Manos apretadas y mandíbulas tensas, Angelina se encontraba en una esquina, enfurecida de pies a cabeza mientras observaba a Leonica salir de la habitación, el cabello desordenado y frescos chupetones adornando su espalda y cuello, dejando finalmente claro que el plan que había pasado días elaborando, había caído en manos equivocadas.
—¡Y todo por culpa de esa perra llamada Leonica!
—¡Lo había arruinado todo, robado la oportunidad cuando había gastado miles en la droga con la que diluyó la bebida de Gabriel!
Había esperado pacientemente, compró la droga a un amigo suyo quien le aseguró que solo una noche bastaría para quedar embarazada del bebé de Gabriel, con miles de dólares y en el momento adecuado, decidió actuar, pero todo porque Stellar la arrastró lejos de una conversación, había perdido la oportunidad.
Avanzando lentamente desde su lugar, Angelina se movió hacia la habitación de la que Leonica había salido y con mucha hesitación, echó un vistazo dentro.