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Chapter 27 - Problemas a fuego lento

—¿Qué fue eso? —preguntó Aria, soltando un suspiro de alivio mientras señalaba los restos de la gárgola, ahora reducida a un montón de rocas esparcidas en el suelo.

—Un maldito desconsiderado, eso es lo que era —respondí, dejando escapar una mezcla de cansancio y frustración. Busqué mi cuchillo sagrado entre los escombros, pero no quedó más que metal retorcido y humeante. —Demonios, me gustaba este cuchillo. Era perfecto para cortar y dorar pan mientras usaba mi fuego divino.

Aria me miró con incredulidad. —¿De verdad estás lamentándote por eso? Ignis, la gárgola nos atacó porque pidió específicamente el grimorio de Lira. Eso debería preocuparnos más que tus habilidades culinarias divinas.

—Auch, parece que la gárgola no era la única criatura desconsiderada aquí —respondí, levantando los pedazos de mi cuchillo como si fueran fragmentos de un corazón roto.

Aria no respondió. Su atención estaba fija en algo detrás de mí.

—Espera, Ignis... hay algo extraño.

Me giré rápidamente, instintivamente buscando algún peligro. Pero Aria no miraba a nuestro alrededor; su atención estaba en mi mochila.

—El grimorio tiene una energía peculiar... Es como si fuera... dulce.

Fruncí el ceño. —¿Dulce? ¿Me estás diciendo que no me preocupe por mi cuchillo y tú piensas en pasteles y caramelos?

—No, Ignis. No lo entiendes. No es "dulce" como lo describes. Es una energía que atrae, como el olor del pan recién horneado.

"Uy, qué interesante. El libro es un imán de problemas. No puedo esperar a que atraiga algo realmente divertido, como un dragón. Sería un espectáculo verte rostizado, Igniscito", comentó Laplace con su usual tono burlón.

—¿Estás insinuando que la gárgola vino porque el grimorio la atrajo? —pregunté, ignorando a Laplace.

—No lo insinúo, estoy segura.

Antes de que pudiera responder, una ráfaga de viento frío barrió el área, haciéndonos estremecer. A lo lejos, el pueblo fantasma parecía aún más sombrío, como si las sombras hubieran crecido con la caída de la gárgola.

—Mierda, ahora tengo más curiosidad por abrirlo —dije, aunque sabía que no era buena idea.

—Sabes que no podemos, Ignis. No hasta que sepamos más sobre lo que contiene.

Aria se acercó a la mochila, pero se detuvo a medio camino, como si algo invisible la repeliera.

—¿Qué sucede? —pregunté.

—Es extraño... siento que el grimorio no está... completo. Como si lo que emite ahora fuera solo una fracción de su verdadera energía.

—¿Y eso es algo bueno o malo?

—Ambas cosas —respondió, con una mirada preocupada.

Un ruido sordo interrumpió nuestra conversación. Provenía de las sombras del pueblo.

—Ignis... algo más se acerca —susurró Aria, invocando su luz divina para iluminar la oscuridad.

Del pueblo emergió una figura encapuchada. Su andar era lento, pero seguro. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, la luz reveló un rostro parcialmente oculto por vendas.

—¿Quién eres? —pregunté, empuñando mi cuchillo roto, que aún chisporroteaba con un poco de mi fuego divino.

—Un amigo... o enemigo, dependiendo de cómo elijan actuar —respondió la figura con una voz calmada, pero cargada de intención.

El grimorio comenzó a vibrar en mi mochila, como si respondiera a su presencia.

—Ese libro... trae consigo una carga que no pueden manejar. Entréguenmelo y evitarán la destrucción que inevitablemente atraerá.

—¿Y por qué deberíamos confiar en ti? —preguntó Aria, su energía divina rodeándola como una barrera protectora.

La figura sonrió, aunque sus ojos permanecieron fríos. —Porque ya están siendo cazados, y yo soy su única oportunidad de sobrevivir.

El viento sopló con más fuerza, y por un instante, las palabras de la figura quedaron suspendidas en el aire. Aria y yo intercambiamos una mirada; sus ojos reflejaban la misma desconfianza que sentía en mi interior.

—¿Cómo sabemos que no eres uno de ellos? —pregunté, estrechando los ojos.

La figura encapuchada alzó una mano, y un círculo de runas brilló en el suelo bajo sus pies. Su energía no era ni oscura ni divina, sino algo intermedio, algo que nunca había visto antes.

—No tienen por qué confiar en mí, pero si no me entregan el grimorio, no pasarán la noche.

"Vaya, vaya, parece que tenemos un nuevo amigo que quiere jugar al héroe. Ignis, ¿puedo matarlo? Por favor, por favor, por favor", se burló Laplace en mi mente.

—¿Qué sugieres, entonces? —preguntó Aria, avanzando un paso.

—Sellarlo. Aquí y ahora. Puedo contener su energía el tiempo suficiente para que lleguen a un lugar seguro. Pero el precio será alto.

—¿Qué tipo de precio? —pregunté, desconfiado.

—Mi vida.

El silencio cayó sobre nosotros como un manto. La figura habló con tal serenidad que era imposible dudar de sus palabras.

—Eso es absurdo —dijo Aria, sacudiendo la cabeza. —No hay garantía de que funcione, y mucho menos de que sobrevivamos después.

—No se trata de garantías. Se trata de tiempo. Ese libro no pertenece a este mundo, y cada segundo que lo llevas contigo, debilitas las barreras entre este plano y el caos.

El grimorio vibró de nuevo, y una pequeña grieta apareció en la mochila. Un hilo de luz púrpura se filtró, iluminando brevemente el rostro vendado de la figura.

"¡Oh, por fin, algo interesante!", exclamó Laplace.

—Ignis, no podemos dejar que se rompa aquí.

—¿Qué sugieres entonces, Aria? ¿Que lo dejemos morir para salvarnos?

La figura dio un paso adelante. —No soy importante. Pero el equilibrio lo es.

—Mierda, odio cuando la gente habla de equilibrio —gruñí.

La luz púrpura se intensificó, y el suelo comenzó a temblar. Aria me miró, su expresión llena de determinación.

—Decide rápido, Ignis.

Cerré los ojos, ignorando las risas de Laplace y las pulsaciones del grimorio.

—Hazlo.

La figura asintió, y comenzó a recitar un cántico en un idioma que no entendía. Las runas bajo sus pies se expandieron, envolviéndonos a todos en un círculo de energía.

El grimorio tembló con más fuerza, y por un momento, pensé que se rompería por completo. Pero la luz se desvaneció, y el libro quedó en silencio.

La figura cayó de rodillas, jadeando.

—Tienen poco tiempo. Úsenlo sabiamente.

Me agaché a su lado. —¿Por qué hiciste esto?

—Porque no soy un enemigo... aún.

Antes de que pudiera responder, la figura desapareció en un destello de luz, dejando solo el eco de sus palabras esto apenas comienza," murmuró, como si disfrutara del caos que había dejado.