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Chapter 3 - Capítulo 3: Un Nuevo Día En La fundacion.

Hoy era un nuevo día en la Fundación, y Steve no podía ocultar su emoción. Desde la inesperada visita y llegada de Aura y Alex hace una semana, su vida había dado un giro sorprendente. Aunque la Dra. Carter había interrogado exhaustivamente a las dos reinas, ellas demostraron ser más que dignas de sus títulos y habilidades.

Alex había impresionado a todos con su profundo conocimiento de lo arcano, su habilidad de curación avanzada, y su magia de *spawn point*. Este hechizo permitía sacrificar puntos de experiencia acumulados para revivir en caso de morir, un poder que dejó a los investigadores atónitos. Aura, por otro lado, había mostrado su impresionante magia real de reina Creeper, capaz de convertir cualquier objeto que tocara en una bomba de diversos tipos: de tiempo, a control remoto, vivientes, o incluso en pequeños golems explosivos. Además, había revelado que, al morir, resucitaba en una mini explosión concentrada, algo que intrigaba y aterrorizaba a los científicos a partes iguales.

Steve sonrió al recordar lo acontecido la semana pasada. Hoy, sin embargo, tenía otro motivo para alegrarse: finalmente recibiría su pase para explorar las instalaciones de la Fundación, bajo ciertas condiciones, claro. Su tarea principal sería construir portales que conectaran otras bases y ciudades de la Fundación, una innovación que, de funcionar, mejoraría enormemente la capacidad de respuesta y protección de la organización.

Steve estaba en su habitación, repasando mentalmente los recursos que necesitaría para construir los portales, cuando la puerta se abrió con un suave clic. La Dra. Carter entró, acompañada de dos guardias. Como siempre, su expresión era fría y profesional, aunque Steve había aprendido a notar el leve brillo de curiosidad en sus ojos.

—Buenos días, Steve —dijo Carter, deteniéndose frente a él—. Hoy es un día importante. Te escoltaremos a una sala de planificación donde discutiremos los puntos estratégicos para tus portales. Espero que estés listo.

—Más que listo, Dra. Carter —respondió Steve, poniéndose de pie y estirándose ligeramente.

Los guardias lo escoltaron hasta una amplia habitación que estaba preparada para su misión. En el centro, una gran mesa exhibía múltiples mapas que mostraban la distribución de las bases de la Fundación y algunas ciudades clave. A un lado, estaban la Dra. Sinclair y otros investigadores que habían trabajado con Steve durante la semana. Todos lo miraron con interés mientras entraba.

Carter tomó su lugar al frente de la mesa y comenzó a explicar.

-La Fundación ha identificado ubicaciones estratégicas donde queremos que construyas portales. Estas conexiones mejorarían nuestro tiempo de respuesta ante emergencias y facilitarían el transporte seguro de personal y recursos.

Steve observó los mapas con atención. Cada marca parecía cuidadosamente seleccionada para maximizar la utilidad de los portales.

—Esto es posible, pero necesitaré varios materiales de mi mundo —dijo Steve mientras examinaba las ubicaciones. Sacó una libreta y comenzó a tomar notas—. Necesitaré obsidiana, pedernal, y un poco de polvo de piedra brillante para activar las conexiones.

—Los materiales ya están siendo traídos —dijo Carter con eficacia—. También necesitarás detallar cómo garantizar que estos portales no puedan ser usados por amenazas externas.

—Eso será sencillo —dijo Steve, asintiendo—. Los portales tendrán encantamientos personalizados. Solo responderán al ADN de las personas autorizadas.

Mientras los científicos asentían impresionados, la Dra. Sinclair intervino:

—Steve, una vez que construyas el primer portal, queremos monitorear su funcionamiento y realizar pruebas antes de expandir la red. Además, ¿hay alguna posibilidad de que este tipo de portales sean utilizados para acceder a otros mundos, como el tuyo?

Steve frunció el ceño, considerando la pregunta.

—Es posible, pero no recomendado. Los portales de mi mundo pueden ser impredecibles si no se construyen con precisión. Un error en el diseño podría llevarnos a una dimensión peligrosa o inexplorada.

Sinclair asintió, anotando la respuesta en su libreta.

Steve continuó evaluando los mapas mientras explicaba los pasos para construir los portales. Aura y Alex, que lo habían seguido hasta la sala, se mantenían cerca, escuchando con atención. De repente, Aura levantó la mano como si estuviera en clase.

—Steve, ¿no necesitarías también estabilizadores mágicos? Podríamos usar parte de los cristales que traje en las mochilas.

—¡Buen punto, Aura! —exclamó Steve, sonriendo. Miró a Carter—. Esos cristales podrían reforzar la estructura mágica y asegurar que no haya interferencias entre las dimensiones.

Carter asintió, claramente impresionada por la dinámica entre Steve y sus compañeras.

—Entonces, manos a la obra. Queremos que el primer portal esté operativo lo antes posible.

Steve asintió con entusiasmo y comenzó a planificar los pasos exactos para construir el portal. Aunque sabía que sería una tarea difícil, también entendía que esto marcaría un nuevo comienzo en su relación con la Fundación, y tal vez, con el mundo exterior.

El sol aún no se había puesto cuando Steve, acompañado por Aura y Alex, comenzó su tarea de construir los portales interconectados para la Fundación SCP. La Dra. Carter, junto a varios científicos y guardias armados, supervisaban el proceso desde una distancia prudente, intrigados por la peculiar metodología de Steve y sus compañeras.

El primer paso era extraer los materiales que la Fundación había traído de este mundo. Aunque los materiales parecían similares a los que Steve usaba en su mundo, notó pequeñas diferencias en su composición. Con una sonrisa confiada, sacó un pico encantado de su inventario, uno que brillaba tenuemente con runas grabadas en su superficie.

—Esto no se parece exactamente al mineral de mi mundo, pero debería funcionar igual si lo trato correctamente —dijo Steve mientras daba su primer golpe al bloque de obsidiana frente a él.

El sonido metálico del pico resonó en la sala mientras Steve trabajaba con precisión. Al principio, el mineral se rompió como lo haría cualquier roca común, dejando tras de sí trozos irregulares. Sin embargo, tras unos minutos, los fragmentos parecieron reaccionar a la energía residual del pico encantado. Los trozos comenzaron a brillar y, lentamente, se transformaron en bloques cuadrados perfectos, al más puro estilo del mundo de Steve.

—¡Lo sabía! —exclamó Steve con una sonrisa de satisfacción. Volteó hacia Aura y Alex—. Estos materiales son compatibles con mi magia. Podemos proceder.

Aura, con entusiasmo, empezó a organizar los bloques mientras Alex revisaba las instrucciones de las runas que Steve planeaba grabar en los portales.

Steve comenzó a ensamblar el primer portal. La estructura tenía una forma de arco clásica, hecha principalmente de obsidiana. Sin embargo, incorporó varios elementos adicionales: polvo de piedra brillante para estabilizar la energía, redstone para canalizar la energía mágica, y runas que Alex grabó con precisión utilizando su magia arcana.

—La seguridad será nuestra prioridad —dijo Steve mientras sostenía un pequeño cubo brillante—. Este es un bloque de comando modificado con un encantamiento especial que combina el reconocimiento de sangre. Solo el personal autorizado podrá usar estos portales.

—¿Reconocimiento de sangre? —preguntó la Dra. Sinclair, que había estado observando en silencio hasta entonces.

—Así es. Este bloque analizará el ADN de quien intente usar el portal. Si no coincide con los registros autorizados, no permitirá el teletransporte —respondió Steve, mostrando cómo conectaba el bloque de comando al portal.

Aura añadió con entusiasmo:

—Además, cada portal tendrá una clave única. Esto asegura que incluso si alguien intenta replicar el portal, no funcionará sin la configuración original.

Con los bloques colocados, Steve activó el portal utilizando su bastón mágico. El interior del arco comenzó a brillar, primero en un tono oscuro, antes de estabilizarse en un azul verdoso brillante. La luz pulsaba suavemente, como si estuviera viva, reflejando los colores característicos de esta dimensión.

Steve dio un paso atrás, observando su trabajo. El portal se veía impresionante: un arco de obsidiana que parecía antiguo, con polvo de piedra brillante que emitía un resplandor cálido, y runas que brillaban tenuemente con un azul eléctrico.

—¿Está listo? —preguntó Carter con cautela.

—Debería estarlo. Pero necesitamos probarlo —respondió Steve, mirando hacia Alex.

—¿Qué? ¿Por qué yo? —protestó Alex, con las mejillas sonrojadas.

—Porque confío en ti —respondió Steve con una sonrisa.

Alex bufó, pero se acercó al portal. Al colocar su mano en la runa de activación, el portal reaccionó de inmediato, proyectando un holograma con los datos de autorización. Al aceptar su entrada, el portal emitió un leve zumbido y Alex desapareció en un destello de luz azul verdosa.

Un momento después, su voz llegó a través de un comunicador que Steve había instalado cerca del portal.

—¡Funcionó! Estoy en la segunda base. Todo se ve estable aquí.

La sala estalló en murmullos de asombro. Steve sonrió y luego explicó:

—Este portal es solo el primero. Con tiempo y recursos, podré replicarlo en todas las bases y puntos estratégicos de la Fundación.

Mientras Steve, Aura, y Alex continuaban trabajando en los portales restantes, los científicos, liderados por la Dra. Carter y la Dra. Sinclair, discutían las implicaciones de esta tecnología.

—Esto es revolucionario. Si podemos establecer esta red de portales, podríamos transformar la logística de la Fundación —dijo Carter, mirando los planos que Steve había dejado sobre la mesa.

—Sin embargo, todavía necesitamos entender completamente cómo funciona esta magia. No podemos depender ciegamente de un SCP, incluso si es seguro —respondió Sinclair, aunque su tono era menos severo que antes.

Mientras tanto, Steve, ignorando las discusiones, miró a Aura y Alex.

—Un paso más cerca de hacer que este mundo sea un poco más como el nuestro —dijo en voz baja, mientras activaba el siguiente portal.

El segundo portal estaba a punto de activarse en el laboratorio principal del sitio principal de la Fundación. Steve, confiado en su experiencia, ajustó los bloques de comando y se aseguró de que las runas estuvieran en su lugar correcto.

—Bien, este debería funcionar igual que el primero. Sólo una prueba rápida para verificar la conexión —dijo Steve, mientras se acercaba al portal junto con Alex y Aura.

Pero algo fue diferente esta vez. Cuando Steve ajustó los controles finales, un resplandor inusual recorrió el portal, y antes de que pudiera reaccionar, una fuerza de succión lo arrastró dentro.

—¡Steve! —gritaron Alex y Aura al unísono, pero no pudieron alcanzarlo a tiempo.

Steve apareció repentinamente en una sala de aspecto clínico. Su aterrizaje a través del portal no había sido tan suave como esperaba, pero rápidamente se puso de pie, sacudiéndose el polvo de su ropa. Miró a su alrededor, confundido, observando que se encontraba en una habitación con paredes blancas, un cristal de observación al fondo, y una mesa sencilla con dos sillas.

Sentados frente a frente, un hombre con un uniforme de Clase D y una pequeña niña rubia con un osito de peluche estaban enfrascados en una conversación. Steve arqueó una ceja, sorprendido por la extraña combinación de individuos en lo que parecía ser una sala de pruebas.

—¿Qué está pasando aquí? —se preguntó en voz baja mientras se acercaba.

La niña, SCP-053, levantó la vista al escuchar a Steve y sonrió ampliamente.

—¡Hola! Eres nuevo. ¿Quieres jugar conmigo? —dijo con un tono inocente, abrazando a su osito de peluche con fuerza.

Steve frunció el ceño ligeramente, sin comprender la situación.

—Eh... hola. No estoy seguro de qué está pasando aquí, pero no creo que esté aquí para jugar. —Miró al hombre Clase D, que lo observaba con una mezcla de nerviosismo y confusión.

—Tú... ¿eres parte del personal? —preguntó el Clase D, sudando ligeramente.

—No, no soy personal. Solo me perdí en el camino. Pero, ¿quién es ella? —Steve señaló a la niña, aún ajeno a la identidad de SCP-053.

Antes de que el hombre pudiera responder, un leve temblor en la habitación distrajo a todos.

—Hmm, algo me dice que este lugar no es tan seguro como parece. —Steve dio un paso hacia la niña, que parecía contenta de su presencia.

—¡Mira mi osito! —exclamó SCP-053, sosteniendo el peluche frente a él.

Steve lo observó por un momento, notando que estaba desgastado y lleno de costuras mal reparadas.

—Este osito ha visto mejores días... —murmuró, tocando suavemente el peluche.

De manera instintiva, Steve abrió su inventario y sacó algunos materiales de reparación que llevaba consigo. Sin pensarlo mucho, comenzó a trabajar en el osito mientras la niña lo miraba con fascinación.

—Vamos a arreglar esto —dijo mientras colocaba fragmentos de tela y una pequeña piedra brillante que había guardado de su mundo.

En cuestión de segundos, el osito comenzó a brillar tenuemente, y antes de que alguien pudiera reaccionar, las pequeñas extremidades del peluche se movieron. En lugar de ser un simple juguete, el osito ahora era un pequeño golem que caminaba torpemente pero con determinación.

—¡Teddy! —gritó SCP-053 con alegría, abrazando al golem.

El hombre Clase D se quedó boquiabierto mientras Steve miraba la creación con satisfacción.

—Bueno, no esperaba que se moviera, pero parece que funcionó.

Antes de que pudieran celebrar más, la puerta de la sala se abrió de golpe, y varios agentes de seguridad entraron apuntando sus armas.

—¡SCP-A700, aléjese de SCP-053 inmediatamente!

Steve levantó las manos, confundido.

—¿Eh? ¿SCP qué? Yo solo estaba ayudando con un peluche.

La Dra. Carter apareció detrás de los agentes, frunciendo el ceño.

—¿Qué estás haciendo aquí, Steve? Este es el Sitio-17, y esa niña no es alguien con quien deberías estar interactuando.

Steve parpadeó, mirando a SCP-053.

—¿Ella? Pero es solo una niña.

Carter suspiró profundamente.

—No tienes idea de quién es, ¿verdad? Esa es SCP-053, una anomalía que provoca impulsos violentos en cualquiera que pase demasiado tiempo cerca de ella.

Steve se encogió de hombros, señalando a sí mismo.

—Pues no me pasó nada. Creo que estoy bien.

Los científicos detrás del cristal intercambiaron miradas sorprendidas, mientras la Dra. Carter anotaba algo rápidamente en su libreta.

—Esto... esto no tiene sentido. Deberías haber sentido algo. ¿Qué hiciste con el osito?

Steve señaló al pequeño golem que ahora seguía a SCP-053 como un fiel compañero.

—Lo arreglé. Y ahora es un golem. Parece que le gusta.

La niña abrazó al golem mientras sonreía a Steve.

—Gracias, Steve. ¡Teddy es mejor ahora!

De regreso al laboratorio, la Dra. Carter observó a Steve con una mezcla de curiosidad y frustración.

—Eres un caso único, eso está claro. Pero no puedes seguir improvisando con estas anomalías.

Steve sonrió despreocupadamente.

—¿Improvisar? Solo intenté ayudar. Además, creo que hicimos un buen equipo, ¿no?

Carter negó con la cabeza, pero no pudo evitar admitir que la situación había sido menos catastrófica de lo esperado.

—Tienes suerte de que no haya salido peor. Ahora, volvamos al trabajo con los portales.

Mientras salían de la sala, SCP-053 observó a Steve desde la ventana, abrazando a su nuevo golem con una sonrisa que solo un niño feliz podía tener.

De regreso al laboratorio, la Dra. Carter no perdió tiempo en comenzar su interrogatorio. Steve apenas tuvo tiempo de sentarse antes de que las preguntas comenzaran a caer sobre él como una tormenta.

—¿Cómo lo hiciste, Steve? ¿Qué materiales utilizaste? ¿Ese golem tiene algún tipo de inteligencia artificial? ¿Cómo responde a los estímulos? ¿Es peligroso? —La Dra. Carter disparaba preguntas una tras otra, con los ojos brillando de curiosidad científica.

Steve levantó las manos, intentando calmarla.

—¡Espera, espera! Una pregunta a la vez.

Carter cruzó los brazos, impaciente.

—Empieza por explicar qué demonios hiciste con el osito de SCP-053.

Steve suspiró y se acomodó en su asiento, apoyándose en el respaldo.

—Bien, lo que hice fue algo bastante básico en mi mundo. El osito era solo un objeto normal, pero lo mejoré usando algunos materiales mágicos. Utilicé una gema luminosa para darle energía vital y una runa de control para que pudiera obedecer comandos simples.

La Dra. Carter lo miró incrédula, tomando notas rápidamente en su libreta.

—¿Eso es "básico" para ti?

—Para mí, sí. Lo llamamos "creación de golems". En mi mundo, los golems son autómatas animados mediante magia o alquimia. Pueden construirse con diferentes materiales, y su rango de poder depende de lo que uses y cómo los configures.

—¿Rango de poder? ¿Qué tan fuerte puede ser uno? —preguntó Carter, inclinándose hacia él con interés.

Steve se rascó la cabeza, pensando en cómo explicarlo.

—Bueno, depende. Los golems simples, como el osito, son de bajo nivel. Básicamente son asistentes, guardianes o juguetes en este caso. Pero si usas materiales más raros o haces rituales más avanzados, puedes crear golems que rivalicen con ejércitos enteros.

La Dra. Carter levantó una ceja, intrigada.

—Entonces, ¿qué tan peligroso es el osito de SCP-053?

Steve se inclinó hacia adelante, poniéndose serio.

—Depende de cómo lo use la niña. Le di energía suficiente para que se defienda si es necesario, pero... aquí está el truco: los golems son increíblemente leales a su creador. En este caso, a SCP-053. Si ella siente que alguien es una amenaza, el golem lo atacará sin dudar.

Carter abrió los ojos sorprendida.

—¿Atacar? ¿Qué tan fuerte puede ser?

Steve levantó un dedo, haciendo un gesto para calmarla.

—Tranquila. Es un golem básico, no puede destruir edificios ni nada por el estilo. Pero es rápido, fuerte y tiene una conexión mágica directa con la niña. Si alguien intenta lastimarla, el golem usará todo su poder para protegerla.

La Dra. Carter tomó una pausa para procesar la información, pero rápidamente retomó el tema.

—¿Y qué pasa con esos golems más avanzados de los que hablabas?

Steve suspiró, sabiendo que su respuesta probablemente no la tranquilizaría.

—Los golems avanzados son otra historia. En mi mundo, hay golems hechos de obsidiana, que son casi indestructibles, o golems de diamante, que pueden canalizar magia pura. Pero los más peligrosos son los golems corruptos, creados por magia oscura. Esos... son prácticamente armas de destrucción masiva.

La Dra. Carter lo miró fijamente, apretando su libreta con fuerza.

—¿Hay algo como eso aquí?

—No, tranquila. Aquí no he visto materiales lo suficientemente raros como para hacer uno de esos. Pero... —Steve la miró con seriedad—, deberían mantener un ojo en el osito. Si alguien intenta manipularlo o corromperlo, podría volverse algo mucho más peligroso.

Carter dejó escapar un suspiro, claramente abrumada por la información.

—Esto es demasiado. No solo estás fuera de las reglas de la física, sino que también traes magia con reglas que ni siquiera entendemos.

Steve sonrió con confianza.

—Eso es lo divertido, ¿no? Prometo mantener el osito bajo control... bueno, mientras la niña lo mantenga feliz.

Carter negó con la cabeza, pero no pudo evitar un leve atisbo de admiración.

—Tendremos que estudiarte más, Steve. Esto apenas es el comienzo.

Mientras ella se alejaba, Steve se recostó, murmurando para sí mismo.

—¿Estudiarme más? Esto va a ser interesante...

La Dra. Carter qué se se detuvo un momento mientras revisaba unos documentos en su tableta. Miró a Steve con un leve aire de casualidad.

—Por cierto, Steve. ¿Te apetece un café?

Steve, aún procesando las interminables preguntas sobre golems, arqueó una ceja y respondió:

—¿Café? No suelo beber mucho, pero suena bien.

Carter asintió con una pequeña sonrisa.

—Perfecto. Además, podría aprovechar para hablarte un poco más sobre cómo clasificamos a los SCP. Parece que te interesa el tema.

—Definitivamente. —Steve asintió, cruzando los brazos mientras caminaban—. Si voy a colaborar con ustedes, debería entender cómo funcionan las cosas aquí.

Mientras avanzaban hacia la cafetería, Carter comenzó a explicar con tono profesional:

—Los SCP se clasifican en tres categorías principales: Seguro, Euclid y Keter.

Steve frunció el ceño, interesado.

—¿Y qué significa cada uno?

—Un SCP Seguro es algo que podemos contener fácilmente, que no representa un peligro directo si está bajo vigilancia adecuada. Por ejemplo, una llave que solo abre ciertas puertas o una anomalía que no interactúa mucho con el entorno.

—¿Y los Euclid?

—Esos son más complicados. Euclid significa que la anomalía puede ser impredecible, o que no entendemos completamente cómo funciona. Requieren procedimientos más estrictos para mantenerlos contenidos.

—Y Keter... ¿es el nivel más peligroso? —preguntó Steve, notando el tono de precaución en la voz de Carter.

—Exacto. Un SCP clasificado como Keter es extremadamente difícil de contener. No solo representan una amenaza directa a las personas, sino que podrían causar daños masivos si algo sale mal. No siempre significa que son "malos", pero son peligrosos o incontrolables.

Steve asintió lentamente, procesando la información.

—Supongo que yo estoy en Seguro, entonces.

—Sí, al menos por ahora. Pero no te preocupes, la clasificación puede cambiar dependiendo de tus acciones y de lo que descubramos.

Detrás de ellos, los guardias y otros investigadores murmuraban entre sí, observando a Steve de reojo.

—¿Crees que realmente es Seguro? —preguntó uno de los guardias.

—No lo sé. Parece cooperativo, pero con todo lo que hemos visto, nunca se puede estar seguro.

Otro investigador intervino.

—La Dra. Carter confía en él, y eso dice mucho. Pero si se descontrola... bueno, será interesante ver cómo manejamos algo como él.

Al llegar a la cafetería, Carter guio a Steve hasta el mostrador. Justo cuando iban a pedir, ella señaló una caja de pizza que descansaba sobre una de las mesas cercanas.

—¿Ves esa caja? Es SCP-458.

Steve inclinó la cabeza, intrigado.

—¿Una caja de pizza?

—Sí, pero no cualquier caja. SCP-458 es una caja de pizza de *Pizza Hut* que puede generar pizzas infinitas, siempre del tipo favorito de quien la abre.

Steve abrió los ojos, claramente impresionado.

—¿En serio? Eso suena... increíble.

Carter asintió, con una sonrisa leve.

—Es una anomalía clasificada como Seguro. No representa un peligro, pero es fascinante en su simplicidad.

Steve se acercó para examinar la caja más de cerca, manteniendo las manos detrás de la espalda para no tocarla.

—Supongo que podría hacer algo similar. Puedo crear objetos o imitarlos si tengo los recursos adecuados. Pero, a diferencia de esta caja, podría personalizar los alimentos. No solo pizza, también agua, lava o cualquier cosa que pueda programar en mi "mesa de crafteo".

Carter lo miró con curiosidad, inclinando la cabeza.

—¿Podrías mostrarme algo como eso algún día?

Steve sonrió.

—Claro, pero necesitaré un poco de tiempo para preparar los materiales.

Después de pedir sus cafés, Carter y Steve se sentaron en una de las mesas de la cafetería. Los guardias y otros empleados continuaban observándolos de lejos, susurrando entre ellos.

Steve tomó un sorbo de su café y se recostó en la silla.

—Entonces, ¿qué otros SCP interesantes tienen aquí en el Sitio-17?

Carter sonrió ligeramente.

—Oh, hay muchos. Desde anomalías pequeñas y curiosas como SCP-458, hasta cosas mucho más... inquietantes. Por ejemplo, SCP-053, la niña con quien te encontraste.

Steve asintió, recordando su interacción con la pequeña.

—Fue interesante. Aunque parece que mi "naturaleza" me hace inmune a su anomalía.

Carter lo observó con atención.

—Eso es algo que debemos estudiar más. Pero por ahora, disfruta del café. Este día apenas comienza, y estoy segura de que habrá muchas más sorpresas.

Steve asintió, sonriendo.

—No lo dudo. Aquí cada día parece una aventura nueva.

Mientras disfrutaban de su café en la cafetería, la Dra. Carter y Steve compartían una conversación más relajada. Era una pausa bienvenida después de días llenos de experimentos, interrogatorios y encuentros con lo desconocido.

Carter, con un aire de profesionalismo que poco a poco se iba relajando, miró a Steve con algo de curiosidad.

—Entonces, Steve, dime. ¿Siempre has sido tan... inventivo?

Steve rió entre dientes, encogiéndose de hombros.

—Supongo que sí. Mi mundo exige creatividad para sobrevivir. Si no estás construyendo, explorando o luchando, no estás viviendo.

Carter asintió, tomando un sorbo de su café.

—Suena intenso.

Steve sonrió con picardía.

—Bueno, ya que estamos siendo sinceros, tengo una pregunta para ti, doctora.

Ella arqueó una ceja, cautelosa pero intrigada.

—Adelante.

Steve se inclinó un poco hacia adelante, con una expresión traviesa.

—¿Cuál es tu comida o postre favorito?

Carter parpadeó, claramente no esperaba esa pregunta. Se sonrojó ligeramente, como si hubiera sido atrapada en un secreto embarazoso.

—Bueno... si debo ser honesta... —dijo, desviando la mirada por un momento— me encanta el helado de Oreo. Siempre ha sido mi debilidad desde que era niña.

Steve sonrió ampliamente, apoyándose en la mesa.

—¿Helado de Oreo? Vaya, eso explica por qué te ves tan seria cuando trabajas. Estás pensando en galletas y crema, ¿verdad?

Carter rió entre dientes, el sonrojo en sus mejillas intensificándose.

—Tal vez...

Steve aprovechó el momento para añadir:

—¿Qué te parecería si creamos una versión personalizada de SCP-458, pero con helado?

Carter abrió los ojos, claramente interesada, aunque trató de mantener su compostura.

—¿Dices que podrías hacer algo así?

Steve asintió con confianza.

—Claro, pero necesitaré algunos materiales.

Steve miró a un agente de seguridad que estaba cerca y le hizo un gesto para que se acercara.

—Necesito que traigas un poco de helado de Oreo, algo que pueda servir como contenedor, y un objeto que Carter valore mucho. No me preguntes por qué, solo confía en mí.

El agente miró a Carter, buscando confirmación.

—¿Debería hacerlo?

Carter, con una mezcla de curiosidad y cautela, asintió.

—Sí, tráelo. Quiero ver cómo funciona esto.

Unos minutos después, el agente regresó con los artículos: un tarro de helado de Oreo, un recipiente de vidrio y un colgante que Carter había usado desde que era una niña, un pequeño recuerdo de su familia.

—¿Satisfecho? —preguntó Carter, observando los materiales.

Steve asintió, frotándose las manos con entusiasmo.

—Perfecto. Ahora, déjame mostrarte cómo se hace magia.

Steve sacó su mesa de crafteo mejorada, una estructura que parecía flotar mientras bloques y runas se ajustaban a su alrededor.

—Esto es lo que llamo una "mesa de crafteo avanzada". Me permite fusionar elementos y crear objetos con propiedades únicas.

Mientras hablaba, colocó los materiales en distintos puntos de la mesa, ajustando runas brillantes que parecían bailar al ritmo de sus movimientos.

—Primero, el helado. Es la base del SCP que vamos a crear. —Colocó el tarro en el centro de la mesa, y este comenzó a brillar con un tenue resplandor azul.

—Ahora, el contenedor. Necesitamos algo duradero para sostener las propiedades mágicas del helado. —Steve añadió el recipiente de vidrio.

Carter observaba con fascinación mientras las runas en la mesa cambiaban de color, resonando suavemente.

—Finalmente, el objeto personal. Esto es clave para darle una "conexión emocional" al SCP. En este caso, el colgante. —Steve lo colocó con cuidado, y la mesa emitió un suave zumbido.

Las runas comenzaron a moverse más rápido, y un pequeño destello de luz llenó el área. En cuestión de segundos, un nuevo objeto apareció: una caja de helado que parecía ordinaria, pero emanaba una leve aura mágica.

—Y voilà. Aquí tienes tu SCP de helado.

Steve levantó la caja y se la mostró a Carter.

—Ahora, esta caja funciona igual que SCP-458, pero en lugar de pizza, genera helado. Y no solo de Oreo. Puedes pedir cualquier sabor que quieras.

Carter tomó la caja con cuidado, como si sostuviera un tesoro valioso.

—Esto es... impresionante.

Steve sonrió, cruzándose de brazos.

—Lo sé. Pero ten cuidado. Si alguien no autorizado intenta usarlo, el helado podría derretirse instantáneamente como medida de seguridad.

Carter rió suavemente, todavía maravillada por el objeto.

—Deberíamos clasificar esto como SCP. Aunque... quizás lo guarde para "investigación personal".

Steve rió, satisfecho con su trabajo.

—Investiga todo lo que quieras, doctora. Solo recuerda invitarme a la próxima degustación.