Las manos de Anna temblaban mientras leía las palabras de Rodríguez, su mente giraba con preguntas y dudas. ¿Podía confiar en él? ¿Podía arriesgarlo todo con la esperanza de que él cumpliera su promesa?
Tomó una profunda respiración y escribió su respuesta, sus palabras un testimonio de su miedo e incertidumbre. —Quiero confiar en ti, Rodríguez. De verdad que sí. Pero no puedo arriesgarlo todo por una promesa. Solo espero que no me decepciones.
La respuesta de Rodríguez fue rápida y contundente, sus palabras llenas de confianza y determinación. —No te decepcionaré, cariño.
Anna suspiró y dejó su teléfono celular en la cama después de leer el último mensaje de Rodríguez.
Una brisa fría barrió la habitación del hospital, las cortinas ondeaban ligeramente mientras el sol asomaba por la ventana. Joanna yacía en la cama, su rostro pálido y demacrado. A su lado, su mejor amiga Lillian se sentaba, su mano sujetando la de Joanna mientras la vigilaba.