- Lleva esto a la piscina – dice Amanda nada más me ve entrar a la cocina.
- ¿Qué es eso? – pregunto.
- Él joven Alexander ha pedido algo de comer.
- ¿Y por qué no lo llevas tú? – pregunto confundida.
Yo vengo de pulir los vidrios de la terraza.
Me gustaría tomar un poco de aire antes de seguir trabajando.
- Él ha pedido que seas tú quien lo lleve – dice Mandy encogiéndose de hombros.
¿El que? – la miro confundida.
El joven Alexander normalmente se mantiene lejos de mi y cuando está por aquí siempre me trata con cortesía distante. Su semblante siempre es serio, molesto.
Él es extraño.
- Olivia – Amanda chasquea los dedos frente a mi.
- ¿Qué? – pregunto.
- ¿Vas a llevar esto o no? – me pregunta – yo tengo que salir a hacer unas compras con la señora Pires, tú te quedarás aquí – me dice.
- ¿Yo sola? – pregunto asustada.
- Si – dice ella asintiendo – pero no pasa nada, los señores no están, la señorita Charlotte se fue de viaje y el joven Benjamín ha salido hace poco, solo está el joven Alexander, lleva esto y ya.
Veo la bandeja que ha preparado, parece suficiente comida como para dos personas o más.
A lo menos está esperando visita.
Asintiendo y tomando la bandeja entre mis manos me dirijo hacia la piscina.
Busco con mi mirada al joven Alexander pero no lo veo por ningún lado.
Estoy apunto de regresar para buscarlo adentro de la casa cuando una mano en mi hombro me detiene.
- ¿Buscas a alguien? – pregunta el joven Alexander colocándose frente a mi.
Él está vestido completamente por lo que es extraño que haya pedido que trajera esto hasta la piscina.
- Lo buscaba a usted – respondo separándome un poco de él.
- ¿De verdad? – pregunta con una sonrisa.
- Amanda me ha enviado a traerle esto – respondo alzando la bandeja en mis manos para que la vea.
Él observa la bandeja en mis manos como si se hubiese olvidado que la había pedido.
- Ah, eso – murmura – déjala en la mesa – ordena molesto.
Lo veo caminar hasta la mesa que me ha indicado y cansada lo sigo.
- ¿Necesita algo más? – pregunto ya preparándome para salir de allí e ir a descansar un poco.
El joven Alexander se queda en silencio mientras me ve fijamente.
Es extraño.
- ¿Joven? – pregunto.
- Llámame Lex – pide con una sonrisa.
Su petición me asombra un poco.
- Yo… eh… no puedo – niego.
- ¿Por qué no? – pregunta.
- No es apropiado – respondo sintiéndome algo nerviosa.
- A Benjamín lo llamas por su nombre – menciona lo que hace que lo veo sorprendida – te he escuchado.
Sintiéndome aún más nerviosa retrocedo otro paso.
- Ha debido de estar confundido – niego.
- Lo llamas Benjamín cuando piensas que nadie escucha – dice acercándose a mí – ustedes parecen ser unidos – menciona.
- Yo… eh… - no se cómo responder a ello.
Benjamín y yo nos hemos vuelto unidos, si, pero él es alguien agradable y bastante chistoso.
- ¿Están saliendo?
- ¿Qué? – pregunto confundida - ¡No! – exclamó enseguida – por supuesto que no – niego con mi cabeza.
- Pues no lo parece – dice tomando asiento – Benjamín parece muy protector contigo – menciona.
- No se a que se refiere – digo sintiéndome confundida – si no necesita nada más…
- Siéntate – me interrumpe.
Sus palabras me detienen.
- Yo… yo tengo que volver adentro – masculló – Amanda me está esperando y…
- Ella ya se ha ido – dice el joven Alexander – las he visto salir.
- Oh.
Me quedo de pie sintiéndome extraña.
El joven Alexander parece molesto.
- ¿Por qué no tomas asiento? – vuelve a preguntar esta vez en un tono de voz más amable mientras él hace lo mismo en la silla frente a mi.
Sin saber muy bien que hacer y sintiéndome incómoda en su presencia me siento en una silla.
- Mejor – murmura - ¿Por qué no comes conmigo? – pregunta – esto es mucho para mí.
- Gracias pero ya he comido – miento.
Él me observa fijamente.
- ¿He hecho algo para ofenderte? – me pregunta.
Su pregunta me toma por sorpresa.
- No, claro que no – respondo.
- Entonces, ¿por qué estás tensa? – me pregunta.
- Yo… eh…
- Se sincera – dice con una extraña expresión en su rostro que me hace sentir inquieta.
- Yo no lo conozco y…
- Podemos conocernos – me interrumpe.
- Usted es mi jefe – le recuerdo.
- No – niega – mis padres son tus jefes – me recuerda – yo solo estoy de visita.
Sus palabras me llaman la atención.
- ¿Qué? – pregunta sintiendo mi curiosidad.
- Nada – niego.
- Dilo – me pide – ¿Qué estás pensando?
- ¿Usted no vive aquí? – pregunto sin poder evitarlo.
Inmediatamente me siento avergonzada.
Eso no es mi problema.
- No responda si no quiera – me apresuró a decir.
- Llámame Lex – dice.
Lex
- No puedo – niego.
- ¿Por qué no? – exige.
- Puedo llamarlo Alexander – ofrezco.
- Pero nada de señor – menciona satisfecho – ni joven. Es extraño.
No puedo evitarlo y rio un poco.
En realidad él tiene razón. Él no debe de ser mucho mayor que yo y llamarlo señor es raro incluso para mí.
- Lo llamaré Alexander – concuerdo.
- Lex cuando estemos solos – ofrece.
Su petición se me hace extraña pero asiento.
- Está bien… Lex – susurro sintiéndome extraña.
Lo veo sonreír feliz, parece gustarle que diga su nombre.
…
- Oh, Liv –dice Benjamín entrando a la cocina – deberías de venir conmigo a… - su voz se detiene al ver que no estamos solos.
Amanda y la señora Pires han vuelto a salir juntas y aún no han regresado por lo que Alexander se ha quedado a hacerme compañía.
Su hermana acaba de salir con la señorita Casandra y aunque intentaron que él fuese con ellas él se negó.
En realidad él tiene un buen sentido del humor y es bastante agradable. Luego de nuestra extraña conversación en la piscina he descubierto que me gusta pasar tiempo con él, es amable e inteligente y tiene un muy buen sentido del humor.
Me gusta.
- No sabía que estabas aquí hermano – dice Benjamín confundido.
- Lo se – dice sin más.
Su respuesta se me hace extraña y los observo interactuar algo confundida.
Alexander hasta hace pocos segundos estaba riendo y de pronto al escuchar a su hermano se ha quedado en silencio y ahora parece molesto. He notado que hace mucho eso cuando hay personas alrededor.
Supongo que no quiere que sepan que pasa el tiempo con la chica del servicio.
- Bueno Liv como te decía… - dice Benjamín dirigiendo su atención a mi – hay una nueva librería en la ciudad y…
- ¿Desde cuándo te interesan las librerías? – interrumpe su hermano.
- Eso no es tu asunto – réplica este confundido por la forma de actuar de su hermano.
No se qué está pasando pero incluso yo me encuentro confundida.
Alexander está siendo tan odioso con su hermano que es bastante extraño.
- Es solo una pregunta – dice este poniéndose de pie para enfrentarse a Benjamín.
- A Liv le gustan las librerías – menciona Benjamín – solo pensé que está te podría interesar.
- ¿De verdad? – pregunto confundida. A mí me gustan los libros, si, pero en este momento no me encuentro en una capacidad de ir a disfrutar en una librería. No me puedo permitir comprar nada, mis ahorros aún están muy bajos y tengo que guardar la mayor cantidad de dinero posible además de que tampoco tengo mucho tiempo para leer.
- Si – dice Benjamín con toda su atención en mi – me gustaría que fuésemos hoy y…
- Hoy no puede – interrumpe Alexander.
Había olvidado que estaba aquí.
Ambos giramos a verlos sorprendido.
¿A qué se refiere con que hoy no puedo?
- ¿Por qué? – pregunta Benjamín ahora con una extraña expresión en su rostro – ¿hay algo entre ustedes que yo no sepa?
Su pregunta me toma por sorpresa.
- ¡No! – exclamó sorprendida – por supuesto que no – digo un poco más tranquila.
Alexander me mira molesto pero no entiendo porque.
- Está noche vamos a cenar todos – dice este a su hermano.
- ¿Es hoy? – pregunta confundido.
- No me sorprende que lo hayas olvidado – lo reprende su hermano.
- ¡Mierda! – suspira molesto – entonces podemos ir mañana a…
- Mañana vamos a la casa del lago – vuelve a interrumpir su hermano.
- ¡Mierda! – suspira nuevamente Benjamín – de verdad quiero que vayas a ver este lugar – me dice – y el domingo me voy y…
- Dame la dirección – interrumpe su hermano – yo ya llevo.
- ¿Qué? – digo confundida – oh, no , eso no es necesario – rechazo – tú solo hazme saber de que se trata y yo voy. Sola – le digo a Benjamín dejando en claro que no necesito que cierta persona me lleve.
No quiero tener problemas con sus padres.
Ni con su hermana.
Ni con su novia.
Rayos.
Esos son muchos problemas.
Benjamín nos observa a ambos y luego asiente.
- Está bien – dice él – yo te paso un mensaje con la dirección y…
La puerta siento azotada nos interrumpe.
Alexander acaba de salir molesto de la cocina.
- ¡¿Qué mierda?! – dice Benjamín asustado - ¿sabes que le pasa a mi hermano? – me pregunta confundido.
- No – niego – me ha asustado a mí también – le confieso.
- Debe de haber discutido nuevamente con Sandy – niega con su cabeza.
- ¿Su novia? – pregunto aunque ya se la respuesta.
- Si – asiente – él dice que ellos no son nada pero se que miente, mi madre no permitirá que ellos terminen – dice algo molesto.
Sus palabras me intrigan.
- ¿A que te refieres con…
- ¿Con que no pueden terminar? – me pregunta – es difícil – sacude su cabeza – pero Lex ha estado algo así como comprometido con Casandra desde que está nació – menciona. Sus palabras me hacen abrir los ojos.
- ¿Un acuerdo matrimonial? – pregunto – pensé que esas cosas no se hacían desde hace años.
- Yo tampoco sabia que se hacían – dice este encogiéndose de hombros – pero Lex y Casandra han sido novios desde niños y se que nuestros padres y los de ella esperan a que un día se casen – me explica – él puede decir que eso no pasará pero solo se miente a él mismo. Lex será quien heredé la mayor cantidad de acciones en la compañía de mi padre pero para eso…
- Tendrá que casarse con quien ellos digan – termino por él – entiendo – asiento.
Realmente entiendo lo que él quiere decir.
Me parece algo turbio y extraño pero eso no significa que no esté pasando.
- Alexander es alguien… - sigue diciendo él – es alguien difícil – termina por decir – pero no es malo – lo defiende – solo tiene mucha presión.
- Oh – murmuró porque no se qué otra cosa decir.
No entiendo porqué me explica esto a mí.
No es como si fuese de mi incumbencia saber la vida de su hermano.
- No te engañes Liv – dice Benjamín tomándome de la mano – Lex es guapo, si, todas lo piensan – menciona haciéndome ruborizar – y se que eso de estar aquí no es algo normal en él pero por mucho que él pueda llamar tú atención o lo bien que te parezca no te enamores de él – me advierte – Alexander no tiene la libertad de salir con nadie.
- Yo… yo entiendo – asiento – él no me interesa de esa forma y… - intento explicar pero Benjamín de detiene.
- No tienes porqué explicarme nada – me interrumpe – solo no me gustaría verte sufrir. Tú me agradas y se que eres una buena chica pero él… - sacude su cabeza.
- ¿Él que? – pregunto intrigada.
- Solo ten cuidado – me pide – hagas lo que hagas no dejes que él te lastime.