Lisa seguía luchando, pensando qué ponerse. Suspiró por enésima vez. Finalmente se decidió por un vestido negro sin tirantes.
Dejó su cabello suelto y tomó un bolso pequeño. El sonido de sus tacones resonaba mientras salía de su casa.
Gio la esperaba afuera. Sonrió al verlo, se subió al auto y él arrancó.
—Te ves hermosa —dijo él, y ella se sonrojó.
—Gracias —respondió ella y se mordió el labio. Estaba intentando tan fuerte no mirarlo fijamente, que le echaba miradas furtivas.
—¿Por qué no me miras todo lo que quieras en lugar de robarme miradas? —preguntó Gio.
—No estaba mirando —negó ella y se volteó hacia el otro lado.
Gio llevaba una camisa con los dos primeros botones desabrochados y un pantalón.
—¿Cuánto tiempo llevas trabajando para Miguel? —preguntó Gio.
—Dos años, creo —respondió ella, y él asintió.
—He estado intentando llamar tu atención por un tiempo, pero parece que no me notas, todo gracias a Joanna, ella hizo que me notaras —dijo Lisa, y Gio soltó una risita.