Una vez que regresaron a la suite por la noche, Rae comenzó a emocionarse y dejó caer un montón de tela en las manos de Karl.
—Esto es para todos —insistió.
—Regalos de Rae —explicó Karl—, luego se preguntó cómo ordenar la seda.
Eso resultó ser mucho más fácil de lo esperado, ya que había cosido el nombre de todos dentro de lo que resultó ser un conjunto de cómodas camisolas fluidas del tipo no sexy que Karl asociaba con su abuela. La única diferencia era que todas eran de seda suave, no de algodón barato reciclado de sacos de harina.
—Gracias, Rae. Esto parece aún más cómodo que el último conjunto de ropa de noche que me hiciste —Dana se rió entre dientes.
Solo había encontrado algunas ocasiones para usar esos desde la primera vez, ya que eran bastante escasos para usar casualmente. Pero este podría usarlo todo el tiempo, y nunca tendría que preocuparse de que estuviera sucio o deshilachado, ya que las opciones de ropa de Rae siempre se adherían al portador.
