Capítulo: "La Fábrica de Coca-Cola: La Guardia Real en Defensa del Elíxir de los Dioses"
Después de la revolución causada por la llegada de la Coca-Cola, el reino estaba completamente obsesionado. Entre la nobleza disputándose el suministro y los plebeyos organizando "colectas de carbonato" para comprar botellas al por mayor, ya era imposible abastecer la demanda con las invocaciones limitadas que podía hacer. Así que llegó el momento de expandir el imperio del gas: la primera fábrica de Coca-Cola en este mundo.
La Construcción de la Fábrica: Un Monumento al Carbonato
La fábrica no podía ser algo sencillo. Aquí no se trataba solo de producir bebidas; esto era, según el rey, "un símbolo de modernidad y poder." Así que los arquitectos del reino, quienes normalmente solo construían castillos o templos, recibieron la tarea de erigir un "palacio de producción" digno de albergar la receta secreta.
Las paredes estaban adornadas con inscripciones en latín ficticio como "Carbonato Est Veritas" y "In Fizz We Trust," porque, según los nobles, una bebida así necesitaba un aire de misticismo y sofisticación. De hecho, algunos hasta sugerían que la fábrica debía estar rodeada por una muralla, "para proteger el secreto de la chispa."
La Guardia Real: En Defensa del Elíxir
Cuando llegó el día de la apertura oficial de la fábrica, el rey envió nada menos que a la Guardia Real para protegerla. Estos tipos, que normalmente se encargaban de resguardar el castillo y escoltar a la familia real, ahora tenían una misión suprema: proteger el suministro de Coca-Cola. Lucían sus armaduras relucientes, con lanzas y escudos decorados con el símbolo de la botella de vidrio en el centro. Literalmente se convirtió en un emblema nacional.
El capitán de la Guardia, un hombre que llevaba años protegiendo los tesoros reales, estaba completamente fuera de sí. "Mi vida ha sido dedicada a la defensa del reino y ahora… ¿defenderé una bebida?" Pero claro, en cuanto probó una botella y sintió el burbujeo mágico, lo vi cambiar de opinión en un segundo. Con una expresión de profunda devoción, exclamó: "No se preocupen, la Coca-Cola será protegida a toda costa."
Los Intentos de Espionaje y el Mercado Negro
El problema, claro, es que no todo era perfecto. La fábrica se volvió el foco de todos los espías y ladrones del reino. Se rumoraba que los alquimistas de otros reinos querían replicar la fórmula secreta, y los nobles rivales estaban desesperados por obtener su propia planta de producción. Pronto, la fábrica comenzó a recibir visitas misteriosas en la noche: magos con capas oscuras, espías enmascarados, e incluso un ladrón legendario conocido como "La Sombra". ¿Su objetivo? Robar la fórmula secreta de la Coca-Cola y, tal vez, secuestrar a uno que otro trabajador de planta para extraerle el conocimiento a punta de hechizos y torturas.
Fue entonces que el rey decidió instalar un sistema de seguridad aún más imponente. La Guardia Real no era suficiente, así que ordenó la creación de un batallón especial: "Los Protectores del Carbonato." Estos tipos estaban entrenados para reconocer a infiltrados y cazadores de fórmulas, y andaban armados con dagas grabadas con símbolos del carbonato y cascos con la figura de una botella. No era raro escuchar a los plebeyos murmurando: "Nadie se mete con el carbonato bajo la protección de los P.C."
La Exportación del Elíxir de los Dioses: El Primer Envío Internacional
Cuando por fin estabilizamos la producción, el rey y yo acordamos exportar la Coca-Cola a otros reinos. ¡Imagínense! Cada embajador recibía su propia caja de "elixir carbonatado" como símbolo de alianza y prosperidad. Las botellas llegaron a manos de reyes, emperadores, y hasta archimagos. Enviábamos los cargamentos en carretas blindadas, escoltadas por los mejores caballeros y mágicamente reforzadas para evitar que bandidos y piratas las interceptaran en el camino.
El primer embarque salió con gran pompa y ceremonia. Los nobles se reunieron para despedirlo como si fuera una procesión sagrada, lanzando flores y cantando alabanzas al "elixir de los dioses." Lady Perfección, claro, se encargó de bendecir la caravana, mientras Lady Inocencia observaba con una lágrima en el ojo. "Es el inicio de una nueva era," me susurró con una voz cargada de emoción. Yo solo asentí, tratando de no reírme de la seriedad con la que todos tomaban la exportación de una bebida gaseosa.
Las Reacciones Internacionales: El Impacto Cultural del Carbonato
Una vez que la Coca-Cola llegó a otros reinos, el caos estalló. Los monarcas que probaban el primer sorbo experimentaban algo similar a una revelación divina. "¿Qué clase de hechicería embotellada es esta?" gritaban algunos, mientras otros declaraban que beber Coca-Cola era "ver el rostro de los dioses en burbujas." Algunos incluso decretaron días de fiesta en honor a la bebida, y los poetas empezaron a escribir odas al "elixir de la chispa."
Pronto, los demás reinos comenzaron a demandar más envíos, y los embajadores se peleaban para ser los primeros en asegurar un trato exclusivo. "Mi rey, nuestra alianza depende de la entrega continua de este sagrado elixir," escribía uno, mientras otro advertía que, sin Coca-Cola, "habría un vacío en nuestras vidas que ni el oro ni la magia pueden llenar."
La Fiebre del Carbonato: Adicción Nacional
El problema era que no todos podían pagar el precio de exportación de la Coca-Cola, así que empezaron a circular imitaciones por doquier. Desde "Coca-Dur" en el Reino de Durshire hasta la "Cola-Kal" en las islas orientales, cada región intentaba replicar la receta. Pero, claro, ninguna lograba alcanzar la verdadera "chispa de sabor." Los plebeyos, sin embargo, empezaron a organizar catas clandestinas en tabernas, donde comparaban las versiones locales con la original. Se empezaron a ver letreros en los callejones que decían: "El verdadero carbonato solo en las botellas de vidrio."
Para algunos, la Coca-Cola se volvió un símbolo de estatus. Las familias nobles organizaban banquetes en los que la bebida central era la Coca-Cola, y los invitados compartían anécdotas sobre sus primeras experiencias con el elixir. Los bardos componían baladas sobre los "guerreros del carbonato," y no pasó mucho tiempo antes de que aparecieran imitadores en cada esquina.
El Retorno al Reino: El Éxito Final de la Fábrica
Cuando la primera exportación resultó ser un éxito rotundo, el rey estaba exultante. Me ofreció tierras, títulos, y hasta la mano de su hija (que, gracias a los dioses, rechacé educadamente). Ahora era oficialmente el "Proveedor Oficial del Carbonato Real," y los nobles me miraban con respeto (o tal vez miedo). Había pasado de ser el "extranjero raro" a convertirme en una figura casi sagrada. La gente susurraba leyendas sobre mi habilidad para convocar "bebidas mágicas," y algunos incluso comenzaron a adorarme como el "Apóstol del Carbonato."
Pero lo mejor de todo era ver cómo el reino, que antes me parecía tan anacrónico y tedioso, ahora se llenaba de pequeños vestigios de modernidad. Tabernas que antes servían vino rancio ahora ofrecían Coca-Cola, y hasta las fiestas reales habían adoptado "el brindis de las burbujas."
Así, con una botella de vidrio en mano y el reino envuelto en una locura burbujeante, me despedí del evento, sintiéndome como un titán moderno en un mundo medieval, sonriendo mientras Lady Perfección y Lady Inocencia se lanzaban miradas celosas, cada una tratando de ser la primera en levantar su copa.