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Chapter 9 - Cap 9 :El encuentro con el pasado

Los pasillos de mármol del palacio imperial estaban bañados por la suave luz de la luna, que se filtraba a través de los altos ventanales. Adam caminaba en silencio, con la misma elegancia y firmeza que lo caracterizaba, aunque sus pensamientos estaban lejos de la serenidad que proyectaba. Cada paso resonaba como un eco en la inmensidad de aquel lugar, pero se detuvo de repente frente a una pared adornada con cuadros antiguos.

Uno en particular captó su atención. Allí, enmarcado en oro y cubierto por un velo de polvo que no lograba opacar su esplendor, estaba el retrato de su madre, Eveline.

El tiempo pareció detenerse. Adam avanzó lentamente hacia el cuadro, como si una fuerza invisible lo atrajera. La imagen de Eveline, con su cabello rosado brillante y ojos de un rojo carmín intenso, era un reflejo perfecto de su propio rostro. Su belleza era innegable, pero lo que más destacaba era la calidez en su mirada, una que Adam apenas podía recordar.

La luna, alta en el cielo, iluminaba el cuadro, destacando cada detalle del retrato. Adam no pudo evitar llevar una mano al marco, como si al tocarlo pudiera recuperar algo de la conexión que había perdido tantos años atrás.

"Idéntica a mí," pensó, aunque sabía que esa semejanza era tanto un regalo como una carga. Suspiró profundamente, sintiendo cómo una tristeza profunda comenzaba a invadirlo, una que rara vez se permitía experimentar.

Los recuerdos de su infancia surgieron, borrosos pero cargados de emociones. Eveline siempre había sido su refugio, la única persona que lo miraba con amor incondicional en una familia que parecía consumir todo lo que tocaba. Pero su tiempo con ella fue demasiado breve. Su muerte, cuando Adam tenía apenas cinco años, había dejado un vacío que nunca logró llenar.

Se quedó allí, contemplando el cuadro, mientras la luz de la luna resaltaba las similitudes entre madre e hijo. En su rostro se formó una leve sonrisa, pero sus ojos mostraban una melancolía que era imposible ocultar.

"Madre… " pensó, aunque sabía que esos pensamientos no cambiarían nada.

La presencia de su madre en aquel retrato era casi abrumadora, y por un momento, Adam sintió que estaba acompañado. Pero esa sensación fue rápidamente reemplazada por un vacío que lo había seguido durante toda su vida.

—Siempre intenté ser lo que tú habrías querido que fuera —susurró en voz baja, como si estuviera hablándole al cuadro

— Pero a veces me pregunto si alguna vez lo logré.

La brisa nocturna se coló por las ventanas, acariciando su rostro como un recordatorio de que la noche seguía avanzando. Adam enderezó su postura, cerrando los ojos por un momento para recuperar su compostura. La tristeza que lo había invadido todavía estaba allí, pero como siempre, la enterró bajo la misma máscara de calma y control que llevaba ante el mundo.

Dio un último vistazo al cuadro antes de apartarse. La luna seguía iluminando el rostro de Eveline, como si la misma noche quisiera recordarle quién era

"Por Ellian, por Noah, por Rose… por ellos seguiré adelante."

cuando un cálido abrazo lo sacó de su ensimismamiento.

—Querido… —susurró Rose, apoyando su rostro en la espalda de Adam, transmitiéndole un consuelo que solo ella sabía dar.

Adam cerró los ojos al sentir su cercanía. La calidez de sus brazos alrededor de su cintura contrastaba con la frialdad del pasillo vacío, y por un momento permitió que su presencia lo envolviera. No respondió de inmediato; las palabras parecían innecesarias.

Rose alzó la mirada, observando el cuadro que había capturado la atención de su esposo. Sabía perfectamente quién era. Eveline, la madre de Adam, una mujer cuya belleza y gracia eran legendarias.

—Era hermosa… —dijo Rose en voz baja, con una mezcla de admiración y comprensión

—Ahora entiendo por qué todos hablaban de ella

Adam asintió, su voz apenas un susurro.

—No solo era hermosa. También era fuerte

Rose sintió la tristeza en sus palabras, un dolor que Adam rara vez dejaba entrever. Apretó su abrazo, apoyando aún más su rostro contra su espalda, como si quisiera transmitirle toda la fortaleza que él siempre ofrecía a los demás.

—Ella estaría orgullosa de ti, Adam. No solo por lo que has logrado, sino por el hombre que eres… por el esposo y padre que has decidido ser —dijo Rose con ternura.

Adam exhaló lentamente, como si esas palabras aliviaran parte del peso que llevaba consigo. Deslizó una mano sobre la de Rose, que descansaba en su cintura, y la apretó suavemente.

—A veces, me pregunto si estaría de acuerdo con las decisiones que he tomado. Con las cosas que he tenido que hacer… —murmuró, su voz cargada de duda.

Rose se movió, colocándose frente a él. Sus ojos dorados buscaron los carmesí de Adam, atrapándolo en una mirada cálida y segura.

—No lo dudes ni por un segundo, tu madre era una mujer sabia, y aunque no la conocí, puedo decirte que vería en ti al hombre que ella siempre soñó que serías Un hombre que lucha, que protege, que ama.

Adam se permitió un leve suspiro, dejando que las palabras de Rose calmaran las olas turbulentas de sus pensamientos. Deslizó una mano hacia su rostro, acariciando su mejilla con delicadeza.

—Rose… gracias —murmuró con una leve sonrisa, una que era tanto para ella como para él mismo.

—Porque te conozco, Adam. Sé cuánto llevas dentro. Pero no estás solo. Siempre estaré aquí para ti, como tú lo estás para nosotros.

Adam se giró lentamente para quedar frente a Rose, dejando atrás el retrato de su madre. Sus ojos carmesí se encontraron con los dorados de ella, que brillaban con una mezcla de amor y preocupación. La cálida luz de la luna iluminaba sus rostros, resaltando la conexión que compartían.

Rose alzó una mano, acariciando la mejilla de Adam con suavidad, como si quisiera borrar cualquier rastro de tristeza de su expresión.

—Eres más fuerte de lo que crees, Adam. Pero incluso los más fuertes necesitan descansar. Deja que te cuide como tú siempre cuidas de nosotros —susurró, su voz llena de ternura.

Adam cerró los ojos brevemente, dejando que la calidez de su toque lo envolviera. Cuando los abrió nuevamente, una leve sonrisa cruzó su rostro.

—Siempre lo haces, Rose. De formas que ni siquiera imaginas.

Sin decir más, Adam inclinó ligeramente la cabeza, dejando que la distancia entre ellos desapareciera. Sus labios se encontraron en un beso suave, lleno de todo lo que las palabras no podían expresar: gratitud, amor y la promesa silenciosa de estar siempre el uno para el otro.

El beso fue breve, pero profundo. Rose respondió con igual fervor, sosteniéndolo por la nuca, mientras Adam apoyaba una mano en su cintura, atrayéndola un poco más cerca. En ese momento, todo el peso que cargaba Adam pareció desvanecerse, sustituido por la certeza de que, mientras ella estuviera a su lado, podía enfrentar cualquier cosa.

Cuando se separaron, Rose sonrió suavemente, sus manos aún descansando en el rostro de Adam.

—Siempre estoy aquí para ti, Adam. No lo olvides.

Adam asintió, apoyando su frente contra la de ella por un instante antes de tomar su mano.

—Lo sé. Y es por eso que puedo seguir adelante.

Ambos permanecieron así, envueltos en la quietud de la noche, dejando que el amor que compartían llenara el vacío que su madre había dejado en el corazón de Adam. Finalmente, se alejaron del retrato y caminaron juntos por el pasillo, listos para enfrentar lo que viniera, siempre como una familia.

En la habitación contigua, Ellian estaba despierto en su cuna. Aunque su cuerpo era pequeño y apenas podía moverse más allá de lo que le permitían sus pequeños brazos y piernas, su mente estaba completamente activa, observando la escena que ocurría a través del sistema que se había activado sin previo aviso.

Una ventana flotante aparecía frente a sus ojos, mostrándole imágenes claras de Adam y Rose en el pasillo, susurrándose palabras que él aún no entendía del todo, pero cuyo significado captaba por la calidez que se proyectaba en sus gestos.

—[SISTEMA: Activación del Módulo de Observación Familiar.]

Ellian parpadeó, confundido pero intrigado. Aunque no podía hablar ni moverse con libertad, en su mente resonaban las palabras del sistema como si fueran una narración en tercera persona.

"¿Qué es esto?" pensó, mientras las imágenes seguían proyectándose. Podía ver cómo su madre acariciaba la mejilla de Adam, cómo su padre se inclinaba para besarla, y la cálida luz de la luna bañaba la escena, dándole un aire casi irreal.

—[ANÁLISIS: El usuario está experimentando una conexión emocional única dentro de un entorno familiar. Proceso en curso...]

Ellian no sabía si reír o llorar ante la formalidad del sistema. Por un lado, la escena frente a él era algo que le llenaba de calidez; por otro, el sistema lo hacía sentirse como un espectador de una película romántica.

"Mi padre es… sorprendente. Y mamá… mamá es increíble." pensó, mientras el sistema destacaba detalles adicionales.

—[NOTA: La interacción entre los progenitores es un ejemplo de amor y apoyo mutuo. El impacto en el desarrollo emocional del usuario será significativo.]

Ellian observó cómo sus padres se alejaban del cuadro de Eveline, caminando juntos hacia su habitación. Una parte de él deseaba poder expresar lo que sentía en ese momento.

"Ellos son increíbles… Pero, ¿por qué siento que papá carga tanto peso?"

—[CONCLUSIÓN: El entorno familiar del usuario es seguro y lleno de apoyo. Sin embargo, el peso emocional del progenitor principal podría requerir intervención futura. El usuario deberá estar preparado para fortalecer estos lazos.]

Ellian suspiró—o al menos lo hizo en su mente de bebé. No entendía del todo lo que el sistema intentaba transmitir, pero sabía algo con certeza: haría todo lo que estuviera en su poder para proteger a su familia cuando pudiera hacerlo.

"Por ahora, solo puedo mirar... ." pensó, mientras el sistema se desactivaba y el pequeño cerraba los ojos, dejando que la calma de la noche lo envolviera.