Evaluación de SCP-A700**
**Fecha:** Día 7 desde la aparición de SCP-A700
**Participantes:**
- Dra. Amelia Carter, Jefa de Investigación del Sitio-87.
- Dra. Katherine Sinclair, Directora de la División de Estudios Ocultistas y Taumatología.
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La sala de conferencias del Sitio-87 estaba en penumbra, iluminada únicamente por la pantalla holográfica que proyectaba el archivo actualizado de SCP-A700. Una mezcla de fascinación y precaución llenaba el aire mientras ambas investigadoras repasaban las observaciones más recientes.
**Carter:** *"Siete días, Katherine. En este tiempo, hemos aprendido más sobre el sujeto de lo que esperaba, pero también nos ha dejado con más preguntas que respuestas."*
**Sinclair:** *"Steve. No solo SCP-A700. Insiste en que lo llamemos por su nombre, y debo admitir que... es fácil olvidar lo que es cuando interactúas con él. Habla como cualquier joven, pero luego lo ves hacer cosas que desafían toda lógica. ¿Cómo está afectando eso a los equipos?"*
**Carter:** *"Al principio estaban aterrados, lo mismo que tú y yo. Un humanoide apareciendo de la nada en la celda de contención de SCP-173. Nadie sabía si era una amenaza o una anomalía incidental. Pero Steve se mostró calmado desde el inicio, incluso cuando fue escoltado por los guardias armados. Su comportamiento ha sido cooperativo, hasta amigable, aunque..."*
Carter revisó un apartado de notas, su expresión endureciéndose.
**Carter:** *"Es esa calma lo que preocupa a algunos. Parece que sabe más de lo que dice. Hay momentos en los que responde nuestras preguntas con una sonrisa que deja entrever que sabe algo que nosotros no. Es como si estuviera observándonos tanto como nosotros a él."*
Sinclair asintió lentamente, pasando a la sección de habilidades documentadas.
**Sinclair:** *"Vision nocturna constante, capacidad para volverse invisible a simple vista, y luego está su fuerza. Lo vimos cargar un bloque de acero reforzado con facilidad. Pero lo más desconcertante sigue siendo su capacidad para 'crear'. Desde herramientas hasta estructuras enteras, todo ensamblado con precisión y rapidez que ni la tecnología más avanzada podría replicar."*
**Carter:** *"El equipo de materiales sigue analizando esos bloques. Todos son perfectamente normales en composición, pero las propiedades físicas no coinciden. Es como si estuvieran 'mejorados' de una forma que aún no comprendemos. Y lo hace todo como si fuera... natural."*
Sinclair se inclinó hacia adelante, reflexionando en silencio.
**Sinclair:** *"¿Qué hay de su personalidad? ¿El equipo ha detectado algún comportamiento hostil, incluso sutil?"*
Carter negó con la cabeza.
**Carter:** *"Nada. Es curioso, educado, incluso bromista a veces. Habla de su mundo como si fuera un lugar increíblemente distinto al nuestro, lleno de peligros que enfrentaba con rutina. Sin embargo, también tiene momentos de introspección. Cuando le preguntamos por qué apareció aquí, simplemente dijo que no lo sabía, pero que estaba 'bien con ello'. Esa resignación parece genuina."*
Sinclair consultó el resumen de las pruebas realizadas hasta la fecha.
**Sinclair:** *"Entonces, en siete días hemos documentado esto: SCP-A700 es un humanoide, aparentemente masculino, de 19 años. Físicamente similar a un humano, pero con una fisiología que supera todos los estándares conocidos. Ha demostrado habilidades de manipulación de materia, creación de estructuras, fuerza sobrehumana y un entendimiento avanzado de física y magia, si es que podemos llamarlo así."*
Carter interrumpió, señalando un punto en el archivo.
**Carter:** *"Y algo más: su resistencia. No parece necesitar comer o dormir con frecuencia, aunque lo hace por elección. Su metabolismo es... único. Su recuperación es casi instantánea, como vimos cuando se cortó accidentalmente durante la prueba con las espadas que creó."*
Sinclair frunció el ceño, recordando la escena.
**Sinclair:** *"Ese fue un momento revelador. El corte sanó en segundos, como si su cuerpo tuviera un mecanismo de regeneración automática. Incluso bromeó al respecto, diciendo que en su mundo 'un poco de leche fresca resolvería cualquier cosa'. Y, hablando de leche... aún no entiendo cómo logró traer esas vacas."*
Carter suspiró, cerrando la proyección del archivo momentáneamente.
**Carter:** *"Lo más preocupante sigue siendo el origen. No hay registro de una brecha dimensional. Simplemente apareció. Eso, combinado con sus habilidades, lo convierte en el SCP humanoide más poderoso que hemos documentado hasta ahora. Y sin embargo, sigue insistiendo en que no es peligroso, que solo quiere ayudarnos."*
Sinclair se recostó en su silla, cruzando los brazos.
**Sinclair:** *"¿Lo creemos?"*
Carter guardó silencio por un momento antes de responder.
**Carter:** *"No del todo. Pero... tampoco creo que sea una amenaza inmediata. Es como si fuera un joven enfrentándose a un mundo nuevo, igual que nosotros enfrentándonos a él. Lo que sea que sea Steve, no actúa como alguien con malas intenciones. Por ahora, creo que deberíamos seguir trabajando con él, con cautela."*
Sinclair asintió lentamente.
**Sinclair:** *"Es fascinante, Amelia. Pero no olvidemos lo que significa realmente. Si decide usar esas habilidades contra nosotros, no tenemos forma de detenerlo. Por ahora, solo nos queda confiar en su palabra... y esperar que esa confianza no sea un error."*
La reunión concluyó con una mezcla de intriga y precaución, dejando claro que, aunque SCP-A700 no mostraba señales de hostilidad, su presencia seguía siendo un enigma tan aterrador como fascinante.
**Registro Privado de SCP-A700: Reflexión Nocturna**
Steve estaba recostado en la cama de su cuarto asignado, una habitación sencilla pero cómoda, con paredes de acero pulido que reflejaban la tenue luz del pequeño escritorio cercano. El silencio del lugar era acogedor, aunque ligeramente opresivo, interrumpido solo por el zumbido lejano de los sistemas de ventilación del Sitio-87. Se giró sobre su costado, mirando el techo, mientras su mente repasaba los eventos que lo habían traído aquí.
*"Esto es demasiado... hasta para mí."*
Era difícil ordenar sus pensamientos, pero lo intentó. Todo había comenzado con ese portal. Recordaba el resplandor brillante y el repentino tirón que lo había lanzado al vacío. No estaba seguro de cómo o por qué había sucedido, pero una parte de él tenía una idea.
*"Iris y Aura..."* Pensó con una ligera sonrisa, aunque acompañada de un suspiro. *"Seguramente estaban jugando con el portal sin saber lo que hacían. Tal vez solo querían probar algo nuevo y... bueno, ya sé cómo son."*
Iris siempre había sido curiosa, y Aura no se quedaba atrás, especialmente cuando se trataba de experimentar con herramientas que encontraban. Aunque no estaba molesto, sentía que aquel accidente lo había llevado demasiado lejos, literalmente.
*"Si no fuera porque sé que no lo hicieron a propósito, pensaría que querían deshacerse de mí."* Se rió para sí mismo, aunque el eco de su risa en la habitación le recordó lo solo que estaba.
Volvió a su primer día aquí. Despertar en una celda de contención, rodeado de paredes grises y bajo la mirada de cámaras de seguridad, había sido desconcertante. Su mundo estaba lleno de peligros, pero este lugar... era diferente. Había un orden extraño en todo, pero también un aire de desconfianza que lo hizo mantenerse alerta desde el principio.
Y luego había conocido a la Dra. Carter.
*"Ella... es distinta."* Reflexionó, entrecerrando los ojos. La primera vez que la vio, su postura firme y su mirada analítica lo hicieron pensar que era una de esas personas que siempre buscaban encontrar fallas en todo. Sin embargo, cuanto más interactuaba con ella, más se daba cuenta de que, bajo esa fachada profesional, había alguien genuinamente interesado en comprenderlo.
*"Me trata como un sujeto de estudio, sí, pero también como una persona. No todos aquí hacen eso."*
Steve había notado las miradas cautelosas de los guardias y los científicos al principio. Era como si esperaran que explotara en cualquier momento, como una bomba de tiempo. Pero con Carter, aunque mantenía la distancia profesional, parecía realmente interesada en sus habilidades, su historia y, más sorprendente aún, en ayudarlo a adaptarse.
*"Aunque claro, no puedo culparlos."* Pensó mientras miraba su mano, cerrándola en un puño. *"Supongo que para ellos soy un misterio. Y los misterios siempre son peligrosos."*
La Fundación era un lugar impresionante, lo admitía. Cada pasillo, cada sala estaba llena de tecnología que nunca había visto, y los materiales que analizaba durante las pruebas eran tan variados que sentía que había encontrado un tesoro de conocimiento.
*"Esto es como un sueño para cualquier aventurero."* Pensó con una sonrisa. Materiales nuevos, personas diferentes, y un mundo completamente distinto al que conocía. Pero no era solo eso lo que le intrigaba. Era la posibilidad de aprender de ellos tanto como ellos aprendían de él.
Sin embargo, también había una melancolía que no podía ignorar. A pesar de lo emocionante que era estar aquí, no podía evitar sentir nostalgia por su hogar. Las tierras que había explorado, las personas con las que había compartido sus aventuras... incluso los peligros familiares de su mundo.
*"¿Volveré algún día?"* La pregunta cruzó su mente, aunque no tenía respuesta. Por ahora, lo único que podía hacer era seguir adelante, adaptarse y ver a dónde lo llevaba este nuevo capítulo.
Cerró los ojos, dejando que su mente se aquietara. Aunque estaba en un mundo diferente, lleno de incertidumbre, había algo en su naturaleza que lo empujaba a aceptar los desafíos con una sonrisa. Después de todo, había sobrevivido a cosas peores.
*"Por ahora, descansaré. Mañana será otro día interesante, seguro."*
Con ese pensamiento, se dejó llevar por el sueño, preparado para enfrentarse a lo que el futuro en este extraño mundo le tenía preparado.
La habitación de Steve estaba en silencio, iluminada apenas por la tenue luz del escritorio. El reloj en la pared marcaba las tres de la madrugada. Todo parecía tranquilo hasta que, a pocos metros de su cama, un destello brillante comenzó a formar un círculo en el aire. El espacio alrededor se distorsionó, y el aire se llenó de una leve vibración.
El portal era inconfundible. Si Steve hubiera estado despierto, habría reconocido de inmediato esa mezcla de luces azules y verdes que giraban en espiral. Ese portal, ese resplandor... era demasiado familiar, como una parte de su mundo cruzando a este nuevo.
Del portal emergió una pequeña figura que, al principio, asomó solo la cabeza. Su cabello largo y brillante se balanceaba con suavidad mientras sus grandes ojos observaban con curiosidad. Era una niña, aunque sus ropas de estilo regio y su porte altivo dejaban claro que no era cualquier niña.
Sus ojos recorrieron la habitación rápidamente hasta detenerse en la cama donde Steve descansaba. Por un momento, la confusión en su rostro dio paso a una expresión de asombro.
—¡Steve! —exclamó en un susurro emocionado.
Sin esperar más, la pequeña princesa salió completamente del portal, revelando su vestido detallado con bordados dorados y zapatillas delicadas. Corrió hacia la cama con pasos apresurados, pero cuando vio que Steve estaba profundamente dormido, su expresión cambió.
Sonrió con dulzura y se subió con cuidado a la cama, asegurándose de no despertarlo. Se acomodó junto a él, abrazándose a su brazo con naturalidad.
—Te encontré, tonto... —susurró, con un dejo de alivio en su voz.
Mientras tanto, otra figura pequeña y cuadrada saltó del portal, aterrizando con un pequeño "plop" en el suelo alfombrado. Era una mini Creeper, pero no cualquier Creeper. Esta era chibi, con ojos brillantes y una actitud completamente opuesta a la destructiva naturaleza de su especie.
La Creeper miró alrededor con una sonrisa satisfecha antes de comenzar a reír.
—¡Jajajaja! ¡Te gané, Iris! —exclamó con un tono que imitaba el acento refinado de una dama inglesa. Sus pequeñas patas verdes se movían alegremente mientras saltaba de un lado a otro. —¡Esos "pechos de vaca" tuyos no son nada comparados con mi inteligencia suprema! ¡Jajajaja!
La mini Creeper, claramente deleitada con su propia travesura, continuó riendo mientras la princesa, ahora completamente acomodada junto a Steve, la ignoraba por completo.
—Silencio, Aura. Deja dormir a Steve.
Aura, la Creeper chibi, se detuvo un momento y la miró con incredulidad.
—¿Qué? ¿No estás impresionada con mi *henteligensia*?
Iris solo rodó los ojos y abrazó con más fuerza el brazo de Steve, quien, aún dormido, parecía ajeno a todo lo que ocurría a su alrededor.
Mientras el portal comenzaba a cerrarse lentamente, la habitación recuperó su calma, aunque ahora albergaba no solo a Steve, sino a dos visitantes de su mundo. La princesa Iris sonrió una última vez antes de cerrar los ojos, acomodándose junto a él como si no hubiera pasado el tiempo desde la última vez que estuvieron juntos.
Aura, por su parte, se sentó en el suelo junto a la cama, balanceando sus pequeñas patas y murmurando para sí misma.
—Esto es solo el principio, Steve... el principio de mi brillante plan.
Y con esa última declaración, la habitación quedó en silencio nuevamente, llena de una extraña sensación de calidez y familiaridad.
La luz del amanecer se filtraba por las cortinas de la habitación, proyectando suaves sombras sobre las paredes. Steve, todavía envuelto en el sopor del sueño, sintió algo extraño. No era el frío tacto de las sábanas o el usual silencio de la habitación; era la sensación de unos pequeños brazos envolviéndolo, por delante y por detrás.
Frunció el ceño, aún adormilado, y abrió lentamente los ojos. Lo primero que vio fue un cabello largo y rojizo a su derecha, el cual brillaba débilmente bajo la luz de la mañana. Giró la cabeza hacia la izquierda y notó otro cabello, pero este era de un tono esmeralda suave, perteneciente a alguien que parecía abrazarlo con la misma intensidad.
Un instante después, Steve parpadeó y el sueño se desvaneció completamente.
—¿Qué... qué demonios...? —murmuró con incredulidad.
Se quedó congelado, incapaz de procesar lo que veía. Las dos figuras dormían profundamente, con rostros pacíficos y expresiones relajadas. Pero Steve las conocía demasiado bien.
La chica a su izquierda, con cabello verde y una expresión ligeramente traviesa incluso en su sueño, no era otra que **Aura**, la princesa Creeper. A su derecha, la joven con cabello rojizo y mejillas suaves, era **Alex**, la princesa humana y reina de los Maicrafteanos.
Aunque ambas parecían niñas de entre 10 y 12 años, Steve sabía la verdad. Estas dos "lolis legales" eran mayores que él. Aura tenía 21 años y Alex, 22. Dos años mayores, aunque nadie lo hubiera adivinado por sus pequeñas estaturas y facciones juveniles.
El impacto del momento le hizo permanecer inmóvil durante varios segundos. Finalmente, intentó moverse para salir de la cama, pero ese pequeño gesto fue suficiente para despertar a las dos.
Aura fue la primera en abrir los ojos, parpadeando mientras un bostezo suave escapaba de sus labios. Al verlo, sus ojos se iluminaron con alegría.
—¡Steve! —exclamó con entusiasmo, lanzándose de inmediato hacia su cuello en un abrazo firme.
Alex, por su parte, se removió somnolienta, observando con ojos entrecerrados antes de que la realidad también la golpeara. De inmediato, sus mejillas se tiñeron de un color carmesí, y cubrió su rostro con las manos.
—¡E-esto no es lo que parece! —dijo rápidamente, aunque sus brazos rodearon a Steve al instante, abrazándolo con fuerza.
Steve, atrapado entre las dos, no sabía si reír, llorar o cuestionarse cómo su vida había llegado a este punto.
—¿Qué están haciendo aquí? ¿Cómo...?
Aura soltó una pequeña risa mientras apoyaba su frente contra el pecho de Steve.
—Te encontramos, Steve. Creímos que nunca podríamos volver a verte, pero yo... —Aura se detuvo un momento, su expresión se suavizó, y un atisbo de emoción cruzó su rostro. Su voz, normalmente burlona, ahora era más seria—. Trabajé día y noche para entender cómo funcionaba el portal. No podía rendirme.
Alex asintió, todavía sonrojada, pero con una sonrisa sincera en el rostro.
—Aura hizo todo el trabajo... aunque yo también ayudé un poco. —Sus ojos azules brillaron mientras lo miraba—. Pensamos que jamás te volveríamos a encontrar.
Las palabras de las dos princesas lo dejaron en silencio. Aura continuó explicando, ahora con una chispa de orgullo en sus ojos:
—Estuve estudiando el portal durante semanas, y anoche... logré recrearlo. Pero hubo un pequeño inconveniente.
Steve levantó una ceja.
—¿Inconveniente?
Aura asintió.
—Cuando atravesé el portal, volví a mi forma de Creeper. Al principio fue raro, pero después de dormir aquí contigo, mi forma humana regresó.
Steve parpadeó, tratando de procesar todo.
—¿Así que ahora puedes ir y venir entre mundos?
—Exacto, aunque todavía necesito perfeccionar la estabilidad del portal —respondió Aura con una sonrisa amplia.
Alex se acurrucó más cerca de él, con una expresión tierna que contrastaba con su actitud habitual.
—No importa lo que pase, Steve. No vamos a separarnos de ti otra vez.
Steve sintió un nudo en la garganta al escuchar eso. Se quedó en silencio por un momento, luego envolvió sus brazos alrededor de ambas, devolviendo el abrazo.
—Yo también las extrañé... —admitió en voz baja.
El trío permaneció así por unos minutos más, disfrutando de la calidez y la familiaridad. Para Steve, el día había comenzado con la mayor de las sorpresas, pero también con la certeza de que no estaba solo. Por extraño que fuera este nuevo mundo, ahora tenía a dos aliadas —y amigas cercanas— a su lado.
El ambiente era cálido y tranquilo en la habitación de contención de Steve. Aura y Alex seguían abrazadas a él, mientras él intentaba procesar la inusual reunión. Sentía una mezcla de nostalgia, alivio y un leve pánico al imaginar cómo iba a explicar todo esto al equipo de la fundación.
De pronto, un sonido metálico rompió la calma.
**¡Clank!**
La puerta de contención se deslizó lentamente, revelando una figura al otro lado. Steve sintió como si el tiempo se detuviera. Sus ojos se abrieron como platos, y sus músculos se tensaron de inmediato.
"¡No, no, no, no puede estar pasando esto otra vez!" pensó, su mente recordando un incidente vergonzoso de su adolescencia. Cuando tenía 17 años, algo similar le había sucedido: lo encontraron en una situación comprometida con unas amigas, y los malentendidos le costaron más de una paliza y semanas de chistes crueles.
Del otro lado de la puerta, con una expresión neutral que rápidamente se transformó en una mezcla de sorpresa e incomodidad, estaba la Dr. Carter. Su plan inicial era simplemente guiar a Steve hacia el laboratorio para continuar con las pruebas, específicamente una nueva relacionada con su interacción con la flora local. Sin embargo, al abrir la puerta, no esperaba encontrarse con la escena que tenía frente a ella.
Steve estaba sentado en la cama, con Aura y Alex abrazadas a él desde ambos lados. Ambas tenían expresiones relajadas y felices, pero desde el ángulo de Carter, la imagen parecía algo completamente diferente.
Un largo silencio se instaló en la habitación.
—Oh... eh... —comenzó a decir Carter, claramente incómoda.
Steve, aún congelado como una estatua, apenas podía reunir las palabras para explicar lo que estaba pasando. Una gota de sudor frío recorrió su frente mientras intentaba no entrar en pánico.
"Piensa, Steve, piensa rápido. No puedes dejar que esto se malinterprete otra vez. ¡Dilo bien esta vez!"
Finalmente, con la voz un poco temblorosa, habló:
—¡Esto no es lo que parece!
Carter entrecerró los ojos, cruzando los brazos mientras una ceja se levantaba en señal de duda.
—¿Ah, no? Porque parece algo bastante... inapropiado.
Alex, quien había notado la tensión, levantó la cabeza rápidamente, con las mejillas enrojecidas.
—¡Es un malentendido! —dijo, agitando las manos—. Steve es nuestro amigo de toda la vida. Solo estábamos... um, reconectando después de mucho tiempo separados.
Aura, por su parte, no parecía tan preocupada. Se apoyó en Steve con una sonrisa confiada y agregó:
—Exacto, doctora. Si fuera algo más, créame, no lo estaríamos haciendo tan a la vista.
Steve deseó desaparecer en ese momento.
—¡Aura! —exclamó, intentando corregir el tono de la conversación.
Carter suspiró, llevándose una mano a la frente.
—Steve, no sé cómo llegaron estas dos aquí ni cómo planeas explicarlo, pero necesitas vestirte y prepararte. El laboratorio está listo para la siguiente prueba, y ya hemos perdido bastante tiempo.
Steve asintió rápidamente, agradeciendo internamente que Carter no estuviera haciendo un escándalo mayor.
—Sí, claro. Déme un momento.
Carter miró a Alex y Aura una última vez antes de salir del cuarto y cerrar la puerta detrás de ella. Sin embargo, antes de que la puerta se cerrara por completo, añadió:
—Steve, cuando termines aquí... quiero una explicación detallada de quiénes son ellas y cómo llegaron hasta ti.
La puerta se cerró, y Steve dejó escapar un largo suspiro, hundiendo su rostro en sus manos.
—¿Por qué siempre termino en estas situaciones?
Alex, aún sonrojada, le dio unas palmaditas en la espalda.
—Tranquilo, Steve. Yo me encargaré de explicarle a la doctora.
Aura simplemente rió suavemente y se levantó de la cama.
—Bueno, al menos sabes que aún tienes nuestro apoyo... aunque también podría ser divertido ver cómo lidias con todo esto.
Steve negó con la cabeza mientras se preparaba mentalmente para la prueba del laboratorio y la inevitable conversación que tendría que tener más tarde.
El camino al laboratorio estaba envuelto en un incómodo silencio. Steve, ahora vestido y con una ligera expresión de resignación, caminaba con las dos lolis a su lado. Alex, con su habitual energía, observaba los pasillos con curiosidad, mientras que Aura parecía más tranquila, aunque su sonrisa sugería que disfrutaba del ambiente tenso. La Dra. Carter lideraba el grupo, su postura rígida y su mirada fija hacia adelante reflejaban su actitud fría y profesional.
—Hoy realizaremos pruebas relacionadas con la flora local y cómo esta interactúa contigo —dijo la Dra. Carter sin mirarlo—. Espero que esto sea lo único que desvíe nuestra atención durante el día.
Steve suspiró, sabiendo que ese comentario estaba dirigido directamente hacia las recién llegadas.
—Entendido, doctora. Intentaré mantener todo bajo control.
—Más te vale —respondió Carter, su tono seco como el desierto.
Alex, sin embargo, no pudo resistirse a interrumpir.
—¡Oye! No somos un problema, somos un valor agregado —dijo con una sonrisa confiada mientras levantaba una mano—. Además, ¡seremos útiles para lo que necesiten!
Aura asintió, colocando una mano en su pecho.
—Exacto. Como reinas de nuestros respectivos pueblos, estamos más que calificadas para colaborar en lo que sea necesario.
Steve cerró los ojos un momento, intentando contener su frustración.
—Por favor, chicas, déjenme manejar esto.
Al llegar al laboratorio, el grupo fue recibido por un equipo de científicos ya preparados. Entre ellos estaba la Dra. Katherine Sinclair, quien levantó la vista de sus documentos al notar a las dos jóvenes. Frunció ligeramente el ceño, claramente desconcertada, pero esperó a que Carter explicara la situación.
—Bien, equipo —dijo Carter alzando la voz—, antes de proceder con las pruebas de flora, hay algo que debemos abordar.
Todos los presentes dirigieron su atención hacia Steve y las dos figuras a su lado. Carter señaló a Alex y Aura.
—Estas dos... acompañantes aparecieron en la habitación de contención de A-700 anoche. Según lo que hemos escuchado, tienen un vínculo previo con nuestro sujeto y parecen provenir del mismo mundo.
Sinclair entrecerró los ojos, estudiándolas detenidamente.
—¿Son humanas? —preguntó, su tono serio.
—Depende de cómo lo definan —respondió Steve con cautela—. Alex es humana, o lo era en su mundo. Ahora es una princesa y reina de los "Maicrafteanos". Aura, por otro lado, es una creeper, pero aquí parece haber adoptado su forma humana nuevamente.
Aura inclinó ligeramente la cabeza, sonriendo.
—Es un placer conocerlos. Mi nombre es Aura, Reina Creeper. Estoy aquí para asistir a Steve en lo que necesite.
Alex dio un paso adelante, colocando una mano en su pecho con una sonrisa radiante.
—Yo soy Alex, princesa del Reino Craft. También estoy aquí para ayudar, aunque principalmente vine porque... bueno, extrañábamos a Steve.
El equipo de científicos intercambió miradas, claramente desconcertados, mientras tomaban notas rápidamente. Sinclair levantó una ceja y miró a Carter.
—¿Y qué garantías tenemos de que no son una amenaza?
Carter, aún con expresión fría, miró a Steve.
—Eso es algo que ellos mismos deberán demostrar.
Steve suspiró y asintió, dirigiéndose al equipo con calma.
—Sé que esto puede parecer complicado y extraño. Lo entiendo. Pero Alex y Aura no son una amenaza. Si lo fueran, yo mismo me haría cargo. Estamos aquí para trabajar con ustedes, no para causar problemas.
Sinclair cruzó los brazos, aún evaluando la situación.
—Bien, por ahora procederemos con las pruebas. Pero mantendremos una vigilancia estricta.
El ambiente seguía tenso mientras los preparativos para la prueba de flora comenzaban. Alex y Aura se mantuvieron cerca de Steve, observando con interés cómo el equipo preparaba muestras de plantas locales para analizar su interacción con él. Aunque su presencia era una distracción evidente, Steve sabía que, tarde o temprano, tendría que demostrar que todos podían coexistir sin mayores problemas.
Mientras tanto, Carter observaba desde una esquina, tomando notas meticulosas y pensando en cómo este desarrollo inesperado afectaría las investigaciones en curso. Para ella, este día apenas comenzaba, y ya prometía ser uno de los más complicados hasta el momento.
La atmósfera en el laboratorio se volvió más tensa cuando los preparativos estaban en marcha. Steve, bajo la observación atenta de los científicos, se acercó a una serie de plantas dispuestas en pequeñas macetas sobre una mesa metálica. Cada una representaba un espécimen local único, desde musgos hasta arbustos pequeños y flores exóticas, diseñadas para medir su reacción a su presencia.
Justo antes de que Steve tocara la primera planta, una voz interrumpió el momento.
—¡Steve! ¡Espera! —Aura saltó hacia él con las manos levantadas, su expresión emocionada.
Steve detuvo su movimiento y la miró, algo confundido.
—¿Qué pasa, Aura?
Ella sonrió ampliamente mientras sacaba un pequeño dispositivo parecido a una cápsula de su cinturón.
—¡Traje todo contigo! ¡Todo lo que recolectaste antes y después de nuestras aventuras! ¡No quería que te quedaras sin tus cosas!
Un silencio absoluto llenó el laboratorio. Los ojos de los científicos y de la Dra. Carter se clavaron en Aura, mientras la Dra. Sinclair fruncía el ceño con una mezcla de sorpresa y suspicacia.
—¿Qué significa eso exactamente? —preguntó Carter, su tono cortante, mientras daba un paso al frente.
Aura, sin entender del todo el impacto de sus palabras, sostuvo el dispositivo con orgullo.
—Antes de venir aquí, me aseguré de que las nueve mochilas espaciales de Steve estuvieran llenas con todo lo que había reunido. ¡Desde materiales básicos hasta objetos raros, armas, herramientas y recursos mágicos! Pensé que serían útiles si alguna vez los necesitábamos.
La Dr. Sinclair entrecerró los ojos, apuntando hacia el dispositivo.
—¿Dices que dentro de ese objeto hay... "mochilas espaciales"? Y que contienen recursos imposibles de este mundo.
Aura asintió emocionada.
—¡Exacto! Steve tiene un talento especial para recolectar cosas de valor. ¡No podíamos dejar que todo eso se quedara atrás!
Carter cruzó los brazos, su expresión mostrando incredulidad mezclada con alarma.
—Steve, ¿esto es cierto?
Steve suspiró, llevándose una mano a la frente.
—Sí, es cierto. Antes de venir aquí, tenía un inventario organizado con todo tipo de materiales, herramientas y artefactos. Supuse que se habían perdido cuando atravesé el portal. Pero si Aura los trajo aquí...
—¿Qué tan grande es este "inventario"? —interrumpió Sinclair, su mirada fija en el dispositivo de Aura.
Aura respondió con entusiasmo antes de que Steve pudiera hacerlo.
—Oh, es enorme. Cada mochila tiene el equivalente a varios cientos de metros cúbicos de espacio, aunque está comprimido. Es como si el espacio dentro fuera... infinito.
La sala explotó en murmullos de asombro y especulación científica. Algunos investigadores ya comenzaban a tomar notas apresuradas, mientras otros ajustaban sus instrumentos, claramente interesados en analizar el objeto.
—Esto cambia muchas cosas —murmuró Sinclair, volviendo su atención a Steve—. Si es cierto que tienes acceso a esos recursos, el alcance de nuestras investigaciones podría expandirse significativamente. Pero también plantea nuevas preguntas sobre cómo funcionan las leyes físicas de tu mundo en comparación con las nuestras.
Carter levantó una mano para silenciar a los demás.
—Steve, ¿podrías mostrarlo? Necesitamos confirmar que lo que dice Aura es cierto.
Steve miró a Aura, quien le entregó el dispositivo con una sonrisa confiada. Él presionó un botón en la cápsula, y al instante, nueve mochilas aparecieron en una línea ordenada sobre el suelo del laboratorio. Las mochilas, aunque parecían normales en apariencia, irradiaban un leve brillo mágico, dejando claro que no eran objetos comunes.
—Esto es... fascinante —dijo Sinclair, inclinándose para examinar una de las mochilas sin tocarla—. ¿Cómo funcionan?
—Es complicado de explicar —respondió Steve—. Pero, básicamente, estas mochilas están vinculadas a una dimensión de almacenamiento alterna. Todo lo que coloques dentro permanece allí hasta que lo necesitas.
—¿Y qué tipo de recursos están almacenados? —preguntó Carter, su tono aún más frío.
—De todo. Minerales raros, bloques de construcción, alimentos, pociones, armas, herramientas encantadas... lo que necesité durante mis aventuras.
Aura intervino nuevamente con una sonrisa orgullosa.
—¡Incluso tiene un par de dragones de repuesto en forma de huevo!
El laboratorio estalló en más murmullos mientras Carter y Sinclair intercambiaban miradas de asombro y preocupación.
—Esto es mucho más grande de lo que esperábamos —dijo Carter finalmente—. Necesitaremos investigar esto a fondo. Por ahora, continuaremos con las pruebas, pero este descubrimiento será nuestra prioridad.
Steve suspiró nuevamente, resignado. Sabía que Aura solo quería ayudar, pero ahora había puesto aún más atención sobre él y sus habilidades. Mientras se preparaba para continuar con las pruebas de flora, no podía evitar preguntarse cómo manejaría la Fundación esta nueva revelación.
El laboratorio estaba en un estado de expectativa mientras Steve se acercaba a la mesa llena de plantas. A su lado, Aura y Alex observaban con curiosidad, mientras los científicos, junto con las Dras. Carter y Sinclair, se mantenían atentos a cada movimiento.
Steve, tras una breve reflexión, se agachó para buscar en una de las mochilas espaciales recientemente traídas por Aura. Luego de unos segundos, sacó dos objetos que inmediatamente captaron la atención de todos: un bastón brillante con runas inscritas en su superficie y un saco pequeño con un contenido verde luminoso.
—¿Qué son esos objetos? —preguntó la Dra. Sinclair, adelantándose con interés visible en sus ojos.
Steve sostuvo el bastón y el saco frente a él.
—Esto es un bastón mágico, y esto otro es fertilizante especial. Ambos provienen de un sistema de herramientas y magia llamado "Botania".
—¿Botania? —repitió Carter con su tono siempre serio—. ¿Qué es exactamente?
Steve asintió, organizando sus pensamientos.
—En mi mundo, los "mods" son extensiones o mejoras que se pueden implementar en el entorno para crear nuevas herramientas, habilidades y sistemas. Botania es uno de esos "mods". Para crear objetos como este bastón o el fertilizante, se necesita un banco de crafteo mejorado que permita combinaciones avanzadas. Es como si amplificara lo que puedes construir en un banco de trabajo normal.
Sinclair cruzó los brazos, claramente intrigada.
—¿Y para qué sirven exactamente estos objetos?
Steve levantó el bastón, sonriendo ligeramente.
—El bastón mágico me permite canalizar y enfocar mi energía mágica para influir en las plantas y otros aspectos del entorno. El fertilizante, por otro lado, acelera el crecimiento de las plantas, pero de una forma más... mágica. Los frutos que crecen con este fertilizante suelen ser más grandes y nutritivos.
Carter alzó una ceja, observándolo con atención.
—¿Y cómo funciona todo esto?
Steve giró el bastón en su mano.
—Puedo mostrarlo.
Con un movimiento ágil, Steve apuntó el bastón hacia una planta pequeña y marchita en una maceta cercana. Sin saberlo, aquella planta era un espécimen de una especie extinta, cuidadosamente preservada en el laboratorio. Steve murmuró un comando bajo mientras una energía brillante se concentraba en la punta del bastón.
En un destello de luz, la planta comenzó a transformarse. Sus hojas marchitas cobraron vida, tornándose de un verde vibrante, y en cuestión de segundos, creció hasta alcanzar el tamaño de un arbusto saludable y floreciente.
El laboratorio quedó en completo silencio mientras los científicos observaban con incredulidad. Sinclair dio un paso adelante, inclinándose para inspeccionar la planta resucitada.
—Esto es... imposible —murmuró, mientras Carter se cruzaba de brazos, claramente conteniendo su sorpresa.
—¿Cómo es que esto funciona, Steve? —preguntó Carter finalmente.
Steve guardó el bastón y respondió con calma.
—En mi mundo, la magia y la naturaleza están conectadas. Para usar el bastón, canalizo mi propia energía mágica, que se regenera a medida que como. Cada vez que consumo alimentos, mi magia se recarga porque absorbo algunos nutrientes específicos de la comida. Por eso necesito comer regularmente, al menos un refrigerio cada dos horas, para mantener mi energía estable.
Antes de que alguien pudiera formular una nueva pregunta, Steve sacó el fertilizante y se acercó a un pequeño arbusto de frutillas.
—Déjenme mostrarles cómo funciona esto.
Rociando una pequeña cantidad del polvo verde sobre el arbusto, todos observaron con asombro cómo este comenzaba a crecer rápidamente. Las ramas se expandieron, las hojas se volvieron más brillantes y, en cuestión de segundos, las frutillas maduras colgaban de sus ramas, tan grandes como puños y con un aroma dulce que llenó la habitación.
Aura y Alex no pudieron contenerse y, con un movimiento rápido, arrancaron algunas frutillas para probarlas.
—¡Están deliciosas! —dijo Aura, con los ojos brillantes mientras mordía una de las frutas.
—¡Esto es increíble! —añadió Alex, mientras comía otra frutilla y sonreía alegremente.
Los científicos tomaron notas frenéticamente, mientras Carter y Sinclair observaban la escena con expresiones que mezclaban asombro y seriedad.
—Esto no solo desafía nuestras leyes de la física, sino también la biología básica —dijo Sinclair, volviéndose hacia Steve—. ¿Hay algún límite para lo que puedes hacer con estos "mods"?
Steve se encogió de hombros, mirando las frutillas.
—Depende del mod y de los recursos disponibles. Pero les aseguro que cada sistema tiene sus propias reglas. No puedo simplemente hacer cualquier cosa. Necesito las herramientas adecuadas y los materiales correctos.
Carter asintió lentamente, aunque su expresión permanecía rígida.
—Por ahora, sigamos adelante con las pruebas. Pero quiero un análisis exhaustivo de todo lo que estos objetos puedan hacer. Y Steve... —lo miró directamente—, mantente disponible para más preguntas.
Steve suspiró, observando a las lolis que seguían comiendo frutillas alegremente. No pudo evitar sonreír un poco. Aunque la situación era intensa, había algo reconfortante en saber que tenía algo de su mundo para compartir en este lugar extraño.
Steve se encontraba de pie en el centro del laboratorio, rodeado de científicos, las Dras. Carter y Sinclair, y por supuesto, las dos lolis, Aura y Alex, que miraban con fascinación cómo Steve sacaba una serie de objetos del inventario de una de las mochilas espaciales traídas por Aura. Entre los artículos había armas, herramientas, comida y una mesa de crafteo mejorada que colocó cuidadosamente sobre una superficie despejada.
—Bien, ¿qué es esto exactamente? —preguntó Sinclair, señalando la mesa con curiosidad.
Steve sonrió levemente y la señaló.
—Esta es una mesa de crafteo mejorada. Es como una versión avanzada de la mesa de trabajo normal, pero te permite fabricar objetos y herramientas mucho más complejos, incluyendo algunos que no se pueden hacer de otra forma.
Carter cruzó los brazos, observando con atención.
—¿Y los demás objetos? —preguntó con su tono profesional.
Steve comenzó a sacar más cosas: un arco reforzado que parecía brillar con una energía mágica, un escudo de metal con runas talladas, y varias porciones de comida que no parecían provenir de ingredientes comunes.
—Estos objetos provienen de distintos "mods". Como mencioné antes, los mods son sistemas que amplían lo que se puede hacer en mi mundo. Por ejemplo, este arco está encantado con una habilidad que le permite disparar flechas infinitas, siempre y cuando tengas al menos una en tu inventario. Este escudo no solo bloquea ataques físicos, sino que también refleja ciertos hechizos.
Sacó un trozo de pan que brillaba tenuemente.
—Y esta comida, por ejemplo, está hecha con ingredientes de un mod que permite combinar alimentos básicos con elementos mágicos, aumentando sus propiedades nutritivas. Comer esto no solo me llena de energía, sino que también acelera mi regeneración durante un tiempo.
Los científicos tomaron notas mientras Sinclair lo miraba con una mezcla de asombro y escepticismo.
—Todo esto suena increíble, pero… ¿hay riesgos asociados con estos mods? —preguntó.
Steve asintió, su expresión se volvió seria mientras guardaba los objetos que había mostrado.
—Definitivamente. No todos los mods son beneficiosos. Algunos contienen errores o creaciones malintencionadas de los antiguos magos y científicos de la era pasada. Estos errores llevaron a la aparición de criaturas peligrosas y objetos corruptos.
Sinclair frunció el ceño, claramente intrigada.
—¿Qué tipo de criaturas?
Steve se cruzó de brazos, mirando hacia el techo como si recordara algo desagradable.
—Uno de los ejemplos más notorios son los Ents malvados. Originalmente, los Ents eran seres sabios y pacíficos, semejantes a árboles, pero con inteligencia, capacidad de hablar, y una conexión profunda con la naturaleza. Se cree que los antiguos magos intentaron replicar su existencia con alquimia y magia, pero el resultado fue una versión corrupta. Los Ents malvados son criaturas tontas, violentas y llenas de odio hacia cualquier especie que no sea la suya.
Hizo una pausa antes de continuar.
—Estos Ents malvados buscan la destrucción total. No construyen ni preservan como los Ents originales, solo arrasan con todo a su paso. Lo peor es que se reproducen de manera descontrolada, especialmente en áreas donde la magia está desequilibrada, lo que los convierte en un problema constante.
Carter lo observó con expresión neutral, aunque sus ojos reflejaban interés.
—¿Cómo lidian con ellos en tu mundo?
Steve suspiró.
—Generalmente, se organizan misiones para aventureros como yo. Nos contratan para reducir su población y evitar que invadan aldeas o bosques protegidos. A veces, estas criaturas son tan numerosas que requieren equipos enteros para eliminarlas.
Sinclair se inclinó hacia adelante.
—Dijiste que estas criaturas son resultado de errores antiguos. ¿Significa eso que los mods no son completamente confiables?
—Exacto —respondió Steve, mirándola con seriedad—. Los mods son herramientas poderosas, pero también pueden ser impredecibles. Algunos de ellos contienen peligros ocultos, como objetos que parecen útiles, pero que en realidad están malditos o son inestables. Hay que tener mucho cuidado al interactuar con ellos.
Aura, que había estado escuchando con atención, intervino de repente.
—¡Es verdad! Una vez, cuando estaba explorando con Steve, encontramos un mod llamado "Reliquias Perdidas". Pensamos que contenía tesoros, pero en lugar de eso, liberamos un ejército de golems corruptos. Fue horrible.
Alex asintió, con una expresión de disgusto.
—Sí, esos golems casi destruyen nuestra aldea. Nos tomó semanas recuperarnos de ese desastre.
Carter miró a las dos chicas y luego a Steve.
—Parece que tu mundo está lleno de peligros únicos. ¿Qué otras criaturas o fenómenos deberíamos esperar que surjan de estos mods?
Steve se encogió de hombros.
—Podría darles una lista interminable, pero lo mejor es estar preparados para cualquier cosa. Los mods no siempre siguen las reglas de la lógica, y algunos incluso tienen efectos que desafían las leyes de la física y la realidad misma.
Sinclair se acarició la barbilla, pensando profundamente.
—Interesante… Esto podría abrir toda una nueva rama de estudio.
Carter simplemente asintió, con la mirada fija en Steve.
—Por ahora, sigamos con las pruebas, pero esto es algo que definitivamente requerirá más investigación. Mantente listo para responder más preguntas, Steve.
Steve asintió, aunque no pudo evitar sentir un leve escalofrío ante la intensidad de las miradas de los científicos. Sabía que esto era solo el comienzo de lo que sería una larga serie de pruebas y explicaciones sobre los secretos de su mundo.