Al regresar a casa, Naomi disfrutó de un baño relajante, pero no podía apartar de su mente los momentos que había compartido con Kotaro. Las palabras de Sakura, llamándola "la novia de Kotaro," le provocaron un leve rubor y una sonrisa involuntaria mientras se encontraba desvestida en su habitación. Con suavidad, pasó su mano por el pecho, recordando la cicatriz en el torso de Kotaro que había visto la tarde anterior. Las preguntas no tardaron en surgir: «¿Qué le habría ocurrido para llevar tantas marcas?» Sus brazos también estaban marcados, con cicatrices y quemaduras que despertaban en Naomi una mezcla de curiosidad y preocupación. «¿Será cierto lo que dicen en la escuela? ¿Realmente estuvo en peleas y pandillas?»
Perdida en sus pensamientos, Naomi se acercó a su espejo de cuerpo entero, observando su reflejo. Su vista recorrió cada marca que su piel guardaba, recordando momentos de su infancia: una cicatriz en el muslo de una caída mientras jugaba en el parque, una quemadura en su antebrazo izquierdo de cuando era niña. «Cada cicatriz cuenta una historia», pensó, sus dedos acariciando las marcas suavemente. Al pensar en las de Kotaro, sintió una conexión inesperada y profunda, como si ambos llevaran las pruebas de capítulos difíciles que compartían en silencio.
Al día siguiente, después de una noche inquieta, Naomi decidió enfocarse en sus estudios. Mientras desayunaba, el timbre de la puerta la sorprendió. Se levantó para abrirla y, con sorpresa, encontró a Kotaro de pie frente a ella.
—Buenos días, perdón por llegar sin avisar —dijo Kotaro, con su característico tono sereno.
—¡Kotaro!, buenos días —respondió Naomi, aun procesando la sorpresa. Aunque no esperaba verlo tan temprano, le dedicó una sonrisa.
—Pensé que tal vez querías seguir estudiando —comentó Kotaro, algo incómodo—. Espero que no te moleste.
—¿Estudiar? Sí, sí quiero —respondió Naomi, aunque sus palabras salieron con una ligera vacilación.
—¿Puedo pasar? —preguntó él en voz baja.
—¡Eh! Sí, claro, un minuto... espera aquí un momento.
Naomi cerró la puerta rápidamente y corrió hacia el estudio, percatándose del desorden que había dejado. Pero al apresurarse, cerró la puerta en la cara de Kotaro, solo para darse cuenta de su error un instante después. ¡Ay no, le volví a cerrar la puerta a Kotaro!
Abrió de nuevo la puerta y se disculpó, avergonzada. Kotaro aceptó su disculpa con una sonrisa tranquila, aguardando en la entrada mientras escuchaba el ruido que Naomi generaba al intentar ordenar el espacio. Finalmente, agotada, pero con el estudio lo suficientemente presentable, apareció de nuevo frente a Kotaro, invitándolo a pasar.
El estudio de Naomi era un pequeño rincón acogedor, bañado en la suave luz que se filtraba a través de las cortinas y con una vista encantadora hacia el jardín. Un escritorio estaba situado estratégicamente frente a la ventana, donde una computadora portátil abierta estaba rodeada de apuntes y bolígrafos de colores. En un estante cercano, se exhibía su colección de películas de anime, doramas y novelas ligeras, mientras pequeñas plantas adornaban las ventanas y un bonsái minuciosamente cuidado ocupaba una esquina.
—Me encantan las plantas, por eso tengo tantas aquí —comentó Naomi con una leve sonrisa, notando el interés de Kotaro—. Mi tía siempre bromea diciendo que tengo un jardín adentro, pero no puedo resistirme a tener un poco de naturaleza cerca.
—Es bonito conocer ese detalle sobre ti —dijo Kotaro, apreciando el ambiente sereno que rodeaba el espacio.
Se acomodaron en una pequeña mesa, uno frente al otro, mientras Kotaro la observaba con una expresión de calma.
—Perdón por llegar así —dijo él, con tono sincero—. Pensé que aquí podrías concentrarte mejor. En mi casa hubo demasiadas interrupciones, especialmente con Sakura. Espero que aquí sea más tranquilo.
—No tienes que disculparte —respondió Naomi, sonriendo—. De hecho, me la pasé bien, pero gracias por venir.
—Entonces, comencemos con matemáticas. Creo que tienes algunas dudas con el último tema.
—Perdón... no soy tan buena en eso.
—No te preocupes, para eso estamos aquí.
Así, comenzaron a estudiar. Mientras el tiempo transcurría, ambos se sumergieron en sus apuntes, el silencio llenando el ambiente y permitiéndoles concentrarse. El único sonido era el suave roce de los lápices sobre el papel y los ocasionales suspiros de concentración de Naomi, quien notaba cómo Kotaro parecía dominar el material con facilidad. A medida que avanzaban, la tensión inicial desaparecía, reemplazada por una calma compartida.
El silencio comenzó a volverse pesado para Naomi, que observaba a Kotaro absorto en sus apuntes. Se preguntaba si sería inoportuno interrumpirlo o si simplemente carecía de su misma habilidad de concentración. Finalmente, se armó de valor para darle voz a su incomodidad.
—Ko… Kotaro, ¿podríamos tomar un descanso? —preguntó, con un temblor en la voz.
—¿Un descanso? Claro, perdón. Estaba tan concentrado que ni me di cuenta del tiempo.
Naomi se levantó y salió unos momentos. Al regresar, traía una bandeja con tazas de té humeante y panecillos recién horneados, cuyo aroma llenaba el estudio, creando una atmósfera cálida. Kotaro, sorprendido, le dedicó una sonrisa mientras tomaba uno de los panecillos.
—Gracias. Por cierto, no he visto a tu tía. ¿No está en casa? —preguntó Kotaro, intrigado.
—Ah, no. Salió temprano a entregar unos postres que le encargaron. De hecho, estos panecillos son de los que hizo esta mañana.
—Entonces estabas sola.
—Sí, pero ahora… estamos solos tú y yo. —Al darse cuenta de cómo sonaba, su rostro enrojeció y trató de aclararlo—. ¡Digo, que no hay nadie más aquí!
Kotaro la miró con una sonrisa tranquila, y Naomi decidió aprovechar el momento para conocerlo mejor.
—Ahora que lo pienso, no sabemos tanto el uno del otro, aunque hemos hablado más últimamente. En realidad, no sé mucho sobre ti.
—¿Qué te gustaría saber? —preguntó Kotaro, mirándola con curiosidad.
Naomi sintió muchas preguntas acumulándose en su mente, pero no se decidía. Finalmente, se armó de valor.
—¿Es cierto lo que dicen en la escuela… sobre ti? —preguntó, casi susurrando—. Dicen que perteneces a una pandilla.
Kotaro hizo una pausa. Sus ojos reflejaron una mezcla de sorpresa y una ligera incomodidad, y Naomi de inmediato sintió que había metido la pata.
—¡Perdón! No tienes que responder. Seguramente solo son rumores… Además, viéndote ahora, veo que eres una persona muy dedicada y un gran apoyo para tu familia… y para mí también —admitió, sintiendo que su rostro enrojecía aún más.
Kotaro la miró con una pequeña sonrisa.
—Gracias por tus palabras —dijo, con sinceridad. Su sonrisa hizo que Naomi se quedara un instante hipnotizada, antes de que él continuara—. Por cierto, dijiste que sabías que tocaba el piano. ¿Cómo lo supiste?
—¡Ah! Bueno, fue casualidad… —Naomi bajó la mirada, algo avergonzada—. Una vez, tarde en la escuela, escuché el sonido del piano en el aula de música y me acerqué para ver. Te vi tocando, pero solo fueron unos segundos. ¡No estaba espiándote! Perdón por no haberte dicho nada antes.
Kotaro soltó una risa leve.
—No te preocupes. No es necesario que siempre te disculpes. Me alegra que escucharas.
—Gracias… y sí, también me gustó mucho la melodía que tocaste la otra vez —respondió Naomi, recordando el momento en el aula.
¿Y te gustó la última melodía que toqué?
—¿Sabías que estabas ahí? —preguntó Naomi, asombrada.
—Sí. En realidad, estaba tocando para que escucharas. Vi que algo te preocupaba y pensé en ayudarte, como hacía mi madre conmigo. Su música siempre me transmitía calma.
Naomi, conmovida, sintió que se le humedecían los ojos.
—No sabía que habías hecho eso por mí. Gracias… nunca alguien había hecho algo así por mí.
Kotaro desvió la mirada, incómodo por el agradecimiento, y asintió.
—Además, necesitaba repasar para los exámenes —dijo, quitándole importancia, mientras Naomi sonreía agradecida.
Aprovechando la conversación, Naomi le habló de su amiga Saori.
—A veces estudio con Saori, pero se distrae fácil. Aunque me parece increíble que le vaya bien sin estudiar mucho. Tiene buen promedio, aunque a ella le importa más el deporte.
—Veo que se tienen mucho cariño y se apoyan —comentó Kotaro, con interés.
—Sí. Después de la muerte de mis padres, Saori ha sido como una hermana para mí. Siempre estaré agradecida con ella.
Kotaro guardó silencio un momento y luego preguntó, con delicadeza:
—¿Puedo saber qué les ocurrió a tus padres?
—Fue un accidente automovilístico… durante el invierno —dijo Naomi, en voz baja, mirando su taza de té.
Kotaro bajó la mirada, y Naomi percibió una tristeza en sus ojos. Para aliviar el ambiente, decidió cambiar de tema con una sonrisa.
—Pero cuéntame, además del piano, ¿qué otras cosas te gustan?
Kotaro pareció agradecido por el cambio de tema.
—La lectura, principalmente. ¿Y a ti?
—¡La repostería! —respondió Naomi, animada—. Mi tía me enseñó. Pero la cocina se me da fatal… siempre se me quema todo. Por eso trato de concentrarme practicando meditación. Me encanta la naturaleza y las plantas. Además, el anime… en especial las historias de romance —Naomi se sonrojó al darse cuenta de cuánto había hablado—. Lo siento, creo que hablé demasiado.
Kotaro sonrió.
—No tienes que disculparte. Es agradable escucharte hablar así. ¿Cuál es tu anime favorito?
—Si tuviera que escoger, diría Hauru no Ugoku Shiro. Me encanta su música, sobre todo la canción "Merry Go Round of Life" —dijo, tarareando suavemente la melodía.
—Sí, la conozco. La he visto con Sakura, aunque no entienda mucho, le gusta.
—¿Tienes alguna película favorita? —preguntó Naomi, intrigada.
—Creo que The Pianist —respondió Kotaro.
—¡No la he visto! Me encantaría. —Ambos continuaron conversando sobre películas, series y música, sintiendo que la conexión entre ellos se fortalecía y disfrutando de descubrir los intereses del otro.
Al ver que Kotaro respondía a sus preguntas, Naomi quiso conocer más.
—Kotaro… ¿solo vives con tu mamá?
Su semblante cambió ligeramente, y Kotaro hizo una pausa antes de responder.
—Mi padre ya no está con nosotros.
Notando su incomodidad, Naomi decidió no insistir y rápidamente desvió el tema hacia algo más liviano. Tras un momento de silencio, coincidieron en que debían volver a estudiar, pero la conexión que habían construido hizo que el ambiente se sintiera mucho más ligero. Kotaro le explicó varios temas con paciencia, y Naomi no dejaba de sorprenderse por su habilidad.
Horas después, Naomi, satisfecha con lo aprendido, acompañó a Kotaro hasta la puerta para despedirlo, sintiéndose agradecida por el tiempo que compartieron y todo lo que había descubierto sobre él.
Era de noche y, agotada después de un largo día de estudio, Naomi se dirigió a su habitación para descansar. Una vez en pijama y bajo las sábanas, sacó su celular y, sin saber muy bien qué decir, le escribió un mensaje a su amiga Saori: "Estudié con Kotaro en mi casa todo el día. Es una gran persona y muy inteligente". No pasó ni un minuto antes de que recibiera una respuesta: un sticker de sorpresa que la hizo sonreír.
—¡¿Qué?! ¡Oh, Dios mío! ¿Tuviste a tu príncipe en tu casa? ¡Cuéntame, cuéntame, cómo te fue!
—Mañana en la escuela te cuento. Solo puedo decirte que realmente no es la persona que muchos creen que es. Ahora me voy a dormir. Buenas noches.
—¡Está bien! Nos vemos mañana. Bye, bye. Y no olvides, ¡es tu príncipe! —respondió Saori, acompañando el mensaje con un sticker de cara pícara.
Naomi dejó su celular en la mesita de noche y se acomodó en la cama, deseando dormir. Sin embargo, un pensamiento persistente irrumpió en su tranquilidad: «Mañana comienzan los exámenes». La ansiedad comenzó a apoderarse de ella, y a pesar de su esfuerzo por calmarse, dio vueltas en la cama durante gran parte de la noche.
Al día siguiente, Naomi llegó a la escuela con el corazón palpitante, todavía nerviosa. Apenas tuvo oportunidad, se reunió con Saori para contarle lo que había sucedido durante su sesión de estudio con Kotaro. Sin embargo, su timidez le jugó una mala pasada; al ver la mirada atenta de Saori, solo consiguió tartamudear y sonrojarse, provocando una risa divertida en su amiga.
—¡Naomi, estás tan roja que pareces un tomate! —dijo Saori, riendo—. No te preocupes, estoy segura de que Kotaro también debe de estar nervioso. Es lindo ver que estás tomando confianza con él.
Entre los exámenes y las largas horas de estudio, la semana pasó como un torbellino. Naomi contaba los días, deseando que las pruebas terminaran, pero a la vez se sentía un poco más tranquila al recordar la ayuda de Kotaro. Una parte de ella comenzaba a creer que tal vez lograría buenos resultados.
La semana siguiente, los resultados de los exámenes fueron publicados, y los puntajes y posiciones de los estudiantes aparecieron en el gran tablero del centro del colegio. Naomi, con el corazón en un puño, se acercó junto a Saori para verificar su posición. Con nerviosismo, recorrió las filas del medio, esperando ver su nombre. Sin embargo, al no encontrarlo, bajó la vista hacia las posiciones más bajas, sintiendo cómo su ansiedad aumentaba.
Para su sorpresa, no encontró su nombre allí tampoco. Un sentimiento de decepción comenzó a invadirla hasta que escuchó el grito emocionado de Saori.
—¡Naomi! ¡Lo lograste! ¡Mira tú posición! —exclamó Saori, señalando un número en el tablero.
Naomi miró hacia donde señalaba su amiga, sus ojos abriéndose de par en par al ver el número 15 junto a su nombre, de entre 120 estudiantes. La emoción la invadió, pero su timidez la llevó a contener su alegría y bajar la mirada, mientras algunos estudiantes murmuraban a su alrededor.
El momento cómico llegó cuando Saori verificó su propia posición en el tablero y comenzó a reír.
—¡Naomi, esto es increíble! Estamos tan cerca la una de la otra que hasta parece que lo planeamos. ¡Soy la número 12! ¡Tenemos que celebrar este logro! —exclamó entre risas, sin preocuparse por las miradas de los demás.
De pronto, los murmullos y las miradas se dirigieron hacia el primer lugar del tablero, donde varias chicas comenzaban a felicitar a Akane por haber obtenido el primer puesto. El asombro de los estudiantes no se debía únicamente a ella, sino a la posición que figuraba en quinto lugar: Kotaro. Naomi, que observaba de reojo a Akane recibiendo felicitaciones, notó el ambiente incómodo a su alrededor al ver el nombre de Kotaro tan alto en el ranking.
Los comentarios despectivos llenaron el aire:
—¿Cómo es posible que esté en el quinto lugar? Seguro hizo trampa.
—Claro, o tal vez amenazó a algún profesor.
El ánimo de Naomi se oscureció, y decidió alejarse para no escuchar más. Al darse la vuelta, notó que Kotaro estaba de pie detrás de la multitud, escuchando con una expresión seria y los puños cerrados, mostrando su frustración. Antes de que pudiera pensarlo, Naomi decidió acercarse y tratar de hablar con él.
—Kotaro… felicidades. También logré una buena posición gracias a tu ayuda —dijo ella, con un tono tímido pero sincero—. El quinto lugar es realmente impresionante. Sabía que lo conseguirías.
—No necesitas agradecerme. Es tu mérito —respondió Kotaro con tono serio, desviando la mirada—. Además, no estoy interesado en esa posición. Lo siento, no quiero hablar en este momento.
Con estas palabras, Kotaro se dio la vuelta y se alejó, dejando a Naomi con una mezcla de confusión y preocupación. Ella lo observó en silencio, preguntándose qué sería lo que tanto lo atormentaba y deseando poder hacer algo para ayudarlo