Mi primer mes de trabajo ha transcurrido mucho más rápido de lo que pensé.
La familia pocas veces está en la casa, constantemente están es salidas familiares o cada quien se va por su lado para disfrutar de sus vacaciones, por lo tanto mi trabajo ha sido mucho más sencillo sin la señorita Charlotte constantemente haciéndome la vida imposible, ni la señora de la casa con sus infinitas exigencias.
Benjamín regresa a la universidad la próxima semana por lo que mi único aliado me estará dejando, para mí mala fortuna Charlotte se quedará aquí, resulta ser que ella vive aquí y estudia en una universidad cercana por lo cual nunca ha pensado en dejar la casa de sus padres.
Ella es todo lo que una niña consentida y malcriada podría significar.
Quién no ha parado en la casa en ningún momento, o por lo menos durante mi turno de trabajo ha sido el joven Alexander, por lo que he escuchado de las conversaciones entre sus hermanos él siempre se la pasa con su novia, Casandra, pero claro, no es como si a mí me importase eso.
Ahora me encuentro en la cocina, pensando en esas solicitudes de trabajo que aún no he enviado mientras hago mis tareas del día cuando siento una presencia detrás de mí.
Volteó rápidamente esperando encontrarme con Benjamín quien cuando está en la casa contantemente viene a hacerme compañía cuando me consigo con que estaba equivocada.
Mi sonrisa muere al instante.
No es Benjamín.
- ¡Vaya! – dice el joven Alexander - ¿Esperabas a alguien más? – pregunta con una ceja alzada.
- Ehm… no – le digo rápidamente intentando formar una sonrisa algo forzada en mi rostro - ¿Desea que le ayude con algo? – le pregunto - ¿quisiera algo de tomar o de comer? – hago otra pregunta pero él me ignora
Lo veo caminar por la cocina y acercarse él mismo hasta el refrigerador.
- ¿A quien esperabas? – me pregunta con el rostro aún dentro del refrigerador mientras inspecciona lo que hay allí adentro.
- A nadie – le digo.
- ¿Segura? – me pregunta cerrando la puerta del refrigerador con apenas una manzana en sus manos – podría sentirme ofendido.
No le puedo decir que pensé que era su hermano, sería extraño, así que solo asiento en respuesta.
Él no dice nada más, solo se da media vuelta y sale de la cocina sin siquiera mirarme.
Que extraño.
…
- ¡OLIVIAAAAAA!
Escucho que gritan mi nombre de forma bastante histérica.
¿Y ahora que? – pienso dejando los platos que estaba limpiando sobre la encimera de la cocina.
Limpio mis manos con una toalla seca y me apresuró al salón que es de donde provienen los gritos de la señorita Charlotte.
- ¡OLIVIAAAAAAAAA!
Vuelve a gritar pero esta vez ya estoy allí, aún así ella no se detiene y sigue con su interminable grito.
- ¿Si? – le pregunto una vez se detiene.
Ella está sobre el rellano de la escalera por lo que tuvo que haberme visto llegar.
- ¿Dónde estabas? – me pregunta de mal humor.
- En la coci…
- No me importa – me interrumpe – hoy van a venir unos amigos y necesito que tengas todo listo.
- ¿Todo? – le pregunto sin comprender.
- La piscina – dice ella como si fuese algo obvio pero yo sigo sin comprender.
La piscina es responsabilidad del jardinero, él es quien debe de estar al pendiente de ello, yo no.
- Lo que mi hermana quiere decir – dice una voz detrás de mí que me hace sobresaltar – es que necesita cócteles y algunos bocadillos – dice el joven Alexander.
Se ha acercado sin yo darme cuenta.
- Eso fue lo que dije – dice Charlotte de forma desafiante pero él simplemente la ignora.
- Solo debes de llevar bandejas con bocadillos de forma seguida y estar al pendiente de que siempre haya alcohol – me dice con un guiño que en vez de hacerme sentir tranquila solo me hace sentir inquieta. Agradecida por su explicación asiento y aunque quisiera formular alguna palabra de mi boca no sale nada.
- ¿Sandy va a venir? – le pregunta su hermana.
- ¿Sandy? – le pregunta él pero sin quitar su vista de mi.
Esto es tan extraño.
Intento enfocar mi atención en cualquier otra cosa pero aún así siento su mirada sobre mi.
- Casandra – dice ella con un gruñido molesto que lo hace dejar de verme.
Por fin.
- Casandra y yo hemos terminado – le dice él.
- ¿Por qué? – pregunta ella asombrada.
Siento que mi presencia ya no es necesaria.
Esto es algo que sencillamente no es de mi incumbencia así que de forma silenciosa empiezo a dar pasos hacia atrás.
Es mi momento de irme y volver a la cocina donde tengo que ponerme a preparar esos bocadillos.
- Eso no es asunto tuyo – lo escucho responder él de mal humor.
- Pero ella…
- ¿A dónde vas tú? – la interrumpe él haciéndome detener enseguida.
¿Qué?
- ¿Qué? – repite su hermana como si escuchase mis pensamientos.
- ¿A dónde vas? – me pregunta viéndome directamente a mi.
- Yo… - no se qué decir.
- Nadie dijo que podías irte – dice molesto.
- Yo…
- ¡Alexander! – exclama su hermana con un jadeo.
A ella no le gusta compartir la atención. Eso es algo que he aprendido en mi tiempo trabajando aquí.
- Lo que yo haga no es tu problema – le dice él a su hermana de forma categórica – y tú – me dice a mi pero se detiene – nada – dice después de varios segundos en silencio – solo lárgate y mantente fuera de mi vista.
…
- Está servidumbre es cada vez menos eficiente – masculla Charlotte a Casandra cuando me acerco a la piscina para llevarles más refrigerios.
Hay aproximadamente unas diez personas incluyéndolas a ellas, no es como si los hubiese contado pero siento que no he dejado de traer bocadillos y bebidas. Cada vez que vengo a traer algo alguien más pide otra cosa, sobretodo este par que no ha dejado de regresar las bebidas porque la parecer no son lo suficientemente buenas.
Tengo casi dos horas así, yendo y viniendo constantemente.
Normalmente Amanda sería la encarga de hacer esto pero hoy es su día libre y como la señora Pires no se encarga de este tipo de cosas y la señorita Charlotte me lo ha pedido a mí he tenido que aguantar sus malos comentarios e intentos de manoseos por sus amigos cuando me acerco a entregarles algo nuevo.
- ¿Y por qué no la despiden? – pregunta Casandra ignorando mi presencia.
Ellas están hablando de mi y aunque lo están haciendo justo en frente de mi parece que no les importa que yo las escuché.
Yo simplemente soy insignificante.
- Buena idea – responde Charlotte sonriendo – tú – me señala – tráeme más protector solar.
Molesta y cansada por su insoportable personalidad me apresuró hacia el interior de la casa antes de que a alguien más se le ocurra pedir otra cosa.
A mí espalda no dejo de escuchar los gritos y sonidos del agua cada vez que uno de sus amigos se lanza a la piscina.
Como los detesto.
Voy viendo a mis pies para no caer por el agua que hay por todos lados cuando siento que alguien se atraviesa en mi camino.
En seguida levanto la cabeza y me detengo justo antes de chocar con esa persona.
- Oh, disculpe joven Alexander – masculló.
- ¿A dónde vas tan apurada? – me pregunta.
Mantengo mi vista en su rostro, él al parecer también va a la piscina supongo ya que no lleva camiseta.
No he podido dejar de ver qué tiene un muy buen cuerpo.
- Su hermana me ha pedido que le busque más protector solar – comento.
El joven Alexander asiente – tú también deberías de usar un poco – menciona.
¿Qué?
Lo miro confundida.
¿Por qué yo tendría que usar protector solar si estoy trabajando en la cocina?
- Tienes la piel roja – explica – aquí – dice tocando con sus dedos mis mejillas – y aquí – ahora toca mi frente. Instintivamente doy un paso hacia atrás. No me gusta que las personas que no conozco me toquen.
- Oh – murmuró.
- Supongo que Charlotte y sus amigos te han estado manteniendo trabajando aquí afuera por bastante tiempo – dice ignorando mi reacción.
El joven Alexander está intentando mantener una conversación conmigo pero a diferencia de con Benjamín este no me hace sentir cómoda. Es extraño.
- ¿Desea que le traiga algo? – pregunto en cambio porque no se qué responder a lo otro.
Si digo que si he estado trabajando bastante y él se lo cuenta a ella podría ser tomado como una queja de mi parte, pero si digo que no entonces me van a poner más trabajo. De cualquier manera pierdo.
El joven Alexander se mantiene en silencio por lo que parece una eternidad así que me quedo de pie allí bajo el fuerte sol del mediodía.
- No – dice luego de un rato - ¿Por qué no te quedas adentro un rato? – me pregunta – descansa.
Estoy sorprendida por sus palabras y aunque me gustaría hacerle caso se que no puedo.
- Gracias por la oferta joven Alexander – agradezco – pero su hermana espera su…
- Su protector solar – me interrumpe él – lo se – dice alzando algo que hasta el momento no me había fijado que tenía en su mano – pensé que iba a ser útil así que traje de más – dice – no te preocupes, ya lo tengo cubierto – con esto último el me guiña un ojo y se va dejándome de pie.
Si actitud es extraña pero no lo analizó mucho y me apresuró al interior de la casa donde nada más entrar y sentir el aire acondicionado me siento mejor.
El vamos allá afuera está bastante alto.
Acercándome hasta el grifo tomo uno de los vasos que tengo secándose y tomo un poco de agua.
Realmente lo necesitaba.
El joven Alexander es inquietante, no se porque pero su actitud me parece extraña y no me gusta.
El único de esta familia que realmente me agrada es Benjamín y hablando del rey de Roma, justo lo veo aparecer por las puertas de la cocina.
- ¡LIV! – exclama nada más verme - ¿Qué te pasó? – me pregunta acercándose – estás toda roja y sudada – señala.
- Hay fiesta en la piscina – le respondo.
- Y supongo que Charlotte te ha estado haciendo trabajar de más – dice sacudiendo su cabeza.
Él es el único al que veo tratar a su hermana por lo que es.
Una niña malcriada y caprichosa.
Supongo que al ser el hermano del medio y no recibir tanta atención puede ser más coherente con sus criterios.
En respuesta a su muy acertada observación me encojo de hombros. Por mucho que me desagrade su hermana no me quejo de ella con él. Eso sería cruzar un límite para mí.
- Te quería pedir que me preparases algo pero…
- Oh, no, no – digo enderezando mi postura - ¿Qué quieres? – le pregunto.
Servirle a Benjamín no me desagrada, además de que es mi trabajo.
- ¿Estás segura? – pregunta – puedes descansar un rato – ofrece – yo no sé lo diré a nadie.
Estoy tentada a aceptar su oferta pero se que si alguien lo descubre estaré en graves problemas.
- Sabes que no puedo – me lamento – aún sigo trabajando y…
- Y yo no entiendo que haces aquí – dice él tomando asiento en una silla del mesón - ¿ya enviaste esas solicitudes? – pregunta.
Hace poco Benjamín y yo estuvimos hablando y le confesé realmente que yo era licenciada en literatura. Él pareció bastante asombrado ya que ambos tenemos la misma edad.
- Aún no he tenido tiempo y…
- No entiendo que estás esperando – me interrumpe él – se que odias trabajar aquí.
- Yo… - sacudo mi cabeza. Mantener está discusión no me pondrá de mejor humor - ¿te parece si te hago un sándwich de pollo? – pregunto en cambio recordando que hay sobras de pollo de la cena de ayer.
- Si – asiente – eso sería bueno. Pero no pienses que me vas a distraer con eso, tú sabes que…
- ¡BENJIIIII! – nos interrumpe Charlotte cuando entra a la cocina.
Detrás de ella vienen dos mujeres más. Todas escurriendo agua por todos lados.
Rayos.
Ahora tendré que limpiar el piso también.
- ¿Qué haces aquí Benji? – dice su hermana con pucheros.
- Tengo hambre y…
- Ven con nosotros – le interrumpe ella ya tomándolo por el brazo – tú – me señala – llévale algo de comer a mi hermano.
- Charlotte – la regaña Benjamín.
- ¿Qué? – pregunta ella con inocencia – ella es la servidumbre, trátala como tal.
Detrás de ella su séquito se ríe haciéndome sentir avergonzada.
Por el rabillo del ojo veo como la señorita Charlotte saca a Benjamín de la cocina y lo obliga a ir con ella.
Cansada y aburrida de este trabajo termino de preparar ese sándwich como se que a Benjamín le gusta y tras servir algo de limonada también coloco todo sobre una bandeja para poder llevarlo a la piscina.
Afuera todos parecen estar pasándolo bien.
Hay muchas risas y gritos divertidos.
Unos cuantos están bajo las sombrillas y otros en la piscina pero se ve un ambiente agradable.
- Gracias Liv – dice Benjamín en lo que me acerco a él.
- ¿Liv? – pregunta Casandra quien se encuentra acostada sobre una silla tomando al sol - ¿Quién es Liv?
Siento la mirada del joven Alexander en mi. Él está sentado junto a su hermano y ahora ambos me ven.
- Olivia – dice Benjamín – Liv para los amigos – aclara él con una sonrisa mientras dejo la bandeja sobre una mesa cercana a él.
Escucho la risa de Casandra.
- La servidumbre no son amigos – se burla – además, ¿qué clase de nombre estúpido es Liv?
- No lo sé Sandy – replica Benjamín - ¿por qué no nos los explicas tú? – pregunta.
Sus palabras me hacen querer sonreír un poco.
Casandra o "Sandy" se pone de pie ofendida por lo que ha dicho Benjamín y se lanza hacia la piscina nadando lejos de nosotros.
- Gracias – susurro con una sonrisa.
- No te preocupes – dice él – piensa en lo que te dije.
Oh.
Benjamín me ha estado intentando convencer de que renuncié pero no lo puedo hacer sin antes conseguir empleo en otro lado.
Algo que se me dificulta debido a mi actual horario de trabajo. Entro a trabajar tan temprano y salgo tan tarde que no me da tiempo de ir a entregar solicitudes de trabajo en ningún otro lado.
- Ustedes dos parecen llevársela muy bien – dice una voz que me saca de mis pensamientos.
Giro mi cabeza para encontrarme con el joven Alexander.
Él ahora parece molesto e instintivamente me encojo un poco.
- Liv y yo somos amigos – dice su hermano en mi defensa - ¿algún problema? – pregunta Benjamín.
Alexander nos observa a ambos y sin decir nada se pone de pie y se lanza en la piscina haciendo que el agua salga disparada por todos lados y me moje por completo.