—...!!
Decir que Mirio estaba aturdido era quedarse corto. «¿Tengo que luchar contra ese pesado?» También le molestó lo que dijo el chico, sin embargo, él sabía que el entrenamiento de los nobles empezaba desde muy temprano, además de tener las mejores condiciones y maestros.
Aunque había entrenado arduamente con su vecino, que era un guardia capitán. No creía que fuera capaz de luchar contra un noble y ganar. «¿Qué hago?» En su frente se formaron gotas de sudor por no saber cómo afrontar esta situación. Sin querer, su mirada vagó por los otros estudiantes. «No hay forma de que pueda...!!!»
Aurora lo estaba mirando. «¡Rayos!» Inmediatamente su comportamiento sufrió un cambio drástico.
«¡Necesito ganar!».
«Solo tengo que golpearlo».
«¡Tengo que ganar!»
Miró a Medes con nueva resolución en sus ojos marrones, este le devolvía la mirada sin ningún tipo de interés. En eso sonó la voz del profesor:
—Ustedes dos. Vayan a uno de los rings donde están los muñecos y cuando yo ordene digan "Duelo". Es algo pronto, aún así les explicaré las reglas de la escuela con respecto a los enfrentamientos. Escuchen todos atentamente porque solo lo voy a decir una vez.
—Está prohibido pelear fuera de estas áreas. El estudiante que lo haga es directamente expulsado, y los conflictos que tengan se resuelven aquí —dijo y señaló el lugar en el que se encontraban.
Ambos alumnos llegaron rápidamente al ring.
—Digan "Duelo" pero no comiencen todavía.
—¡¡Duelo!!
Un círculo mágico comenzó a brillar en el suelo del cuadrilátero, los muñecos cercanos se encendieron y retrocedieron dándoles espacio. Sus uniformes respondieron por un breve momento al círculo y luego se apagaron.
—Lo que acaba de pasar es lo que ocurre cuando inician el protocolo de "Duelo", de esta forma combatirán entre ustedes, tengan un problema con alguien o puramente como entrenamiento. Ahora, a los tubos que tienen en las manos proporciónenles maná. Mientras lo hacen, imaginen la forma del arma con la que quieren luchar.
Ellos hicieron lo que les dijo. El metal en sus manos brilló levemente y se deformó. Para Medes se convirtió en una espada clásica, para Mirio, era una lanza apropiada a su tamaño. Ambas armas del mismo color del metal, negro.
—Los tubos han sido encantados con varios sellos mágicos. Pueden transformarse en cualquier objeto que imaginen. Imitando su peso, la sensación en sus manos y por supuesto, el dolor de ser golpeado por él. Lo malo sería que no aguantan batallas más allá del nivel de ascensión Ascendido.
—Si no saben cuál es ese nivel, esperen a clases de Teoría Mágica Básica. Ana les explicará seguro. La última regla: solo están permitidas las armas dadas por la escuela. Nada de objetos traídos desde donde vienen. Hacer eso también puede provocar que los bote yo u otro profesor de esta escuela.
—Entonces, basta de hablar tanto. Ustedes dos, prepárense. El resto, cállense y atiendan. —Terminó con esa orden y pensó: «Vamos a ver qué puede hacer ese niño. Él y el chico arrogante son los que tiene el núcleo de maná más desarrollado sin contar a la princesa y el nieto de Carlos».
Los estudiantes rodearon al dúo para observar mejor la pelea. Algunos tenían ojos curiosos, otros con caras llenas de anticipación, querían que Mirio le enseñara una lección a ese noble odioso. Y luego estaban los que sentían lástima por Mirio, no veían manera de que el plebeyo pudiera ganar. Por supuesto, a cierto chico rubio le daba igual esta insignificante riña. «Que pérdida de tiempo. ¿Cuál es el punto de una batalla decidida?». Protestó mentalmente.
••
Mirio se encontraba en el ring observando a su oponente. Su mano se dirigió al collar con una cruz plateada en su cuello. Su madre se lo dio ayer en la noche. Le dijo que lo usaba su padre como un amuleto de buena suerte. Él se emocionó y lo aceptó con felicidad. Ahora, lo sujetaba con nerviosismo.
«¿Cómo lo derroto?» A pesar de su emoción
anterior, era consciente de que seguía en problemas. «El maestro dijo que si el oponente es más fuerte que yo, necesito sorprenderlo». Lo cual era más fácil decirlo que hacerlo.
«¡Piensa Mirio!» Se dijo a sí mismo. «Tal vez...».
—¡Comiencen! —dijo Tomas.
Él agarro más fuerte su lanza, colocó una pierna delante de la otra tomando una postura de ataque y miró a Medes. Este no se movió o ajustó siquiera su posición. Mucho menos atacar, para el noble estaba por debajo de su persona cometer semejante acto primero. Mirio concretó un plan en su cabeza. «Eso... eso podría funcionar». Dio un último vistazo a su rival y se abalanzó sobre él.
Ambos niños eran nivel de ascensión Iniciado, el primer nivel. Su velocidad y fuerza era la de un adulto normal sin magia. Mirio llegó con pasos rápidos al lugar de Medes. Entonces apuñaló su arma en una embestida frontal aprovechando su mayor alcance. Su contrario no consideró necesario esquivar. Con un movimiento elegante levantó su espada e interceptó el ataque desviándolo brillantemente.
Sin embargo, para sorpresa de todos, incluyendo Tomas. En el momento en que las armas chocaron. Mirio soltó su lanza y saltó sobre Medes. El noble, en una posición algo inclinada y sorprendido no pudo hacer nada cuando el puño de Mirio se estrelló contra su cara.
¡Golpe!
—¡Ahh!
Su espada también cayó al suelo por el dolor del puñetazo y la acción inesperada. Su agarre era mediocre desde el principio por no tomarse en serio la lucha. Mirio no se atrevió a perder la ventaja y lanzó ataque tras ataque sobre el joven.
—¡Wahhh! —los niños exclamaron sorprendidos por como se desarrolló el enfrentamiento. Viendo las armas de esos dos y la explicación del profesor. Esperaban un choque de metal contra metal en el mejor de los casos, no una pelea pura de puños. Eso sin contar la impresionante actuación de Mirio.
En un momento que Medes retrocedió varios pasos, se permitió coger un respiro. Ardía de ira por dentro, demasiada ira. «¡¿Cómo se atreve?!» Nunca en su vida había sufrido una humillación similar.
—¡Maldito bastardo! —gritó como si quisiera matar a Mirio a golpes. Tal vez, esa era precisamente su intención.
Esta vez cuando volvieron a chocar no había ninguna elegancia en sus movimientos. Se olvidó completamente de su espada todavía tirada en el cuadrilátero. Pero Mirio, más calmado y más sereno, aguantó el asalto. Aunque sufrió varios golpes porque su oponente tenía prácticamente un frenesí, preservó la ventaja otorgada por su golpe inicial.
Así estuvieron unos 20 segundos, en una danza desordenada de patadas y piñazos hasta que sus uniformes brillaron y detuvieron sus movimientos. Impidiéndoles continuar. El uniforme de Mirio era verde y el de Medes rojo. Ambos respiraban pesadamente con el cuerpo cubierto de sudor y algo magullados. Eso sí, su uniforme no se enteró de la batalla, estrujado y nada más.
—¡¡Wow!!
—¿En serio ganó?
—¡Increíble!
Los alumnos se asombraron por la imprevista victoria. Era un estándar en el Reino Arpen que lo verde era lo correcto y que rojo incorrecto. Por eso entendieron que Mirio ganó. «Está bastante bien entrenado para ser un plebeyo». Pensó Lucas. También era de los que esperaba una derrota evidente.
—Je, muy bien. Oye tú, moreno. ¿Cómo te llamas? —dijo el profesor.
—Mirio... Mirio Kraus.
—Mirio, fue un buen truco el que hiciste. Has ganado el combate de manera convincente, como prometí, aquí está tu recompensa —Sacó de su almacenamiento dimensional al parecer un frasco chiquito que contenía un líquido de color verde—. Esto es una poción de recuperación de resistencia. Guárdala, la necesitarás más tarde.
Al mencionar esto se la tiró y él la atrapó. «¿En serio lo vencí?» Le resultaba increíble saber que venció a un noble en un duelo. «No fue... no fue tan difícil».
«La verdad... esperaba terminar mucho peor». Inconscientemente su mirada se dirigió a su objetivo de ganar: Aurora.
«...!!!» Ella lo miraba de nuevo, aunque no era la única, la mayoría de los estudiantes lo hacía igual. «¡Rayos!»
Antes de que su imaginación lo tragara escuchó a Medes.
—Ma-maestro, esto fue-
—¡Cállate! Para ser tan arrogante y hablar tanta basura, seguro mostraste una visión patética. Y no te engañes, incluso sin la sorpresa de su truco no hubieras ganado fácilmente. No hables más y sal del ring. Pronto comenzaremos el entrenamiento.
Medes se quedó ahí sin moverse. En shock. Antes había estado tan confiado de sí mismo, solo para que le patearan el trasero. Cuando vio al plebeyo precipitarse sobre él, quiso humillarlo y dejar en claro su punto anterior: que los nobles son superiores. Pero, no fue como pensó que sería.
Nunca esperó que su oponente soltara su arma para saltarle encima. Le habían enseñado que el arma era lo más preciado de un guerrero, parte de él, y de pequeño ha combatido contra varios adversarios elegidos por su familia. Mas es la primera vez que ve un acto así de bárbaro. Apretando los dientes se obligó a levantarse y siguió al profesor junto a los demás. Los dos dejaron los tubos de metal transformados en el ring.
Llegaron al área de los 100m² llena de aparatos para el entrenamiento físico. Tomas dijo:
—¡Tú! El de antes. —Señaló a Tim otra vez. Mirio empezaba a sentir lástima por él. «Pobre».
—...!!! S-sí, ¿pr-profesor?
—Ve otra vez al almacén. Arriba de una mesa a la derecha, hay papeles de unos 10cm con runas inscritas. Trae 28, ni uno más ni uno menos. ¿Entendido?
—S-sí profesor. V-voy enseguida.
Corrió como si lo estuviera persiguiendo un bishé y en menos de tres minutos volvió con los papeles. Eran de un color gris claro con líneas negras que formaban las runas. Un rombo vertical era conformado por los caracteres:
ᛈᛖᛊᛟ, ᛈᛖᚷᚨᚱ, ᛈᛖᛊᛟ, ᛈᛖᚷᚨᚱ
—Bien, ya hemos perdido suficiente tiempo. Cada uno coja un papel. Esto se llama papel aboki, un tipo especial de papel que soporta bien el maná. Por eso se usa en todo Erandel para hacer pergaminos encantados. Una vez más, Ana les hablará en profundidad sobre él.
—Los que sostienen poseen dos encantamientos. Uno es para que se adhiera a sus cuerpos y no se caiga, el otro es para variar la gravedad sobre ustedes. Personalmente los ajustaré para todos. Así que nadie piense que porque despertó su núcleo lo va a tener fácil. Estos papeles pueden aumentar hasta 20 veces la gravedad sobre ustedes.
—...
—Profe-
—¡Silencio! Responderé a sus dudas mañana, hoy toca entrenar hasta que nadie puede levantarse. —Hizo una pausa—. Por cierto, Lucas y Aurora, son los únicos adeptos del grupo. ¿Alguno es Afín al Aura?
—¡¿Adeptos?! —Muchos no pudieron evitar gritar con los ojos abiertos como platos, ni siquiera la batalla anterior los conmocionó tanto. Hay que saber, para pasar del nivel Iniciado al Adepto tienen que pasar en promedio dos años, tal vez unos meses más o menos. Es quiere decir que Lucas y Aurora despertaron por lo menos con ocho años. Para estos niños ignorantes de muchas verdades del mundo, algo así era inaudito. Consideraban que nueve años era el mínimo.
—Yo soy Afín al Aura profesor —dijo Aurora.
—Yo no —respondió simplemente Lucas. «¿Cómo sabe mi nombre?» En esta clase no se presentaron como la primera. Le extrañó que el profesor supiera su nombre. «Como él dijo, son los únicos Adeptos. Es normal que los profesores sepan de ti». Explicó Emberlyn. «Veo».
—Aurora, tu ajuste será mayor.
—Entendido. —Ella no puso objeciones.
Mirio estaba sorprendido como los demás, pensó: «¿Así que el rubio loco es un mago Adepto?» Por responderle bruscamente primero, presentarse después y murmurar solo al final. En la mente de Mirio, Lucas era un rarito en el mejor de los casos. «Impresionante. Definitivamente tengo que entrenar con él». Lejos de estar celoso, sentía alegría de tener alguien así.
Tomas fue hacia cada estudiante pegándoles en el hombro derecho el sello y configurándolo individualmente, para los magos era el doble de gravedad normal y a los otros 1.2 veces. Al terminar explicó:
—Comenzarán con ejercicios físicos como flexiones o sentadillas. Será de esta manera durante los seis primeros meses. Luego pasaremos a ejercicios con peso. Al finalizar cada entrenamiento correrán varias vueltas alrededor del área. ¿Entendido?
—¿Profesor? ¿No deberíamos correr al principio? —dijo Pedro, parece ser bastante hablador, aunque no en el buen sentido. Incluso Mirio podía darse cuenta que no era buena idea reprochar a este maestro.
Tomas lo miró con el ceño fruncido.
—¿El profesor soy yo o tú? Cállate y no hables más en lo que queda de día.
Y así nuestros protagonistas comenzaron su primer entrenamiento infernal.