Al otro lado de la ciudad, la señora Salvador estaba arduamente trabajando en su cocina. Acababa de colgar el teléfono con Miguel y ya estaba preparando una sopa nutritiva para ayudar a Joanna a recuperarse.
Tarareaba para sí misma mientras cortaba verduras y hierbas, añadiéndolas a una gran olla con caldo hirviendo. El fragante aroma del ajo, el jengibre y la cúrcuma llenaba la habitación.
—Esto la ayudará a sanar —murmuró para sí misma, sus manos moviéndose con destreza practicada—. Pobre Joanna. Sé que ha pasado por mucho.
—Solo desearía saber qué ocurrió —continuó, su voz cargada de preocupación—. Miguel no quiere decírmelo, pero no puedo deshacerme de la sensación de que algo no está bien.
Soltó un profundo suspiro mientras revolvía la sopa, sus pensamientos consumidos por el misterio que rodeaba el "accidente" de Joanna.