Link y Sidon hicieron una pausa en su relato para tomar la última fruta del cuenco. Mientras disfrutaban del momento, la joven Josha, impaciente por escuchar más aventuras, les preguntó con curiosidad si ya habían terminado su historia.
—Oh, no, disculpa —dijo Link, sonriendo—. Aún nos queda mucho por contar. Vivimos tantas cosas juntos…
—¡Sí! —añadió Sidon, con un brillo en los ojos—. Todavía no habíamos encontrado el Templo del Agua, pero al menos ya teníamos una pista sólida. Así que llevé a Link hasta el origen de la luz, en medio del embalse oriental, para que pudiera investigar más a fondo.
—Fue asombroso —rememoraba Link, con fervor—. Cuando me sumergí, encontré un templo que parecía haber sido abandonado durante siglos. Entonces regresé con Sidon y examinamos algunos escritos antiguos, descubriendo que se trataba del mítico Templo Zora Ancestral… A pesar de su interés en explorarlo, Sidon tenía obligaciones que cumplir y no pudo venir conmigo. Me tocaba enfrentarme solo a este reto.
—Sí... —dijo Sidon, su mirada se ensombrenció, mostrando un matiz de melancolía—. Fue muy difícil no poder acompañarle en esa parte de la aventura. Me hubiera gustado estar a su lado, pero el dominio me necesitaba. El lodo en el depósito de agua estaba empeorando, y yo tenía que encargarme de eso. Así que, mientras él exploraba el templo ancestral, no dejaba de darle vueltas a una idea. Finalmente hablé con Yona para que buscara a alguien en el dominio en el que delegar de forma temporal la limpieza del depósito, porque sabía que cuando encontrara el camino al templo del agua, iría sí o sí con él. No me hizo gracia tener que dejar que mi mejor amigo enfrentara ese reto solo. Ya había cargado con demasiadas batallas en soledad, y no podía permitir que ocurriera una vez más.
Link asintió en silencio. Ambos sabían que habrían preferido estar juntos durante la exploración del Templo Ancestral. Para Sidon, haber accedido junto a él al Templo Zora Ancestral, ese lugar donde sus antepasados habían dejado su legado, habría tenido un significado más profundo que para él. Sacudió esos pensamientos de la cabeza, viendo que se perdía en sus cavilaciones, mientras los demás estaban deseando que continuara su historia, en busca de indicios que les llevaran a él y a Sidon finalmente al Templo del Agua.
Link continuó con su relato, describiendo cómo se sintió insignificante al entrar en el Templo debido a la grandiosidad de la construcción, que, a pesar de estar desierta y afectada por el paso del tiempo y la humedad que impregnaba el área, reflejaba la majestuosidad y hermosura que posiblemente poseyó en su día. El sitio se encontraba repleto de vestigios de la civilización Zora de un valor inestimable. Contaba la historia de la civilización antigua que floreció en la zona diez mil años antes.
Tras un largo paseo por sus sombríos pasillos, halló lo que buscaba, un terminal Zonan, ubicado en la cima de un pilar en el núcleo de la sala principal.
—Fue un momento emocionante —comentó Link—, pero al acercarme, me percaté de que escalar hasta él era poco más que misión imposible. Aunque llevaba conmigo todo mi equipo de escalada, un segundo vistazo me mostró que no solo era peligroso por la altura, sino también por la humedad que impregnaba las paredes. Estaban cubiertas de limo y resbaladizas, lo que hacía imposible subir sin arriesgarme seriamente a caer. —La verdad es que fue un golpe de realidad —dijo Link, riendo entre dientes—Así que eché otro vistazo a la sala, para ver cómo podría proceder a continuación, y me percaté de unas tuberías que, debido a los desprendimientos y la erosión, estaban completamente obstruidas por rocas. Una idea me empezó a rondar por la cabeza. Vi que podía usar bombas para eliminar las rocas. Así que decidí probar suerte.
Sidon escuchaba con atención los detalles de las aventuras de su mejor amigo. No quería perderse ni un detalle de su aventura.
—Afortunadamente acerté con mis suposiciones —continuó Link—y cada vez que lograba desatascar una tubería, el nivel del agua subía un poco más. Y con cada incremento, el terminal se ponía más a mi alcance. Fue un proceso lento, pero también muy satisfactorio.
—Siempre encuentras la manera de superar cualquier obstáculo, por complicado que sea. —rió Sidon, dándole un suave golpe en el brazo, en un gesto lleno de afecto aunque con una sombra de tristeza en su mirada—. Una pena no poder acompañarle en esa parte de la aventura. Me hubiera gustado estar a su lado, pero el dominio me necesitaba.
—Si hubiéramos estado juntos, seguro que tú también lo habrías pensado —respondió Link, devolviéndole la sonrisa—. Y posiblemente, entre los dos, quizá lo habríamos resuelto mucho más rápido. Habría sido todo un honor tenerte a mi lado.
—Lo sé, hermano —respondió Sidon, con una calidez reservada solo para los más cercanos—.Puede que no estuviera físicamente contigo, pero sabes que siempre estoy ahí, en cada paso que das. No importa la distancia; estamos juntos en esto. —Le dedicó a Link una sonrisa de complicidad que los demás no pasaron por alto.
La amistad entre ambos era evidente, y todos compartieron sonrisas al ver el vínculo tan fuerte que los unía.
—Bueno, ya sabéis cómo terminó —comenzó, ahora más relajado—. Link logró llegar al terminal y activó una cascada que se alzaba hasta el cielo. Fue impresionante. Gracias a eso, ascendimos juntos hasta la Isla de los Torrentes y el Templo del Agua. Un lugar majestuoso, suspendido en una isla en el cielo. Allí encontramos una estructura Zonan enorme, como un hidrante gigante, que controlaba el agua de toda la región, aunque estaba inactivo. Y entonces vimos una figura frente a la puerta del templo… Ya sabéis, era… una falsa Zelda, otra de las marionetas del Rey Demonio. Link intentó activar el terminal Zonan, pero estaba atascado. Link, entonces, gracias a su experiencia, me explicó que tendríamos que buscar cinco terminales repartidos por todo e templo.
—Exacto —dijo Link tomando la iniciativa— Una vez descargado el mapa del templo, nos dispusimos a buscar los terminales, pero pronto nos dimos cuenta de que ese sitio era diferente: sentíamos nuestros cuerpos más ligeros. Cada salto que dábamos nos elevaba el doble de lo normal. Esa misma sensación ya la había experimentado en otras islas del cielo, en particular en las tres fortalezas aéreas de Lomei.
—Eso se debe a que, en esas zonas tan elevadas, la "gravedad" es menor. —asintió Josha, emocionada de poder compartir sus conocimientos.
Todos miraron a Josha, intrigados, y le preguntaron qué significaba esa palabra. Ella, feliz por la curiosidad despertada, les explicó el concepto con sencillez, basándose en sus investigaciones y en antiguos textos.
Cuando Josha terminó, Link retomó la conversación:
—Ya acostumbrados a la baja gravedad —Link miró a Josha, quien asintió satisfecha al ver que había usado bien el término— y una vez descargado el mapa del terminal Zonan, nos dispusimos a buscar los terminales. Este en particular apenas tenía dos plantas, pero debido a la erosión, cada zona estaba separada de la parte central, así que tuvimos que encontrar formas de planear de una zona a otra.
—Hubo un momento en particular que pasé bastante miedo —confesó Sidon—. Fue cuando tuvimos que cruzar en burbujas hasta la otra parte del templo.
—¿Burbujas? —preguntó Yunobo, sorprendido—. ¿Cómo puede ser eso?
—No eran burbujas, en realidad —explicó Link—, sino un artefacto Zonan que creaba esferas de agua que se movían de un lugar a otro. Al sumergirnos en ellas, podíamos nadar y movernos sin caer. La dificultad estaba en que las esferas tenían un tiempo de vida limitado y, a veces, se desplazaban en dirección opuesta a la nuestra.
—Menos mal que Link estuvo a mi lado dándome ánimo; no lo habría logrado solo —añadió Sidon—. Finalmente, conseguimos llegar al otro lado y activar el mecanismo. Aunque la falta de gravedad nos facilitaba alcanzar ciertos puntos, también complicaba los movimientos en más de una ocasión…
—Sí, lo recuerdo bien —Link rió, recordando—. Había una esfera de hierro que debía colocarse sobre un interruptor en una cavidad dentro de una piscina. ¡Cada vez que intentaba encajarla, volvía a flotar! Estaba a punto de rendirme, menos mal que Sidon notó algo.
— La verdad es que sólo estábamos cansados, Link. Seguro que tú solo lo habrías resuelto mucho antes. —Sidon sonrió, dándole una palmada a Link para levantarle el ánimo.
—Bueno, ¿cómo lograron encajar la bola? —preguntó Josha, intrigada.
—Al principio pensé que, dado el efecto de la gravedad, tenía que añadirle peso —explicó Link—, y probé pegándole losas flotantes, pero no funcionó. Entonces Sidon se dio cuenta de algo.
—Sí —continuó Sidon—. Mientras Link estaba ocupado, me puse a explorar y vi un bloque de hierro que parecía actuar como una esclusa. Deduje que si lo movíamos, podría drenar el agua del estanque. Se lo mencioné a Link, y de inmediato pusimos el plan en marcha. Una vez vaciado el estanque, pudimos activar el último mecanismo.
Link se rascó la nuca, ruborizado y avergonzado. Ya fuera por el cansancio o por un despiste, no había visto esa posibilidad. Pero agradeció a Sidon, pues formaban un gran equipo y, juntos, habían logrado superar el Templo del Agua. Finalmente, relataron cómo, combinando sus habilidades, derrotaron al monstruo que estaba contaminando las aguas de Hyrule: Fangorok, un ser de apariencia de pulpo, pequeño y endeble, pero cubierto por capas de lodo espeso. Sidon arrojaba cascadas de agua para eliminar el lodo, permitiendo a Link atacarlo en los momentos vulnerables, mientras esquivaba sus ataques. Finalmente, con su derrota, el agua volvió a fluir cristalina por las fuentes del templo.
Tras vencer a Fangorok, Link y Sidon, exhaustos tras la batalla, se sentaron para recuperar el aliento. Apenas pasaron unos segundos cuando apareció ante ellos el Sabio del Agua de la antigüedad. Era una mujer de aspecto imponente que, con voz solemne, relató su lucha junto a Zelda, Rauru y los demás sabios en la Guerra del Destierro, y la promesa que le hizo posteriormente a Zelda de que guiaría al próximo Sabio del Agua en su destino. Después, entregó su piedra secreta a Sidon, nombrándole Sabio del Agua.
A continuación se dirigieron de vuelta al Dominio, donde el Rey Dorephan, recuperado de sus dolencias gracias a la desaparición del agua contaminada, los recibió en su cámara con una sonrisa de orgullo. Escuchó con atención su relato, y al finalizar, les pidió que aguardaran un momento mientras se retiraba a hablar en privado con Muzu. Link y Sidon aprovecharon el tiempo para reponer fuerzas, arrasando con la despensa y riendo juntos mientras compartían anécdotas de su aventura. Se lo habían ganado, y ese rato de camaradería les llenó el alma.
Sidon continuó contando que mientras nadaban junto a la cascada de Xera, charlando animadamente, un guardia personal de su padre emergió del agua, instándolos a presentarse de inmediato en el salón del trono. —Lo que pasó a continuación, es mejor que lo veáis vosotros mismos. —dijo Link haciendo una pausa en su relato mientras sacaba su tableta del bolsillo. —Como ya sabéis, la tableta de Prunia, además de almacenar recuerdos como imágenes inmóviles, tiene una función extra para almacenar recuerdos como secuencias cortas de imágenes en la tableta.
—En este momento, vimos que el salón del trono se llenaba con todos los habitantes del dominio y, viendo la expresión del rey Dorephan —continuó Link, navegando en el menú de recuerdos de su tableta—, sentí que se avecinaba algo importante, de forma que me dispuse a almacenar el recuerdo de lo que pasara a continuación. Siempre podía eliminarlo si no era nada importante, pero mi instinto no se equivocó —dijo Link con una amplia sonrisa. Finalmente, tras mucho navegar, había encontrado el recuerdo que buscaba.
Presionó un botón, y la pantalla mostró una imagen del Rey Dorephan, con él y Sidon en la sala del trono del Dominio, donde todos estaban atentos.
—Sidon, hijo mío —comenzó el rey Dorephan con su voz firme y a la vez cálida—, hoy has demostrado una gran valentía al salvar al dominio de la amenaza de la contaminación. Todos hablan de ti y de tu hazaña.
—Yo —respondió Sidon modestamente— solo hice lo que debía, pero parte de esa gloria también le corresponde a Link. Solo hice lo que pude para ayudarle.
—Lo sé, pero aun así no dudaste en poner tus poderes al servicio de tu región, convirtiéndote en ejemplo para todos. Por eso he decidido…
Sidon, anticipando lo que iba a suceder, interrumpió a su padre.
—No, no me merezco tal honor. Yo solo…
—No me interrumpas, el rey aquí soy yo —bromeó Dorephan, haciendo reír a los presentes. Link puso una mano tranquilizadora en el hombro de Sidon. Este, con la cabeza agachada, dejó que el rey continuara.
—Hoy, reunidos todos los ciudadanos del Dominio, mi guardia personal y mi consejero, que actuarán como testigos de mi decisión, he decidido que es hora de abdicar en mi hijo Sidon. Hijo mío, a partir de hoy, eres el nuevo rey. Y, por supuesto, cuando os caséis, Yona será tu reina.
Todos miraban con emoción la pantalla, viendo cómo los presentes aplaudían y congratulaban al nuevo rey en la sala del trono. Sidon y Link se abrazaron emocionados, un momento que capturó la esencia de su amistad.
Josha y Riju miraron a Link emocionadas por la escena. Le preguntó si había almacenado también los recuerdos de la boda y la coronación. Link asintió, prometiéndoles enseñárselo luego.
Finalmente, el recuerdo terminó y Link guardó la tableta. Todos aplaudieron el relato de los dos amigos.