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Chapter 20 - XX

Naruto despertó lentamente, envuelto por un aroma cálido y familiar que llenaba el aire. Era el olor del desayuno, algo que comenzaba a convertirse en una rutina para él desde que Haku y Miyuki se habían mudado a la casa contigua. Un gesto pequeño, pero que traía consigo una sensación de tranquilidad que hacía mucho tiempo no experimentaba.

Bostezando y rascándose la cabeza, se levantó de su cama y caminó descalzo hacia la cocina. La suave luz de la mañana entraba por las ventanas, iluminando la figura de Haku, que estaba de espaldas a él, concentrada en preparar el desayuno.

—Buenos días, Naruto-kun —saludó Haku sin voltear, percibiendo su presencia antes de que pudiera decir algo. Su voz era dulce, con un toque de calidez que siempre lograba calmarlo.

Naruto se detuvo en la entrada, observándola por un momento. Haku llevaba un delantal claro que resaltaba su elegancia natural, mientras sus movimientos eran gráciles y precisos, incluso en una tarea tan cotidiana como cocinar.

—Buenos días, Haku. ¿Ya tienes noticias de Miyuki y Zabuza? —preguntó Naruto, acomodándose en una silla junto a la mesa.

—Aún no regresaran de su misión —respondió Haku con una ligera sonrisa, girándose por un instante para mirarlo—. Zabuza-sama mencionó que podrían tardar un poco más de lo previsto, pero no hay de qué preocuparse.

Naruto asintió, dejando escapar un suspiro. Desde que Haku, Miyuki y Zabuza se habían unido a Konoha, la dinámica en su vida había cambiado significativamente. Tener a alguien como Haku cerca le daba una sensación de hogar que nunca había tenido del todo.

El sonido del aceite chisporroteando llenó la habitación mientras Haku servía con cuidado un par de platos. Naruto no pudo evitar notar la atención al detalle en todo lo que hacía, desde la disposición de los alimentos hasta la forma en que los colocaba en la mesa.

—Gracias por esto, Haku. Siempre te esfuerzas mucho —dijo Naruto, con una sonrisa genuina mientras comenzaba a comer.

Haku inclinó ligeramente la cabeza, visiblemente complacida por su gratitud.

—No es nada, Naruto-kun. Me hace feliz saber que disfrutas de la comida.

Mientras terminaban el desayuno, un perro mensajero se posó en la ventana, portando un pergamino enrollado con el sello del clan de Katsumi. Naruto extendió la mano para recibirlo, desenrollándolo con curiosidad.

—Es de Katsumi-sensei —anunció mientras leía rápidamente el mensaje—. Quiere que nos reunamos en el puente para un anuncio importante.

Haku ladeó ligeramente la cabeza, intrigada.

—¿Crees que tenga algo que ver con los exámenes Chūnin? —preguntó, sus ojos cafés fijos en él.

—Es posible —respondió Naruto mientras se levantaba, sintiendo un ligero nerviosismo mezclado con emoción—. Katsumi-sensei no suele convocarnos sin razón.

Haku asintió, comenzando a recoger los platos.

—Ten cuidado, Naruto-kun. No importa de qué se trate, estoy segura de que será algo significativo.

Naruto la miró por un momento antes de sonreír nuevamente.

—Gracias, Haku. Nos vemos luego.

Mientras salía de la casa, el aire fresco de la mañana lo envolvió, despertando todos sus sentidos y llenándolo de energía. Naruto ajustó la banda ninja en su cuello, sus pensamientos girando alrededor del mensaje de Katsumi. ¿Qué podría ser tan importante como para convocarnos a todos al puente? Esa incógnita alimentaba tanto su curiosidad como su emoción. Con una sonrisa decidida, comenzó a correr hacia el lugar de encuentro, sintiendo cómo la brisa acariciaba su rostro.

Al llegar al puente, la familiar figura de su equipo lo recibió. Katsumi ya estaba allí, apoyada despreocupadamente en la baranda, observando el horizonte. A su lado estaban Sasuke, Yuzuki y Kiyomi, quienes parecían haber renovado sus atuendos, mostrando un cambio notable en cada uno de ellos.

Kiyomi Uchiha fue la primera en captar su atención. Había dejado atrás su anterior atuendo, optando por un estilo que equilibraba elegancia y coquetería. Ahora vestía una blusa negra ajustada de manga larga, con un escote discreto pero suficiente para destacar su collar en forma de abanico Uchiha. La blusa tenía detalles rojos que dibujaban sutiles patrones en forma de llamas cerca de las mangas. Su pantalón ceñido de tono gris oscuro llegaba hasta los tobillos donde estaban atados los extremos por vendas, y un cinturón estilizado en su cintura sostenía una funda para sus herramientas, realzado por botas negras con hebillas que daban un aire práctico y sofisticado. Sobre todo esto, llevaba una capa corta, de un tono carmesí profundo, que caía ligeramente sobre sus hombros, con el emblema Uchiha bordado en la espalda. Este cambio le daba un aire coqueto pero al mismo tiempo profesional, reflejando su personalidad juguetona y letal.

—Naruto, tardaste más de lo que esperaba —comentó Kiyomi con una sonrisa juguetona, acomodando un mechón de su cabello detrás de la oreja.

Naruto sonrió con un leve rubor en las mejillas.

—¿Siempre tienes que hacer un comentario cuando llego? —respondió, cruzando los brazos.

—¿Y qué te parece? Decidí que ya era hora de un cambio.

Naruto parpadeó un par de veces antes de responder.

—Te ves... genial, creo.

Kiyomi rió suavemente, visiblemente satisfecha con su reacción, mientras Sasuke y Yuzuki observaban la escena desde unos pasos más allá.

Sasuke, por otro lado, se veía igual de reservado, pero su atuendo también mostraba un cambio notable. Había dejado atrás su camisa de cuello alto y mangas cortas, optando por una camiseta negra de manga larga con detalles en blanco que resaltaban los bordes. Su diseño era simple pero funcional. Llevaba una faja negra alrededor de la cintura, asegurando unos pantalones diseñados para ofrecer mayor libertad de movimiento eran más ajustados y funcionales en tonos oscuros, con vendas en las piernas que sostenían su equipo ninja. Lo que más destacaba era la nueva posición de su espada: ahora llevaba su tanto modificado, que había sido alargado y reforzado, atado en la parte baja de su espalda, justo sobre su cintura, lo que hacía que pudiera desenfundarlo con mayor rapidez. Sus botas ninja también habían sido reforzadas, con detalles metálicos que hablaban de un enfoque más agresivo en combate.

—No entiendo por qué alguien como tú tarda tanto en llegar —comentó Sasuke con un tono neutral, aunque sus ojos denotaban una leve curiosidad.

Naruto bufó.

—Tranquilo, Sasuke. No todos tenemos tanto tiempo para elegir ropa como tú.

Finalmente, Yuzuki también había renovado su apariencia. Había dejado atrás el kimono de batalla que solía usar, optando por una combinación más práctica pero igualmente imponente. Vestía un chaleco negro con detalles plateados que cubría una blusa de manga corta color borgoña.

Ahora llevaba una chaqueta corta de color azul oscuro con detalles en negro y un top blanco debajo, acompañado de pantalones negros ajustados, con varias correas que sostenían pequeñas fundas para kunais y pergaminos, ademas de un cinturón donde llevaba mas fundas para pergaminos y herramientas ninja, y una capa ligera y corta en color negro ondeaba suavemente con la brisa junto a su cabello que ahora estaba atado en una coleta alta, dejando algunos mechones sueltos que enmarcaban su rostro, lo que le daba un aire más dinámico pero igual de intimidante, su nuevo atuendo destacaba su figura atlética sin sacrificar su aire serio y determinado.

—¿Qué estás mirando, Zorrito-kun? ¿Te gusta algo de lo que ves? Eres un pervertido —preguntó Yuzuki, cruzando los brazos mientras lo observaba con una mezcla de desdén y diversión. Su tono tenía un filo juguetón, algo que se había vuelto más común desde que regresaron de la misión en el País de las Olas. La frialdad habitual de Yuzuki parecía haberse desvanecido poco a poco, reemplazada por una actitud que, aunque todavía sarcástica, resultaba mucho más cálida. Los apodos como ese se habían convertido en algo recurrente, y Naruto no sabía si sentirse halagado o molesto.

Naruto agitó las manos en señal de disculpa, su rostro ligeramente ruborizado.

—¡Nada, nada! Solo estaba pensando que ustedes tres parecen haber salido de un desfile de moda o algo así —dijo con nerviosismo, intentando no parecer más incómodo de lo que ya estaba.

Kiyomi, que no había perdido la oportunidad de captar la reacción de Naruto, soltó una carcajada melodiosa, llevándose una mano a la boca.

—Naruto, siempre sabes cómo alegrar el ambiente —comentó con una sonrisa juguetona, inclinándose un poco hacia él como si quisiera provocarlo aún más.

Sasuke, que permanecía un poco apartado, desvió la mirada con una ligera sonrisa apenas perceptible en sus labios. Aunque no lo admitiría, disfrutaba de la dinámica relajada que se había formado en el equipo.

—Eres un completo idiota, pero al menos tienes algo de razón —murmuró Yuzuki, suspirando con exasperación, aunque había una chispa de diversión en su mirada.

Antes de que la conversación pudiera avanzar más, una figura familiar apareció en el puente. Katsumi se acercó con su característico aire de confianza, sujetando un libro de Icha Icha en una mano y hojeándolo con aparente interés. Su porte relajado contrastaba con la intensidad de su mirada cuando levantó la vista hacia ellos.

—Me alegra ver que ya están aquí. Es hora de dejar las bromas y enfocarnos en lo importante —dijo con firmeza, su tono firme acallando cualquier respuesta de sus alumnos. Su voz, aunque tranquila, llevaba un peso que captó la atención inmediata de todos.

Naruto, Kiyomi, Yuzuki y Sasuke enderezaron sus posturas instintivamente, preparándose para escuchar. Katsumi cerró el libro con un movimiento rápido y lo guardó en su bolso antes de cruzarse de brazos.

—Presten atención, porque lo que tengo que decirles podría cambiar su futuro como ninjas —continuó, mirando a cada uno de ellos con intensidad, como si evaluara sus reacciones en tiempo real.

Kiyomi fue la primera en romper el silencio.

—¿Qué es lo que nos quieres decir, Katsumi-sensei? —preguntó con curiosidad, inclinando ligeramente la cabeza mientras mantenía sus ojos fijos en ella.

Katsumi sonrió ligeramente, su expresión mostrando una mezcla de orgullo y expectación.

—Los he postulado para los exámenes Chūnin —anunció, sacando un pequeño fajo de formularios de su bolso y extendiéndolos hacia ellos—. Tomen esto. Si desean participar, firmen y preséntense mañana a las cuatro de la tarde en el aula 301 de la academia.

Naruto parpadeó, sorprendido por el anuncio repentino, mientras Kiyomi y Yuzuki tomaban los formularios con expresiones reflexivas. Sasuke se adelantó con calma, agarrando el suyo sin decir una palabra, pero la intensidad en sus ojos dejaba claro que ya había tomado su decisión.

—¿Y si no queremos participar? —preguntó Yuzuki, levantando una ceja mientras examinaba el formulario.

Katsumi asintió, anticipándose a la pregunta.

—Es completamente voluntario. Si no desean participar, simplemente no firmen el formulario. Nadie los obligará a hacerlo. Sin embargo, esta es una oportunidad única para demostrar sus habilidades y avanzar como ninjas. Decidan con cuidado, pero recuerden que esto es solo el comienzo del verdadero camino ninja —respondió, sus palabras cargadas de una mezcla de desafío y aliento.

Naruto observó el formulario en sus manos, sintiendo una mezcla de nervios y emoción. Los exámenes Chūnin... Esto es grande. Muy grande. Un millón de pensamientos cruzaron por su mente, pero al final, una sonrisa llena de determinación se dibujó en su rostro.

—¡Acepto el desafío! —exclamó, rompiendo el silencio y levantando el formulario como si fuera un trofeo.

Kiyomi rió suavemente, mientras Yuzuki se limitó a rodar los ojos, aunque una leve sonrisa asomó en sus labios. Sasuke, por su parte, no dijo nada, pero el brillo en sus ojos lo decía todo: él también aceptaría.

Katsumi asintió, satisfecha con las reacciones de su equipo.

—Bien, entonces nos veremos mañana en la academia. Prepárense, porque los exámenes no serán fáciles y enfrentarán desafíos que pondrán a prueba todo lo que han aprendido hasta ahora. Si sienten que necesitan mejorar o refinar alguna habilidad, este es el momento de hacerlo —advirtió, su tono firme pero alentador. Luego giró sobre sus talones y se alejó con calma, dejando a sus alumnos procesar la noticia.

Naruto permaneció en silencio por unos momentos, observando cómo Katsumi desaparecía en la distancia. Sus ojos azules brillaban con determinación, y su mente comenzó a trabajar a toda velocidad. Los exámenes Chūnin no solo eran una oportunidad para demostrar sus habilidades, sino también una forma de mostrar a todos cuánto había crecido.

—Esto va a ser increíble —murmuró para sí mismo, apretando el formulario con fuerza en su mano.

Miró a sus compañeros. Kiyomi revisaba el documento con atención, una pequeña sonrisa asomando en sus labios, mientras Yuzuki se cruzaba de brazos, pensativa, y Sasuke permanecía en su típica postura relajada, aunque sus ojos reflejaban el mismo interés que todos compartían.

Naruto no pudo contener su entusiasmo y dio un paso al frente, mirando a los tres con emoción desbordante.

—¿Qué les parece si entrenamos juntos? —sugirió con una sonrisa amplia y llena de energía—. Hay muchas cosas que quiero perfeccionar antes de los exámenes.

Yuzuki arqueó una ceja, pero una chispa de curiosidad cruzó su mirada.

—¿Entrenar juntos? ¿Qué te hace pensar que necesitamos tu ayuda, Zorrito-kun? —respondió, aunque su tono carecía del sarcasmo mordaz de siempre.

Kiyomi rió suavemente, cerrando el formulario y guardándolo en su bolso.

—No suena tan mala idea. Después de todo, los exámenes no serán un paseo por el parque. Además, entrenar contigo siempre es entretenido, Naruto —dijo con un guiño juguetón.

Sasuke soltó un leve suspiro, pero asintió.

—Si vas a entrenar, hazlo con seriedad. No voy a perder el tiempo si no planeas mejorar de verdad —comentó, aunque su tono mostraba un interés genuino.

Naruto asintió con energía, ya planeando cómo aprovechar el tiempo antes del gran día. Tenía una lista interminable de cosas por trabajar: su Shiden, el jutsu que estaba desarrollando con Katsumi; la integración de sus cadenas de chakra en combate; su intento de fusionar los elementos de viento, rayo y agua en el Rasengan; y, por supuesto, su entrenamiento con el Uzugan, un poder que todavía no controlaba por completo.

—Quiero perfeccionar mis técnicas de viento, rayo y agua. ¡También necesito trabajar en cómo usar mis cadenas de chakra en el combate! —dijo emocionado, enumerando en voz alta todas las áreas que quería mejorar. Sus ojos brillaban mientras hablaba, y el entusiasmo en su voz era contagioso.

Kiyomi lo miró con una mezcla de admiración y diversión.

—Tienes grandes planes, ¿eh? Supongo que yo también puedo pulir un par de técnicas. Tal vez incluso probar algo nuevo —comentó, su tono lleno de emoción contenida.

—No te emociones demasiado, Naruto. Los exámenes no se ganan solo con entusiasmo —añadió Yuzuki, aunque su voz no tenía la frialdad habitual.

Naruto asintió rápidamente.

—¡Entonces está decidido! ¡Entrenemos juntos y lleguemos más lejos de lo que jamás pensamos! —exclamó con energía, levantando un puño en señal de determinación.

El equipo intercambió miradas, y aunque ninguno lo expresó en palabras, compartían el mismo sentimiento. Los exámenes Chūnin no solo serían una prueba crucial en sus vidas como ninjas, sino también una oportunidad única para demostrar su verdadero potencial y avanzar como equipo.

Con determinación renovada, se dirigieron al campo de entrenamiento 7, el lugar que había sido testigo de su crecimiento como grupo. Allí pasaron varias horas inmersos en un entrenamiento intenso y variado. Cada miembro del equipo se dedicó a perfeccionar diferentes aspectos de sus habilidades, esforzándose al máximo para pulir sus técnicas antes del desafío que los esperaba.

Naruto aprovechó al máximo su capacidad para crear clones de sombra, usando su técnica Kage Bunshin no Jutsu para practicar múltiples áreas simultáneamente. Su entrenamiento incluyó desde perfeccionar su control sobre los elementos viento, rayo y agua, hasta mejorar su fuerza y velocidad mediante ejercicios físicos intensos. Trabajó en su Shiden, un jutsu que aún estaba en desarrollo, y en integrar el chakra elemental en su Rasengan. Los avances fueron significativos, logrando que la esfera de chakra comenzara a manifestar destellos eléctricos y ráfagas de viento. También dedicó tiempo a entrenar con su Uzugan, explorando su capacidad para identificar flujos de chakra y mejorar su control de sellos. Su práctica de kenjutsu, tanto en solitario como con Sasuke, también mostró un progreso notable.

Yuzuki, por su parte, centró su entrenamiento en sus habilidades con el agua y el fuego. Con su técnica Suiton: Mizukiri Yaiba, una espada hecha completamente de agua comprimida, perfeccionó dos nuevas variantes avanzadas. Suiton: Mizukiri Hadō le permitía lanzar ondas cortantes de agua capaces de atravesar múltiples objetivos o cubrir grandes distancias con precisión. Por otro lado, con Suiton: Mizukiri Ryū, podía dividir su espada en múltiples cuchillas flotantes que atacaban simultáneamente desde diferentes ángulos, creando una danza letal y elegante. Además, Yuzuki mejoró su puntería con shuriken y kunai, logrando un control casi impecable.

Sasuke, fiel a su naturaleza competitiva, estaba obsesionado con perfeccionar su Chidori. Dedicó gran parte del entrenamiento a desarrollar variantes de la técnica, como el Chidori Ragan, donde uso sus Chidori en cada mano para detener técnicas básicas de rayo, fuego, tierra y agua, y el Chidori Nagashi, que le permitía liberar electricidad desde su cuerpo para defenderse o atacar. Aunque su enfoque principal era el raiton, también practicó kenjutsu junto a Naruto, combinando velocidad y precisión en sus movimientos.

Kiyomi adoptó un enfoque más equilibrado y versátil. Su habilidad para adaptarse a diferentes estilos de combate quedó clara cuando alternó entre el uso de su Sharingan, genjutsu, taijutsu y técnicas avanzadas de kusarigamajutsu y bukijutsu. Además, trabajó en ninjutsu elemental, destacándose en el uso de técnicas de fuego, rayo y tierra. Sorprendió a todos al mostrar una variante propia del Chidori, llamada Chidori Eisō, que consistía en extender el rayo en forma de lanza para atacar a distancia.

El entrenamiento grupal también incluyó simulaciones de combate. Los enfrentamientos eran intensos y desafiantes, con cada miembro del equipo empujando sus límites. Naruto lideró varias tácticas grupales gracias a su ingenio y creatividad, mientras Yuzuki y Sasuke demostraron una precisión y coordinación sorprendentes. Kiyomi, con su estilo fluido y letal, aportó un elemento impredecible a las prácticas.

Naruto, gracias a su inagotable energía y la ayuda de sus clones, logró grandes avances. Sus jutsus de viento, rayo y agua mostraron un refinamiento notable, mientras que su trabajo en fūinjutsu comenzó a dar frutos con la creación de sellos más complejos y efectivos. Su estilo de taijutsu evolucionó, incorporando movimientos ágiles y giros potenciados con chakra de viento. Al final del día, había logrado un progreso significativo en el desarrollo de su Rasengan elemental, que ahora emitía ráfagas que combinaban el viento y el rayo con mayor estabilidad.

Cuando el sol comenzó a ponerse, bañando el campo de entrenamiento en tonos dorados, el equipo se reunió en silencio, agotado pero satisfecho. Cada uno sentía que había dado un paso más hacia sus objetivos, fortaleciendo no solo sus habilidades individuales, sino también su confianza como grupo. Naruto miró a sus compañeros con una sonrisa llena de orgullo y determinación.

—Estamos listos. No importa lo que nos pongan por delante, ¡lo enfrentaremos juntos! —exclamó con entusiasmo.

Aunque Sasuke desvió la mirada con una expresión de desdén, una ligera sonrisa apareció en sus labios. Yuzuki suspiró con fingida exasperación, mientras Kiyomi reía suavemente, divertida por el optimismo contagioso de Naruto.

Esa noche, al regresar a casa, cada uno de los integrantes del equipo reflexionó sobre el entrenamiento y los desafíos que les esperaban. Naruto, por su parte, llegó a su pequeño departamento con una mezcla de cansancio y entusiasmo. Se dirigió al baño para darse una ducha y dejar que el agua caliente relajara sus músculos tras las intensas horas de práctica. 

Desde que Haku había comenzado a vivir con él, su hogar estaba más ordenado y su ropa siempre limpia. Aunque al principio se sintió un poco avergonzado de aceptar su ayuda, pronto se dio cuenta de lo agradable que era regresar a un lugar donde alguien lo esperaba. Después de secarse, se puso una camiseta holgada y pantalones cómodos para dormir. 

Mientras se ajustaba la camiseta, escuchó el suave sonido de la puerta al abrirse. Haku había regresado de su turno en el hospital, donde practicaba como asistente médica gracias a sus conocimientos avanzados en medicina. Al verla, Naruto no pudo evitar notar su elegancia natural. Llevaba un sencillo kimono azul con patrones de flores blancas, ceñido a la cintura con un obi gris claro, que resaltaba su figura delicada. Su cabello largo y oscuro caía sobre sus hombros en suaves ondas, y sus ojos brillaban con calidez mientras le dedicaba una sonrisa. 

—Hola, Naruto-kun. En unos momentos prepararé la cena —dijo Haku con su habitual tono suave y amable, mientras dejaba sus cosas a un lado y se acercaba a la pequeña cocina. 

Naruto sonrió en respuesta, pero una sensación de incomodidad lo invadió. No podía dejar que Haku se encargara de todo, especialmente después de que ella había estado trabajando todo el día. 

—Gracias, Haku, pero no te preocupes. Hoy te ayudo —dijo mientras se acercaba para ponerse manos a la obra junto a ella. 

Haku lo miró, sorprendida pero agradecida, y juntos comenzaron a preparar la cena. Mientras cortaban los ingredientes, Naruto recordó algo que había escuchado sobre ella durante su entrenamiento. 

—Oye, Haku... Me dijeron que sabes hacer sellos con una sola mano. ¿Crees que podrías enseñarme? Mañana comienzan los exámenes Chūnin, y siento que sería algo muy útil —preguntó, mientras le lanzaba una mirada curiosa y esperanzada. 

Haku detuvo lo que estaba haciendo y lo observó con una expresión pensativa antes de sonreír. 

—Claro, Naruto-kun. Es una técnica que aprendí hace tiempo. No es fácil, pero estoy segura de que con tu determinación podrás dominarla. Después de cenar, puedo mostrarte algunos movimientos básicos. 

Naruto asintió, emocionado por la idea. Había tantas cosas que quería aprender y mejorar antes de los exámenes, y contar con alguien como Haku para ayudarlo era un privilegio que no daba por sentado. 

La cena estuvo lista en poco tiempo. Era una comida sencilla pero deliciosa: un plato de arroz al vapor, pescado asado con un ligero glaseado y una sopa miso con vegetales frescos. Mientras comían, Naruto y Haku conversaron sobre sus días. Haku escuchaba atentamente mientras Naruto describía los avances en su entrenamiento y las nuevas técnicas que estaba desarrollando, ofreciendo ocasionalmente consejos útiles. 

—Tienes un potencial increíble, Naruto-kun. Estoy segura de que harás un gran papel en los exámenes —dijo Haku con una mirada llena de confianza. 

Naruto se sonrojó ligeramente ante el cumplido, pero su determinación creció aún más. Esa noche, después de cenar, Haku cumplió su promesa y comenzó a enseñarle los fundamentos para realizar sellos con una mano. Con paciencia, le mostró cómo distribuir el chakra de manera precisa mientras ejecutaba los movimientos con rapidez. Naruto, aunque al principio torpe, absorbía cada lección con entusiasmo, practicando incansablemente con la ayuda de sus clones de sombra. 

Cuando finalmente terminó la sesión, Naruto estaba exhausto pero satisfecho. Miró a Haku con gratitud, admirando no solo su habilidad, sino también su generosidad. 

—Gracias, Haku. Eres increíble. Realmente aprecio todo lo que haces por mí —dijo con sinceridad. 

Haku sonrió suavemente, inclinando la cabeza. 

—Siempre estaré aquí para ayudarte, Naruto-kun. Ahora descansa. Mañana será un día importante.

Naruto asintió con una sonrisa cansada y se dirigió a su cama. Mientras se acomodaba entre las mantas, su mente repasaba todo lo que había aprendido y mejorado durante el entrenamiento. Recordó las palabras de aliento de Haku, la forma en que ella pacientemente le había mostrado cómo perfeccionar los sellos con una sola mano y cómo su presencia le daba una sensación de calma y confianza. Con un suspiro profundo, cerró los ojos, convencido de que estaba más preparado que nunca para los desafíos que los exámenes Chūnin le depararían.

La mañana siguiente llegó con la luz del amanecer colándose por las cortinas del pequeño departamento. Naruto se movió ligeramente, todavía atrapado entre el sueño y la vigilia. Sin embargo, algo le llamó la atención: había una calidez inusual junto a él. Abrió los ojos lentamente y, para su sorpresa, descubrió que alguien estaba acurrucada contra su pecho.

Era Haku.

Ella dormía plácidamente, con una expresión serena que resaltaba su belleza natural. Su cabello oscuro estaba ligeramente desordenado, cayendo sobre su rostro y hombros. Llevaba un camisón de tela suave, sencillo pero elegante, que reflejaba su personalidad discreta. Naruto sintió que su rostro se calentaba al darse cuenta de la situación, pero al mismo tiempo no podía evitar sentirse cómodo con su cercanía.

Intentó moverse con cuidado para no despertarla, pero Haku se aferró instintivamente a su camiseta, murmurando algo inaudible mientras buscaba más calor. Naruto se quedó congelado por un momento, sin saber cómo reaccionar. Finalmente, decidió no hacer nada que interrumpiera su descanso.

Mientras miraba el techo, trató de calmar su mente. "¿Cómo terminó esto pasando?" pensó, recordando cómo Haku solía preocuparse por él y asegurarse de que no estuviera solo. A pesar de la incomodidad inicial, una pequeña sonrisa apareció en sus labios. Sentir el apoyo de alguien tan amable y dedicado lo llenaba de gratitud.

Haku finalmente abrió los ojos, parpadeando varias veces antes de darse cuenta de la situación. Sus mejillas se tornaron rosadas al darse cuenta de que estaba tan cerca de Naruto.

—Lo siento mucho, Naruto-kun… No quise incomodarte —dijo rápidamente mientras se incorporaba, apartándose con torpeza y acomodándose el cabello.

Naruto se rascó la nuca, intentando no parecer demasiado nervioso.

—No te preocupes, Haku. Está bien. Supongo que… necesitabas descansar bien también.

Ella asintió, todavía un poco avergonzada, pero sonrió suavemente.

—Hoy es un día importante, y quería asegurarme de que no estuvieras solo. Vamos, prepararé algo de desayuno antes de que te dirijas a la academia.

Naruto la observó levantarse y dirigirse a la cocina, moviéndose con su habitual gracia. No pudo evitar sentirse afortunado de tener a alguien como Haku en su vida, alguien que, a pesar de sus propias luchas, siempre estaba allí para apoyarlo.

Después de un desayuno sencillo pero nutritivo, Naruto se despidió de Haku con una sonrisa sincera y una mirada determinada. El aroma del té que ella había preparado aún permanecía en el ambiente, y esa sensación de calidez lo acompañó mientras salía de su departamento. Al respirar el aire fresco de la mañana, sintió cómo cada célula de su cuerpo vibraba con energía. Los exámenes Chūnin estaban a punto de comenzar, y él estaba listo para enfrentarlos con todo lo que había aprendido y perfeccionado en los últimos meses.

Saltando de tejado en tejado, Naruto se movía con agilidad, dejando que el viento acariciara su rostro. Mientras avanzaba, divisó a su equipo que también iba camino a la academia. Sasuke, Yuzuki y Kiyomi lo esperaban en una de las azoteas cercanas. Sin decir mucho, se unió a ellos, y los cuatro continuaron juntos, un grupo diverso pero con una meta compartida.

Cuando llegaron a la academia, se encontraron con una escena bulliciosa. En el exterior, varios equipos de genin charlaban con sus senseis, algunos compartiendo palabras de aliento, mientras otros revisaban por última vez sus herramientas y estrategias. Había una mezcla palpable de nerviosismo y emoción en el aire, pero el equipo 7 se mantuvo firme. Al entrar al edificio y dirigirse al segundo piso, Naruto comenzó a observar con más atención.

Fue entonces cuando vieron un grupo numeroso de genin reunidos frente a una puerta con el número "301". Parecía haber algo extraño en la situación. Naruto, sospechando inmediatamente, activó su Uzugan. Con su visión mejorada, detectó el genjutsu que ocultaba la verdadera naturaleza de la escena: la puerta en realidad pertenecía al aula "201".

Dos genin mayores estaban frente a la puerta, aparentemente custodiándola. Uno de ellos tenía un aire intimidante y llevaba dos espadas cruzadas en la espalda, mientras que el otro, más bajo pero igual de amenazante, mantenía una expresión fría. Ambos estaban bloqueando el paso a los que intentaban entrar. Naruto notó cómo un chico peculiar, de cabello en forma de tazón y con un traje verde ceñido que parecía de leopardo, intentó cruzar, solo para ser golpeado por uno de los guardias.

Una chica de cabello castaño recogido en dos moños también intentó enfrentarlos, pero su esfuerzo fue en vano. El guardia con las espadas le lanzó un golpe contundente que la hizo retroceder con dolor. Naruto observó cómo otros genin se quedaban indecisos, sin saber si avanzar o retroceder.

Sasuke, intrigado por la escena, entrecerró los ojos y dio un paso adelante.

—Es un genjutsu —murmuró, casi listo para intervenir y exponer la verdad.

Sin embargo, antes de que pudiera actuar, Naruto lo detuvo colocando una mano en su hombro.

—Oye, mejor dejemos que las cosas sigan así. Los débiles se eliminarán solos, ¿no crees? —le dijo Naruto con una sonrisa confiada y un brillo travieso en sus ojos.

Sasuke frunció el ceño, evaluando las palabras de Naruto. Por un momento, parecía dispuesto a aceptar la lógica de no intervenir, pero la tranquilidad no duró mucho.

—¡Es tan obvio que es un genjutsu! —exclamó de repente Sakura Haruno desde donde estaba con su equipo. Su voz resonó con una mezcla de suficiencia y entusiasmo mientras miraba a Sasuke con una sonrisa de superioridad—. ¿Verdad, Sasuke-kun?

Naruto se llevó una mano a la frente, soltando un pesado suspiro. Su plan de mantenerse al margen y evitar problemas se desmoronó en cuestión de segundos gracias al comentario de Sakura. Sasuke, por su parte, solo suspiró con resignación, mientras que Kiyomi dejó escapar una pequeña risa divertida al notar la expresión de fastidio en el rostro de Naruto.

—Bueno, ahí va tu "brillante" idea —comentó Yuzuki con un tono seco, aunque una ligera sonrisa jugueteaba en sus labios.

En ese momento, el equipo 5 se acercó al grupo. Ren, siempre tranquilo y relajado, los saludó con un gesto sencillo alzando una mano. Daiki, en cambio, caminaba con su característico aire de confianza y un toque de arrogancia en su postura, su mirada desafiando a cualquiera que se le cruzara.

—No lo hacen mal, novatos. Parece que son de los inteligentes —dijo uno de los genin que custodiaba la puerta, el chico con las dos espadas en la espalda, acercándose con aire de suficiencia.

—¿Qué esperaban? Con un genjutsu tan patético… —interrumpió Daiki, adelantándose con actitud altanera mientras cruzaba los brazos y lanzaba una mirada desafiante al espadachín.

Ren, notando el tono provocador de su compañero, suspiró y dio un paso al frente, interponiéndose entre Daiki y el espadachín.

—Oye, basta. Solo déjanos en paz, por favor. —Ren habló con una voz suave y calmada, levantando las manos en un gesto de conciliación. Aunque su bufanda blanca cubría la parte inferior de su rostro, su expresión relajada y la suave curva de su sonrisa eran inconfundibles.

El espadachín soltó una risa burlona al escuchar las palabras de Ren.

—No te creas tanto, novato. Ser el segundo mejor de tu generación no significa nada aquí. Estos exámenes los devorarán vivos. —Su tono era frío, lleno de desdén, y con un rápido movimiento lanzó una patada hacia Ren.

Ren reaccionó con agilidad, moviéndose rápidamente para interceptar la patada. Su postura era impecable, y parecía listo para contraatacar. Sin embargo, antes de que ambos golpes se conectaran, una figura apareció entre ellos en un abrir y cerrar de ojos, deteniendo los ataques con una facilidad sorprendente.

El chico que había intervenido llevaba un ajustado traje verde y tenía un peinado peculiar en forma de tazón. Su energía era palpable, y su rostro, marcado por gruesas cejas, irradiaba una determinación inquebrantable.

—Lo siento, pero no puedo permitir que dos compañeros de la misma aldea discutan entre ellos —dijo con una voz firme, casi solemne, mientras mantenía sus manos firmemente colocadas sobre las extremidades de ambos combatientes.

La velocidad con la que había actuado dejó a todos sorprendidos. Naruto alzó una ceja, intrigado por las habilidades del chico, mientras que Ren y el espadachín retrocedían, aún evaluando lo que acababa de pasar.

—Oye Lee ¿Qué estás haciendo? Estás arruinando el plan —protestó un chico que se acercó al grupo. Por su aspecto y los ojos perlados, era evidente que pertenecía al clan Hyūga. Llevaba el brazo y una pierna vendados, lo que daba a su presencia un aire más intimidante.

—Recuerda que fuiste tú quien dijo que no debíamos llamar la atención —añadió el Hyūga, cruzando los brazos con una expresión severa mientras miraba al chico del traje verde.

Naruto observaba la interacción con creciente interés. Todo esto era una pequeña muestra de lo que los exámenes Chūnin traerían: no solo habilidades extraordinarias, sino también dinámicas complejas entre genin de diferentes equipos y aldeas.

—Esto se está poniendo interesante… —murmuró para sí mismo, esbozando una sonrisa mientras cruzaba los brazos. Sin importar lo que ocurriera a continuación, Naruto sabía que esta primera prueba sería solo el inicio de una serie de desafíos mucho más grandes.

El chico de gruesas cejas y traje verde, que momentos antes había intervenido para detener la pelea, dejó escapar un leve sonrojo al escuchar las palabras de su compañero Hyūga, quien lo observaba con los brazos cruzados y una expresión severa.

—Sí, lo sé, Neji... —murmuró el chico llamado Rock Lee, mientras bajaba la mirada por un instante, su rostro visiblemente avergonzado. Sin embargo, al parecer, había algo más importante ocupando sus pensamientos.

De repente, su semblante cambió, adoptando una determinación brillante y casi teatral. Se giró hacia Sakura Haruno, quien observaba la escena con una mezcla de confusión y curiosidad. Los ojos de Lee brillaban con intensidad, y sin dudarlo más, avanzó unos pasos hacia ella.

—¡Hola! Me llamo Rock Lee, del clan Lee —dijo con una voz firme pero llena de emoción. Su postura era erguida, y su energía casi podía sentirse en el aire—. Tú eres Sakura, ¿verdad?

La mención de su nombre hizo que Sakura parpadeara sorprendida, mientras todos los demás del grupo, incluido Naruto, observaban la situación con atención, algunos más divertidos que otros.

Lee, sin perder tiempo ni titubear, llevó su mano al pecho y levantó el pulgar con un gesto radiante, mostrando una sonrisa tan amplia y brillante que parecía iluminar el lugar.

—¡Por favor, sé mi novia! —exclamó con total seriedad y entusiasmo, su voz resonando en el pasillo lleno de genin. Luego añadió, con una convicción arrolladora—: ¡Prometo protegerte siempre con mi vida, Sakura-san!

El silencio que siguió fue tan palpable que casi podía cortarse con un kunai. Los ojos de Sakura se abrieron de par en par mientras trataba de procesar lo que acababa de escuchar. Naruto miró a Lee con incredulidad, mientras una sonrisa burlona comenzaba a formarse en el rostro de Kiyomi.

—Este chico… —murmuró Yuzuki, cruzándose de brazos mientras observaba la escena con una mezcla de asombro y diversión.

Sasuke, por su parte, suspiró profundamente, llevándose una mano a la frente como si el nivel de absurdo fuera demasiado para él.

—¿Quién demonios es este tipo? —murmuró Naruto, entre confundido y entretenido por el despliegue dramático de Lee.

Mientras tanto, Rock Lee seguía completamente inmóvil, su pulgar aún alzado con convicción y su sonrisa inquebrantable iluminando su rostro. Su energía, casi tangible, contrastaba fuertemente con la tensión que impregnaba el ambiente. La intensidad de su confesión, combinada con su postura exageradamente optimista, resultaba tan inesperada que algunos genin cercanos no pudieron evitar soltar risitas nerviosas o susurrar entre ellos.

Sakura, por su parte, parecía necesitar unos segundos más para procesar lo ocurrido. Sus ojos estaban abiertos de par en par, su boca ligeramente entreabierta, mientras su mente intentaba encontrar una respuesta adecuada. Finalmente, recuperó algo de compostura, pero su expresión delataba lo poco que le había agradado la propuesta.

—Ehh… gracias, pero no… —dijo con un tono seco, cruzando los brazos frente a su pecho. Luego entrecerró los ojos y añadió—: Además, eres raro.

El comentario fue como una flecha directa al corazón de Rock Lee. Su sonrisa se desvaneció lentamente, y agachó la mirada con una expresión visiblemente desanimada. Su postura, antes tan orgullosa, ahora parecía encorvarse ligeramente, como si el peso del rechazo fuera demasiado.

Naruto observó la escena en completo silencio por unos segundos antes de susurrar a Sasuke, tratando de contener la risa.

—Este tipo es algo raro, pero se ve fuerte, ¿no crees? —dijo, mientras Sasuke solo rodaba los ojos, claramente desinteresado en la conversación.

Kiyomi y Yuzuki, quienes habían permanecido como espectadoras, intercambiaron miradas. Kiyomi dejó escapar una risita divertida mientras Yuzuki mantenía una expresión más neutral, aunque una ligera curva en sus labios dejaba entrever que también encontraba la situación un tanto cómica.

En ese momento, un nuevo personaje decidió intervenir, rompiendo la incomodidad del momento.

—Oigan, ustedes son el equipo siete, ¿verdad? —preguntó con una voz firme pero curiosa. Era el chico de ojos perlados y cabello oscuro, claramente un Hyūga por su distintivo dojutsu. Sus brazos estaban cruzados, y su expresión irradiaba confianza, aunque no tanto arrogancia como la de algunos de los otros genin en la sala—. Se ven fuertes.

Naruto parpadeó y señaló al chico con una ligera confusión.

—¿Y tú quién eres? —preguntó, aunque en su tono no había hostilidad, sino genuino interés.

—Me llamo Neji Hyūga —respondió el joven, enderezándose mientras lanzaba una mirada evaluadora a cada uno de los integrantes del equipo siete—. Y este es Rock Lee, mi compañero de equipo.

Lee, al escuchar su nombre, pareció recuperar algo de ánimo. Levantó la mirada y, aunque todavía un poco abatido, sonrió de nuevo con esa energía característica.

—Es un placer conocerlos. Todos los equipos de Konoha tienen potencial, pero el nuestro es el que más brilla —añadió Lee con seguridad, aunque no llegó a sonar arrogante, sino más bien como si estuviera constatando un hecho.

Sakura lo miró con una ceja levantada, todavía algo irritada por el incidente con Lee. Sasuke, en cambio, parecía más interesado en la actitud segura de Neji, como si estuviera evaluándolo.

Naruto, por su parte, cruzó los brazos y sonrió con confianza.

—¿Fuertes, dices? Claro que lo somos. Pero si quieres comprobarlo, tendrás que esperar hasta los exámenes —dijo, señalándose con el pulgar y adoptando una postura ligeramente desafiante.

Neji dejó escapar una pequeña sonrisa, como si la respuesta de Naruto le hubiera parecido interesante.

—Tal vez lo haga, Uzumaki. Tal vez lo haga —respondió, dejando una nota de tensión amistosa en el aire.

Mientras tanto, Lee recuperó por completo su compostura y volvió a su actitud enérgica, mirando al equipo siete con entusiasmo renovado.

—¡Nos vemos en la arena, amigos! ¡Probaré que mi juventud brilla más intensamente que la de cualquiera aquí! —exclamó, señalándolos con determinación antes de dar media vuelta junto a Neji.

El equipo siete y cinco se quedó en silencio por unos momentos después de que los dos se marcharon. Naruto finalmente rompió la calma con una risa.

—¡Ese tipo es un caso! —dijo entre risas, mientras Sakura se cruzaba de brazos, todavía algo molesta, y Sasuke simplemente se mantenía en silencio, mirando hacia la dirección en la que se habían ido.

Kiyomi se acercó a Naruto y le dio un leve codazo en el costado.

—Parece que ya tienes competencia en el departamento de energía inagotable —dijo con una sonrisa juguetona, lo que provocó que Naruto rodara los ojos.

—Bah, no tiene nada que hacer contra mí —respondió, aunque su tono era más relajado que desafiante.

El ambiente finalmente se calmó, y el equipo siete y el cinco retomó su camino hacia su destino. Sin embargo, la breve interacción con Rock Lee y Neji Hyūga dejó una impresión en cada uno de los integrantes, aunque ninguno lo expresó en voz alta. Naruto parecía reflexionar sobre lo que había dicho Neji, mientras que Sasuke mantenía su típica expresión de indiferencia, aunque sus ojos revelaban un leve interés en el Hyūga. Sakura, por su parte, seguía algo irritada por el incidente con Lee, murmurando en voz baja sobre "lo raros que eran algunos chicos".

Cuando finalmente llegaron al aula 301, notaron que ya había varios equipos reunidos en el lugar. Apenas cruzaron el umbral de la puerta, una tensión palpable los envolvió. El aire parecía cargado de hostilidad y rivalidad, un ambiente tan pesado que hasta el despreocupado Naruto pudo sentirlo. La intención asesina de los otros genin, aunque no explícita, era evidente en sus miradas, cada una evaluando a ambos equipos como si fueran presas o competidores a eliminar.

Dentro del aula, Ren solo les dedicó una breve sonrisa de cortesía a los presentes aunque su bufando no la dejo ver, mientras Daiki los observaba con una mezcla de desprecio y falsa superioridad, murmurando algo que nadie alcanzó a escuchar del todo.

La presión en el ambiente comenzaba a volverse más intensa cuando, de pronto, una sensación de alivio recorrió a Naruto al escuchar unas voces familiares. El equipo diez se acercaba, con Ino liderando el camino, seguida de Shikamaru y Chōji. La radiante energía de Ino parecía cortar la tensión como un cuchillo. Aunque esta vez no se lanzó hacia Sasuke como solía hacerlo, sí lo saludó con calidez, aunque el Uchiha apenas le dirigió una mirada antes de ignorarla por completo. A pesar de esto, Ino no perdió la compostura y simplemente rodó los ojos antes de volverse hacia Naruto.

—¡Naruto-kun! —dijo con una sonrisa genuina—. Qué bueno verte aquí. Espero que estés listo para demostrar lo que vales.

Naruto le devolvió la sonrisa con la misma calidez.

—Claro que sí, Ino. ¡Estoy más que listo! Y apuesto que ustedes también lo están, ¿verdad? —respondió, mirando a Shikamaru y Chōji, quienes asintieron de manera casual.

—Bueno, estar listo es una forma de decirlo… —murmuró Shikamaru, suspirando con desgano mientras metía las manos en los bolsillos.

Naruto rió, mientras Ino le daba un ligero codazo en señal de complicidad.

Poco después, el ambiente en el aula cambió nuevamente con la entrada del equipo ocho. La presencia de Hinata, Kiba y Shino añadía un aire diferente al lugar, menos tenso pero aún impregnado de anticipación. Hinata, como era habitual, notó de inmediato a Naruto, su rostro adquiriendo un delicado tono rosado mientras se acercaba con pasos tímidos, las manos entrelazadas frente a ella.

—H-Hola, Naruto-kun, me alegro que estés aquí también —dijo con una voz suave y temblorosa, acompañada de una pequeña sonrisa nerviosa.

Naruto, quien se encontraba revisando a los demás equipos, se giró al escucharla y le devolvió una sonrisa cálida y energética.

—¡Hinata! Qué bien verte por aquí. Apuesto a que tú también estás lista para darlo todo, ¿verdad? —dijo con su habitual entusiasmo, animándola con su tono vibrante.

Hinata asintió lentamente, bajando la mirada mientras jugaba con sus dedos, sus palabras atrapadas en su garganta. A su lado, Kiba, con Akamaru descansando tranquilamente sobre su cabeza, rompió el incómodo silencio.

—¡Claro que está lista! ¡Todo nuestro equipo lo está! —exclamó con confianza, cruzándose de brazos y lanzándole una mirada significativa a Naruto—. No se sorprendan si somos los que más avanzamos en esta prueba, ¿verdad, Shino?

El aludido, con su habitual tono serio y monótono, apenas se molestó en girar la cabeza.

—Es innecesario afirmar algo tan obvio. La preparación es un prerrequisito lógico para estar aquí —respondió Shino, sus gafas reflejando las luces del aula.

—Tch, siempre tan seco… —murmuró Kiba, rodando los ojos mientras Akamaru ladraba suavemente, como si estuviera de acuerdo.

Mientras el intercambio continuaba, un murmullo se levantó entre los presentes, pero esta vez no era causado por ningún enfrentamiento directo. Un joven de cabello gris y lentes redondos avanzó entre los equipos, llamando la atención con su apariencia tranquila y una actitud relajada que contrastaba con la tensión general. Llevaba la banda de Konoha en su frente, y su sonrisa despreocupada parecía fuera de lugar en un entorno tan hostil.

—Oigan, ustedes deberían hacerse un favor y callarse un poco. No es el mejor lugar para andar gritando y haciendo tanto ruido —dijo el joven, su tono tan casual como mordaz.

El equipo ocho, y especialmente Kiba, voltearon hacia él con cejas arqueadas.

—¿Y tú quién eres para venir a dar órdenes? —espetó Kiba, su confianza habitual asomando en su voz.

El joven levantó las manos en señal de paz, su sonrisa permaneciendo intacta.

—No se preocupen, no estoy aquí para pelear. Mi nombre es Kabuto Yakushi, también soy de Konoha. Solo quiero darles un consejo... Este examen no es como cualquier otra prueba que hayan enfrentado antes. Y créanme, no quieren destacar demasiado desde el principio.

Kabuto parecía medir sus palabras con cuidado, lo suficiente para captar la atención de los genin cercanos. Naruto, como siempre, no pudo evitar sentirse intrigado.

—¿Y por qué deberíamos escucharte? —preguntó Naruto, entrecerrando los ojos con desconfianza.

Kabuto soltó una ligera risa y señaló la sala llena de aspirantes.

—He estado aquí más veces de las que puedo contar. Este no es mi primer examen chunin. Si no me creen, está bien, pero les aseguro que mantener un perfil bajo les evitará muchos problemas innecesarios.

—¿Y qué puedes decirnos sobre los demás equipos? —preguntó Sasuke, rompiendo el silencio con su tono frío.

Kabuto sonrió ampliamente, como si hubiera estado esperando esa pregunta.

—Ah, veo que eres directo. Bien, tengo algo que podría interesarles… —dijo mientras sacaba un pequeño conjunto de tarjetas de su bolsillo. Sus movimientos eran fluidos y seguros, como si ya estuviera acostumbrado a atraer la atención de otros genin.

El ambiente en el aula se volvió aún más tenso y lleno de expectativa cuando Kabuto, con su habitual sonrisa tranquila, sostuvo una de sus cartas en la mano y se inclinó ligeramente hacia adelante. La atención de todos los genin cercanos se centró en él, como si de pronto hubiera tomado el papel de un maestro en medio de una clase llena de estudiantes ansiosos.

—Bien, parece que tengo su atención. Déjenme mostrarles algo útil —dijo Kabuto con un aire relajado mientras dejaba una de las cartas en el suelo frente a él. Con un movimiento fluido, canalizó su chakra hacia la tarjeta, que comenzó a brillar débilmente, proyectando un holograma en forma de mapa detallado de las aldeas ninja.

—Lo que ven aquí es un pequeño resumen de las aldeas participantes y sus números en esta edición del examen chunin —explicó Kabuto mientras el mapa proyectaba imágenes claras y nítidas de las principales naciones shinobi, cada una con un indicador numérico flotante junto a su símbolo.

Los genin observaban con fascinación y sorpresa cómo la información se desplegaba ante ellos. Kabuto señaló el mapa con un gesto deliberado y comenzó su explicación.

—Como pueden ver, Konoha, nuestra aldea, tiene la mayor cantidad de participantes este año: un total de 79 genin. Es comprensible, considerando que somos los anfitriones y tenemos una gran población shinobi. —Kabuto hizo una pausa breve antes de mover su dedo hacia el desierto de la Nación del Viento—. Aquí está la aldea de Suna, la segunda en número, con 30 genin.

La atmósfera en la sala cambió ligeramente, y algunos murmuraban entre ellos al escuchar los números. Kabuto continuó sin perder el ritmo, ahora apuntando a otras áreas del mapa.

—Takigakure, aunque pequeña, ha enviado 9 genin este año. No subestimen a esos chicos; tienden a ser creativos en combate, especialmente cuando se trata de aprovechar el terreno. Luego está Kusagakure, con 12 genin registrados.

Los ojos de Naruto brillaban con curiosidad, mientras Sasuke permanecía en silencio, analizando cada palabra con cuidado. Kiyomi y Yuzuki observaba con una mezcla de interés y cautela.

—Ahora, esto es interesante… —Kabuto señaló una zona lluviosa del mapa—. Amegakure ha enviado 15 genin. Siempre son un grupo impredecible, gracias a sus técnicas que se adaptan al clima. Pero también tienden a ser bastante reservados, así que no esperen mucha interacción con ellos fuera del combate.

Después, Kabuto movió su dedo hacia un área pequeña y oscura en el mapa.

—Otogakure es una de las más nuevas, con solo 6 genin participando. —Aquí, Kabuto hizo una pausa, como si deliberadamente dejara el comentario en el aire—. No se sabe mucho de ellos.

Finalmente, apuntó a una región montañosa y algo apartada.

—Por último, Kumogakure . Han enviado 21 genin, un número moderado. Sin embargo, su fuerza radica en su disciplina militar y su dominio del estilo rayo. No los subestimen.

Kabuto retiró su chakra, y la proyección del mapa desapareció en un destello suave. Luego levantó la carta y la guardó nuevamente en su estuche con un movimiento calmado.

—Ahora, ya tienen una idea de quién está aquí. Aunque, como siempre, los números no lo son todo. Algunos equipos tienen individuos particularmente fuertes que pueden inclinar la balanza —añadió con una sonrisa enigmática, dejando la frase abierta para la interpretación.

Sasuke, que había permanecido en silencio hasta ese momento, dio un paso adelante y miró fijamente a Kabuto.

—¿Y qué hay de los genin destacados? —preguntó, su voz fría pero cargada de interés.

Kabuto asintió, como si estuviera esperando esa pregunta.

—Ah, claro, los nombres que destacan. Aunque debo advertirles, no es información completa, pero les daré un vistazo rápido. —Sacó otra carta y comenzó a canalizar su chakra una vez más—. Aquí tengo algunas notas sobre ciertos participantes que han llamado la atención.

El aire en la sala se volvió aún más denso, cargado de una expectación palpable mientras Kabuto se ajustaba sus gafas y preparaba otra de sus tarjetas. Naruto, lleno de curiosidad, miraba con los ojos bien abiertos, mientras la ansiedad lo hacía tamborilear los dedos contra su muslo. Sakura, aunque todavía algo confundida por la avalancha de información, mantenía la mirada fija en Kabuto, sintiendo que cada palabra podría ser crucial para lo que estaban por enfrentar.

—¿Hay alguien en específico que quieras conocer? —preguntó Kabuto, girándose hacia el grupo con una sonrisa enigmática.

Sasuke, siempre analítico y atento, respondió con firmeza.

—Gaara, Neji y Rock Lee.

Kabuto levantó una ceja, como si hubiera esperado esa respuesta, y rápidamente sacó tres tarjetas de su pila.

—Interesante elección. Todos ellos son participantes notables en este examen, aunque por razones bastante diferentes. Empecemos con Gaara de la arena, de Sunagakure —dijo, colocando la tarjeta en el suelo y canalizando su chakra.

La tarjeta brilló, proyectando la figura de un joven de cabello rojo y mirada gélida, acompañado de una breve descripción.

—Gaara del Desierto. Es conocido por su control absoluto sobre la arena, una habilidad que parece estar vinculada a su defensa impenetrable. Hasta ahora, no ha recibido un solo rasguño en combate. ¿Y lo más impresionante? Ha completado todas sus misiones sin fallar, incluyendo algunas de rango A, algo extremadamente raro para un genin.

Naruto parpadeó con asombro, y hasta Sasuke frunció ligeramente el ceño al escuchar la hazaña. Sakura tragó saliva, incapaz de imaginar a un genin con tales logros.

—¿Sin un solo rasguño? —murmuró Naruto, inclinándose hacia adelante.

—Así es —respondió Kabuto, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos—. También se dice que tiene un temperamento impredecible y una sed de sangre alarmante. Un consejo: si lo enfrentan, no lo tomen a la ligera.

Kabuto retiró la tarjeta de Gaara y pasó a la siguiente.

—Ahora, Neji Hyūga, de nuestra aldea, miembro del equipo 9 dirigido por Maito Guy. Un prodigio entre los genin y el miembro más talentoso de la rama secundaria del clan Hyūga.

La figura de Neji apareció en la proyección, con su mirada seria y el característico Byakugan activo.

—Su dominio del Jūken y demás técnicas de su clan, el estilo de combate suave, es excepcional. Puede cerrar puntos de chakra con una precisión quirúrgica, dejándote prácticamente incapacitado para continuar la pelea. En términos simples, una vez que esté a corta distancia, tus posibilidades de victoria disminuyen drásticamente o básicamente son cero.

Kiba, que estaba observando desde cerca, resopló, pero incluso él parecía incómodo.

—Además —continuó Kabuto—, Neji tiene una confianza inquebrantable en sus habilidades. Aunque eso puede parecer arrogancia, en su caso, está mas que justificado.

Naruto apretó los puños. La idea de que alguien pudiera ser tan habilidoso solo lo motivaba más.

Kabuto finalmente llegó a la tercera tarjeta, colocándola en el suelo con un gesto despreocupado.

—Y por último, Rock Lee, también de nuestra aldea. Un caso único entre los shinobi.

La figura de Lee apareció, con su ceño fruncido y su característica pose de combate.

—No puede usar ninjutsu ni genjutsu, pero su dominio del taijutsu lo compensa con creces. Ha entrenado su cuerpo hasta el límite, y se rumorea que su velocidad es superior a la de cualquier genin en este examen. Incluso puede superar a muchos chunin y a algunos jounins.

Yuzuki inclinó la cabeza, intrigada.

—¿No puede usar ninjutsu? Entonces, ¿cómo pelea?

—Con trabajo duro, dedicación absoluta y un espíritu que nunca se rinde —respondió Kabuto, casi con admiración—. También es capaz de abrir las Puertas Internas, un riesgo enorme, pero que le otorga una fuerza y velocidad temporales que pueden ser devastadoras.

Sasuke estrechó los ojos al escuchar eso. Quería ver ese poder con sus propios ojos.

—Son tres participantes que no deben tomarse a la ligera. Cada uno tiene un estilo único y una ventaja clara en combate. Pero… —Kabuto guardó las tarjetas y sonrió con una expresión ambigua— eso no significa que sean invencibles. Todo depende de cómo jueguen sus cartas en el momento adecuado.

El ambiente permaneció cargado de tensión mientras los genin procesaban la información que Kabuto acababa de compartir. Sin embargo, el silencio fue roto cuando Kiyomi, con su típica confianza y curiosidad, decidió intervenir.

—Ahora dime, ¿de quiénes tenemos que cuidarnos? Empecemos por los equipos de nuestra aldea —dijo con firmeza, cruzándose de brazos mientras su mirada se clavaba en Kabuto.

Kabuto, intrigado por la petición, se quedó observándola por un momento antes de sacar otras tres tarjetas de su pila.

—De acuerdo. Hay otro equipo de nuestra generación que no deben subestimar. Es el equipo once, liderado por la jōnin Rika Amamiya. Este equipo tiene tres integrantes que destacan considerablemente en distintos aspectos.

Con un leve flujo de chakra, las tarjetas comenzaron a proyectar las figuras de los miembros del equipo mientras Kabuto explicaba.

—Primero, Himari Senju. Es la hija de Tsunade Senju, lo que la convierte en la heredera directa de uno de los clanes más poderosos en la historia de Konoha. Himari es un prodigio en ninjutsu elemental, dominando el agua y la tierra, y se dice que ha heredado la habilidad legendaria del Mokuton. También es una experta en ninjutsu médico y fūinjutsu. A pesar de su corta edad, utiliza un estilo de combate híbrido que combina fuerza física mejorada, similar a la de su madre, con una Chokutō. Aunque aún no alcanza el nivel de Tsunade, su potencial es aterrador.

Naruto tragó saliva al escuchar aquello, mientras Sasuke, Kiyomi y Yuzuki intercambiaban miradas cargadas de interés.

—La segunda integrante es Sayuri Hatake, hermana menor de Katsumi Hatake. Es considerada la mejor prodigio de su generación en Konoha. Sayuri domina el elemento rayo y viento con una maestría impresionante, y utiliza una tantō con precisión letal. Su estilo de combate combina taijutsu mejorado con chakra de rayo y técnicas que le permiten adaptarse a combates de corto, medio y largo alcance. Es extremadamente versátil y letal en cualquier escenario.

Kabuto dejó que la información se asentara por un momento antes de pasar a la última integrante del equipo once.

—Por último, Reika Takane. Especialista en combate cuerpo a cuerpo con un estilo único basado en el uso de tonfas imbuídas de chakra elemental. Domina el rayo y la tierra, utilizando estos elementos para mejorar su taijutsu en combate de corto alcance. Aunque no tiene la versatilidad de Himari o Sayuri, su especialización la convierte en un oponente muy difícil de enfrentar en distancias cortas.

La descripción del equipo once dejó al grupo en silencio, aunque Naruto parecía más motivado que intimidado. Kiyomi, en cambio, mantenía su expresión neutral, pero sus ojos brillaban con un interés calculador.

—¿Quiénes más? —preguntó con curiosidad renovada.

Kabuto asintió y sacó nuevas tarjetas.

—De Kumogakure hay varios equipos de interés. El primero es liderado por el jōnin Killer Bee, quien también es el jinchūriki del Hachibi, el ocho colas. Este equipo está formado por Samui, Karui y Omoi.

La tarjeta de Samui mostró a una joven de cabello rubio y una expresión seria.

—Samui es una kunoichi experta en el manejo del elemento rayo, con un estilo de combate directo pero eficiente. Se especializa en tácticas de batalla que maximizan la efectividad de sus ataques, y es conocida por su gran calma bajo presión.

La siguiente imagen mostró a Karui, una kunoichi de cabello rojizo.

—Karui es una luchadora feroz en taijutsu y kenjutsu, combinando su habilidad natural con técnicas elementales de rayo para potenciar su fuerza y velocidad. Su estilo es agresivo y, aunque tiende a actuar impulsivamente, es extremadamente efectiva.

Finalmente, apareció Omoi, un joven de cabello blanco con una actitud despreocupada.

—Omoi, por otro lado, es más estratégico y utiliza una katana con la cual canaliza chakra de rayo. Su estilo de combate es más calculador, pero no menos letal.

Kabuto hizo una pausa antes de continuar con un segundo equipo de Kumogakure.

—El segundo equipo de Kumo está formado por Ryūya, Kameko y Haruto. Ryūya es un experto en técnicas de barrera y fūinjutsu, lo que lo convierte en el cerebro táctico del equipo. Kameko, por su parte, domina el elemento agua y utiliza jutsus basados en la niebla para desorientar a sus enemigos. Finalmente, Haruto es un especialista en taijutsu explosivo, combinando fuerza bruta con técnicas de fuego y rayo.

Kiyomi asintió, satisfecha con la información, y luego añadió:

—¿Y qué hay de Takigakure, Kusagakure y Amegakure?

Kabuto sacó otras tarjetas, ajustándose las gafas.

—De Takigakure, deben vigilar al equipo liderado por una jōnin llamada Akemi. Sus integrantes incluyen a Rensui, un genin con habilidades de manipulación avanzada de agua que le permite crear látigos y proyectiles con gran precisión. También está Kaede, una especialista en venenos que utiliza dardos envenenados y jutsus de parálisis. Por último, Kaito, un ninja con un estilo de combate aéreo basado en el elemento viento.

Kabuto continuó explicando, avanzando hacia los equipos destacados de Kusagakure. Su tono era calmado, pero lleno de información precisa.

—En Kusagakure, su equipo más fuerte está compuesto por tres ninjas con habilidades que complementan perfectamente sus estrategias. Aoi es una kunoichi experta en técnicas basadas en plantas venenosas. Su habilidad para manipular toxinas la convierte en una rival extremadamente peligrosa, capaz de debilitar y neutralizar enemigos antes de que puedan reaccionar. Luego está Shinji, un usuario del kekkei genkai Kōton, el elemento luz. Esta habilidad le permite generar destellos cegadores, crear constructos de energía luminosa y atacar con precisión quirúrgica. Finalmente, Hana es una especialista en jutsus de camuflaje. Su destreza para desaparecer en el entorno la convierte en una amenaza invisible, ideal para emboscadas y espionaje.

Naruto apretó los puños, una sonrisa desafiante se formó en su rostro. Kiyomi observaba con una leve sonrisa de interés, mientras Sasuke y Yuzuki mostraban un destello competitivo en sus ojos al escuchar sobre las habilidades de este equipo.

Kabuto prosiguió con un ligero cambio en su tono al hablar sobre Amegakure, como si anticipara que el misterio alrededor de esa aldea captaría aún más la atención de sus oyentes.

—Amegakure es, como saben, una aldea siempre envuelta en lluvia y secretos. Su equipo más fuerte destaca en condiciones adversas, especialmente en combate prolongado. Kuren, su líder en el campo, es un maestro de jutsus de agua a alta presión, capaces de atravesar incluso las defensas más robustas. Saeko, por otro lado, utiliza agujas imbuidas con chakra venenoso, una técnica que no solo causa daño físico sino que también puede paralizar a sus enemigos con un solo impacto. Finalmente, está Tsubasa, quien manipula el clima a su favor. Puede invocar tormentas, relámpagos y ráfagas de viento que alteran el campo de batalla para darles la ventaja.

Naruto no pudo evitar apretar los puños con más fuerza, la emoción brillaba en sus ojos. Sasuke y Yuzuki parecían evaluarlo todo en silencio, mientras Kiyomi mantenía una expresión tranquila, aunque sus ojos destilaban interés. Era evidente que los equipos fuertes captaban la atención de todos, incluso generando cierta tensión en el aire.

De repente, Ren, quien hasta ahora había permanecido en silencio, rompió la quietud con una pregunta directa.

—¿Y qué hay de Otogakure? —preguntó con firmeza, cruzando los brazos mientras miraba fijamente a Kabuto.

Kabuto soltó una pequeña risa sarcástica y ajustó sus lentes antes de responder.

—Otogakure es una aldea insignificante y desconocida —dijo con desdén—. Apenas ha sido fundada recientemente, y su número de ninjas no supera los dos mil, quizá menos. No esperen ver genin destacados ni habilidades impresionantes provenientes de allí. Dudo que puedan competir contra los equipos fuertes de las otras aldeas.

Sin embargo, justo cuando terminaba su explicación, el sonido metálico de unos kunai cortando el aire interrumpió la conversación. Kabuto reaccionó con rapidez, esquivando con habilidad el ataque sorpresa, pero no tuvo tiempo de recuperarse del todo cuando un segundo ninja apareció tras él. Este intentó golpearlo con un movimiento contundente. Kabuto logró evitar el impacto con una sonrisa confiada, pero esta desapareció rápidamente cuando sus lentes se resquebrajaron, y un gemido de dolor salió de sus labios. Se arrodilló, tosiendo, mientras pequeñas gotas de sangre salían de su boca.

Tres figuras se hicieron visibles desde las sombras, avanzando lentamente hacia el grupo. La tensión en el aire era palpable.

El primero, quien parecía ser el líder, tenía el rostro casi completamente cubierto por vendas, dejando solo su ojo izquierdo al descubierto. Llevaba una camisa morada de mangas largas, una bufanda estampada y un protector ninja de Otogakure en la frente. Su postura encorvada y el montón de paja en su espalda le daban un aspecto extraño pero intimidante.

El segundo, un chico de cabello oscuro y puntiagudo, tenía una expresión de burla constante. Vestía pantalones grises con un patrón de camuflaje negro, una camisa amarilla con el kanji "muerte" (死) estampado en el pecho, y una bufanda alrededor del cuello. Sus ojos oscuros y penetrantes se movían rápidamente, como si estuviera evaluando a cada uno de los presentes.

La tercera integrante era una kunoichi de cabello largo y negro, atado con un moño violeta al final. Sus ojos oscuros y grandes tenían un brillo frío, casi calculador. Vestía un chaleco verde claro y pantalones de camuflaje blanco y negro, con una bufanda a juego que acentuaba su aire de amenaza contenida.

Naruto dio un paso al frente, con una mezcla de sorpresa y emoción en su rostro.

—¿Quiénes son ustedes? —preguntó, mirando directamente al grupo.

El líder de los recién llegados dejó escapar una carcajada baja, llena de burla.

—Somos los ninjas de Otogakure —respondió el líder, su tono áspero y seguro mientras sus ojos oscuros y vendados se fijaban directamente en Naruto—. Subestimarnos será el peor error de sus vidas.

La amenaza resonó en el aire, cargada de una intención maliciosa. El silencio cayó brevemente, roto solo por el crujir de las hojas bajo el viento. Kiyomi, Yuzuki y Sasuke se pusieron en guardia, sus cuerpos tensos mientras sus miradas evaluaban cada detalle de los extraños frente a ellos. El aura hostil de los recién llegados era evidente, y sus posturas de combate confirmaban que no habían llegado en busca de una conversación pacífica.

Naruto, sin embargo, no parecía intimidado. Por el contrario, apretó los puños con más fuerza, y su sonrisa característica se ensanchó. Una chispa de desafío iluminó sus ojos azules, mientras el pelirrojo daba un paso al frente con una actitud desafiante.

—¿Intimidarnos? —repitió, su voz firme y llena de determinación—. Si eso es lo que esperan, están muy equivocados.

Los ninjas de Otogakure intercambiaron miradas, sus expresiones mostrando una confianza que rayaba en la arrogancia. El líder, Dosu, dio un paso adelante, su figura encorvada y sus vendas ondeando ligeramente al moverse. A su lado, Zaku se cruzó de brazos con una sonrisa burlona, mientras Kin alisaba un mechón de su cabello largo y oscuro con indiferencia, aunque sus ojos brillaban con anticipación.

El ambiente se cargó de tensión. Los minutos parecían estirarse mientras ambas partes se analizaban, midiendo fuerzas antes del inevitable enfrentamiento. Fue entonces cuando un denso poof resonó, y una nube de humo gris apareció entre ellos.

—¡Bastardos degenerados, cierren la boca y escuchen! —gruñó una voz profunda y áspera que dominó el lugar como un trueno.

La figura que emergió del humo era imponente, un hombre alto y robusto cuyo cuerpo estaba cubierto de cicatrices visibles incluso a través de sus ropajes. Su cabeza estaba envuelta con un paño y en el tenia la placa de la banda ninja. Vestía un traje gris y pantalones a juego, tenia una gabardina negra,

El aire pareció enfriarse cuando todos volvieron sus ojos hacia el recién llegado. Sus palabras, aunque rudas, exigían atención inmediata.

Naruto lo observó con el ceño ligeramente fruncido, sin apartarse ni retroceder. Kiyomi y Yuzuki tensaron los músculos, alertas y listas para cualquier movimiento. Sasuke, mantuvo su mirada fija en el extraño, buscando debilidades o indicios de su intención.

El hombre alzó una mano, haciendo un gesto brusco para silenciar cualquier intento de respuesta.

—Este no es lugar para niñerías —continuó, su voz llena de autoridad—. Si quieren matarse entre ustedes, háganlo fuera de mi vista. Aquí y ahora, solo demostrarán lo patéticos que son.

Naruto apretó los dientes ante el comentario, pero se contuvo. El hombre no era alguien que pudiera ignorarse fácilmente. La presión que irradiaba su presencia era pesada, casi tangible, como la de un depredador acechando a su presa. Los ninjas de Otogakure también guardaron silencio, aunque Zaku murmuró algo inaudible entre dientes, claramente molesto.

El hombre, con una mirada severa que parecía perforar a cualquiera que osara desafiarlo, dirigió su atención hacia los ninjas de Otogakure. Su voz, afilada como una cuchilla, cortó el silencio con autoridad inquebrantable.

—Ustedes, los de Oto, no pueden hacer lo que quieran cuando el examen está a punto de comenzar. Si rompen las reglas, serán descalificados inmediatamente.

La advertencia cayó como un martillo. La tensión en el aire se intensificó mientras los tres ninjas del sonido evaluaban la situación. Sus expresiones se oscurecieron, pero quedaba claro que habían comprendido el mensaje. Dosu, el líder, bajó ligeramente la cabeza, aunque de una manera que no reflejaba ni respeto ni arrepentimiento.

—Disculpe, señor. Es nuestro primer examen y... nos dejamos llevar —dijo Dosu con un tono cargado de desdén, antes de hacer una señal a sus compañeros.

Zaku gruñó algo inaudible mientras cruzaba los brazos con evidente frustración, y Kin lanzó una mirada de fastidio antes de seguir a su líder. Los tres retrocedieron con pasos calculados, mostrando una cautela que contrastaba con la arrogancia inicial. Sus siluetas se desvanecieron entre las sombras, dejando una atmósfera de incertidumbre.

Naruto, con el ceño fruncido, no apartó la mirada hasta que los ninjas de Otogakure desaparecieron por completo. Sus pensamientos se arremolinaron con preguntas. ¿Qué clase de fuerza hace retroceder a un equipo como ese sin necesidad de mover un dedo?

El hombre, que hasta entonces se había mantenido inmóvil, se giró hacia los genin restantes. Su mirada recorrió el aula, examinando cada rostro con detenimiento. La presión en el ambiente se hizo palpable, como si el aire mismo se comprimiera bajo su presencia. Finalmente, rompió el silencio con una voz grave y autoritaria.

—Bien, escúchenme con atención —dijo, cruzando los brazos—. Soy Ibiki Morino, supervisor y examinador a cargo de la primera fase del examen. Antes de continuar, estableceré unas reglas claras.

Ibiki avanzó unos pasos, deteniéndose frente al grupo. Su sola presencia parecía amplificar la seriedad del momento.

—Primero, no habrá peleas innecesarias sin el permiso explícito del supervisor a cargo. Y, aun si ese permiso se concede, no se tolerará el uso de fuerza letal bajo ninguna circunstancia. Si alguien rompe esta regla... —Ibiki dejó que sus palabras colgaran en el aire, mientras su mirada penetrante y su aura amenazante recorrían la sala como una sombra ominosa—. No tendré problema en descalificar a quien sea. Y créanme, no dudaré en hacerlo.

El silencio que siguió fue absoluto. Nadie se atrevió a interrumpir mientras el examinador hacía una pausa, evaluando las reacciones de los genin. Incluso Naruto, conocido por su impulsividad, se mantuvo quieto, con los ojos fijos en Ibiki.

—Ahora —continuó Ibiki, su tono más frío que antes—, entreguen sus solicitudes de inscripción y tomen una de estas cartas. El número que tengan determinará su asiento en el aula. Nosotros distribuiremos las hojas para la prueba escrita de la primera fase del examen.

Los genin comenzaron a moverse, entregando sus formularios mientras recogían las cartas. La tensión no disminuyó, y el ambiente permaneció cargado con la anticipación de lo que estaba por venir. Naruto, al recibir su carta, la miró con curiosidad antes de guardarla en su bolsillo. A su alrededor, los demás hacían lo mismo, aunque las expresiones variaban entre nerviosismo y confianza.

Kiyomi, siempre relajada, sonrió ligeramente mientras observaba a Ibiki con interés.

—Ese hombre no es alguien con quien bromear —murmuró Yuzuki a su hermana, sus ojos oscuros evaluando cada detalle del examinador.

—Por supuesto que no —respondió Kiyomi en voz baja, con una sonrisa que ocultaba su propia cautela—. Pero eso es lo que lo hace tan fascinante, ¿no crees?

Sasuke permaneció en silencio, con la mirada fija en Ibiki. Sus ojos oscuros analizaban cada movimiento y expresión del examinador, intentando desentrañar cualquier debilidad o intención oculta. Mientras tanto, Naruto se removía inquieto en su asiento. La seriedad de la prueba y la tensión en el ambiente parecían pesarle más de lo que quería admitir, pero un destello de calidez le devolvió la calma. Al girar la cabeza, notó que Hinata estaba sentada a su lado. Ella le dirigió una tímida sonrisa, y Naruto, sin pensarlo demasiado, le devolvió el gesto con una genuina amabilidad que hizo que las mejillas de Hinata se tornaran de un ligero tono rosado.

Sin embargo, antes de que pudiera decir algo más, una voz nueva llamó su atención.

—Vaya, así que tú eres el famoso Naruto-kun del que mi hermana no para de hablar. —El tono era suave, pero cargado de una confianza despreocupada que casi sonaba burlona.

Naruto volteó hacia la voz, y lo que encontró lo dejó momentáneamente perplejo. Frente a él estaba una chica de apariencia deslumbrante. Su cabello plateado, liso y sedoso, caía hasta su cintura con un brillo metálico que le recordaba al de Katsumi, pero con una suavidad más juvenil. Sus ojos eran grandes y de un azul claro que parecían brillar con un destello juguetón, aunque mantenían un aire de seriedad que contrastaba con su evidente juventud. Su piel, clara como la de Katsumi, irradiaba frescura, pero tenía un toque más despreocupado y relajado.

Naruto notó que, aunque era de estatura media y su complexión era delgada, había algo en ella que destacaba. Tal vez eran sus curvas sutiles o el hecho de que su ropa acentuaba sin exagerar su figura. Llevaba una chaqueta corta de un azul profundo con bordes plateados, abierta lo suficiente para revelar una camiseta negra ajustada. En la parte inferior, portaba pantalones cortos de tela ligera que se amoldaban perfectamente a su cuerpo, combinados con vendas blancas que cubrían sus piernas hasta justo debajo de las rodillas. Sus sandalias ninja negras y un protector de Konoha atado a su brazo izquierdo completaban su atuendo.

Naruto parpadeó, desconcertado. —¿E-espera? ¿Quién eres? Oh, un momento... ¡Eres Sayuri, verdad! Acabo de escuchar sobre ti por las tarjetas de Kabuto.

Sayuri sonrió con una mezcla de coquetería y picardía, inclinándose ligeramente hacia Naruto para mirarlo más de cerca. —Oh, así que estabas prestando atención, ¿eh? Me siento halagada. —Su tono bromista y su expresión ligera la hacían destacar, pero había un trasfondo agudo en su mirada, como si estuviera evaluando al chico frente a ella.

Naruto, todavía algo confundido, intentó enderezarse en su asiento. —Bueno, no es como que me contaron mucho... Solo mencionaron que eres la hermana de Katsumi.

—¿"Solo"? —Sayuri fingió una expresión herida, llevándose una mano al pecho—. ¡Ay, Naruto-kun! Qué decepción, y yo que tenía grandes expectativas de ti. Mi hermana no hace más que hablar maravillas de "lo increíble que eres". Pero ya veo que el famoso Naruto no es tan observador.

—¡Oye! —protestó Naruto, frunciendo el ceño, pero no pudo evitar que una sonrisa se dibujara en su rostro—. ¡Espera un momento! Acabo de conocerte, no es justo que me molestes así.

Hinata, a su lado, parecía querer intervenir, pero su timidez la mantuvo en silencio. Apenas podía evitar mirar a Sayuri con algo de asombro, mientras intentaba mantener la compostura. Por su parte, Sayuri giró hacia Hinata, su sonrisa ampliándose.

—Oh, tú debes ser Hinata, ¿verdad? —dijo Sayuri, evaluándola de arriba a abajo con una mezcla de curiosidad y amabilidad—. Mi hermana me mencionó algo sobre ti también. Parece que tienes buen gusto, ¿eh?

Hinata, sorprendida, se sonrojó aún más. —Y-yo... Bueno...

Naruto interrumpió, rascándose la nuca con evidente incomodidad. —¿Sabes? Empiezo a entender de dónde saca Katsumi su actitud. Son muy parecidas.

Sayuri soltó una carcajada melodiosa que resonó en el aula, atrayendo algunas miradas curiosas. —¿Parecidas? No me hagas reír, Naruto-kun. Katsumi puede ser intensa, pero yo soy mucho más divertida. Y, hablando de diversión, espero que estés preparado para este examen. Las cosas apenas comienzan.

Naruto estrechó los ojos con determinación, recuperando su típica energía. —¡Por supuesto que estoy listo! No importa lo que pase, daré lo mejor de mí.

Sayuri asintió, apoyándose casualmente en el escritorio. —Eso es lo que quería escuchar. Espero que no me decepciones. —Con un último guiño, se giró para ocupar su lugar asignado, dejando a Naruto con una mezcla de emociones que iban desde el desconcierto hasta una renovada determinación.

Sasuke, que había estado observando de reojo, murmuró para sí mismo. —Otra que no deja de hablar. ¿Esto no es un examen serio? —Aunque no lo admitiera, algo en la confianza de Sayuri había captado brevemente su atención.

Y así, el ambiente volvió a cargarse de tensión mientras Ibiki se adelantaba al frente del aula, su presencia imponiendo silencio en el lugar. Naruto intentaba concentrarse, pero las palabras juguetonas de Sayuri seguían rondando su cabeza, haciéndolo perderse momentáneamente en sus pensamientos antes de regresar al presente. Al mirar a su alrededor, notó cómo los demás genin se acomodaban en sus lugares, sus expresiones oscilando entre la confianza y la ansiedad.

Ibiki tomó un trozo de tiza y comenzó a escribir en la pizarra con movimientos firmes y decididos. Los chirridos del contacto entre la tiza y la superficie rugosa parecían amplificar la tensión en el aire. Con su voz grave y autoritaria, rompió el silencio:

—Escuchen con atención. No quiero que nadie toque los exámenes hasta que yo lo indique. Primero, voy a darles las reglas de este primer examen. Las escribiré y explicaré ahora, así que no habrá preguntas. Presten atención y mantengan la boca cerrada.

El ambiente se volvió aún más pesado. Algunos genin tragaron saliva, mientras otros intentaban disimular su nerviosismo con expresiones neutras. Naruto frunció el ceño, concentrándose mientras Hinata, a su lado, tomaba aire profundamente para calmarse. Kiyomi, sentada más adelante, miraba a Ibiki con una sonrisa confiada, mientras Yuzuki mantenía una expresión seria, observando cada detalle del examinador con precisión analítica. Sasuke, por su parte, cruzó los brazos y mantuvo su mirada fija en Ibiki, evaluando cada palabra y gesto con la misma intensidad que usaría en un combate.

Ibiki prosiguió, su tono cortante y claro:

—Regla número uno: Todos ustedes comenzarán con diez puntos. Sus exámenes tendrán el mismo número de preguntas, es decir, diez. Cada pregunta vale un punto, y por cada error que cometan, perderán un punto. Si responden correctamente las diez preguntas, conservarán sus diez puntos. Así de simple.

Mientras Ibiki hablaba, algunos genin comenzaron a intercambiar miradas nerviosas, intentando procesar lo que significaba mantener una puntuación perfecta bajo estas condiciones.

—Regla número dos: Este examen será evaluado de manera grupal, basándonos en el desempeño de sus equipos. Pasar o fallar dependerá de los puntos acumulados por su grupo. —Hizo una pausa breve, dejando que el peso de sus palabras se asentara en las mentes de todos—. El objetivo de ustedes y sus compañeros es obtener la mayor cantidad de puntos posible.

Naruto parpadeó, sorprendido. ¿Grupal? ¿Así que no solo importa lo que haga yo, sino también lo que hagan Sasuke, Kiyomi y Yuzuki? Sus pensamientos giraron rápidamente mientras trataba de imaginar cómo esto afectaría la estrategia de su equipo.

—Regla número tres: Si alguno de ustedes es sorprendido haciendo algo sospechoso, como trampas, los supervisores lo notificarán. Y por cada incidente, se restarán dos puntos a su equipo. —Ibiki volvió la cabeza lentamente, su mirada fija en cada genin, como si pudiera leer sus intenciones más ocultas—. Aclaro que los supervisores están entrenados para detectar cualquier comportamiento anómalo, así que piénsenlo dos veces antes de intentar algo.

Algunos genin empezaron a agitarse en sus asientos. Naruto apretó los puños sobre sus piernas, mientras Sasuke permanecía imperturbable, sus ojos analizando en silencio cada palabra. Kiyomi, por otro lado, sonrió ligeramente y lanzó un guiño hacia Naruto, como si intentara aliviar la tensión. Yuzuki, a diferencia de su hermana, parecía más centrada en trazar posibles estrategias para minimizar errores en el equipo.

Ibiki hizo una pausa más larga esta vez, como si quisiera asegurarse de que todos comprendieran la importancia de lo que estaba por decir. Su tono se volvió más frío y tajante:

—Y finalmente, una última advertencia. Si un miembro de su equipo pierde todos sus puntos, independientemente de cómo lo hayan hecho los demás, todo el equipo será descalificado. No importa si dos de ustedes tienen puntuaciones perfectas. Si uno falla por completo, todo su equipo se va a casa.

Un murmullo inquieto recorrió el aula. Algunos genin miraron a sus compañeros de equipo con desconfianza, mientras otros parecían concentrarse aún más en lo que venía. Naruto sintió una punzada de presión, pensando en lo que implicaría para el equipo 7. ¿Qué pasará si yo cometo un error? ¿Y si soy yo quien los hace perder? Pero esa duda rápidamente dio paso a una chispa de determinación. No podía fallarles. No podía fallarse a sí mismo.

Hinata, sentada cerca de él, lo observó de reojo, notando el cambio en su expresión. A pesar de su nerviosismo, su mirada hacia él era cálida, como si quisiera transmitirle confianza silenciosa. Kiyomi también captó ese cambio en Naruto y sonrió para sí misma, mientras Yuzuki volvía a concentrarse en los supervisores que rondaban el aula.

Ibiki, viendo que su mensaje había calado profundamente, esbozó una sonrisa apenas perceptible:

—Las reglas están claras. Ahora, esperen la señal para comenzar. —Se giró hacia los supervisores apostados en las esquinas del aula y asintió con firmeza, indicándoles que se prepararan.

Los genin, conscientes de que cada movimiento estaba siendo observado, permanecieron en un tenso silencio, listos para enfrentar el primer gran desafío de este examen.