Chereads / Cartas al Amor Perdido / Chapter 14 - Capítulo 14: Huellas en la arena

Chapter 14 - Capítulo 14: Huellas en la arena

El tiempo no detiene su paso, y aunque las heridas no desaparecen del todo, aprenden a coexistir con la vida. Clara seguía siendo una presencia intermitente en mi vida, como un faro que parpadea en la distancia, ofreciendo orientación pero sin forzar una dirección. Después de aquel día en el café, nuestra relación se estabilizó en una amistad que, aunque no íntima, era genuina. Clara respetaba mis silencios y yo los suyos, y de vez en cuando nos encontrábamos para hablar de cosas ligeras: libros, películas, el clima. Era como si ambos supiéramos que nuestras vidas ahora seguían caminos paralelos pero separados, unidos solo por un puente frágil de recuerdos compartidos.

Fue en una de esas reuniones que Clara me miró directamente a los ojos y dijo:

—¿Te sientes más ligero?

Su pregunta me tomó por sorpresa, pero después de un momento de reflexión, asentí.

—Un poco, sí.

Ella sonrió, esa sonrisa que siempre había sido más sabia de lo que parecía.

—Eso es suficiente por ahora.

-------------------------

La mujer del parque, cuyo nombre finalmente supe que era Sofía, comenzó a ocupar más espacio en mis pensamientos. No porque hubiera algo romántico en nuestras interacciones, sino porque su presencia se sentía como un recordatorio constante de que aún había belleza en lo simple. A veces caminábamos juntos, otras veces hablábamos bajo nuestro árbol habitual. Sus palabras eran siempre ligeras pero cargadas de significado, como hojas flotando en el viento.

Un día, mientras observábamos un atardecer que parecía incendiar el cielo, ella rompió el silencio con una pregunta que nunca había esperado.

—¿Alguna vez has pensado en qué dejarías atrás si mañana todo terminara?

La pregunta me golpeó como una ola inesperada. Cerré los ojos por un momento, dejando que sus palabras se asentaran en mi mente.

—No lo sé. Supongo que dejaría mis palabras.

Ella asintió, pensativa.

—Eso es más de lo que muchos pueden decir.

Esa noche, al escribir en mi cuaderno, me encontré reflexionando sobre lo que significaba dejar un legado. Las cartas quemadas a Astrid habían sido mi forma de liberarme, pero ¿qué estaba construyendo ahora? ¿Qué dejaría en el mundo que no estuviera marcado por el dolor?

-------------------------

Fue entonces cuando decidí algo que no había considerado antes: compartir mis escritos. No como una confesión, sino como un regalo. Comencé con textos anónimos publicados en un foro en línea. Los lectores, desconocidos y distantes, respondían con comentarios que a menudo me emocionaban hasta las lágrimas.

"Tus palabras me ayudaron a ver que no estoy sola."

"Gracias por escribir lo que no puedo expresar."

Cada mensaje me hacía sentir menos invisible, menos aislado en mi propio dolor. Sofía fue la primera persona en saberlo. Cuando se lo conté, ella simplemente sonrió.

—Sabía que lo harías. La gente como tú no puede guardar todo para sí misma.

-------------------------

Un fin de semana, decidí hacer algo que llevaba años evitando: regresar al lugar donde Astrid y yo solíamos ir juntos, una pequeña playa escondida lejos de la ciudad. La última vez que estuve allí fue con ella, y el recuerdo era tan vívido que aún podía escuchar su risa mezclada con el sonido de las olas.

Cuando llegué, la playa estaba vacía. El viento era frío, pero el sol calentaba la arena bajo mis pies. Me senté cerca de la orilla, dejando que el agua tocara mis zapatos, y saqué mi cuaderno.

Escribir allí se sintió diferente, como si las palabras fluyeran directamente desde el lugar mismo, impregnadas del eco de lo que una vez fue. Escribí sobre Astrid, pero también sobre Sofía, sobre Clara, sobre mí mismo. Escribí sobre el dolor, la esperanza, y el interminable proceso de aprender a vivir con ambos.

-------------------------

Mientras las olas se retiraban, dejando huellas que pronto desaparecerían, me di cuenta de algo importante. No era solo Astrid lo que estaba dejando atrás; era la versión de mí mismo que dependía de ella para encontrar significado. Por primera vez, me sentí completo en mi propia incompletitud, como si las grietas en mi ser fueran precisamente lo que me hacía humano.

Cuando regresé a casa, recibí un mensaje de Sofía. Era simple, pero me hizo sonreír.

"A veces, lo que escribes tiene más sentido para otros que para ti mismo. Pero eso no lo hace menos real."

Esa noche, dormí profundamente, con el sonido de las olas aún resonando en mi mente.