Steve caminaba junto a la Dra. Carter por un largo pasillo subterráneo iluminado con luces blancas y frías. Los pasos de ambos resonaban en la estructura metálica, mientras dos guardias los seguían a una distancia prudente. Carter llevaba un expediente en las manos, hojeándolo ocasionalmente mientras miraba a Steve con una mezcla de orgullo y seriedad.
—Muy bien, Steve, como ya te lo han mencionado —comenzó Carter, con un tono que combinaba profesionalismo y entusiasmo—, ahora eres oficialmente reconocido por los O5 como parte fundamental de la Fundación.
Steve arqueó una ceja y le dedicó una pequeña sonrisa.
—¿Eso significa que ya no me tratarán como un SCP?
Carter soltó una risa breve.
—Exactamente. Reconocieron que tus habilidades y tu ingenio son demasiado valiosos como para limitarte. A partir de hoy, tú, Alex y Aura serán parte del personal oficial.
Steve se detuvo un momento, procesando la información.
—¿Y eso incluye un laboratorio? Porque con todo respeto, Carter, el espacio que me dieron antes estaba bien, pero... digamos que no era suficiente para mis "proyectos".
Carter sonrió de manera enigmática.
—Por supuesto. No solo tendrán un laboratorio. También liderarán un nuevo equipo de investigación y operaciones especiales.
Steve entrecerró los ojos, intrigado.
—¿Qué clase de equipo?
La doctora hizo una pausa frente a una gran puerta reforzada con una placa que decía: **"IDS - Equipo de Investigación, Destrucción y Seguridad"**.
—Este tipo de equipo —respondió Carter, señalando la placa con orgullo.
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Cuando la puerta se deslizó hacia un lado con un zumbido mecánico, Steve se quedó boquiabierto. El laboratorio era inmenso, equipado con tecnología avanzada y estaciones de trabajo diseñadas para distintas disciplinas. Había una sección dedicada exclusivamente a análisis de materiales anómalos, otra con mesas de crafteo mejoradas que replicaban las habilidades únicas de Steve, y una tercera llena de equipo de combate y herramientas experimentales.
En una esquina del laboratorio, Alex y Aura ya estaban instaladas. Alex manipulaba lo que parecía ser un artefacto mágico, mientras Aura examinaba un pequeño generador que chisporroteaba energía verde. Ambos alzaron la vista al ver a Steve entrar.
—¡Steve! —dijo Alex, levantándose y agitando la mano—. ¡Esto es increíble!
—Nos dijeron que tú y Carter hicieron que esto fuera posible —añadió Aura con una sonrisa.
Steve se rascó la nuca, tratando de ocultar su propio entusiasmo.
—Supongo que es parte del trato. Pero aún no sé exactamente qué implica este equipo IDS.
Carter se adelantó y dejó el expediente sobre una mesa cercana.
—IDS será una división especializada en tres áreas: investigación de anomalías, eliminación de amenazas y seguridad de los SCP. En resumen, serán el equipo que enfrentará lo que otros no pueden.
Steve cruzó los brazos, interesado pero cauteloso.
—¿Eliminar amenazas? ¿Hablas de destruir SCP como 173?
—Solo en casos extremos —respondió Carter con seriedad—. Nuestro objetivo principal es contener y proteger. Pero cuando una anomalía pone en riesgo a la humanidad, tú y tu equipo tendrán autorización para neutralizarla.
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Steve caminó por el laboratorio, inspeccionando las estaciones y herramientas. Mientras lo hacía, se volvió hacia Carter con una sonrisa irónica.
—¿Y cómo se supone que un "prometido de princesas de un reino Minecraftiano" encaja en un equipo así?
Carter le devolvió la sonrisa, cruzando los brazos.
—Tú lo dijiste, Steve. No solo eres un experto en crear. Eres un luchador, un estratega, y, como lo demostraste con 173, alguien que está dispuesto a hacer lo necesario para proteger a los demás.
Steve asintió, aceptando sus palabras.
—Bueno, espero que estén listos para algunas ideas locas, porque no pienso quedarme quieto en este laboratorio.
Carter sonrió, sabiendo que acababa de plantarse la semilla de algo grande.
—Entonces, pongámonos a trabajar, Dr. Steve. Este es solo el comienzo.
Mientras el grupo comenzaba a discutir sus primeros proyectos, los guardias fuera del laboratorio intercambiaron miradas, murmurando entre ellos sobre cómo este equipo, con su peculiar nuevo líder, podría cambiar la Fundación para siempre.
El zumbido constante del laboratorio fue interrumpido abruptamente por el sonido estridente de una alarma. Luces rojas comenzaron a parpadear en las paredes, acompañadas por una voz automática que resonaba en todo el complejo:
**"Alerta de contención: SCP-████ ha escapado. Nivel de amenaza: Keter. Todo el personal debe proceder según el protocolo de emergencia."**
Steve alzó la vista, desconcertado.
—¿Qué demonios es eso? —preguntó, mirando a la Dra. Carter, quien ya estaba revisando un panel holográfico que emergió de la mesa central dellaboratorio.
Carter frunció el ceño mientras analizaba la información.
—Es una alarma de contención. Significa que uno de los SCP ha escapado de su área asignada y representa una amenaza activa.
Steve cruzó los brazos, intentando procesar.
—¿Escapó? ¿Cómo es que algo tan peligroso puede simplemente salir de su celda? Pensé que eran expertos en esto.
Carter suspiró, claramente acostumbrada a estas situaciones.
—Por muy avanzados que sean nuestros sistemas, siempre hay margen para fallos. Algunos SCP son impredecibles o simplemente demasiado poderosos.
Steve señaló la alarma que seguía resonando.
—¿Y qué tiene que ver eso con nosotros?
Carter lo miró con una mezcla de seriedad y urgencia.
—Tu equipo, el IDS, tiene acceso a todos los portales que conectan con los diferentes sitios de contención de la Fundación. Eso significa que cualquier alarma que ocurra en cualquier instalación será transmitida aquí. Y, en este caso, significa que debemos actuar.
Aura, que había estado ajustando el generador, dejó el dispositivo y se acercó al grupo, con una expresión preocupada.
—Entonces, ¿esto es parte de nuestro trabajo?
Alex asintió mientras estudiaba el mapa proyectado en el aire.
—Si es un SCP de nivel Keter, probablemente sea algo que requiera nuestra atención inmediata.
Steve chasqueó los dedos, como si acabara de comprender algo importante.
—Entonces, ¿quieren que juguemos a ser héroes en mundos llenos de cosas peligrosas?
Carter negó con la cabeza, pero una leve sonrisa cruzó su rostro.
—Quiero que sean científicos y estrategas, pero sí, a veces eso implica ser héroes.
Steve suspiró, ajustándose el cinturón donde guardaba algunas herramientas.
—Está bien, ¿qué es lo que se escapó?
Carter señaló la pantalla.
—SCP-████. Un ser altamente peligroso con capacidad de... bueno, ya lo descubrirás. Lo importante ahora es que usemos uno de los portales para llegar al sitio afectado.
Aura y Alex asintieron, poniéndose en marcha para prepararse. Steve, mientras tanto, giró hacia Carter con una mirada intensa.
—Espero que esto valga la pena, porque no vine aquí para jugar a las escondidas con monstruos.
Carter le devolvió la mirada con confianza.
—Steve, si alguien puede enfrentarse a estas cosas y salir victorioso, eres tú.
Sin perder más tiempo, el equipo IDS comenzó a prepararse para atravesar su primer portal, mientras el sonido de la alarma seguía llenando el aire, como un recordatorio de la amenaza que los esperaba.
El equipo IDS avanzaba por los pasillos hacia la sala del portal asignado. Steve no dejaba de mirar las luces rojas parpadeantes mientras trataba de ordenar sus pensamientos.
—Entonces, este SCP-████... ¿qué tan malo puede ser? —preguntó con un tono despreocupado, aunque había un dejo de curiosidad genuina.
La Dra. Carter respondió mientras ajustaba un comunicador en su oído.
—SCP-682. Es conocido como "El Lagarto Difícil de Matar". Es una de las criaturas más peligrosas que tiene la Fundación bajo contención. Extremadamente resistente, increíblemente inteligente y, sobre todo, con un odio profundo hacia toda forma de vida.
Steve se detuvo por un momento. Algo en ese nombre encendió un destello en su mente, un recuerdo fragmentado de algo similar en su mundo. Sin embargo, no dijo nada y continuó caminando mientras analizaba la situación.
—Entonces, ¿cómo se supone que atrapemos a algo que odia todo lo que respira?
Carter suspiró mientras entraban a la sala del portal.
—Nuestro trabajo no es atraparlo. Es contenerlo. O detenerlo, si es posible.
Aura y Alex estaban ya revisando sus equipos. Alex había comenzado a preparar una barrera mágica para proteger el área en caso de emergencia, mientras Aura ajustaba unas pequeñas bombas creeper para usarlas si era necesario.
—Este SCP no parece sonar tan amigable —dijo Aura, su tono despreocupado mezclado con un toque de nerviosismo.
—No lo es —dijo Carter con seriedad—. Los intentos de destruirlo han sido inútiles hasta ahora. Incluso métodos que destruirían por completo a otros SCP no han funcionado en su caso.
Steve frunció el ceño, ajustando su pico encantado en su cinturón.
—Perfecto. Otro ser inmortal. Me pregunto qué tan resistente será cuando lo golpee con mi pico.
Carter miró a Steve, alarmada.
—Esto no es algo con lo que puedas jugar, Steve. SCP-682 no es como los otros SCP que has enfrentado hasta ahora. Es implacable, despiadado y peligroso.
—Lo que digas, doctora. Sólo dime dónde está y lo solucionaré.
En ese momento, la alarma cambió de tono, indicando que SCP-682 estaba cerca del portal principal en el sitio afectado.
—Llegamos —dijo Alex, activando el portal con un gesto mágico.
El portal emitió un brillo azul verdoso, pulsando con energía.
—Esto nos llevará directamente al sitio afectado —dijo Carter—. El personal de seguridad ya está desplegado, pero necesitaremos tu ingenio, Steve.
—Genial —respondió Steve mientras cruzaba el portal, seguido por su equipo.
La sala al otro lado era un caos. Guardias corrían de un lado a otro, disparos resonaban en los pasillos, y el suelo estaba parcialmente destruido por lo que parecían marcas de garras gigantes.
—¡Ahí está! —gritó uno de los guardias, señalando hacia una pared destruida.
En medio del caos, una figura masiva emergió. SCP-682, el lagarto colosal, estaba allí, con sus ojos llenos de odio y sus mandíbulas chasqueando mientras emitía un rugido que estremecía el aire.
El rugido de SCP-682 resonaba por el sitio, haciendo temblar las paredes y sacudiendo los escombros que quedaban en el suelo. Los soldados y científicos corrían desesperados para escapar de la zona de contención fallida. Los tres Clase-D asignados al experimento ya habían caído, víctimas de las poderosas mandíbulas del reptil.
Steve observó la escena con una mezcla de preocupación y desconcierto.
—¿Qué es esta cosa? —preguntó mientras ayudaba a un científico herido a levantarse del suelo.
La Dra. Carter, con su habitual seriedad, le gritó mientras señalaba hacia una salida.
—¡Es SCP-682! ¡Un reptil inmensamente peligroso y prácticamente indestructible! ¡Tenemos que salir de aquí antes de que nos aniquile a todos!
—¿Indestructible? —repitió Steve con una mezcla de incredulidad y desafío.
Mientras guiaba a los científicos y soldados hacia la salida más cercana, Carter lo alcanzó y tiró de su brazo.
—¡Steve, no puedes enfrentarte a esa cosa sin un plan! ¡Sácanos primero de aquí!
Steve miró hacia SCP-682, que seguía destruyendo todo a su paso. Una idea comenzó a formarse en su mente.
—De acuerdo. Primero, los ponemos a salvo. Pero necesitaré ayuda para enfrentar esto si no hay otra opción.
Una vez que llegaron a una zona segura, Steve miró a Carter, Aura y Alex con una seriedad inusual.
—No podemos dejar que esa cosa se salga de control. Si ustedes me ayudan, podemos contenerla... o detenerla.
Carter asintió, aunque su expresión estaba llena de dudas.
—No estoy segura de cómo podríamos contener algo como SCP-682, pero si tienes un plan, cuenta conmigo.
Steve sacó su mesa de crafteo mejorada y comenzó a trabajar.
Primero, tomó dos pistolas Desert Eagle que estaban en uno de los cargamentos de la Fundación y las colocó en la mesa de crafteo. Mientras trabajaba, las armas comenzaron a emitir un brillo místico.
—Carter, estas son para ti. —Le entregó las pistolas, ahora encantadas con **Infinidad**, **Irrompibilidad** y **Flecha incendiaria**.
Carter las tomó, mirando las armas con asombro.
—¿Qué... qué acabas de hacer?
—Son armas que nunca necesitarán recargar, no se romperán y dispararán balas incendiarias. Úsalas sabiamente.
Después, tomó un arco y lo encantó con **Infinidad**, **Irrompibilidad** y **Poder** antes de entregárselo a Aura.
—Esto es para ti. Es un arco mejorado; cada flecha contará y será mucho más poderosa que cualquier arma que hayas usado antes.
Finalmente, fabricó un bastón de madera negra y lo encantó con **Ampliación**, **Poder**, **Retroceso** y **Reparación**, entregándoselo a Alex.
—Alex, este bastón no es solo para defensa, también puede ampliar tus habilidades mágicas. Pero ten cuidado, puede ser un poco impredecible si lo usas demasiado rápido.
Las chicas asintieron, sorprendidas pero listas para lo que vendría.
Steve miró a su equipo y luego sacó sus propias armas: dos dagas gemelas que empezaron a brillar con un aura peligrosa.
—La derecha está encantada con **Veneno para reptiles**, **Fuego** y **Poder**. La izquierda tiene **Ceguera temporal**, **Extensión de arma**, **Retroceso** y **Congelante**.
Carter lo observó con preocupación.
—¿Estás seguro de esto, Steve?
Él le lanzó una sonrisa confiada mientras ajustaba sus dagas.
—No estoy seguro de nada, Carter. Pero si esta cosa amenaza a todo lo que respira, entonces no tengo otra opción.
De repente, un rugido ensordecedor resonó en los pasillos cercanos. SCP-682 había escapado del perímetro inicial y se dirigía directamente hacia ellos.
Steve se giró hacia su equipo, con los ojos brillando de determinación.
—¡Es ahora o nunca! ¡No lo dejamos avanzar más!
Con sus armas listas y su equipo a su lado, Steve avanzó hacia el rugido, preparándose para enfrentarse al Lagarto Difícil de Matar.
El rugido ensordecedor de SCP-682 llenaba el aire mientras el reptil avanzaba lentamente hacia Steve, mostrando sus colmillos y garras afiladas. Steve, con las dagas en mano, permanecía inmóvil, observando cada movimiento del lagarto. Sus ojos brillaban con un resplandor frío, analizando cada detalle del monstruo.
—Eres más grande de lo que esperaba —comentó Steve, con un tono calmado pero desafiante.
—Y tú, más insignificante de lo que creía —respondió SCP-682 con una voz gutural.
Steve sonrió levemente, sus dedos ajustándose sobre el mango de sus dagas.
—Veremos quién subestima a quién.
SCP-682 avanzó con velocidad sorprendente, lanzándose contra Steve con sus mandíbulas abiertas. Steve esquivó ágilmente, girando sobre sí mismo mientras usaba su daga de la derecha para cortar el flanco del reptil. El corte chispeó, pero la piel de SCP-682 era tan resistente que apenas dejó una marca superficial.
—Interesante... —murmuró Steve mientras retrocedía, esquivando otro ataque.
Cada movimiento del reptil era rápido y agresivo, pero también calculado. Steve pronto se dio cuenta de que no se enfrentaba a un simple monstruo; SCP-682 tenía un estilo de combate adaptativo.
—Así que aprendes mientras luchas... —dijo Steve, saltando hacia atrás y lanzando un corte con su daga izquierda, activando el encantamiento de **Congelante**.
La herida brilló con un destello azul, y parte del flanco del lagarto quedó cubierto de hielo. SCP-682 rugió de dolor, deteniéndose momentáneamente.
—Congelarme... qué método tan primitivo... —gruñó SCP-682, aunque con un tono casi burlón.
El lagarto levantó su mirada hacia Steve, mostrando una inteligencia peligrosa en sus ojos.
—Dime, humano, ¿qué truco inútil intentará la Fundación ahora? ¿Creen que un insecto como tú puede detenerme? —preguntó SCP-682, con un tono desafiante.
Steve no respondió de inmediato. En lugar de eso, lo observó detenidamente, su mente trabajando rápidamente para comprender la verdadera naturaleza de su enemigo. De pronto, una chispa de reconocimiento cruzó por su mirada.
—No puede ser... —murmuró, sus ojos fijos en el monstruo.
SCP-682 inclinó ligeramente la cabeza, curioso ante la reacción de Steve.
—¿Qué sucede, humano? ¿Acaso reconoces lo que soy?
Steve asintió lentamente, guardando una de sus dagas mientras hablaba.
—Me recuerdas a una especie de mi mundo. Una especie poderosa, casi indomable, que era temida y respetada por su habilidad para adaptarse y superar cualquier desafío.
SCP-682 se detuvo, su interés claramente captado.
—Continúa...
—Eran conocidos como los **Atanti-Ql-Paneu**. Aunque eran criaturas pacíficas por naturaleza, su habilidad para adaptarse a cualquier entorno y vencer cualquier obstáculo los hacía casi imposibles de detener. —Steve hizo una pausa, su expresión endureciéndose—. Pero al final, incluso ellos no pudieron superar el destino. La especie entera se extinguió cuando su mundo cambió más allá de lo que podían soportar.
SCP-682 soltó una carcajada profunda, una mezcla de burla y amargura.
—¿Extinguirse? Esa es la debilidad inherente de toda vida. Pero yo no soy como ellos, humano. Yo sobreviviré, sin importar el costo.
Steve levantó su daga nuevamente, dando un salto hacia el reptil mientras gritaba:
—¡Atanti-Ql-Paneu!
Con ese grito, Steve arremetió con ambas dagas, golpeando con fuerza las extremidades delanteras del lagarto y causando que este retrocediera por primera vez en la pelea.
A unos metros de distancia, la Dra. Carter observaba la escena con horror y comprensión. Las palabras de Steve resonaban en su mente.
—No puede ser... —murmuró, llevando una mano a su boca—. SCP-682... proviene del mundo de Steve.
Aura y Alex, que también habían estado observando desde un lugar seguro, miraron a Carter, confundidas.
—¿Qué significa eso? —preguntó Aura.
Carter respiró profundamente, tratando de calmarse mientras lo explicaba.
—Si esa especie que Steve mencionó es el origen de SCP-682, significa que este monstruo es una reliquia de un mundo donde solo los seres más fuertes y adaptables sobreviven. Un mundo donde incluso la muerte no es suficiente para detener a los más poderosos.
—¿Y qué significa eso para Steve? —preguntó Alex, con preocupación en su voz.
Carter cerró los ojos un momento antes de responder.
—Significa que Steve podría ser la única persona capaz de detenerlo. Pero también significa que este enfrentamiento es más personal de lo que él imagina.
Mientras Carter reflexionaba, Steve continuaba su lucha con SCP-682. Cada movimiento del lagarto se volvía más preciso, pero Steve, con su experiencia y las habilidades de sus armas encantadas, lograba mantenerse a la altura.
—Si realmente eres descendiente de los Atanti-Ql-Paneu, entonces quiero ver hasta dónde llega tu fuerza —dijo Steve, su voz llena de determinación.
SCP-682 lo observó con un destello de curiosidad en sus ojos.
—Muy bien, humano. Muéstrame lo que tienes antes de que termine contigo.
La batalla estaba lejos de terminar, pero una cosa era segura: este enfrentamiento no solo definiría el futuro de SCP-682, sino también el lugar de Steve en la Fundación y la conexión entre su mundo y el de ellos.