Un silencio tenso se apoderó del acantilado. Ren, con la espada divina alzada, enfrentaba a Kiko, cuyo rostro reflejaba una mezcla de incredulidad y furia. La brisa agitaba la cabellera plateada de la yokai y sus nueve colas se movían inquietas, como serpientes a punto de atacar.Ren sentía la energía de la espada vibrar en sus manos, una fuerza cálida y poderosa que recorría su cuerpo, llenándolo de una confianza que nunca antes había conocido. Era como si la espada le estuviera hablando, guiándolo, instándolo a liberar su poder.Kiko, con los ojos entrecerrados, observaba la escena con cautela. La luz que emanaba de la espada la inquietaba, despertando en ella un temor ancestral. A pesar de su arrogancia, no podía negar la sensación de que esa arma poseía un poder que superaba su comprensión."No seas tonto, humano", dijo Kiko, intentando recuperar la compostura. "Baja esa espada. No sabes lo que haces."Pero Ren no la escuchaba. Estaba concentrado en la espada, en la energía que fluía a través de él. Cerró los ojos, respiró hondo y se dejó llevar.En ese instante, la espada divina estalló en un torrente de luz cegadora. Una onda de energía se expandió desde la hoja, azotando el acantilado con una fuerza brutal. Kiko gritó y se cubrió el rostro con los brazos, mientras la onda de energía la empujaba hacia atrás.Cuando la luz se disipó, Ren se encontraba de pie, con la espada aún brillando en sus manos. Su cuerpo parecía irradiar energía, y sus ojos brillaban con una intensidad sobrenatural. Kiko lo observaba con asombro, sin poder creer lo que veía.Ren había despertado el poder de la espada divina.Sintió una fuerza inmensa recorrer su cuerpo, una energía que le permitía controlar los elementos, manipular la realidad a su voluntad. Levantó la mano, y una ráfaga de viento surgió de la nada, azotando a Kiko con una fuerza que la hizo tambalearse.La yokai, desconcertada, intentó contraatacar, pero Ren era demasiado rápido. Con un movimiento de la espada, creó un escudo de energía que la protegió de las garras de Kiko. La yokai rugió de frustración, incapaz de penetrar la defensa de Ren.Ren, sintiendo el poder de la espada fluir a través de él, atacó con una furia que sorprendió incluso a sí mismo. La espada se movía con una velocidad increíble, cortando el aire con precisión letal. Kiko apenas podía esquivar los ataques, sus nueve colas se movían frenéticamente, intentando protegerla de la furia de Ren.La batalla se prolongó durante varios minutos, con Ren dominando el combate gracias al poder de la espada divina. Kiko, herida y exhausta, se dejó caer de rodillas, su respiración agitada. La derrota era inminente."Basta...", jadeó Kiko, su voz llena de frustración y un atisbo de miedo. "Me rindo."Ren, sorprendido por la repentina rendición de Kiko, bajó la espada lentamente. La observó con cautela, sin saber qué esperar.Kiko lo miró con una mezcla de resentimiento y curiosidad. "Eres... increíble", admitió a regañadientes. "Nunca había visto a un humano con tanto poder."Ren se acercó a ella con precaución. "No quiero hacerte daño, Kiko. Solo quiero encontrar a mi hermana."Kiko lo observó en silencio durante un momento. Luego, con un suspiro de resignación, dijo: "Está bien. Te ayudaré. Pero no creas que esto significa que somos amigos."Ren asintió, sintiendo una mezcla de alivio y desconfianza. Sabía que Kiko no era de fiar, pero no tenía otra opción que aceptar su ayuda. Juntos, se adentraron en el bosque, en busca de Aiko y de un destino incierto.La aventura continuaba, y un nuevo capítulo se abría en la relación entre Ren y Kiko. Un capítulo lleno de desafíos, peligros y tal vez, con el tiempo, un lazo que iría más allá de la enemistad.