Capítulo: "El Imperio del Carbonato y Mis Tres (Sí, Tres) Esposas"
Así, señores, si creen que mi vida ya era complicada, piénsenlo otra vez. Después de convertir una bebida burbujeante en un fenómeno global y recibir títulos absurdos como el "Apóstol del Carbonato" y "El Protector de las Burbujas Sagradas," parecía que los problemas apenas comenzaban. Porque claro, lo que me esperaba no eran solo negocios y botellas de vidrio; el destino, en su infinita crueldad, me tenía preparada una sorpresa: ¡las proposiciones de matrimonio!
Lady Perfección 2.Infinito: La Hija del Rey
Todo comenzó cuando la hija del rey, que convenientemente decidí llamar Lady Perfección 2.Infinito (porque sí, así de original soy) decidió que nuestro vínculo empresarial no era suficiente. En un momento de pura convicción, se plantó delante de mí en el salón real, rodeada de su séquito de damas de honor y escoltada por la Guardia Real, y me soltó, sin un atisbo de duda: "Tú eres mi esposo."
Me quedé mirando, parpadeando como si un dragón de tres cabezas acabara de aparecer frente a mí. "¿Perdón? ¿Esposo?" Pero no tuve tiempo ni de procesar la idea, porque de repente el rey también empezó a hablar sobre lo beneficioso de una "alianza sólida" entre su familia y el "Apóstol del Carbonato." Aparentemente, ahora la realeza creía que yo era una especie de profeta burbujeante. Y yo, un tipo práctico, intenté declinar educadamente.
Pero claro, en un mundo donde la hija del rey ya había decidido que el matrimonio era inevitable, decir "no" no era una opción. Y así, con una sonrisa petrificada, terminé siendo arrastrado a una ceremonia fastuosa y a una interminable lista de "consejos" sobre cómo ser el esposo de una princesa.
Lady Perfección v.1 se Suma al Caos
¿Y piensan que esto era suficiente? Pues no. Mi querida Lady Perfección v.1, la misma que se había convertido en mi aliada y socia desde el comienzo de la locura de la Coca-Cola, no quiso quedarse atrás. Según ella, si Lady Perfección 2.Infinito iba a ser mi esposa, entonces ella también tenía derecho. Claro, el razonamiento era irrefutable, al menos en su cabeza.
Así que en otro evento monumental (porque aquí todo se hace con demasiada pompa), terminé casado no solo con la hija del rey, sino también con la primera noble que había apoyado mi proyecto de bebidas y tacos en este mundo. Ahora tenía dos esposas. Sí, señores, dos. El "extranjero excéntrico" que solo quería vender Coca-Cola y hamburguesas ahora estaba oficialmente casado con dos de las damas más importantes del reino.
Y para añadir sal a la herida, ambas empezaron a pelear, pero no en la forma que esperaban. Cada una intentaba hacerme sentir como el marido más especial y reverenciado del mundo… con regalos absurdos, cartas poéticas, y eventos privados de degustación de Coca-Cola en habitaciones adornadas con velas y pétalos de rosas. ¡Mi vida había cambiado a un reality show medieval!
La Hija del Emperador: ¿Una Tercera Esposa?
Y ahí fue donde pensé que mi vida no podía complicarse más. Pero claro, el destino todavía tenía una carta bajo la manga. Resulta que la hija del emperador del reino vecino (el tipo con el ejército más temible de todos, el "Emperador del Acero") escuchó sobre mis hazañas y las maravillas de la Coca-Cola. Así que, un día, el embajador del emperador apareció en mi despacho, con un mensaje escueto: "Su majestad desea que usted se case con la princesa."
¿Mi respuesta? Una risa nerviosa, mientras intentaba recordar cómo se respiraba. Claro, ya era todo un "experto" en matrimonios diplomáticos, así que intenté responder de manera formal, algo como: "Por favor, expresen mi gratitud, pero... ya tengo suficientes compromisos." A lo que el embajador, con una sonrisa amenazante, respondió: "La princesa no suele aceptar un 'no' como respuesta."
En un abrir y cerrar de ojos, estaba en camino al imperio vecino, donde fui recibido con pompa y circunstancia, y donde, al parecer, mi destino estaba sellado sin opción a negociar. La hija del emperador, que decidí llamar "Lady Invencible" (porque eso de ponerles nombres me estaba volviendo loco), tenía la expresión de alguien que no aceptaría un rechazo. Sus ojos brillaban con una intensidad que casi me hacía retroceder, y sin mediar mucha palabra, me dijo: "El imperio te necesita como esposo."
La boda fue aún más desbordante que las anteriores. Tambores, bailes, festejos y una mezcla de formalidad con una sutil amenaza de "cuidado con no cumplir tu rol." Y así, oficialmente, me convertí en el esposo de la princesa más poderosa del continente. Ahora tenía tres esposas y el título adicional de "Consorte Imperial."
Más Fábricas, Más Demandas
Con mis tres matrimonios sellados, la popularidad de la Coca-Cola se disparó aún más. Las botellas eran tratadas como reliquias, y los plebeyos ya comenzaban a fabricar falsificaciones con nombres como "Cola-Real" o "Burbujas Negras." Así que, claro, el siguiente paso era expandir la producción. Ordené abrir fábricas en los reinos vecinos, en una especie de red de carbonato que cubría todo el continente.
Los pedidos de Coca-Cola llegaron al punto de que algunos reinos casi abandonaron sus cosechas de vino y cebada para dedicarse exclusivamente a la producción de la "poción de carbonato." Hasta los hechiceros del reino intentaron crear hechizos para replicar la "chispa," pero ninguno lograba el verdadero sabor.
El Caos Marital
Mientras tanto, mis tres queridas esposas competían en una especie de batalla silenciosa por ganarse mi favor. Lady Perfección 2.Infinito y Lady Perfección v.1 me llenaban de detalles absurdos, desde bordados con mi cara hasta poesías improvisadas. Lady Invencible, por otro lado, tenía un enfoque más militar. A cada rato enviaba soldados como "guardia personal" y me aseguraba que, si necesitaba conquistar algún reino para expandir mi negocio, solo tenía que decírselo. Porque claro, nada dice "te amo" como una invasión sorpresa.
Los rumores de mis tres matrimonios empezaron a circular por todo el reino. Los bardos cantaban canciones sobre "El hombre de tres reinas" y los nobles de todas partes me miraban con una mezcla de reverencia y celos. Algunos intentaban copiarme, buscando en los callejones a "su propio Apóstol del Carbonato," pero claro, nadie podía replicar el elixir verdadero.
El "Imperio Carbonatado" se Expande
Para culminar, decidí instaurar "El Consejo Carbonatado," una especie de cónclave de los directores de todas mis fábricas y mis queridas esposas, para mantener el flujo de producción y asegurar que la "experiencia Coca-Cola" fuera consistente en todo el continente. Hasta el rey y el emperador querían estar presentes en cada reunión, lo que convertía cada junta en un espectáculo digno de una obra de teatro.
Al final del día, me encontré en el salón principal, rodeado de reyes, príncipes, nobles, y tres esposas ansiosas de mantener su estatus. Con una botella de Coca-Cola en la mano, y el reino entero observando mis pasos, me di cuenta de algo: había pasado de ser un simple emprendedor a una leyenda viviente. Y si esto me iba a costar mi cordura, que así fuera.
Así señores, les presento mi vida: el "Apóstol del Carbonato," el "Esposo de Tres Reinos," y el hombre que, sin quererlo, convirtió a la Coca-Cola en el bien más codiciado de este extraño mundo.