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Sakura y el Vórtice Yokai

Esteban_Garofano
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Synopsis
Género: Fantasía, Acción, Isekai, Sobrenatural Sinopsis: En el año 20XX, durante el festival del Hanami en Kioto, un gigantesco y antiguo cerezo en flor, conocido como el "Sakura Sagrado", comienza a emitir una luz sobrenatural. De repente, un vórtice se abre en el tronco del árbol, revelando un mundo poblado por criaturas del folclore japonés: los Yokai. El vórtice actúa como un portal inestable que conecta ambos mundos de manera esporádica y caótica. Japón se ve obligado a adaptarse a la existencia de los Yokai y a la magia que ahora se filtra en su realidad Sumérgete en esta historia de Fantasía y Romance.
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Chapter 1 - Capítulo 1: El Hanami y el Portal

El aroma a takoyaki y yakisoba flotaba en el aire, mezclándose con la dulce fragancia de miles de flores de cerezo. El Parque Maruyama de Kioto era un hervidero de gente, un mar de kimonos y risas que celebraban el Hanami, el festival de la primavera. El sol brillaba con fuerza, pero una suave brisa acariciaba las mejillas, trayendo consigo el perfume de las flores y la promesa de un nuevo comienzo.Ren Takahashi, un estudiante universitario de rostro amable y cabello castaño despeinado, se abría paso entre la multitud junto a su hermana pequeña, Aiko. Ella, con su energía inagotable y sus dos coletas bailando al ritmo de sus pasos, tiraba de su mano con impaciencia. Ren sentía el calor de la mano de Aiko en la suya, pequeña y suave, pero con un agarre sorprendentemente fuerte.-¡Onii-chan, date prisa! -exclamaba Aiko, con sus ojos brillantes de emoción-. ¡Quiero ver el Sakura Sagrado! ¡Dicen que si pides un deseo allí se hace realidad!Ren sonrió con indulgencia. Aiko y sus ocurrencias... Siempre tan llena de fantasía. Aunque, mirando la majestuosidad del Sakura Sagrado, un cerezo ancestral de tronco imponente que dominaba el parque, él mismo sentía una punzada de asombro. Era como si el árbol emanara una energía especial, una conexión con algo antiguo y poderoso. Las ramas, cubiertas de flores rosas y blancas, se extendían hacia el cielo como si quisieran tocar las nubes.-Espera un poco, Aiko -dijo Ren, intentando contener a su hermana-. Hay mucha gente...Pero Aiko, ignorando sus palabras, se escabulló entre la multitud como una anguila, arrastrando a Ren tras ella. Él la seguía, esquivando a los transeúntes y sonriendo disculpándose con aquellos a los que Aiko tropezaba sin querer. Finalmente, llegaron a la base del Sakura Sagrado. Aiko, boquiabierta, contemplaba el árbol con reverencia.-Es enorme, Onii-chan... ¡Es como un gigante!Ren asintió, impresionado. Nunca había visto un árbol tan majestuoso. La corteza rugosa, áspera al tacto, las ramas que se extendían hacia el cielo como brazos, las delicadas flores rosas que caían como una suave lluvia... Era una visión hipnótica. El aire a su alrededor parecía vibrar con una energía invisible, como si el propio árbol estuviera a punto de despertar de un largo sueño.Aiko, con las manos juntas, cerró los ojos y murmuró un deseo. Ren no pudo evitar sonreír. ¿Qué estaría pidiendo su pequeña hermana? ¿Un nuevo juguete? ¿Un montón de dulces? Quizás un perrito, pensó Ren, recordando la insistencia con la que Aiko le había pedido uno últimamente.De pronto, un resplandor dorado emanó del Sakura Sagrado. La gente a su alrededor se detuvo, mirando con asombro cómo el árbol se iluminaba con una luz sobrenatural. Un zumbido intenso llenó el aire, un sonido agudo que parecía provenir de las profundidades de la tierra, y un vórtice de energía se abrió en el tronco del árbol, girando como un remolino. El vórtice, de un color dorado intenso, parecía absorber la luz y el sonido a su alrededor, creando una sensación de vacío inquietante.La multitud entró en pánico. Gritos y empujones se sucedían mientras las personas intentaban alejarse del árbol. Ren, aterrado, sintió un escalofrío recorrer su espalda. El corazón le latía con fuerza en el pecho, y un nudo de angustia se formó en su garganta. Buscó a Aiko con la mirada, sus ojos recorriendo la multitud frenética, y entonces la vio, a pocos metros de él, siendo arrastrada hacia el vórtice por una fuerza invisible.-¡Aiko! -gritó Ren, desesperado. Su voz se perdió entre el griterío de la gente, pero él seguía gritando, con la esperanza de que su hermana lo escuchara.Se lanzó hacia ella, intentando alcanzarla, pero era demasiado tarde. Sus dedos rozaron la manga del kimono de Aiko, pero no logró agarrarla. Aiko, con los ojos llenos de miedo, desapareció en el vórtice. Un instante después, el portal se cerró con un sonido sordo, dejando tras de sí un silencio sepulcral y un vacío inmenso en el corazón de Ren. El mundo a su alrededor parecía haberse detenido, y él se quedó allí, paralizado, con el brazo extendido hacia el punto donde su hermana había desaparecido.El caos reinaba en el Parque Maruyama. Las sirenas de las ambulancias y los coches de policía rompían el silencio que había dejado el vórtice. La gente, conmocionada, se agrupaba en pequeños corrillos, comentando el extraño suceso en voz baja. Algunos lloraban, otros rezaban, y muchos simplemente observaban el Sakura Sagrado con una mezcla de temor y fascinación. El ambiente festivo había desaparecido por completo, reemplazado por una atmósfera de confusión y miedo.Ren permanecía inmóvil, con la mirada fija en el punto donde había desaparecido Aiko. Las palabras de los policías que lo rodeaban, preguntándole qué había sucedido, y los paramédicos que intentaban examinarlo, le llegaban como un eco lejano. No podía asimilar lo que había sucedido. Su hermana, su pequeña Aiko, se había desvanecido ante sus ojos. La culpa lo carcomía por dentro. ¿Por qué no la había sujetado con más fuerza? ¿Por qué la había dejado correr hacia el árbol?De pronto, sintió una mano en su hombro. Una mano firme, pero no agresiva. Se giró y vio a una mujer de unos treinta años, con el cabello negro recogido en una coleta y unos ojos oscuros que transmitían inteligencia y determinación. Su rostro, aunque serio, mostraba una profunda tristeza, como si hubiera conocido el dolor de cerca. Llevaba una bata blanca y un maletín en la mano.-Soy la Doctora Sato -dijo la mujer, con voz firme pero con un toque de calidez-. He oído lo que ha sucedido. ¿Puedes contarme qué has visto?Ren la miró con desconfianza. ¿Quién era esa mujer? ¿Y qué podía hacer ella? Sus ojos, sin embargo, transmitían una seguridad que lo tranquilizó un poco.-Mi hermana... El vórtice... -balbuceó Ren, sin poder articular una frase coherente.La Doctora Sato asintió con comprensión. Sus ojos se posaron en el Sakura Sagrado, y una sombra de dolor cruzó su rostro.-Tranquilo -dijo-. Respira hondo. Todo va a salir bien.Sus palabras, pronunciadas con una calma sorprendente, tuvieron un efecto tranquilizador en Ren. Sintió que podía confiar en ella.-Estábamos frente al árbol -comenzó a explicar Ren, con la voz aún temblorosa-. Aiko quería pedir un deseo... Y entonces... El árbol empezó a brillar, y se abrió un agujero... Un vórtice... Y Aiko...La Doctora Sato escuchó con atención, sin interrumpir, su mirada fija en Ren, como si intentara leer sus pensamientos. Cuando Ren terminó de hablar, ella asintió de nuevo.-Ya veo -dijo-. Es un fenómeno extraordinario. Pero no te preocupes, vamos a hacer todo lo posible para encontrar a tu hermana.-¿De verdad? -preguntó Ren, con un rayo de esperanza en la mirada.-Por supuesto -respondió la Doctora Sato, con una leve sonrisa-. Soy la directora del departamento de investigación paranormal. Llevamos años estudiando fenómenos como este.La Doctora Sato abrió su maletín y sacó un pequeño dispositivo con forma de esfera. El dispositivo emitía una luz azul tenue, pulsando como un corazón.-Esto es un rastreador dimensional -explicó-. Si logramos activarlo cerca del vórtice, podríamos rastrear la energía de tu hermana y localizarla. Pero antes, necesitarás prepararte. Tendrás que superar un entrenamiento riguroso antes de adentrarte en el vórtice.Ren sintió que la esperanza renacía en su interior. Quizás aún había una posibilidad de recuperar a Aiko. Una nueva determinación se apoderó de él.-Por favor, Doctora Sato -dijo Ren, con súplica en la voz-. Tiene que ayudarme.-Lo haré -respondió la Doctora Sato, con determinación, sus ojos reflejando la misma llama de esperanza que ardía en los de Ren-. Te lo prometo