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Chapter 27 - Capitulo 27

Capítulo: "Negocios, Pedidos y el Rey Fanático de las Hamburguesas"

Ah, los negocios. Uno pensaría que un lugar tan anticuado y mágico no tendría necesidad de pedir cosas "modernas", pero aquí estoy, el proveedor oficial de todos los caprichos culinarios de la nobleza, desde hamburguesas hasta helados que aún no pueden creer que existan. Y claro, a estas alturas, el chisme de mis habilidades se ha expandido tanto que hasta el rey ha escuchado de "las maravillas comestibles" que estoy creando.

El día comenzó como cualquier otro. Yo, tratando de evitar problemas en la academia, cuando de pronto un mensajero vestido como si fuera a la guerra llega con un pergamino sellado. Al ver el sello real, pensé: "Genial, ahora el rey me va a ejecutar por darles tanta comida buena a los nobles y hacer que descuiden sus entrenamientos." Pero al abrir la carta, me encuentro con algo aún peor: ¡El rey quiere que le mande una cena de mis "platillos legendarios"! Sí, señores, ni más ni menos que el rey quiere probar "esas hamburguesas mágicas de las que todos hablan".

Al principio, pensé que era una broma. ¿El rey, pidiendo hamburguesas? Pero luego vino el listado detallado de lo que quería: "hamburguesas con queso doble, papas fritas crujientes, un barril de Sprite (aquí lo llaman 'agua mágica burbujeante'), y de postre, un litro de Häagen-Dazs de vainilla". Obviamente, todo escrito con el tono más serio y formal posible. Me reí un rato mientras leía, porque esto ya parecía una escena sacada de un mal sueño. Pero en fin, uno no le dice que no al rey, a menos que quiera acabar en una mazmorra.

Así que esa misma tarde, me puse a trabajar en la "Orden Real", asegurándome de que todo quedara perfecto, porque ya me veía en la ejecución si al rey se le quemaba una hamburguesa. Preparé la comida con toda la dedicación del mundo, al nivel de un chef de tres estrellas Michelin que intenta ganar un premio. Hasta monté las hamburguesas con un toque de cilantro para que parecieran "exóticas", por si a Su Majestad le daba por buscar detalles. Las papas fritas salieron doradas y crujientes, y el barril de Sprite estaba perfectamente sellado.

Por supuesto, en cuanto el mensajero vio la comida lista, hizo una reverencia y se fue corriendo, como si estuviera cargando oro en lugar de hamburguesas. No pude evitar reírme, pero a la vez me puse a pensar en cómo irían las cosas. "¿Y si no le gusta?", pensé, "¿Acabará esto con mi cabeza clavada en una pica por haber traído 'ideas extranjeras corruptas' al reino?"

Esa noche, traté de dormir, pero el pánico me mantenía despierto. Me imaginaba toda clase de escenarios en los que el rey convocaba a todo el reino solo para declarar las hamburguesas como la peor atrocidad jamás creada. Pero a la mañana siguiente, cuando estaba aún lidiando con mi insomnio, llegó otro mensajero. Esta vez, venía más ansioso que nunca, y traía un cofre. Lo abrió frente a mí, y en su interior había un montón de monedas de oro.

El mensaje era simple: "Su Majestad agradece la espléndida cena y solicita una suscripción mensual de los 'platillos legendarios'. Se requiere un nuevo envío cada semana. Favor de incluir innovaciones según el gusto del chef". O sea, básicamente, acababa de convertirme en el chef privado del rey… ¡del rey! Y claro, la carta venía con una amenaza muy sutil, como quien no quiere la cosa: "Asegúrese de que la calidad nunca decaiga".

A partir de ahí, mis días se volvieron un torbellino. Todos querían probar los mismos platillos que el rey. Noble tras noble llegaba a pedirme "esa hamburguesa que ha conquistado el paladar de Su Majestad" o "ese líquido burbujeante de los dioses". La academia era un caos total; en lugar de preguntar por estrategias de combate, los estudiantes susurraban entre ellos sobre cuál de mis platillos iban a probar en la próxima fiesta. A Lady Perfección la vi una vez muy digna, tomándose un Sprite en público y declarando que "había que tener un paladar refinado" para apreciarlo. Casi me atraganto de la risa.

Y, como no podía faltar, empezaron a surgir los problemas. Porque, claro, los cocineros reales no estaban contentos con que "un aventurero cualquiera" les robara el protagonismo. Algunos intentaron desacreditarme, diciendo que mis platillos estaban "hechizados" o que eran "invenciones peligrosas". Hubo rumores de que un grupo de cocineros estaba organizando una "revuelta culinaria" para sacar mis hamburguesas de palacio. Pero para su mala suerte, el rey ya estaba tan enganchado que ninguna acusación surtía efecto.

Una vez, un cocinero intentó sabotear uno de mis envíos reales. Cambió la salsa especial de las hamburguesas por un brebaje asqueroso, esperando que el rey se indignara y cancelara el contrato. Pero cuando el rey probó la salsa "alternativa", comentó que era "una nueva experiencia de sabor" y que la encontraba "inusual pero intrigante". ¡Así de enganchado estaba el tipo con mis creaciones!

Ahora, no solo soy proveedor oficial de comida rápida del rey, sino que también he desatado una guerra de sabores en todo el reino. Cada noble quiere su propio chef personal para hacer "comida estilo aventurero", y los plebeyos han empezado a organizarse para protestar y exigir acceso a las "hamburguesas reales". Es una locura completa.

Así que aquí estoy, atrapado en esta extraña doble vida: de día, estudiante de magia y combate en una academia donde la mayoría apenas sabe conjurar un hechizo sin quemarse las pestañas; y de noche, el chef de moda, con pedidos reales y nobles exigiendo cosas cada vez más locas. He pasado de ser el tipo atrapado en un mundo medieval a ser el chef de la realeza, todo porque a alguien le dio por llamar "platillos legendarios" a mis hamburguesas.

Y lo peor de todo es que ahora tengo que seguir inventando. Estoy planeando mi próximo platillo, porque ya puedo ver al rey pidiendo "algo más novedoso". ¿Sushi? ¿Tacos? ¿Enchiladas? En fin, solo espero que no me pidan milagros culinarios imposibles. Aunque, siendo honesto, después de convertir a las hamburguesas en el platillo más popular del reino, creo que ya no tengo vuelta atrás.