ya se habían entablado y eso le parecía intimidante a Clyde, quien no era capaz de acercarse a nadie para tratar de conversar, de la misma forma que nadie estaba muy tentado a acercarse a él para hablar al ver como siempre desviaba la mirada y pasaba la mayor parte del tiempo agachando su mirada y encogido en su asiento. Pero no era el único en esa situación, pues tanto Alan como Lincoln pasaban por situaciones muy similares. El primero completamente ajeno a la mayoría de sus compañeros, pero hasta donde sabía aquello era por su condición médica, mientras que el segundo, pese a si hablar con la mayoría de sus compañeros de vez en cuando, parecía preferir estar en soledad. Aunque no era algo bueno, ver eso le reconfortaba un poco, al menos podía decir que no era el único chico solitario y marginado de la clase. A veces incluso imaginaba que ellos dos lo invitaban a pasar el rato y terminaban por convertirse en algo parecido al grupo de inadaptados del aula.
El resultado de aquella amistad fue para ellos muy emocionante, pues ahora sus compañeros verdaderamente estaban interesados en incluirlos en sus actividades después de notar a Lincoln comportarse de forma menos exagerada y notando que Clyde no era tan antipático como aparentaba. Y aunque Lincoln no tenía una reputación similar a la de sus hermanas, llena de logros, seguía siendo parte de esa peculiar familia, lo que hacía que sus compañeros estuvieran expectantes a lo que hacia dentro de clases. Todo iba increíblemente bien para ellos en ese punto. Estaban viviendo al fin una vida escolar normal, dejando atrás esa marginación en la que solían refugiarse y desarrollándose al fin como personas normales. Clyde tenía todo el apoyo de sus padres, por lo que fácilmente podría mejorar sus conductas y adaptarse a ese nuevo tipo de interacciones. Lincoln probablemente tendría problemas.