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Chapter 2 - Capitulo 2: "Amanecer en el Caos"

Marco Polo despertó con los primeros rayos del sol que se filtraban a través de las cortinas entreabiertas del modesto cuarto. Su cabeza estaba algo aturdida, no tanto por el cansancio, sino por la extraña mezcla de recuerdos que lo invadían. Recordó la noche anterior: el calor, los dos cuerpos tocándose entre si, el afecto que cada uno se daba y cómo, por un momento, el peso de su vida como mercenario pareció desvanecerse entre suspiros compartidos con Mt. Lady.

Miró hacia abajo y la vio, descansando sobre su pecho, con su cabello dorado desordenado pero encantadoramente caído sobre él. Una parte de su mente, enterrada en su vida pasada, susurró preguntas sobre cómo había terminado en esta situación. En su antiguo mundo, nunca había sido alguien que se involucrara demasiado en este tipo de encuentros. Pero ahora... nueva vida, nuevas metas, pensó.

Con cuidado, se deslizó fuera de la cama, procurando no despertarla. Su traje, limpio y perfectamente doblado, esperaba en la silla junto a la ventana. Mientras se vestía, echó un vistazo a su brazo metálico. El sonido de los engranajes al ajustarse le trajo de vuelta al presente. Esto es mi realidad ahora. El pasado no importa.

"¿Ya te vas?" La voz de Mt. Lady, ronca por el sueño, lo hizo voltear. Ella lo miraba desde la cama, estirándose perezosamente.

Marco Polo sonrió mientras terminaba de abotonarse la camisa. "El trabajo no espera, aunque quisiera quedarme aquí un poco más."

Ella rió suavemente, recostándose contra la cabecera. "¿Y a qué te dedicas exactamente, Marco Polo? Porque no luces como alguien que lleva una vida ordinaria."

Él tomó su sombrero azul de la mesa y lo acomodó en su cabeza. "Digamos que mi trabajo no tiene horarios fijos, pero siempre me mantiene ocupado." No era una mentira, pero tampoco era una respuesta completa.

"Bueno, espero que sobrevivas para que podamos repetir esto alguna vez." Mt. Lady le guiñó un ojo, y Marco Polo solo sonrió antes de tomar su chaqueta y sus cosas.

Mientras caminaba por las calles del barrio, ocultando su protector bucal y a murmullo entre los pliegues de su traje, revisó los mensajes de Giran. Nuevo trabajo: almacén en las afueras. Te mando los detalles en el transcurso del día. Prepárate. Marco Polo guardó el teléfono y dejó escapar un suspiro. Otro día, otro encargo.

Mientras avanzaba por la ciudad, los engranajes en su mente comenzaron a girar. Había disfrutado de un momento de descanso, pero su vida no le permitía distracciones por mucho tiempo. Su mirada se endureció; era hora de volver al juego.

Con el sol aún alto, Marco Polo decidió que era hora de resolver un problema que llevaba postergando: encontrar un lugar propio. La posada en la que se alojaba cumplía con lo básico, pero no ofrecía la privacidad ni la discreción que su estilo de vida requería. Si quería mantener un perfil bajo, necesitaba algo que pasara completamente desapercibido.

Recorrió las calles de un barrio decadente, donde las fachadas grises y los callejones oscuros eran el paisaje predominante. Encontró un edificio que parecía tan olvidado por el tiempo como por sus dueños. Las ventanas rotas y las paredes descascaradas aseguraban que nadie con opciones mejores lo elegiría. Justo lo que necesitaba.

En el interior, un inquilino de aspecto cansado, con una camiseta manchada y un cigarrillo casi consumido entre los labios, lo recibió. "¿Buscas un cuarto?" murmuró, sin levantar mucho la mirada.

"Eso parece. ¿Cuánto por el mes?" preguntó Marco Polo, ajustando su sombrero azul mientras observaba el vestíbulo lleno de cajas apiladas y manchas de humedad en las paredes.

"Depende. ¿Pagas puntual?" El inquilino lo miró con desconfianza, pero con más interés en su cartera que en su historia.

Marco Polo sacó un fajo de yenes y lo dejó sobre la mesa. "Puedo pagar por adelantado."

Eso bastó. El inquilino asintió y le entregó una llave oxidada. "Tercer piso, segunda puerta. No hagas mucho ruido y no me importa lo que hagas."

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De regreso a la posada, Marco Polo recogió sus cosas: una maleta que contenía su traje, Murmullo, y unas pocas pertenencias personales. La anciana dueña de la posada le lanzó una mirada curiosa pero no dijo nada. No era raro que sus huéspedes desaparecieran de un día para otro.

Ya instalado en su nuevo apartamento, comenzó a desempacar. Colocó Murmullo cuidadosamente sobre una mesa improvisada y revisó el estado del arma. La fuente de energía parecía estable, y el brillo de las balas energéticas confirmaba que estaba lista para usarse si la ocasión lo requería.

El lugar no era mucho, pero era suficiente para alguien como él. Después de acomodar lo básico, Marco Polo se cambió a ropa más ligera y comenzó a entrenar. En el espacio reducido del apartamento, practicó su puntería con pequeñas trampas de luz que había configurado previamente. A pesar de estar en un lugar tan deplorable, nunca bajaba la guardia.

Tras terminar, se sentó en el borde de la cama y miró la hora. Quedaba poco tiempo para dirigirse al almacén, así que se alistó nuevamente. Murmullo descansó bajo su abrigo, oculto pero siempre accesible.

"Hora de trabajar", murmuró para sí mismo, mientras salía del apartamento con pasos seguros.

El almacén estaba situado en un distrito industrial casi abandonado, donde los edificios grises y los montones de chatarra formaban un paisaje sombrío. Marco Polo llegó puntual, moviéndose con sigilo entre los callejones. Sabía que la discreción era clave; los ojos curiosos siempre eran un riesgo en su línea de trabajo.

Al entrar, lo recibió el humo de un cigarrillo y la figura familiar de Giran, apoyado despreocupadamente contra una pila de cajas. Su sonrisa ladina no inspiraba confianza, pero era eficiente en lo que hacía, y eso era lo único que importaba.

"Ah, Marco Polo. Siempre puntual, me gusta eso." Giran apagó el cigarrillo en una lata oxidada y le indicó que se acercara. Sobre una mesa improvisada estaban desplegados planos, fotografías y una lista de objetivos.

"Cuéntame, ¿qué tan complicado es esto?" preguntó Marco Polo, ajustando su sombrero mientras se inclinaba para observar los documentos.

"Robar una caja fuerte, como te dije. Pero no cualquier caja fuerte, amigo. Esto está en el sótano de un edificio bien protegido. Seguridad electrónica, guardias en turno... ya sabes, el paquete completo."

Marco Polo asintió, repasando los planos con ojos analíticos. Las imágenes mostraban los puntos de acceso al edificio, las rutas de patrullaje de los guardias, y las cámaras de seguridad.

"¿Qué tan confiable es esta información?" preguntó mientras señalaba un punto ciego en la cobertura de las cámaras.

"Tan confiable como yo, y ya sabes que nunca he fallado en mis datos." Giran rió entre dientes, aunque Marco Polo no compartió su entusiasmo.

"Necesito algo más. Un mapa de las salidas de emergencia y una estimación de cuánto tiempo tengo antes de que llegue la policía si todo se va al infierno."

Giran sacó otro papel de su maletín y lo extendió frente a él. "Las salidas están aquí y aquí. Y si haces que suene la alarma... diría que tienes tres minutos, como máximo, antes de que los héroes empiecen a aparecer."

Marco Polo memorizó los detalles, analizando cada ángulo y calculando sus movimientos. "¿Y el contenido de la caja? ¿Qué es exactamente?"

"Dinero y documentos. Pero no preguntes para quién es el trabajo. Es mejor para ambos si no lo sabes."

Marco Polo no insistió. Guardó los planos en un compartimento de su abrigo y se aseguró de que Murmullo estuviera listo. El arma era su mejor aliada, y confiaba en ella más que en cualquier compañero.

"Bien. Si no hay más detalles, me pongo en marcha."

Giran asintió, llevándose otro cigarrillo a los labios. "Buena suerte, Marco. Aunque dudo que la necesites."

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A medida que avanzaba hacia la ubicación, Marco Polo se movía como una sombra entre los edificios. Subía por escaleras de incendios, cruzaba techos y evitaba las calles principales. Su quirk le permitía mantener una precisión casi perfecta incluso en movimiento, lo que hacía que calcular sus rutas fuera casi instintivo.

Desde lo alto de un edificio, alcanzó a ver su objetivo: un complejo de oficinas con un sótano bien vigilado. Se ajustó el sombrero, tomó un respiro profundo y murmuró para sí mismo: "Es hora de trabajar."

Marco Polo se infiltró en el edificio desde una ventana en el tercer piso, utilizando un gancho camuflado en su brazo metálico. Cada movimiento era medido, cada paso en silencio absoluto. Los pasillos estaban vacíos, pero las cámaras de seguridad eran un desafío constante. Activó un pequeño dispositivo en su sombrero, proyectando un campo de interferencia que desactivó momentáneamente las cámaras cercanas mientras avanzaba.

En un giro del corredor, escuchó pasos acercándose. Se ocultó tras una columna, evaluando rápidamente la situación. Un guardia armado se aproximaba. Marco Polo, con precisión quirúrgica, lanzó una de sus balas de energía en modo aturdidor, impactando al hombre directamente en el pecho y dejándolo inconsciente sin emitir un solo sonido.

"Uno menos."

A medida que se acercaba al sótano, los sistemas de seguridad se volvieron más intrincados. Usó un pequeño dispositivo de hackeo, conectado a su brazo metálico, para manipular los sensores de movimiento. Cada cerradura electrónica era un obstáculo que superaba con habilidad y calma.

Finalmente, llegó a la caja fuerte. Era una construcción robusta, protegida por un código de acceso y un sistema biométrico. Marco Polo activó un láser oculto en su brazo, cortando con cuidado alrededor de los mecanismos hasta que pudo abrirla. Dentro, encontró el maletín: un diseño negro con un logo extraño, una figura circular que no reconoció de inmediato.

Justo cuando lo tomó, un sonido estridente llenó el edificio. La alarma.

"Siempre tiene que complicarse."

Guardó el maletín en su abrigo y salió corriendo por el pasillo, pero su escape fue interceptado. Un equipo de agentes especiales apareció en las escaleras, disparando en su dirección. Marco Polo se deslizó detrás de una barrera y devolvió el fuego con su arma Murmullo, configurada en modo aturdidor. Sus disparos desarmaron a algunos, pero la presión era constante.

De repente, un impacto poderoso resonó en la pared a su lado, enviándolo volando unos metros hacia atrás. Mirko, la heroína número 5, apareció de pie en medio del caos.

"¿Así que tú eres el ladrón? Me esperaba más."

Marco Polo apenas tuvo tiempo de levantarse cuando Mirko lanzó otra patada. Gracias a su brazo metálico, logró bloquear el golpe, pero la fuerza lo hizo retroceder varios pasos.

"Vaya, la coneja en persona. Un placer conocerte."

"No será un placer cuando te deje fuera de combate." Mirko sonrió con confianza antes de lanzarse nuevamente hacia él.

La batalla fue intensa. Marco Polo usó su habilidad de puntería para disparar balas de energía dirigidas a puntos estratégicos, mientras que Mirko esquivaba con una agilidad impresionante. En un momento, su brazo metálico se transformó, desplegando un pequeño cañón de plasma que disparó una ráfaga directamente hacia ella. Mirko logró esquivar por poco, pero los agentes detrás de ella no tuvieron la misma suerte; el disparo los desintegró al instante.

"¡¿Qué demonios es eso?!" exclamó Mirko, sorprendida.

Marco Polo aprovechó su confusión para activar una cortina de humo desde uno de los compartimentos en su abrigo. Mientras el humo llenaba la habitación, comenzó a correr hacia una de las salidas de emergencia.

Justo cuando pensaba que estaba a salvo, un rugido ensordecedor llenó el aire. Las llamas comenzaron a consumir el edificio, y una figura imponente apareció entre el fuego. Endeavor, el héroe número 2, se acercaba con determinación.

"Te recomiendo que te entregues ahora, ladrón. No saldrás vivo de aquí."

Marco Polo se vio acorralado. Las llamas bloqueaban su camino, y tanto Mirko como Endeavor lo tenían en su punto de mira. Intentó buscar una salida alternativa, pero las opciones eran limitadas.

Justo cuando pensaba que su suerte había terminado, un portal de niebla apareció frente a él. Antes de que pudiera reaccionar, una fuerza invisible lo arrastró hacia adentro, desapareciendo del lugar justo cuando las llamas consumían el área.

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Cuando abrió los ojos, Marco Polo estaba en una habitación oscura y desconocida. Frente a él, una figura alta y esbelta lo observaba con calma. Kurogiri cerró el portal y habló con su tono sereno:

"Señor Marco Polo, parece que necesitaba un poco de ayuda. No se preocupe, está a salvo... por ahora."

Marco Polo suspiró, todavía sosteniendo el maletín. "¿Y qué debo a este rescate inesperado?"

"Nuestro jefe quiere hablar contigo. Tienes algo que podría interesarle."

Marco Polo sonrió con ironía. "¿Qué puedo decir? Estoy teniendo un día interesante."

Cuando Marco Polo terminó de ajustar su visión en el oscuro lugar al que lo habían transportado, se encontró frente a una figura imponente y cargada de autoridad. Sentado en un gran sillón, envuelto en penumbra, estaba All For One. Su presencia llenaba la sala con un aire de control absoluto.

"Bienvenido, Marco Polo." La voz de All For One era profunda, tranquila, pero cargada de poder.

Marco Polo, sin perder la compostura, se acercó lentamente. Colocó el maletín sobre una mesa cercana y cruzó los brazos. "Supongo que este es el momento en que me agradeces por este artefacto tan especial."

All For One se inclinó hacia adelante, colocando una mano sobre el maletín y deslizándolo hacia sí. "Agradecerte sería inexacto. Eres un hombre de negocios, Marco Polo, y solo estás haciendo lo que mejor sabes hacer: sobrevivir. Pero debo decir que estoy impresionado con tus habilidades. No muchos logran escapar de una situación tan... complicada como la de hoy."

Marco Polo sonrió con un toque de ironía. "Es un trabajo. Aunque tener a Mirko y Endeavor persiguiéndote no es precisamente un paseo por el parque."

All For One abrió el maletín. Dentro, había un dispositivo extraño, con cables y componentes brillantes. Lo examinó durante unos segundos antes de volver su atención al mercenario. "Esto será útil para mis planes. Pero hablemos de ti. Un hombre con tu talento podría ser valioso para nosotros."

"¿'Nosotros'? Supongo que eso incluye a los tipos con portales de niebla y manos extrañas."

All For One soltó una ligera carcajada. "Exactamente. Pero no me malinterpretes, Marco Polo. No te ofrezco lealtad ni una posición permanente. Veo en ti algo diferente: alguien que se mueve entre las sombras y se guía únicamente por sus propios intereses. Eso puede ser útil."

Marco Polo asintió, relajando un poco su postura. "No soy de los que se comprometen con un bando, pero soy un hombre de negocios. Mientras el precio sea correcto y no sea una misión suicida, estoy dispuesto a considerar tus encargos."

All For One asintió lentamente. "Eso es todo lo que necesito escuchar. Kurogiri se encargará de los detalles de futuros trabajos. Por ahora, te sugiero que tomes esta noche para descansar. Has hecho un buen trabajo, Marco Polo."

Antes de que pudiera responder, un portal de niebla se formó detrás de él. Kurogiri apareció y con su habitual tono cortés dijo: "Será un placer escoltarlo de vuelta, señor Polo."

Cuando Marco Polo terminó de ajustar su visión tras atravesar el portal, se encontró de nuevo en el bar que ya conocía. El ambiente era igual de sombrío que siempre, con una tenue luz amarillenta que apenas iluminaba las mesas dispersas. No había muchas personas allí, salvo un par de figuras en las esquinas y un sonido constante de botones siendo presionados: era Shigaraki, inmerso en un videojuego portátil, murmurando algo cada vez que perdía.

Kurogiri, siempre cortés, ya tenía un vaso preparado para Marco Polo. Cuando el mercenario se acercó a la barra, el barman de niebla le deslizó la bebida sin decir una palabra. Marco Polo tomó asiento y, tras dar un sorbo, rompió el silencio.

"Tu jefe tiene un extraño sentido de la hospitalidad."

Kurogiri se inclinó ligeramente en un gesto de respeto. "All For One aprecia a quienes cumplen con su deber. Y tú, Marco Polo, pareces ser alguien que entiende el valor de la eficiencia."

Marco Polo sonrió con ironía. "Eso, o sabe que me pagará caro si me necesita otra vez. No soy alguien que se venda barato, Kurogiri."

El bartender asintió, como si lo esperara. "Es un intercambio justo. Tu habilidad y tu discreción son cualidades muy valoradas en los círculos en los que nos movemos."

Marco Polo bebió un poco más y observó a Shigaraki de reojo. El joven, aparentemente ajeno a la conversación, presionaba frenéticamente los botones de su consola, soltando un bufido cada vez que fallaba.

"¿Siempre es así de intenso?" preguntó Marco Polo con una media sonrisa, señalando a Shigaraki con un gesto de su cabeza.

Kurogiri, imperturbable, respondió: "Él tiene... sus propias formas de relajarse."

Marco Polo dejó el vaso sobre la barra y miró al bartender. "Bueno, ya hice mi parte. Ahora dime, ¿cómo suelen terminar sus noches por aquí?"

Kurogiri movió ligeramente su mano, indicando una de las mesas cercanas. "Algunos prefieren probar su suerte con las cartas. Otros simplemente observan. Estoy seguro de que encontrarás la manera de pasar el rato hasta tu próxima misión."

Marco Polo se levantó, cogiendo su vaso. "No suelo rechazar un buen juego, y menos cuando tengo algo que celebrar."

Se acercó a una mesa donde un par de jugadores estaban mezclando las cartas. Sin mucha ceremonia, Marco Polo tomó asiento y se unió a la partida. Kurogiri observaba desde la barra, vigilante como siempre, mientras Marco Polo comenzaba a mostrar su habilidad con las cartas, ganando poco a poco y acumulando una pequeña fortuna en yenes.

Mientras tanto, Shigaraki dejó escapar un gruñido frustrado al perder una partida en su consola. "¡Maldito juego!" exclamó, golpeando la máquina. Aunque Kurogiri no reaccionó, Marco Polo se giró ligeramente para observar al joven, notando cómo su quirk activado por la frustración desintegraba una parte del mando.

Marco Polo soltó una ligera risa y volvió a concentrarse en su partida. "Es un lugar peculiar, pero no puedo decir que me aburra aquí."

Las horas pasaron entre apuestas, risas moderadas y el sonido de las cartas siendo barajadas. Marco Polo sabía que estaba en un juego mucho más grande que una simple partida, pero por ahora, disfrutaría de la calma antes de su próxima misión.

Marco Polo cerró la puerta tras de sí, dejando atrás el ruido del bar y la sombra de la misión. Caminó por las calles desiertas hasta llegar a su apartamento en el barrio más olvidado de la ciudad. A pesar de su estado descuidado, Marco lo consideraba suficiente para mantener un bajo perfil.

Al entrar, observó las cajas y las pertenencias que aún estaban sin desempacar. "Supongo que es hora de ponerme manos a la obra," murmuró para sí mismo mientras dejaba su chaqueta sobre una silla desvencijada.

Las siguientes horas las pasó reorganizando muebles, reparando algunas grietas y montando pequeñas trampas improvisadas. Colocó paneles de refuerzo en las ventanas y ajustó un compartimento secreto en el armario para guardar Murmullo y otros objetos esenciales.

Finalmente, se dejó caer sobre el desvencijado sofá, observando su trabajo. "No es un palacio, pero servirá," comentó mientras encendía su móvil para revisar mensajes. Al hacerlo, notó una notificación que destacaba entre las demás: un mensaje de Mt. Lady.

Al abrirlo, vio una dirección acompañada de una imagen que lo hizo sonreír. La heroína, en una pose coqueta y despreocupada, había escrito debajo:

"Te espero aquí. No tardes, necesito más de lo que me diste la última vez."

Marco Polo dejó escapar una risa suave mientras apoyaba la cabeza en el respaldo del sofá. "Parece que no soy el único que está disfrutando esta segunda oportunidad."

Guardó el móvil en su bolsillo y se puso de pie. Cogió su chaqueta y se colocó el sombrero, listo para salir una vez más. Mientras caminaba por las calles iluminadas por las farolas, sus pensamientos comenzaron a divagar.

"No puedo quejarme. Esta vida es mucho mejor de lo que jamás habría imaginado en mi primera. Dinero fácil, emociones constantes, y oportunidades como esta..."

Mientras seguía el camino hacia la ubicación, la sonrisa en su rostro permanecía. La noche prometía ser larga, pero Marco estaba más que preparado para disfrutarla.

Fin del capitulo 2