—No hay nada que pueda hacer, señora Salvador. Miguel no está listo para dejarme ir de su anzuelo pronto —murmuró Joanna, oliendo suavemente.
—Está bien, querida. Una cosa que sé es que mi hijo se enamorará perdidamente de ti. Es solo cuestión de tiempo y todo esto terminará —aseguró la señora Salvador, mirándola intensamente a los ojos.
Joanna casi escupió en voz alta, encontrando las palabras de la señora Salvador como cuentos de hadas que nunca existirían.
—¿Y cuándo ocurrirá eso? —Joanna no pudo evitar escupir la pregunta.
La expresión de la señora Salvador se suavizó, su mano aún descansaba suavemente sobre el hombro de Joanna. —Sé que puede parecer imposible ahora, querida mía —dijo ella, su voz suave—. Pero el amor es una cosa extraña y poderosa. Creo que con el tiempo, Miguel comenzará a verte no como un medio para saldar una deuda, sino como una persona digna de su amor y respeto.