Karl lanzaba flechas una tras otra, despejando el área de jabalíes con facilidad, ya que elegía los objetivos más cercanos primero y avanzaba hacia los más distantes.
—Entonces, ¿también puedes luchar con un arco? Eso es maravilloso. Pero, ¿de dónde han salido todos estos amigos poderosos? Nunca he visto un grupo de bestias inteligentes como este fuera de su propia nación —preguntó el Sátiro.
—Están conmigo. Es un poco difícil de explicar, pero puedo contar con su ayuda cuando la necesito —respondió vagamente Karl.
Después de la pared de vórtices llameantes, y Halcón evolucionando justo al lado de la granja, no había manera de que pudieran ocultar el hecho de que tenía al menos algunas bestias con él, pero Karl no quería que los locales entraran en pánico.