La sargento Rita los llevó a todos fuera del gimnasio y hacia un aula, donde las computadoras ya habían sido llevadas para un informe de misión oficial.
—Quiero todo, el General insiste en no menos de mil palabras, y luego pueden irse —anunció y cerró la puerta detrás de ella, dejando a Karl y Dana con el equipo de Fuerzas Especiales desconcertado en el interior.
—Entonces, ¿ese es el infame primo del que tienes tanto miedo, verdad? Sabes que ahora eres más fuerte y tienes un rango más alto, ella no puede intimidarte —bromeó el líder del equipo.
—¿Qué tiene que ver la fuerza con esto? Esa mujer guarda rencor como ninguna otra —murmuró el hombre, haciendo que sus compañeros de equipo sonrieran con complicidad.
Obviamente, ya habían hablado de esto antes, aunque no la habían conocido en persona, y la atmósfera de camaradería amistosa tranquilizó a Karl y Dana mientras se sentaban a comenzar sus informes.