Tap tap tap.
Se escuchaban sonidos de saltos continuos en el campo de entrenamiento real. Era Aurora, quien saltaba la comba usando magia de fuerza, pues esta pesaba cinco kilos.
—Ja ja ja.
—Último minuto —dijo su maestro.
Inmediatamente ella aceleró la velocidad de los saltos. Apenas se podía ver la cuerda. Fue un minuto intenso. Incluso los hombros y las muñecas le dolían. Por no hablar de los tobillos y las pantorrillas. Estaban como ardiendo «¡Maldición!». Pensó.
—Listo.
Plaf!
Aurora se desplomó en el suelo.
—Ja ja... ja. —Su respiración bastante agitada, el pecho le subía y bajaba constantemente «Por fin».
—Muy bien. Finalmente pudiste aguantar todo el tiempo. Estás lista para mañana —la animó Miguel con una sonrisa.
Dándose un tiempo para tomar aire. Aurora no aguantó y preguntó:
—Maestro... ja. ¿Por qué... por qué tanto énfasis en saltar la comba? Ja... es el ejercicio de resistencia que más hago, no es como si saltar fuera ja... lo que más haría en el combate.
Miguel no se puso bravo por la pregunta, le había enseñado a ser sincera con él. Y su duda era válida en este caso.
—Buena pregunta. De hecho, hay varias razones por la que soy tan insistente con ese ejercicio en particular. —Hizo una pausa.
—Primero, para entrenar tu capacidad aérobica es mejor que correr y requiere una menor cantidad de tiempo. —«Aunque esa es la razón menos importante». Pensó para sí mismo.
—Segundo, es una buena práctica de control de maná mantener un hechizo ligero por un gran período de tiempo. Como haces mientras saltas, ya que te sería imposible sin aplicar un hechizo de fuerza.
Aurora permaneció en el suelo escuchando atentamente.
—Por último y más importante. Saltar la comba es esencial para mejorar el juego de pies, no solo para un espadachín sino para un artista marcial en general.
Esto hizo que ella tuviera dudas mayores. Cuestionó:
—¿El juego de pies? ¿Eso es tan importante maestro?
—¡Por supuesto! Puede que para otros magos no. Pero para nosotros es imprescindible. Sin embargo, no te explicaré su valor ahora. Asciende al nivel Ascendido y te lo diré. De esa manera entenderás mejor.
Ella no cuestionó más y asintió.
••
Finalizado su entrenamiento Aurora se dirigió a sus aposentos para darse un baño. Si bien no le molestaba tanto estar sudada, tampoco lo prefería ni nada por el estilo. En su camino se encontró con un sirviente.
—Su alteza —dijo haciendo una reverencia—. Su majestad ha solicitado reunirse con usted.
Pensando en qué podría ser, se dirigió hacia el salón del trono. Ella no era especialmente cercana a su padre, su personalidad consistía entre ser estricto y frío. Aunque esto no significaba que la tratara mal ni nada, le deba regalos cuando estaba de cumpleaños y cosas así. Pero parecía más un deber que una oportunidad para mostrar cariño. De toda su familia quien mejor la trataba era su hermano Alejandro, con diferencia.
••
Parada frente a la gran y majestuosa puerta la empujó ligeramente. Asomó la cabeza y miró hacia el trono. Allí se encontraba un hombre que parecía tener unos 30 años, aunque no era su edad real y tenía color de ojos y cabello similares a los de ella.
—¿Me llamaste, padre?
—Sí, te convoqué. Hay algunas cosas que necesito decirte antes de mañana.
Entró directamente al salón y llegó frente a su padre, justo bajo las escaleras que conducían al ostentoso pero peligroso asiento. Pues si bien era bonito. Su hermano mayor le había dicho que había más sellos mágicos ahí que en toda la habitación. En los alrededores hacían guardia diez personas, sus auras mucho más fuertes e intensas que la de su maestro.
—Mañana comienzas la escuela primaria. Habrá muchos niños de todas las partes del reino, sean nobles o plebeyos. No espero que seas la mejor en combate o la más inteligente. Pero debes encontrar algo en lo que destacar y ser la mejor. Es tu deber como miembro de la realeza.
Aurora cerró fuertemente los puños y los apretó contra el costado de sus muslos. Le dolieron las palabras de su padre.
—Entiendo, padre. Cumpliré con mi deber.
Luego Brian, que era el nombre del rey del Reino Arpen: Brian V. Arpen. Procedió a explicarle cómo debía ser su actitud en la escuela con respecto a los demás estudiantes y los profesores. Haciendo hincapié en las familias nobles. Esto demoró unos minutos. Cuando parecía que iba a terminar agregó una última noticia.
—Bien. Por cierto, un par de niños llegaron recientemente del Reino Voktar. Su madre era de este reino, así que pudieron conseguir acceso a la Escuela Primaria Mir con ayuda de un familiar. El mayor empezará la escuela contigo mañana. Aunque no creo que sean espías, asegúrate de observarlos por un tiempo.
Procesando la información inesperada Aurora asintió.
—Comprendido. Me aseguraré de vigilarlo.
—Eso es todo. Puedes retirarte.
Inclinándose para hacer una reverencia. Aurora se dio la vuelta y salió por fin de la lujosa habitación. Con mucho peor humor que cuando entró.