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—Qué. Carajo. Pasa. Aquí —fueron las palabras que pasaron por la mente de Leonica mientras miraba la fotografía, desconcertada.
Hasta este momento, ella se había preparado para cualquier cosa, todo y probablemente para la peor situación que Gabriel pudiera lanzarle.
Había establecido contingencias tras contingencias, incluso llegando al punto de reducir la edad exacta de Ashely, de cuatro a tres años. También había dado varios pasos adicionales para asegurarse de que su bebé, su hijo, estuviera seguro con ella sin importar qué.
Sin embargo, aquí estaba ella, sentada en su coche, visiblemente en pánico mientras conducía al lugar que Gabriel le había dado.