"Aguanta tus malditas lágrimas, no seas una maldita cobarde, avanza… ya no eres un bebé, eres una kunoichi", se repetía Yuzuki en voz baja, casi como un mantra, mientras luchaba por mantener el ritmo de su cuerpo exhausto. Su respiración era pesada, sus músculos ardían y sus manos estaban cubiertas de cortes y suciedad, pero no podía permitirse detenerse. Cada paso era una batalla contra la desesperación, pero no tenía opción: tenía que protegerlos.
Cargaba a Kiyomi en su espalda, asegurándola con tiras de tela improvisadas mientras la kusarigama de su hermana colgaba precariamente de su cadera. Con cada paso, sentía cómo la sangre de Kiyomi empapaba su ropa. Los ojos de su hermana seguían sangrando, un recordatorio de la brutal batalla contra Orochimaru. En cada mano arrastraba las camillas improvisadas de Naruto y Sasuke, ambos inconscientes y respirando con dificultad. Naruto ardía de fiebre; su piel estaba pálida y cubierta de sudor. Sasuke no estaba mejor, su cuerpo tenso por la marca que pulsaba en su cuello, extendiéndose con un patrón negro que parecía consumirlo desde dentro.
—Tienes que encontrar un lugar seguro —se dijo a sí misma, apretando los dientes para contener el pánico. Cada ruido en el bosque la hacía girar la cabeza bruscamente, esperando un ataque en cualquier momento. Su instinto le decía que no estaban solos.
El peso de las armas de sus compañeros también la agobiaba. La katana de Naruto colgaba de su cintura, su hoja aún manchada con rastros de batalla. El tanto de Sasuke estaba atado a su costado, su mango roto como un testigo mudo de la desesperada defensa que intentó contra Orochimaru. Los pasos de Yuzuki eran torpes, pero constantes. No podía permitirse flaquear, no con todos dependiendo de ella.
El bosque parecía interminable. Las sombras de los árboles altos bailaban alrededor de ella, susurrando amenazas invisibles que hacían que cada crujido de una rama o aullido lejano pareciera un peligro inminente. Había caminado durante horas, o al menos eso creía, ya que el tiempo se sentía distorsionado en su estado de agotamiento. Después de una caminata que le pareció interminable, divisó un pequeño claro rodeado por árboles densos. Parecía lo suficientemente aislado para esconderse temporalmente
Finalmente, encontró un claro parcialmente cubierto por grandes rocas y raíces entrelazadas que formaban una especie de refugio natural. Las hojas caídas ofrecían algo de camuflaje, y las sombras de los árboles eran lo suficientemente densas como para ocultarlos de vista desde lejos. Era lo mejor que podía esperar.
Respiró profundamente, obligando a su cuerpo a continuar mientras arrastraba las camillas hacia el centro del claro. Colocó a Naruto y Sasuke con cuidado sobre el suelo y después bajó a Kiyomi de su espalda, asegurándose de que su cabeza quedara apoyada sobre un montón de hojas suaves.
—Esto tendrá que servir... por ahora —susurró, con la voz quebrada por el cansancio.
Yuzuki sabía que el tiempo era esencial. Usó lo que quedaba de su chakra para realizar un Katon: Hibashiri, encendiendo una pequeña hoguera con ramas secas que había recogido durante el camino. La luz del fuego iluminaba los rostros de sus compañeros, revelando la gravedad de sus heridas. Naruto tenía cortes profundos en los brazos y las piernas, mientras que su pecho mostraba quemaduras parciales. Sasuke parecía atrapado en un sueño inquietante, con su cuerpo temblando y los patrones oscuros de la marca aún extendiéndose lentamente. Kiyomi respiraba con dificultad, y sus párpados estaban cerrados con fuerza, con rastros de sangre aún escurriendo por las cuencas de sus ojos.
—Primero lo básico… —murmuró, intentando concentrarse.
Comenzó con Naruto, limpiando las heridas más visibles en su torso y brazos, donde cortes profundos dejaban ver piel enrojecida e hinchada. Las vendas apenas alcanzaron para cubrir los peores daños, y aunque trató de mantenerlo estable, el calor de su frente no era buena señal. Pasó a Sasuke, limpiando las marcas negras que comenzaban a expandirse desde el lugar donde Orochimaru lo había mordido. Yuzuki apretó los dientes, sabiendo que no había forma de detenerla. Por último, llegó a Kiyomi. Sus ojos estaban hinchados y seguían derramando sangre en finas líneas que se deslizaban por su rostro. El dolor era evidente incluso en su inconsciencia.
Yuzuki arrancó un pedazo de su ropa para limpiarle el rostro a Kiyomi, intentando detener la hemorragia. La presión le arrancó un gemido suave, pero su hermana no despertó. Yuzuki apretó un trozo de tela contra sus ojos, limpiándolos con cuidado para intentar reducir el sangrado. Mientras trabajaba, sentía cómo su propia energía disminuía con cada movimiento. Finalmente, se permitió caer de rodillas junto a sus compañeros, su pecho subiendo y bajando con respiraciones entrecortadas. Pero volvió con Sasuke que seguía temblando, pero cada vez que tocaba la marca en su cuello, esta reaccionaba con un pulso de chakra oscuro que la hacía retroceder.
—¿Qué mierda te ha hecho ese bastardo? —murmuró con frustración, observando la marca con impotencia—. No voy a dejar que mueran… —dijo en voz baja, casi como una promesa.
De repente, un sonido cercano la puso en alerta. El crujido de hojas secas bajo unos pasos firmes rompió el silencio del bosque. Yuzuki, agotada y con el cuerpo al límite, reaccionó al instante. Se incorporó rápidamente, agarrando la katana de Naruto con manos temblorosas. Sus brazos temblaban por el esfuerzo prolongado, pero sus ojos oscuros destellaban determinación.
—¿Quién está ahí? —gritó con fuerza. Su voz, aunque firme, traicionaba el agotamiento que la acosaba. Su cuerpo no estaba en condiciones para un combate, pero su instinto protector no le permitía dudar.
De entre las sombras, tres figuras emergieron con movimientos calculados, sus miradas afiladas y sus cuerpos en tensión. Las bandanas en sus frentes marcaban su lealtad a Otogakure. El líder, un hombre alto envuelto en vendas a excepción de un ojo frío y calculador, observó la escena con desdén. Su postura encorvada le daba un aire intimidante, mientras que un bulto de paja en su espalda parecía reforzar su figura grotesca.
—Mira nada más, cachorros heridos escondiéndose en el bosque. —Su voz, profunda y burlona, resonó como un eco amenazante. Los otros dos, un joven delgado con cabello negro alborotado y un semblante sádico, y una chica de cabello corto y ojos despiadados, lo siguieron de cerca, evaluando el estado de Yuzuki.
—¿Y ahora qué? —preguntó el joven de cabello negro, con una sonrisa torcida mientras flexionaba los dedos, que tenían pequeños tubos incrustados. Su tono era despreocupado, pero había algo calculador en la manera en que se movía. Cada paso parecía medir la distancia entre él y su presa. —Esto no será más que un calentamiento.
La chica, por su parte, permanecía en silencio, pero la crueldad en sus ojos lo decía todo. En su mano, un cascabel colgaba, tintineando suavemente al compás de su andar.
Yuzuki apretó la katana con más fuerza, sintiendo el sudor frío correr por su frente. Sabía que no tenía posibilidades en un enfrentamiento directo, pero no podía permitir que se acercaran al refugio donde Naruto, Sasuke y Kiyomi yacían vulnerables. Dio un paso adelante, interponiéndose entre ellos y la entrada oculta.
—¿Qué mierda quieren, maldita momia, tú, imbécil, y tú, perra? —espetó, su voz cargada de rabia y un toque de desesperación. —Si lo que buscan es un pergamino, hay uno tirado más atrás.
El hombre envuelto en vendas dejó escapar una carcajada gutural, sus ojos brillando con una mezcla de burla y desprecio.
—¿Crees que somos tan tontos como para caer en ese truco? No hemos llegado hasta aquí para perder el tiempo con distracciones baratas. —Su tono se endureció, y el aire a su alrededor pareció tensarse. —Además, no es el pergamino lo que queremos. Es tu cabeza... y la de esos "amigos" tuyos.
Zaku fue el primero en avanzar. Con un movimiento rápido, levantó su brazo derecho, apuntando hacia Yuzuki.
—Zankūha! —gritó, liberando una poderosa onda de presión de aire desde los tubos incrustados en su palma. El ataque desgarró el suelo, levantando tierra y hojas en su camino.
Yuzuki apenas tuvo tiempo para reaccionar. Saltó hacia un lado, rodando por el suelo mientras la onda pasaba a centímetros de ella, cortando un árbol cercano por la mitad. Su respiración era errática, y la katana temblaba en sus manos, pero logró levantarse nuevamente.
—No se lo pondré fácil... —murmuró para sí misma, obligando a su cuerpo a moverse.
Dosu avanzó entonces, sus pasos lentos pero seguros. Su brazo envuelto en vendas se alzó ligeramente, y un sonido resonante comenzó a emanar de él, como un zumbido agudo que hacía vibrar el aire a su alrededor.
—Esto será rápido. Decapitating Sound Wave. —El ataque invisible viajó directo hacia Yuzuki, obligándola a cubrirse los oídos instintivamente mientras un dolor punzante atravesaba su cabeza. Cayó de rodillas, gritando de dolor mientras la vibración parecía desgarrar sus pensamientos.
—¡Maldito sea! —gritó Yuzuki, forzándose a ponerse en pie. Su visión se nublaba, pero aún logró blandir la katana frente a ella, trazando un arco amplio. —No pienso caer aquí.
En ese momento, la chica del grupo, Kin, dio un paso adelante, sacando varios hilos con cascabeles adheridos. Con un movimiento rápido de muñeca, los hizo girar en el aire, creando un sonido hipnótico que parecía atrapar la mente de Yuzuki.
—Ríndete. No tienes posibilidad contra nosotros. —dijo Kin con voz fría, mientras los cascabeles tintineaban más rápido. Yuzuki comenzó a sentirse mareada, como si el sonido invadiera sus pensamientos y ralentizara sus movimientos.
—¡No... me subestimen! —gritó Yuzuki, cerrando los ojos con fuerza y lanzando un kunai hacia Kin. No fue un tiro perfecto, pero obligó a la chica a retroceder, rompiendo momentáneamente el efecto de los cascabeles.
Aprovechando la distracción, Yuzuki cargó contra Zaku, quien levantó sus brazos para otro Zankūha. Pero esta vez, Yuzuki usó su entorno, lanzándose hacia un lado y cortando una rama con la katana de Naruto. La rama cayó justo frente a Zaku, desviando ligeramente su ataque y permitiéndole acercarse lo suficiente para darle una estocada superficial en el brazo.
—¡Maldita sea! —gritó Zaku, retrocediendo con una mueca de dolor.
Pero el alivio de Yuzuki duró poco. Dosu, furioso y decidido a terminar con la batalla, se lanzó hacia ella con un movimiento rápido y preciso. Su brazo resonador silbaba con un sonido inquietante mientras impactaba contra la katana que Yuzuki sostenía con ambas manos. El metal resonó, amplificando las ondas de choque que se extendieron por el arma y atravesaron su cuerpo. La vibración desgarradora le recorrió los brazos, hasta que una potente onda la lanzó violentamente contra un árbol cercano.
El impacto fue brutal. La corteza del árbol se astilló bajo el peso del golpe, y Yuzuki cayó al suelo con un sonido sordo. Tosió con fuerza, expulsando sangre que manchó sus labios. Su visión se nubló momentáneamente, y un dolor agudo le atravesó las costillas. Intentó levantarse, pero su cuerpo temblaba por el agotamiento y el daño acumulado.
Por un instante, la desesperación amenazó con apoderarse de ella. Sin embargo, sus ojos se dirigieron a la entrada del refugio, donde sus compañeros permanecían ocultos. En su mente, la imagen de Sasuke, Kiyomi y Naruto heridos se hizo presente. No podía fallarles, no podía permitir que ese grupo de enemigos los alcanzara. Apretando los dientes, ignoró el dolor punzante en su costado y se levantó tambaleante, apoyándose en la katana.
—No... pasarán por mí. —murmuró con una mezcla de rabia y resolución, su voz apenas un susurro que contenía una promesa inquebrantable.
Solo le quedaba suficiente chakra para ejecutar uno, tal vez dos jutsus como máximo. Sabía que debía ser precisa y estratégica. Sin dudar, formó sellos con las manos, sus movimientos rápidos pero temblorosos por el esfuerzo.
Katon: Hikarigami.
De inmediato, un círculo de fuego intenso se formó a su alrededor, extendiéndose rápidamente hasta rodear a los tres enemigos. Las llamas ardían con una ferocidad inquietante, aumentando la temperatura del aire y creando un campo abrasador que dificultaba la respiración. Las llamas comenzaban a consumir el oxígeno en la zona, atrapando a Dosu, Zaku y Kin en un espacio reducido.
Por un momento, los enemigos se detuvieron, observando las llamas con cierta cautela. Kin retrocedió instintivamente, mientras Zaku maldecía en voz alta.
—¿Qué demonios...? —gruñó Zaku, mientras el sudor comenzaba a gotear por su frente debido al calor sofocante.
Pero Dosu no se dejó intimidar. Con un movimiento brusco, levantó su brazo resonador y lo apuntó hacia las llamas que los rodeaban.
Oto Nami.
Un estruendo ensordecedor emanó de su brazo, generando una ola masiva de sonido que avanzó como un martillo invisible hacia las llamas. La onda de choque atravesó el aire, desintegrando parte del círculo de fuego y creando un camino entre las llamas. Pero la fuerza del ataque no se detuvo ahí. La vibración destructiva se dirigió directamente hacia Yuzuki, quien apenas tuvo tiempo de reaccionar.
Girando sobre sus talones, Yuzuki utilizó la katana como una extensión de su cuerpo, canalizando el poco chakra que le quedaba en el filo. Con un grito que mezclaba esfuerzo y determinación, cortó la onda de sonido en dos, desviando parte de su fuerza. Sin embargo, la onda restante la golpeó de lleno, haciéndola retroceder varios metros. Cayó de rodillas, jadeando por aire mientras el calor de las llamas comenzaba a desvanecerse.
—Maldita mocosa... —murmuró Dosu, avanzando con pasos pesados pero seguros. Su voz estaba teñida de ira y frustración, aunque también mostraba respeto por la resistencia de Yuzuki.
A pesar del estado crítico de su cuerpo, Yuzuki aún no estaba lista para rendirse. Llevó una mano temblorosa al suelo, concentrándose profundamente. Sus dedos comenzaron a trazar un símbolo simple pero efectivo.
—Fūinjutsu: Kage Ori. —susurró, activando un sello que había aprendido en secreto. De inmediato, una serie de sombras delgadas emergieron del suelo, envolviendo los pies de Dosu y sus compañeros. Las sombras se movían como serpientes vivas, restringiendo sus movimientos y limitando su capacidad de ataque.
—¡Zaku, rompe esto! —gritó Kin, luchando por liberar sus piernas. Pero Zaku, aunque confiado, parecía desconcertado.
—¡Maldita sea! —bramó Zaku, usando sus brazos para generar una corriente de aire comprimido. Pero antes de que pudiera desatar su técnica, Yuzuki reunió sus últimas fuerzas y se lanzó hacia él con la katana alzada. Su movimiento fue rápido, casi desesperado, pero lleno de precisión.
El filo de la katana cortó el aire y obligó a Zaku a retroceder, perdiendo el equilibrio momentáneamente. Aprovechando su desconcierto, Yuzuki giró sobre sí misma y atacó a Dosu, dirigiendo un golpe directo hacia su brazo resonador. Aunque logró bloquear el ataque con su bufanda reforzada, el impacto lo hizo retroceder varios pasos, rompiendo el equilibrio del grupo.
Kin intentó intervenir, lanzando un par de kunais hacia Yuzuki. Pero la joven Uchiha, moviéndose con instinto puro, desvió los proyectiles con la katana y contraatacó con un movimiento amplio que obligó a Kin a saltar hacia atrás.
Sin embargo, la falta de chakra finalmente alcanzó a Yuzuki. Sus movimientos se volvieron más lentos, y el peso de la katana parecía multiplicarse en sus manos. Sus enemigos, aunque dañados y fatigados, comenzaban a recuperar terreno.
El bosque se encontraba en silencio, salvo por los jadeos entrecortados de Yuzuki Uchiha. Su cuerpo estaba agotado, sus fuerzas casi al límite tras resistir contra los ataques implacables de Dosu. A pesar de ello, su mirada permanecía firme, decidida a no permitir que los enemigos avanzaran más allá de ella. Pero cuando sus rodillas comenzaban a flaquear, un sonido familiar cortó el aire.
Una ráfaga de viento cortante atravesó los árboles, seguida por un destello que iluminó brevemente el área. Dosu dio un paso atrás, desconfiado, mientras Yuzuki alzaba la mirada con un atisbo de esperanza. De entre las sombras surgieron tres figuras.
Ren Takamiya fue el primero en aparecer, con su característico abrigo verde oscuro ondeando ligeramente. Su bufanda blanca cubría la mitad de su rostro, y sus ojos grises oscuros destellaban con una calma analítica. A su lado, Daiki Arata emergió con una sonrisa nerviosa, su camiseta negra y sudadera azul verdosa destacando entre el follaje. Sakura, con el ceño fruncido, los seguía de cerca, su expresión decidida reflejando su intención de no quedarse atrás.
—Llegan tarde, idiotas... —murmuró Yuzuki con una débil sonrisa, dejando caer su katana al suelo mientras su cuerpo finalmente cedía. Exhausta, se desplomó, pero en sus ojos brillaba la satisfacción de haber cumplido con su deber.
Ren avanzó hasta colocarse frente a ella, observando rápidamente el entorno. Los cuerpos inconscientes de Kiyomi, Sasuke y Naruto no pasaron desapercibidos para él, y aunque su expresión permanecía serena, sus palabras mostraban una preocupación latente.
—Lo siento, Yuzuki-san. Pero viendo el estado de tus compañeros y el tuyo, es evidente que algo grave ocurrió aquí. —Ren ajustó su bufanda, dejando ver parte de su rostro mientras hablaba con una calma casi irritante—. Así que vinimos a ayudar.
—Además, vine a rescatar a Sasuke-kun —añadió Sakura con determinación, colocándose en posición de combate.
—Yo no quería venir... Esos sujetos me dan miedo —admitió Daiki, retrocediendo ligeramente mientras señalaba a Dosu y sus compañeros con un gesto nervioso. Sin embargo, al notar la mirada de reproche de Ren, tragó saliva y levantó los puños, intentando parecer más decidido.
Dosu observó a los recién llegados con desdén. Aunque los refuerzos aumentaban el número de enemigos, confiaba en su habilidad para lidiar con ellos. Con un gesto de su brazo resonador, emitió una carcajada seca.
—¿Más niños para aplastar? Perfecto. Esto será rápido.
Antes de que Dosu pudiera terminar su burla, Ren se movió con velocidad sorprendente. Con un giro ágil, desenfundó un paraguas ninja de su espalda y lo abrió de golpe, liberando una ráfaga de senbon en dirección al enemigo. Dosu reaccionó a tiempo, bloqueando la mayoría con su brazo resonador, pero uno de los proyectiles logró rozar su mejilla.
—Tsk. ¿Un paraguas? ¿Eso es todo? —espetó Dosu, molesto.
—Subestimar a tus oponentes es un error, especialmente si usas la boca más que el cerebro —respondió Ren con frialdad, cerrando el paraguas y adoptando una postura defensiva.
Mientras Ren mantenía la atención de Dosu, Daiki se lanzó hacia Zaku, quien había comenzado a preparar un ataque. El joven, aunque impulsivo, era rápido. Esquivó con agilidad ondas de sonido lanzadas por Zaku, cerrando la distancia entre ambos. Con un giro acrobático, intentó conectar una patada directa, pero Kin lo esquivó por poco, contraatacando con un kunai. Daiki logró bloquearlo con sus guantes reforzados, aunque quedó ligeramente desequilibrado.
—¡Sakura, encárgate de la de cabello largo! —gritó Ren mientras desviaba un nuevo ataque de Dosu con su paraguas.
Sakura asintió y se abalanzó sobre Kin, quien se había mantenido al margen hasta entonces. El ninja del sonido utilizó sus tubos de aire para lanzar una ola de senbons directo hacia ella, pero Sakura, anticipando el movimiento, se agachó y rodó hacia un lado, esquivando por poco el impacto. Aprovechando la apertura, lanzó un kunai que se clavó en el brazo de Kin, pero esta lo esquivo.
—Eres más fuerte de lo que aparentas... Pero eso no será suficiente —dijo Zaku, preparando un ataque más potente.
Mientras tanto, el combate entre Ren y Dosu se intensificaba. Ren utilizaba su paraguas tanto para defenderse como para atacar, combinándolo con ráfagas de viento generadas por su chakra. Dosu, por su parte, intentaba desorientarlo con las ondas de sonido de su brazo resonador, pero Ren se movía con precisión calculada, evitando el alcance directo de los ataques.
—Fūton: Kazekiri! —exclamó Ren, canalizando chakra de viento a través de su paraguas para lanzar una hoja de aire cortante hacia Dosu.
El ataque obligó a Dosu a retroceder, pero no sin antes activar su propio jutsu. —Oto Nami! —Una ola masiva de sonido resonó en el área, rompiendo ramas y levantando polvo mientras avanzaba hacia Ren.
Ren reaccionó rápidamente, utilizando su paraguas como escudo para dispersar parte del impacto, pero la onda de sonido lo empujó hacia atrás, haciéndolo chocar contra un árbol. A pesar del golpe, se levantó de inmediato, su mirada fría y calculadora fija en Dosu. El campo de batalla se volvió más caótico con cada segundo. Ren y Dosu continuaban intercambiando ataques en un duelo de habilidad y astucia, pero a unos metros de ellos, la situación de Daiki y Sakura empeoraba rápidamente.
Daiki jadeaba, su respiración entrecortada mientras intentaba mantenerse firme frente a Zaku, que lo miraba con una sonrisa de superioridad.
—Ya me aburrí de jugar contigo —dijo Zaku, levantando ambos brazos con lentitud. —Terminemos con esto.
Daiki apretó los puños, canalizando chakra en su cuerpo en un intento desesperado por cambiar el rumbo del combate. —¡Doton: Tsuchi Enjin! —exclamó, golpeando el suelo con ambas manos. A su alrededor, el terreno comenzó a elevarse en columnas de roca puntiagudas, buscando atrapar a Zaku en un laberinto improvisado.
—¿Eso es todo lo que tienes? —preguntó Ren con una sonrisa desafiante, girando su paraguas en la mano mientras una ráfaga de viento levantaba polvo a su alrededor. Sus ojos no dejaban de analizar cada movimiento de Dosu, buscando una debilidad en su postura rígida y calculadora.
—Hablas demasiado —replicó Dosu, canalizando chakra hacia su brazo amplificador. El zumbido metálico aumentó, señal de que estaba cargando una nueva técnica. Sin más preámbulo, lanzó una onda sonora aguda que se expandió en todas direcciones.
Ren reaccionó de inmediato, abriendo su paraguas y girándolo rápidamente frente a él. —Fūton: Kasa no Mai— murmuró, desatando una corriente de viento que contrarrestó parte del ataque sónico. Sin embargo, la vibración residual traspasó su defensa, haciendo que su cuerpo temblara ligeramente. Apretó los dientes, consciente de que subestimar a Dosu podía ser un error fatal.
Con un ágil movimiento, Ren cerró su paraguas y se impulsó hacia adelante, moviéndose en zigzag para evitar convertirse en un blanco fácil. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, realizó un giro rápido y lanzó un corte horizontal reforzado con chakra de viento. Dosu bloqueó con su brazo amplificador, pero la presión del ataque lo hizo retroceder varios pasos.
—Tienes algo de habilidad, lo admito. Pero no es suficiente —dijo Dosu, liberando otra onda sonora, esta vez enfocada directamente en el pecho de Ren.
El impacto lo hizo retroceder, pero Ren se mantuvo de pie, apoyándose en su paraguas mientras jadeaba. —Fūton: Shippū Tsubame— pronunció con determinación, liberando un grupo de pequeñas cuchillas de viento que se dispersaron en trayectorias impredecibles. Dosu esquivó varias, pero una de ellas logró rasgar su túnica, dejando un corte superficial en su brazo.
Dosu frunció el ceño y contraatacó, esta vez cambiando de táctica. Se movió rápidamente, zigzagueando para acortar la distancia entre ellos. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, lanzó un golpe directo con su brazo amplificador, utilizando la vibración para desestabilizar a Ren. El paraguas de Ren bloqueó el impacto inicial, pero la onda vibratoria traspasó su defensa, causando que soltara un quejido de dolor.
—Tus movimientos son buenos, pero ya los he descifrado —comentó Dosu mientras preparaba un ataque final.
Ren, sin embargo, no estaba dispuesto a rendirse. Ajustó su postura, cerró los ojos por un breve instante y canalizó chakra de viento en todo su cuerpo. Cuando Dosu lanzó su ataque, Ren giró en el lugar, creando una barrera de viento que dispersó la onda sónica y lo protegió.
—Entonces tendré que ser más creativo —respondió Ren, lanzándose de nuevo al combate.
Mientras tanto, Daiki enfrentaba un combate desigual contra Zaku, quien parecía disfrutar de su ventaja en fuerza y velocidad.
—¿Vas a seguir intentándolo? —preguntó Zaku con una sonrisa burlona, levantando ambas manos para desatar una ráfaga de aire comprimido que obligó a Daiki a retroceder.
—No voy a perder contra alguien como tú —gruñó Daiki, canalizando chakra en su brazo. —Doton: Tsuchi Kobushi— exclamó, reforzando su puño con una gruesa capa de roca antes de lanzarse al ataque.
Zaku apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando el puño de Daiki conectó directamente contra su abdomen, enviándolo varios metros hacia atrás. Sin embargo, Zaku se levantó rápidamente, limpiándose una mancha de sangre del labio.
—Eso fue todo lo que tienes, ¿verdad? Ahora me toca a mí —dijo Zaku, levantando una mano. —Zankūha— pronunció, liberando una onda de presión que impactó contra Daiki, lanzándolo al suelo.
Daiki gruñó de dolor, pero no se rindió. Se levantó lentamente, sus manos temblando mientras reunía chakra en sus pies. —Doton: Enban Ashige— murmuró, lanzando pequeñas piedras reforzadas con chakra en un arco giratorio. Zaku esquivó con facilidad los primeros ataques, pero una de las piedras logró golpear su hombro, forzándolo a retroceder unos pasos.
—Tienes algo de resistencia. Pero al final, no hace diferencia —dijo Zaku mientras preparaba su próximo ataque.
Por otro lado, Sakura estaba completamente superada por Kin. La ninja del sonido movía los hilos con precisión, manipulando los senbons para mantener a Sakura en una posición defensiva. Cada intento de Sakura por contraatacar era rápidamente frustrado.
—¿Eso es todo lo que sabes hacer? —preguntó Kin con una sonrisa cruel, jalando los hilos para desbalancear a Sakura y hacerla caer de rodillas. —Deberías rendirte. Eres un estorbo.
Sakura apretó los dientes, su rostro enrojecido por la humillación. Se esforzó por concentrar su chakra, recordando las lecciones básicas que había practicado una y otra vez. Debo mantener la calma... controlar mi respiración... y buscar una oportunidad, pensó mientras fijaba su chakra en el suelo.
Kin, aburrida, lanzó otra serie de senbons, pero esta vez Sakura logró esquivarlas parcialmente, moviéndose con torpeza pero suficiente para evitar daños mayores. Sin embargo, Kin no se detuvo. Jaló los hilos con fuerza, intentando atrapar a Sakura en un patrón que la dejara completamente inmovilizada.
—Eres tan predecible. Esto ni siquiera es divertido —dijo Kin mientras tensaba los hilos.
Sakura, jadeando, logró liberar una pequeña ráfaga de chakra desde sus manos, rompiendo los hilos lo suficiente como para ganar algo de espacio. Aunque estaba claramente en desventaja, no pensaba rendirse.
—No dejaré que me derrotes tan fácilmente —murmuró Sakura, concentrándose en formular un plan mientras Kin preparaba su próximo ataque.
De repente, una explosión de aire comprimido emergió de los conductos de Zaku, golpeando a Daiki de lleno. La onda de choque lo desestabilizó, deslizándolo varios metros hacia atrás mientras sentía que su pecho se apretaba por el impacto. Tosió violentamente, con las piernas temblando al intentar ponerse de pie. El ataque había causado un daño interno significativo, y el mareo no ayudaba.
—¿Ves? Todo esto es inútil —dijo Zaku con tono burlón, avanzando con calma hacia su oponente derrotado.
Mientras Daiki caía de rodillas, incapaz de levantarse, la atención se centró en Sakura, que seguía enfrentando a Kin con resultados aún peores. Sakura respiraba con dificultad, el sudor resbalando por su frente mientras intentaba ganar tiempo.
—Tienes que estar bromeando —se burló Kin, manipulando sus hilos con precisión. —No entiendo cómo pasaste siquiera la academia.
Sakura ignoró las palabras de su oponente y cerró los ojos, intentando concentrarse en el único recurso en el que tenía confianza: el control de chakra. De pronto, realizó una serie de sellos con rapidez y abrió los ojos. —Magen: Narakumi no Jutsu— murmuró, enfocando su mirada en Kin. El genjutsu proyectó una ilusión aterradora en el campo mental de su oponente.
Kin sintió un escalofrío recorrer su cuerpo cuando la ilusión comenzó a tomar forma: el suelo bajo sus pies se volvió negro y un eco retumbante de voces se escuchaba a su alrededor. Por un momento, sus movimientos se ralentizaron.
—¿Esto es un genjutsu? —masculló Kin, sintiendo cómo la ilusión comenzaba a envolverla. Sin embargo, su entrenamiento con las ondas sonoras le dio la ventaja que necesitaba. Concentrando chakra en sus manos, realizó un sello rápido. —Kai— murmuró, rompiendo el genjutsu en un instante.
Antes de que Sakura pudiera reaccionar, Kin le sonrió con crueldad y extendió su brazo derecho. —No eres la única que tiene trucos bajo la manga —dijo fríamente. —Hametsu no Chōwa—.
De su mano surgió un rayo de sonido comprimido que cruzó el aire a una velocidad vertiginosa. Sakura apenas tuvo tiempo de abrir los ojos con sorpresa antes de que el ataque la impactara de lleno. La onda sonora la lanzó hacia atrás con violencia, rompiendo su concentración y estrellándola contra el suelo con fuerza.
—¡Ahh! —Sakura gritó de dolor, sintiendo que su cuerpo entero vibraba por los efectos del sonido. Apenas pudo incorporarse, jadeando con lágrimas en los ojos mientras Kin se acercaba lentamente, segura de su victoria.
—¿Entiendes ahora? No eres rival para mí —murmuró Kin, observando a Sakura con una mezcla de lástima y desprecio.
A unos metros, el combate entre Ren y Dosu alcanzaba su clímax. Ren jadeaba, agotado, pero su mirada seguía firme.
—Admites que esto se está complicando, ¿verdad? —dijo Dosu, flexionando su brazo amplificador mientras el zumbido metálico llenaba el aire.
Ren, sin perder la compostura, giró su paraguas y lo abrió con fuerza, acumulando chakra a su alrededor. —Nunca subestimes el viento —susurró. —Fūton: Kaze no Yari—.
De su paraguas emergieron lanzas de viento comprimido, que volaron a gran velocidad hacia Dosu. Dosu apenas logró esquivar las primeras, pero una de las lanzas rozó su brazo, dejando un corte profundo. Chasqueó la lengua, irritado, y respondió con un ataque propio.
—¡Entonces prueba esto! —rugió, cargando chakra en su brazo. —Otokage Kyoumei—. De su amplificador surgió una onda sonora en espiral que se expandió en todas direcciones, arrasando con las lanzas de viento y alcanzando a Ren, que intentó protegerse con su paraguas.
La barrera de viento amortiguó parte del ataque, pero aun así, Ren fue empujado hacia atrás, con las piernas temblando.
—No... puedo... perder aquí —dijo Ren, recuperando la compostura. A pesar del dolor y el agotamiento, se preparó para continuar el combate.
Mientras tanto, Sakura permanecía en el suelo, intentando reunir chakra para levantarse, pero el daño del último ataque de Kin había sido demasiado. Kin se detuvo frente a ella, cruzando los brazos con aburrimiento.
—Eres patética —dijo Kin con frialdad. —Pero te enseñaré algo antes de acabar contigo. Tal vez aprendas la próxima vez.
Sakura, respirando con dificultad, cerró los ojos y murmuró un último intento desesperado: —Kōsa Genkaku—. El jutsu liberó una ilusión de múltiples clones que surgieron a su alrededor. Kin frunció el ceño por un segundo, confundida, pero rápidamente identificó la trampa.
—¿Clones ilusorios? Patético —susurró, desenredando sus senbons y preparándose para eliminar cualquier esperanza que Sakura pudiera tener.
El aire alrededor de Ren se sentía pesado, cargado de tensión y peligro. Observó el caos a su alrededor: Daiki estaba fuera de combate, desplomado en el suelo tras el devastador ataque de Zaku, mientras Sakura apenas podía mantenerse en pie ante la presión de Kin, quien la observaba con una sonrisa cruel.
Ren apretó los dientes, evaluando rápidamente la situación. Si sus compañeros no podían mantenerse firmes, todo recaía sobre él. Enfrentar a Dosu, Zaku y Kin ya era un desafío, pero si tenía que cargar con la protección de su equipo, las posibilidades de victoria eran escasas. Sus ojos brillaron con determinación. No había margen para el error.
—Fūton: Kaze no Kyōran —susurró con voz grave, levantando ambos brazos mientras canalizaba una cantidad descomunal de chakra. El viento alrededor de Ren comenzó a girar frenéticamente, formando un torbellino de fuerza devastadora que se expandía en todas direcciones. La técnica no era algo que pudiera usar a la ligera, pero estaba decidido a nivelar el campo de batalla.
La explosión de viento fue imparable. Árboles fueron arrancados de raíz, el suelo se fragmentó y el aire mismo parecía gritar bajo la presión. Dosu, Zaku y Kin se vieron obligados a retroceder, cubriéndose como podían para evitar ser arrastrados por la fuerza de la tormenta.
Cuando el vendaval finalmente cesó, Ren respiraba con dificultad, su chakra reducido significativamente. Sin embargo, lo que vio frente a él lo hizo fruncir el ceño. Un domo de sonido había protegido a sus enemigos en el último momento.
Dosu dejó escapar una risa burlona, tocando su amplificador con calma. —No está mal, Ren. Pero no eres el único con técnicas destructivas.
Ren no respondió de inmediato, pero sus ojos se afilaron mientras ajustaba su postura. Tal vez, si se concentraba únicamente en ellos tres, podría tener una oportunidad. Aunque sería arriesgado, al menos no tendría que preocuparse por proteger a Sakura y Daiki.
Sin embargo, algo cambió en el ambiente. Ren sintió un escalofrío recorrer su columna cuando nuevas presencias comenzaron a manifestarse en los alrededores. Rápidamente giró la cabeza, su instinto de sensor activado. Había otras seis personas acercándose, y su presión era inconfundible.
—No puede ser... —gruñó Ren, apretando los puños mientras escaneaba el área. Reconoció las firmas de chakra como dos equipos de tres. Aunque no podía identificar a todos con precisión, sabía que su situación acababa de volverse mucho más complicada.
—¿Saben? —dijo Ren con tono sarcástico, mientras esbozaba una media sonrisa. —No creo que sea justo que nueve contra uno sea una pelea equilibrada, ¿no creen?
Zaku frunció el ceño, visiblemente irritado. —¿De qué diablos hablas, imbécil?
Ren levantó una ceja, señalando con la cabeza hacia los arbustos que rodeaban el claro. —De las seis presencias que acaban de llegar. Están observando, pero no tardarán en intervenir.
En ese momento, una voz tranquila pero cargada de autoridad se escuchó desde los árboles. —Impresionante. No pensé que fueras un sensor.
Ren giró lentamente, y su mirada se encontró con la figura imponente de un Hyūga. Neji Hyūga, para ser precisos. A su lado estaba un chico de cejas gruesas y energía inconfundible, Rock Lee, y una kunoichi con dos moños característicos en su cabello: Tenten.
Neji lo observó con calma, pero sus palabras fueron afiladas. —No esperábamos encontrar tanto caos en esta área. Parece que nos topamos con algo interesante.
Antes de que Ren pudiera responder, una segunda voz surgió, esta vez con un tono claramente perezoso. —Qué problemático...
Ren giró nuevamente, esta vez hacia otro grupo que emergía desde los arbustos. Shikamaru Nara, con sus manos en los bolsillos y una expresión de fastidio, encabezaba la marcha. A su lado, Ino Yamanaka sonreía con confianza, mientras Chōji Akimichi masticaba tranquilamente un paquete de snacks.
—Parece que estamos todos reunidos para un espectáculo —comentó Ino, mirando a Ren y luego a los enemigos con evidente interés. —¿Qué está pasando aquí? ¿Una pelea entre equipos?
Dosu chasqueó la lengua, irritado por la interrupción. —Esto no tiene nada que ver con ustedes. Manténganse fuera de esto si no quieren problemas.
Ren bufó, bajando ligeramente su postura defensiva pero manteniéndose alerta. —Perfecto, ahora esto es una fiesta. Aunque, si me lo preguntan, creo que el equipo que va ganando es obvio.
Shikamaru suspiró, observando el panorama con ojos calculadores. —Esto se está complicando. Nueve contra tres podría ser interesante, pero veo que algunos ya están fuera de combate. Y no estoy seguro de querer involucrarme. Qué fastidio...
Neji intervino con frialdad. —El destino no está de su lado, Dosu. Si insisten en continuar, no nos detendremos.
Zaku sonrió con arrogancia, levantando ambos brazos y apuntándolos hacia el nuevo grupo. —¿Creen que tienen una oportunidad contra nosotros? Adelante, inténtenlo. No me importaría demostrarles por qué somos los mejores en este examen.
El caos del claro parecía detenerse por un breve instante cuando una oleada de chakra oscuro y opresivo impregnó el aire. Todos los presentes sintieron cómo su presión maligna envolvía el lugar, haciéndoles estremecer. Ren, que aún analizaba cuidadosamente los movimientos de todos los equipos, giró la cabeza hacia el origen de aquella energía abrumadora. No era difícil identificarlo. Allí estaba Sasuke, de pie, su cuerpo irradiando un poder extraño y perturbador.
Las marcas negras que serpenteaban desde su cuello hasta cubrir gran parte de su rostro y brazo eran inconfundibles. El sello maldito había despertado, y Sasuke, ahora envuelto en una aura sedienta de sangre, parecía completamente diferente al chico que todos conocían.
A unos metros, Yuzuki, medio desmayada en el suelo, alzó la mirada al notar la presencia de su hermano. Una sonrisa cansada se dibujó en su rostro. —Sasuke... —murmuró con voz débil, mientras intentaba levantarse.
Sasuke, sin apartar la mirada del campo, caminó hasta donde estaba su hermana y la ayudó a ponerse en pie. Su mirada, ahora marcada por el Sharingan activado, brillaba con una intensidad que hacía evidente su furia contenida. Apenas sostuvo a Yuzuki con un brazo, mientras su voz, baja pero cargada de ira, se dirigió a ella.
—¿Quién te atacó? —gruñó, como si cada palabra fuera un filo dispuesto a cortar. Su mirada escaneó el terreno, deteniéndose en cada grupo presente: primero el equipo de Neji, luego el equipo de Ren, y finalmente el de Shikamaru. Todos podían sentir el filo de su mirada, como si estuviera evaluando si serían su próximo objetivo.
Antes de que Yuzuki pudiera responder, una voz arrogante rompió el silencio. —Fui yo, algún problema, idiota. —Zaku dio un paso al frente, sonriendo con orgullo, completamente ajeno a la atmósfera opresiva que emanaba de Sasuke. —¿Qué vas a hacer al respecto, Uchiha? —agregó, levantando ambos brazos y señalando con sus conductos de aire directo a Sasuke.
Sasuke apenas se movió, pero algo en su postura hizo que incluso los más experimentados en el campo sintieran un escalofrío. Sus ojos rojos se fijaron en Zaku con una intensidad tan feroz que el genin del Sonido titubeó por una fracción de segundo, aunque rápidamente recuperó su compostura, decidido a no mostrarse intimidado.
—Zaku, espera... —murmuró Dosu, reconociendo que algo estaba fuera de lugar. Sin embargo, el impulsivo genin ya había perdido la paciencia.
—¡Zankūha! —gritó Zaku, liberando una potente explosión de aire comprimido desde sus conductos, dirigida directamente hacia Sasuke.
La ráfaga de viento fue devastadora, arrancando el suelo y creando un sendero de destrucción mientras avanzaba. Pero Sasuke no se movió. En el último instante, levantó una mano cubierta por las marcas del sello maldito y, con un gesto aparentemente sencillo, desvió la explosión de aire con una barrera de chakra que brotó de su cuerpo. El ataque de Zaku se disipó como si fuera nada.
Sasuke dio un paso al frente, con una sonrisa torcida que revelaba su naturaleza sombría en ese momento. —¿Eso es todo lo que tienes? —preguntó con desprecio, mientras su chakra comenzaba a concentrarse en su mano, formando pequeñas chispas eléctricas que iluminaban brevemente la escena. —Déjame mostrarte lo que un verdadero ataque significa.
Antes de que pudiera actuar, Yuzuki, todavía tambaleándose, se aferró débilmente al brazo de su hermano. —Sasuke, no... aun estas herido... —murmuró. Su voz, aunque débil, parecía intentar contenerlo.
Pero Sasuke estaba perdido en su rabia. Liberándose suavemente de su hermana, avanzó hacia Zaku con pasos lentos y deliberados. Cada movimiento era un recordatorio de que no estaba dispuesto a contenerse.
Mientras tanto, Ren, que había observado todo con atención, gruñó en voz baja. Sabía que, aunque Sasuke había eliminado temporalmente a Zaku como amenaza, el verdadero problema era que su compañero se estaba descontrolando. No podía permitir que la situación escalara más, pero tampoco podía arriesgarse a intervenir de forma directa sin un plan.
En los árboles, Neji observaba la escena con el ceño fruncido. —Esto se está saliendo de control. Ese chakra no es normal. —Rock Lee asintió, poniéndose en posición de combate, listo para saltar al claro en cualquier momento. Sin embargo, Tenten alzó una mano, intentando detenerlo.
—Espera. Dejemos que se desgasten un poco más antes de involucrarnos —sugirió ella, con una mirada estratégica. Neji asintió, aunque sus ojos seguían fijos en Sasuke y sus movimientos.
Desde el otro lado del claro, Shikamaru suspiró, visiblemente molesto por el giro que había tomado el combate. —Qué fastidio. Esto se está complicando más de lo necesario. Ino, Chōji, no se separen de mí. Si ese loco del Uchiha pierde el control, podríamos ser los siguientes en su lista.
Ino observó la escena con una mezcla de fascinación y miedo. —Nunca había visto a Sasuke así... Es como si fuera otra persona.
Chōji, aunque nervioso, no dejó de comer. —Espero que no tengamos que enfrentarlo...
Kin, retrocediendo varios pasos más, no podía apartar la vista del campo. Su respiración era irregular, el sudor corría por su frente. Miró a Dosu, esperando alguna orden, pero él apenas frunció el ceño, aún inmóvil.
—Esto no se ve bien. Si Zaku no se calma, acabará muerto —susurró ella, con un temblor en su voz que no logró ocultar.
Dosu, con los ojos clavados en Sasuke, asintió apenas, calculando la situación. —Lo sé. Pero si intervenimos ahora, acabaremos igual o peor. Necesitamos una oportunidad... —Su voz denotaba tensión, pero también una evaluación fría y estratégica de los acontecimientos.
En el centro del claro, la tensión había llegado a un punto crítico. Sasuke, con una velocidad explosiva, se lanzó directamente contra Zaku. El impacto fue inmediato: un golpe seco al estómago del genin del Sonido, que lo dejó sin aliento y lo obligó a arrodillarse, tosiendo y jadeando. Antes de que pudiera siquiera levantar la cabeza, Sasuke giró sobre su eje y le propinó una patada giratoria en el costado, enviándolo como un muñeco de trapo contra el suelo.
Zaku apenas pudo incorporarse, aturdido y dolorido. Pero Sasuke ya estaba sobre él, colocando un pie firme sobre su espalda. —¿Creías que podrías tocar a mi hermana y salir ileso? —gruñó con una voz que parecía oscilar entre la cordura y la locura.
Sin vacilar, Sasuke agarró uno de los brazos de Zaku con fuerza, su agarre amplificado por el chakra oscuro que fluía a través de su cuerpo. —Vamos a ver qué tan fuerte eres en realidad. —Y con un movimiento cruel, comenzó a tirar del brazo de Zaku, torciendo las articulaciones en ángulos imposibles. El crujido de huesos y músculos desgarrándose resonó en el campo como un eco macabro.
—¡Aaaaahhh! —El grito desgarrador de Zaku cortó el aire, pero Sasuke no se detuvo. Su pie presionó con más fuerza sobre la espalda del genin, inmovilizándolo por completo. Con un movimiento brusco y sin piedad, Sasuke le fracturó el brazo, haciéndolo colapsar en un grito de agonía. Pero aquello no era suficiente para el Uchiha. Con frialdad, tomó la otra muñeca de Zaku y la dobló en un ángulo antinatural, arrancándole otro alarido.
—¡Detente! ¡Por favor! —gritó Kin desde el borde del claro, incapaz de intervenir. Pero Sasuke, consumido por la sed de sangre, la ignoró por completo.
Cuando Zaku cayó al suelo boca arriba, temblando de dolor, Sasuke levantó la mano derecha. Un chillido agudo y electrizante rompió el aire: el sonido inconfundible del Chidori. Pero lo que era aún más sorprendente era que no había realizado ni un solo sello de mano. La energía chisporroteante iluminó el rostro de Sasuke, cuya sonrisa torcida y mirada demente mostraban a todos que ya no era el mismo.
—¿Puedes sentirlo, Zaku? —se burló Sasuke, inclinándose ligeramente sobre el cuerpo indefenso del genin. —Esta es la diferencia entre tú y alguien como yo. —Y con un movimiento rápido, hundió el Chidori directamente en el brazo sano de Zaku. El genin gritó con tanta fuerza que parecía que su garganta se desgarraría, mientras la electricidad quemaba y desgarraba su carne. Sasuke soltó una carcajada inhumana, casi como si estuviera disfrutando del sufrimiento de su oponente.
—¡Sasuke, detente! —gritó Yuzuki, intentando levantarse del suelo, pero aún estaba demasiado débil como para intervenir. Sus palabras fueron ahogadas por el caos del combate.
Sasuke levantó el brazo para atacar de nuevo, dispuesto a destruir el otro brazo de Zaku. Sin embargo, antes de que pudiera hacerlo, una mano firme lo detuvo. Sasuke giró la cabeza rápidamente, con los ojos inyectados en sangre y el Sharingan brillando con intensidad. Allí estaba Ren, sosteniendo su muñeca con fuerza. Sus ojos gris oscuro reflejaban una determinación tranquila, un contraste absoluto con el frenesí de Sasuke.
—¿Qué crees que estás haciendo? —gruñó Sasuke, liberando un aura aún más opresiva.
Ren no se inmutó. Su mirada se clavó directamente en los ojos carmesí del Uchiha. —Si lo vas a matar, hazlo de una vez. Pero si solo quieres torturarlo como un psicópata... yo no lo permitiré.
Las palabras de Ren resonaron con firmeza, pero también con un dejo de advertencia. Sasuke esbozó una sonrisa burlona, ladeando ligeramente la cabeza. —¿Y tú quién te crees que eres para detenerme? —su voz goteaba veneno, mientras la tensión entre ambos crecía con cada segundo.
—Alguien que no permitirá que cruces esa línea —respondió Ren, tan serio como siempre, pero con una dureza que incluso Sasuke pudo notar.
—¿Y qué harás? —provocó Sasuke, liberándose bruscamente del agarre de Ren y retrocediendo un paso. Su chakra se intensificó, y las marcas negras en su cuerpo parecieron extenderse aún más, como si respondieran a su creciente furia.
Ren permaneció inmóvil, aunque su postura se tensó, listo para lo que estaba por venir. —Si insistes en actuar como un monstruo, entonces tendré que detenerte.
El ambiente era insoportablemente denso. Los demás equipos miraban con incredulidad cómo dos figuras completamente opuestas estaban a punto de enfrentarse. Las chispas eléctricas del Chidori todavía zumbaban en la mano de Sasuke, mientras Ren ajustaba su postura, liberando un tenue rastro de chakra que indicaba que no estaba dispuesto a ceder.
—Esto se va a salir de control —murmuró Shikamaru desde su posición, observando la escena con el ceño fruncido.
Neji, desde los árboles, activó su Byakugan, analizando cada movimiento de ambos. —Ese chico, Ren... No es alguien común. —Sin embargo, lo que realmente lo inquietaba era el aura peligrosa que rodeaba a Sasuke.
El enfrentamiento entre Sasuke y Ren estaba al borde del estallido. Ambos se miraban fijamente, midiendo al otro con cuidado. La tensión era palpable, cargada con el peso de un combate que, si llegaba a desencadenarse, podría cambiar el rumbo de la batalla. Los demás apenas podían contener la respiración, atrapados en el tenso silencio.
—¿Sasu-tan...? —susurró de repente una voz débil, casi inaudible, pero que logró cortar el ambiente como un cuchillo.
Todos los presentes voltearon hacia la dirección de la voz, sorprendidos. Allí, junto a Yuzuki, que sostenía a un debilitado Naruto por el brazo, estaba Kiyomi. Aunque claramente agotada, con heridas visibles y la respiración entrecortada, sonreía de manera cansada. Sus ojos carmesí apenas reflejaban la fuerza de su Sharingan, y su cabello desordenado caía sobre su rostro.
—Estás asustando a todos... Sasuke —murmuró con un tono suave pero firme, dejando que sus palabras flotaran en el aire.
Sasuke giró lentamente la cabeza hacia su hermana mayor, el brillo rojo de su Sharingan aún ardiendo en sus ojos. Su mirada estaba oscurecida, una mezcla de rabia, orgullo y algo más... algo que ni él mismo podía definir. Por un instante, pareció vacilar, como si las palabras de Kiyomi hubieran atravesado la muralla de odio y furia que lo consumía.
Ren aprovechó la oportunidad para bajar ligeramente la guardia, aunque sin apartar su mirada de Sasuke. —Ella tiene razón, Sasuke. Esto no es lo que tú eres. No es lo que deberías ser. —Su voz era serena pero firme, buscando apelar al fragmento de cordura que aún podía existir en el Uchiha.
Naruto, que apenas podía mantenerse de pie, levantó la cabeza con esfuerzo. Su cuerpo estaba maltrecho, cubierto de cortes y moretones, pero sus ojos azules seguían brillando con una determinación inquebrantable. Aunque era evidente que había sido el más curado gracias a los esfuerzos de Yuzuki y Kiyomi, aún estaba lejos de estar en condiciones para pelear.
—Tsk... —Sasuke chasqueó la lengua, su frustración evidente. El Chidori aún chisporroteaba en su mano, pero parecía dudar. Su mirada oscilaba entre Ren y el grupo que lo observaba desde la distancia.
—¿Vas a escucharla, o prefieres seguir actuando como un loco? —provocó Ren, cruzando los brazos. Aunque su tono seguía siendo tranquilo, había un filo en sus palabras, una intención de mantener la presión sobre Sasuke para obligarlo a decidir.
Kiyomi dio un paso hacia adelante, tambaleándose ligeramente, pero manteniendo su sonrisa. —Sasuke, ya ganaste. No necesitas seguir con esto... Ven aquí. Estamos juntos en esto, ¿recuerdas? —Su voz era suave, casi maternal, y parecía tener un efecto calmante.
Pero justo cuando la tensión parecía disminuir, un débil gemido proveniente de Zaku atrajo la atención de todos. El genin del Sonido, aún tirado en el suelo con los brazos destrozados, intentaba moverse, su rostro contorsionado por el dolor. Sasuke lo miró de reojo, y el brillo oscuro en sus ojos volvió con fuerza renovada.
—No. No he terminado —gruñó Sasuke, alzando su mano envuelta en relámpagos. Su chakra fluyó de manera errática, y las marcas negras en su cuerpo parecieron extenderse aún más, cubriendo su rostro y cuello.
—¡Sasuke, detente! —gritó Yuzuki, su voz cargada de desesperación. Aunque estaba exhausta, dio un paso al frente, lista para intervenir si era necesario.
Antes de que Sasuke pudiera moverse, Ren se interpuso de nuevo, alzando la mano para bloquear el camino del Uchiha. —Si haces esto, no habrá vuelta atrás. ¿Es eso lo que quieres? ¿Convertirte en alguien como ellos? —señaló con la cabeza hacia los genin del Sonido, refiriéndose a su brutalidad y falta de compasión.
Sasuke apretó los dientes, su respiración agitada. El Sharingan en sus ojos brillaba intensamente, pero dentro de ellos había un conflicto interno evidente. —No me des órdenes... —gruñó, aunque su voz temblaba ligeramente.
Naruto, tambaleándose pero decidido, se apoyó en Yuzuki mientras daba un paso tras otro hacia Sasuke. Cada movimiento parecía exigirle un esfuerzo titánico, pero la determinación brillaba en sus ojos. Su voz, débil pero cargada de intención, rompió el silencio.
—Sasuke... Esto no se trata de ganar o perder. Se trata de quiénes somos... y de quiénes queremos ser.
Sus palabras flotaron en el aire, resonando profundamente entre los presentes. Sasuke giró la cabeza hacia él, aún con el Chidori crepitando en su mano, pero sin moverse para atacar. La tensión en el ambiente seguía aumentando, como un resorte a punto de romperse.
Naruto logró llegar hasta Sasuke, extendió una mano temblorosa y la apoyó con suavidad en su hombro. Su toque no era un acto de agresión, sino de camaradería, un recordatorio de que aún había humanidad en medio del caos.
—Sé que matar es algo inevitable en nuestro trabajo como shinobis —continuó Naruto, respirando con dificultad—, pero no por eso tienes que ser cruel. A menos, claro, que estés buscando información en la mente de este imbécil.
Con un esfuerzo visible, Naruto sacó un kunai de su bolsa y, canalizando una pequeña porción de su chakra recuperado, activó su técnica incompleta, el Shiden. Un rayo púrpura brillante recorrió el filo del kunai, chisporroteando con energía inestable. Naruto levantó el arma, su mirada fija en Sasuke.
—Si lo vas a matar, hazlo rápido. Si necesitas ayuda, puedo hacerlo yo. —Sus ojos, normalmente llenos de calidez, se oscurecieron por un momento mientras hablaba—. Tampoco lo perdonaré por lo que le hizo a mis amigos... ni a Yuzuki.
Naruto avanzó un paso más, colocándose entre Sasuke y el maltrecho Zaku. El kunai envuelto en electricidad brilló con intensidad mientras lo apuntaba al cuello del genin del Sonido. Zaku apenas podía moverse, jadeando por el dolor de sus brazos destrozados, mientras Naruto lo observaba con una intensidad implacable.
—Bien, bastardo, ahora dime quién te mandó. —La voz de Naruto era un gruñido bajo, cargado de una mezcla de rabia y cansancio.
Dosu, que había estado observando desde la distancia, se tensó de inmediato, sus músculos listos para intervenir si era necesario. Dio un paso al frente, alzando las manos en un gesto de paz, aunque su mirada permanecía alerta.
—Solo cumplimos órdenes —intervino Dosu, su tono neutral pero cauteloso. Su único ojo visible se movió rápidamente entre Naruto, Sasuke y los demás, evaluando cada posible amenaza—. Pero veo que él te dio eso, chico Uchiha. —Su mirada se posó en Sasuke y luego señaló el rollo que había en su cinturón—. Ahora entiendo... no somos más que marionetas para ese hombre.
Con un movimiento lento y deliberado, Dosu sacó el rollo y lo sostuvo en el aire como si fuera una ofrenda. —Tengo mucho que pensar... y muchas deudas que saldar. Como disculpa y como señal de paz, les pido que nos permitan llevarnos a mi compañero.
Naruto dudó por un instante, sus ojos aún clavados en Zaku. La energía del Shiden crepitaba peligrosamente en su kunai, pero tras unos segundos, asintió con lentitud. Dio un paso atrás y bajó ligeramente el arma, aunque no la desactivó por completo. —Está bien. Llévenselo. Pero si vuelvo a verlos intentando algo contra mis amigos... no habrá segundas oportunidades.
Dosu inclinó la cabeza en señal de respeto y comenzó a avanzar con cautela. Kin lo siguió, claramente nerviosa pero agradecida por la oportunidad de retirarse. Cuando se acercó a Zaku, este apenas levantó la cabeza para mirarla.
—Suéltame, perra —gruñó Zaku, su voz cargada de resentimiento incluso en su estado debilitado.
—Te estoy ayudando, imbécil —le respondió Kin con un susurro ácido, mientras comenzaba a vendar lo que quedaba de los brazos del genin del Sonido.
La tensión en el campo no desapareció por completo. Sasuke permanecía inmóvil, el Chidori aún chisporroteando débilmente en su mano. Ren, que había observado en silencio, se mantuvo cerca, listo para intervenir si la situación volvía a escalar. Naruto, por su parte, seguía sosteniendo el kunai con el Shiden activo, sus ojos clavados en Dosu y Kin hasta que se alejaron con Zaku a cuestas.
El aire permanecía pesado, como si los propios árboles del bosque contuvieran la respiración. Aunque el combate había cesado, las emociones seguían hirviendo justo debajo de la superficie. Naruto, con su kunai aún chisporroteando débilmente con el Shiden, no bajó la guardia del todo. Sasuke seguía de pie, el Chidori parpadeando erráticamente en su mano, y las marcas negras de la maldición aún retorciéndose sobre su piel.
Fue entonces cuando Sasuke sintió dos pares de brazos rodeándolo por detrás.
—Por favor, desactiva el Chidori... y esas marcas, Sasuke —susurró Kiyomi, su voz suave y maternal. Su abrazo no solo buscaba calmarlo, sino también estabilizar su mente, atrapada en una tormenta de rabia y poder descontrolado.
Sasuke cerró los ojos con fuerza, luchando contra el torbellino que lo consumía desde dentro. El Chidori desapareció lentamente, las chispas azules disipándose en el aire. Con un esfuerzo monumental, también forzó las marcas de la maldición a retroceder, sintiendo cómo la influencia de la marca de Orochimaru se desvanecía poco a poco. Su respiración era pesada, pero finalmente, su mente volvió a ser suya.
—Yo... lo siento —murmuró Sasuke, su voz temblorosa. Apretó los puños, luchando contra el remolino de emociones que lo invadían. Pensamientos oscuros cruzaron por su mente: Era tanto poder... tanto... Y era mío. Con ese poder podría matar a Itachi. Pero entonces miró de reojo a Kiyomi y Yuzuki, y un destello de claridad lo atravesó. No quería herirlas. No quería convertirse en el tipo de monstruo que perseguía.
—Gracias, Naruto... Y tú también, Ren —añadió, aunque su voz casi se quebró al final. Apenas logró mantener el equilibrio antes de desplomarse, pero ambas hermanas Uchiha lo sostuvieron con firmeza.
—Tonto, no tienes que cargar con todo tú solo —susurró Yuzuki, con un tono firme pero lleno de calidez, mientras apoyaba el brazo de Sasuke sobre su hombro.
Naruto observaba la escena en silencio, su cuerpo aún temblando por el esfuerzo. Su mirada se desvió hacia los demás. Sakura y Daiki estaban magullados y heridos, aunque aún conscientes. El equipo 10 estaba petrificado, apenas procesando lo que acababan de presenciar. Especialmente Ino, cuyo rostro mostraba un conflicto interno evidente. Sus ojos ya no miraban a Sasuke con la misma admiración de antes; en su lugar, un atisbo de duda se asomaba en su expresión. Sakura, por otro lado, parecía perdida en sus pensamientos, casi deslumbrada. "Qué genial se vio Sasuke-kun", fue lo único que cruzó por su mente.
Naruto rompió el silencio, su voz aún algo ronca por el desgaste.
—Oye, Ren, gracias por intervenir cuando lo hiciste —dijo, girándose hacia el genin que había apoyado a Sasuke en el peor momento. Luego, su mirada recorrió a todos los presentes por un momento antes de girarse hacia los demás. La situación había dejado su huella en todos los equipos presentes. Sakura y Daiki ayudaban a Ren, quien, aunque visiblemente cansado, se mantenía firme. Las heridas y magulladuras eran evidentes en cada uno de ellos. Naruto miró también al equipo 10, que permanecía algo paralizado, especialmente Ino. Su expresión de admiración hacia Sasuke había sido reemplazada por algo más difícil de descifrar. Por otro lado, Sakura parecía perdida en sus pensamientos, su mente repitiendo una y otra vez: Qué genial se vio Sasuke-kun...
—. Y a ustedes también, chicos. —Se dirigió hacia el equipo 10, que aún parecía paralizado por lo ocurrido—. Gracias a ustedes también chicos...
Choji tragó saliva, incapaz de decir nada, mientras Shikamaru simplemente asintió con una mirada que mezclaba respeto y cautela. Ino, todavía perdida en sus pensamientos, intentó responder pero solo consiguió un débil asentimiento.
Naruto luego se giró hacia el equipo de la hoja, enfocándose en Neji, Lee y Tenten. Aunque su cuerpo pedía descanso, su gratitud era genuina.
—Y ustedes... chicos. No los conozco mucho, pero gracias también. No habría salido bien sin su ayuda.
—No me agradezcas a mí. Fue Lee quien insistió en que los ayudáramos —dijo, con un tono que parecía distante pero cargado de respeto implícito hacia sus compañeros.
Lee, con su característico entusiasmo y los ojos encendidos por la emoción, alzó el pulgar hacia Naruto, mostrando su determinación. —¡No tienes por qué agradecernos, Naruto-kun! Fue una decisión mía ayudar a tus amigos. ¡La juventud ardiente debe protegerse a toda costa!
Naruto dejó escapar una débil sonrisa, cargada de agotamiento, pero llena de sinceridad. Apenas podía mantenerse en pie, con las piernas tambaleándose y su respiración pesada, pero aún tenía fuerzas para responder.
—Gracias, Lee... De verdad. Tú eres un ejemplo de lo que significa nunca rendirse.
El grupo comenzó a relajarse ligeramente, aunque la tensión seguía presente en el aire. Naruto, mirando los restos del enfrentamiento y el pergamino dejado por los ninjas de Oto, habló de nuevo:
—Oigan, si alguno necesita ese pergamino que dejaron los de Oto, pueden tomarlo como agradecimiento. Nosotros ya tenemos los dos que necesitamos. —Luego, su mirada se tornó seria, y su tono, aunque cansado, adquirió una gravedad inusual—. Pero no quiero alarmarlos... Hay un tipo por ahí que parece completamente loco, y tiene una apariencia de serpiente.
Las palabras de Naruto parecieron detener el tiempo. La atmósfera, que había comenzado a calmarse, volvió a tensarse de inmediato. Kiyomi, quien aún sostenía a Sasuke con cuidado, alzó la mirada con seriedad y completó la información.
—Es Orochimaru.
Un escalofrío recorrió al grupo. Incluso Shikamaru, generalmente indiferente y calculador, frunció el ceño visiblemente preocupado. —¿El sannin? —preguntó, tratando de mantener la compostura, aunque su tono delataba el impacto de la revelación.
Ino y Choji intercambiaron miradas, y la mención de Orochimaru pareció sacudirlos profundamente. Neji, quien había estado observando en silencio, se cruzó de brazos y habló con una mezcla de incredulidad y análisis.
—Si realmente es Orochimaru, estamos ante un enemigo completamente fuera de nuestra liga. No solo es un sannin, sino también un traidor a Konoha. Si ha aparecido aquí, seguramente busca algo... o a alguien.
El silencio que siguió fue interrumpido por Lee, que apretó los puños con determinación. —¡No importa quién sea! Si intenta hacerle daño a alguno de ustedes, lo detendremos con todo nuestro poder. ¡Ese es el camino de la juventud!
—Lee, esto no es algo que puedas enfrentar con solo determinación —dijo Tenten, con un tono más realista, aunque no menos alarmado. Miró a Naruto y luego a Kiyomi, buscando más detalles—. ¿Qué sucedió exactamente? ¿Cómo saben que era Orochimaru?
Naruto suspiró, sus hombros cayendo por el agotamiento, mientras trataba de encontrar las palabras. —Apareció durante nuestra batalla. No estábamos preparados para enfrentarlo; es mucho más fuerte que cualquier cosa que hayamos visto antes. Apenas logramos salir de esa situación gracias a la interferencia de alguien más. Pero... —hizo una pausa, mirando a Sasuke, quien aún estaba débil en los brazos de sus hermanas—. Parece que tenía un interés particular en Sasuke.
Kiyomi apretó los labios, su expresión oscureciéndose. —Es cierto. Nos atacó deliberadamente, como si quisiera probar algo. Pero también dejó una marca... —Se detuvo, mirando con preocupación las marcas negras que aún eran visibles en la piel de Sasuke.
Shikamaru se pasó una mano por el cabello, claramente abrumado por la información. —Tch. Esto complica todo. No solo estamos en un examen lleno de ninjas que buscan matarnos por un pergamino, ahora tenemos a un sannin detrás de uno de los nuestros. —Miró a Naruto con un gesto serio—. ¿Qué planeas hacer?
Naruto frunció el ceño, sus ojos azules brillando con determinación a pesar de su agotamiento. —Primero, debemos cuidar nuestras heridas y mantenernos juntos. No sabemos cuándo podría volver a aparecer. Y si lo hace... —apretó los puños, dejando escapar una pequeña chispa de chakra en el aire—, encontraremos la forma de detenerlo.
Neji lo observó en silencio, sus ojos calculadores analizaban cada palabra de Naruto, evaluando no solo su valor, sino también la sensatez detrás de su propuesta. Finalmente, después de una breve pausa, asintió ligeramente. Aunque su gesto parecía aprobar la determinación de Naruto, en su mirada aún se reflejaba un rastro de escepticismo.
—Haremos lo mismo. —Su tono era calmado, pero firme—. No podemos quedarnos sin hacer nada, pero tampoco sería prudente enfrentarnos a algo como Orochimaru sin prepararnos. Agradezco la oferta del pergamino, pero no es el que necesitamos. —Con un gesto rápido, señaló a sus compañeros, y el equipo de Neji comenzó a retirarse entre los árboles.
Ren, quien había estado descansando al borde del refugio, se incorporó con una sonrisa fatigada. —Nosotros sí lo aceptamos. No podemos darnos el lujo de rechazarlo, especialmente después de lo que pasó. —Miró a Naruto, sus palabras teñidas de gratitud—. También nos quedaremos un poco para recuperar fuerzas, si no les molesta.
Naruto asintió, su expresión relajada pero aún mostrando signos de agotamiento. —Por supuesto. Será mejor que todos estemos en nuestras mejores condiciones. Esto no ha terminado.
Ino, quien se encontraba revisando sus herramientas ninja, también intervino. —Nosotros también nos quedaremos. Después de todo esto, necesitamos un respiro. —Choji y Shikamaru asintieron en silencio, aunque este último dejó escapar un suspiro pesado.
—No será un descanso largo si seguimos encontrándonos con gente como Orochimaru, pero bueno... —Shikamaru se dejó caer en el suelo, cruzando los brazos detrás de la cabeza—. Al menos tendremos algo de paz por ahora.
Naruto caminó hacia el refugio improvisado, buscando un lugar para sentarse. Una vez acomodado, sacó uno de los pergaminos Uzumaki que llevaba consigo en el gran rollo de su clan. Su mirada se tornó seria mientras lo desplegaba cuidadosamente.
—Kiyomi, Yuzuki, tráiganme a Sasuke. Necesitamos encargarnos de esa cosa que tiene en el cuello antes de que empeore. —El tono de Naruto era decidido, dejando claro que no aceptaría objeciones.
Ambas hermanas Uchiha intercambiaron una breve mirada antes de acercarse a Sasuke, quien seguía descansando apoyado en un árbol. Sin decir una palabra, lo ayudaron a levantarse y lo llevaron junto a Naruto. Sasuke, aunque visiblemente débil, se cruzó de brazos con una mueca.
—¿Qué planeas hacer, dobe? —preguntó, con su habitual mezcla de escepticismo y curiosidad.
Naruto levantó la mirada y, con un gesto serio, respondió: —Voy a sellar esa cosa. No sé exactamente qué hizo Orochimaru, pero no voy a dejar que te controle o te destruya. —Con un movimiento rápido, se pinchó un dedo con un kunai, dejando que una gota de sangre cayera al pergamino como preparación para el Fūin no Rinne, una técnica diseñada específicamente para este tipo de situaciones.
—Quítate la camisa —añadió Naruto mientras comenzaba a dibujar con precisión los complejos patrones del sello en el pergamino.
El comentario provocó una reacción inesperada en Sakura, que desvió la mirada mientras sus mejillas se teñían de rojo. —¡N-no tienes que decirlo de esa forma! —exclamó, tratando de cubrir su nerviosismo.
Sasuke, por otro lado, solo suspiró con resignación y comenzó a desabotonar su camisa. —Esto es ridículo... —murmuró, aunque no pudo evitar arquear una ceja ante la expresión divertida de Naruto.
—Tch, eres un enclenque, Sasuke. Te falta músculo. —Naruto dejó escapar una risa mientras lo señalaba con el pincel que había preparado.
—Cállate, idiota —replicó Sasuke, esbozando una leve sonrisa antes de agregar con tono sarcástico—. No creo que tengas un mejor cuerpo que yo.
Naruto se inclinó hacia adelante, con una sonrisa retadora. —¿Quieres que te humille, teme? —dijo mientras continuaba delineando el complejo diseño del sello con su sangre mezclada con chakra.
El Fūin no Rinne era una obra maestra de los Uzumaki, un sello que combinaba múltiples capas de inscripciones diseñadas para neutralizar energías malignas. El patrón central representaba un nodo Uzumaki, rodeado de círculos concéntricos que irradiaban energía estabilizadora. En los bordes exteriores, caracteres cuidadosamente trazados describían conceptos clave: "pureza," "armonía," y "flujo." Cada trazo brillaba tenuemente con un tono rojizo mientras el chakra de Naruto fluía a través del pergamino y comenzaba a formarse sobre el cuerpo de Sasuke.
—Esto va a doler un poco —advirtió Naruto mientras colocaba el pergamino sobre el cuello de Sasuke, alineándolo con las marcas negras del sello maldito.
Sasuke cerró los ojos, preparándose para lo que venía. Tan pronto como Naruto canalizó su chakra en el pergamino, un destello de luz roja iluminó el refugio. El diseño del sello comenzó a transferirse a la piel de Sasuke, sus líneas brillando intensamente mientras un dolor agudo recorría su cuerpo. Sasuke apretó los dientes, intentando no emitir ningún sonido, pero no pudo evitar tensarse por la intensidad del proceso.
Las funciones del Fūin no Rinne comenzaron a activarse una por una. Las marcas negras del sello maldito empezaron a retroceder, como si fueran absorbidas por la estructura del nuevo sello. Al mismo tiempo, el chakra oscuro de Orochimaru era purificado y confinado dentro de una barrera invisible. Naruto, sudando por el esfuerzo, mantuvo sus manos firmes sobre el sello, concentrándose para completar el proceso.
—Resiste un poco más, Sasuke. Esto no solo va a mantener el sello maldito bajo control, sino que también evitará que te consuma en el futuro —dijo Naruto, su voz teñida de cansancio pero también de determinación.
Sasuke respiró profundamente, relajándose ligeramente al sentir que el dolor comenzaba a disminuir. Sin embargo, una sensación de calor persistente quedó en su cuello, un recordatorio de la amenaza que aún estaba latente.
—Está hecho... al menos por ahora —murmuró Naruto mientras se dejaba caer hacia atrás, respirando agitadamente. Sus manos temblaban ligeramente, el esfuerzo de canalizar su chakra con tanta precisión le había pasado factura. Limpió el sudor de su frente con la manga, dejando una tenue mancha roja donde aún quedaban restos de sangre seca de la estructura del sello. A pesar de su evidente agotamiento, una sonrisa se dibujó en su rostro al mirar a Sasuke—. ¿Y bien, quieres que te humille ahora? —dijo con una sonrisa desafiante mientras se quitaba la chaqueta negra y roja, quedando solo con la camisa de malla que delineaba su musculatura definida.
Sasuke tocó su cuello con cautela, como si temiera que el sello maldito todavía estuviera allí. En su lugar, solo encontró la suavidad de su piel, libre de las marcas negras que antes parecían extenderse como raíces venenosas. Por un momento, sus ojos oscuros reflejaron una mezcla de incredulidad y alivio. Luego, desvió la mirada hacia Naruto y, aunque intentaba mantener su habitual actitud indiferente, un destello de gratitud era evidente.
—Después, idiota... Pero gracias —murmuró, su voz apenas audible.
Naruto sonrió con suficiencia mientras se dejaba caer por completo al suelo, sintiendo cómo su cuerpo pesado se relajaba tras la intensa tarea. Cerró los ojos, buscando recuperar un poco de energía. Sin embargo, su tranquilidad no duró mucho. Un par de sombras se movieron rápidamente hacia él, y antes de que pudiera reaccionar, dos cuerpos lo rodearon en un abrazo firme y lleno de emoción.
—¡Naruto-kun! —exclamó Kiyomi entre sollozos mientras lo aplastaba contra su pecho—. ¡Pensé que habías muerto! ¡Pensé que me habías dejado! —Su voz quebrada transmitía todo el miedo acumulado que había reprimido hasta ese momento. Sus manos temblorosas agarraban con fuerza la camisa de malla de Naruto, como si temiera que desapareciera si lo soltaba.
Naruto, desconcertado por el repentino ataque de afecto, intentó hablar, pero sus palabras se ahogaron cuando Yuzuki, igualmente conmovida, se unió al abrazo.
—Gracias, Naruto... —susurró Yuzuki con la voz quebrada, sus lágrimas rodando por sus mejillas mientras enterraba el rostro en el hombro de él—. Por un momento pensé que no volveríamos a verte...
Naruto no supo cómo reaccionar al principio. El calor de ambas chicas, sus lágrimas y su evidente preocupación lo tomaron por sorpresa. Lentamente, levantó los brazos y los rodeó a ambas, devolviendo el abrazo con torpeza, pero con sinceridad.
—Oigan, no es para tanto... Estoy bien, ninguna tonta serpiente me comerá ¿no? —intentó bromear, aunque su voz tenía un matiz suave que traicionaba la seriedad de la situación. Miró a ambas con una sonrisa cansada—. No me voy a ir a ninguna parte. ¿De acuerdo?
Kiyomi se apartó ligeramente, sus ojos algo hinchados aún brillantes por las lágrimas. Lo miró fijamente, como si quisiera asegurarse de que esas palabras eran verdaderas. Luego, sin previo aviso, lo golpeó ligeramente en el pecho.
—¡Idiota! ¡No puedes decir cosas como esas y luego casi morir! —reclamó, aunque su tono era más de preocupación que de enojo. Yuzuki, por su parte, simplemente asintió, manteniendo una mano en el hombro de Naruto como si todavía necesitara sentir su presencia para creer que estaba a salvo.
Sasuke observó la escena en silencio, cruzado de brazos. Aunque su rostro mostraba cierta incomodidad por la emotiva escena, en el fondo parecía entender los sentimientos de las gemelas. Incluso Sakura, que había permanecido en silencio todo ese tiempo, no pudo evitar sonreír ligeramente al ver la calidez del momento.
Naruto suspiró, sacudiendo ligeramente la cabeza.
—De verdad, no sé qué haría sin ustedes... —admitió en voz baja, mirando a ambas chicas. Su sinceridad las dejó sin palabras, y el abrazo, aunque menos desesperado, se mantuvo unos momentos más.
Finalmente, Kiyomi y Yuzuki se apartaron, limpiándose las lágrimas con rapidez, aunque sus ojos aún estaban rojos. Naruto se enderezó, recuperando un poco de su energía, y miró a Sasuke con una expresión despreocupada.
—¿Ves lo que tengo que soportar por salvarte el trasero? —bromeó, buscando aliviar el ambiente.
—No pedí que lo hicieras —replicó Sasuke, aunque un pequeño atisbo de sonrisa apareció en sus labios.
Naruto soltó una carcajada ligera, pero esta se interrumpió cuando sintió una punzada de agotamiento recorrer su cuerpo. Sin embargo, no podía permitirse descansar aún. Todavía quedaban asuntos pendientes y peligros acechando.