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El sonido de unas suaves pantuflas bajando por el pasillo captó la atención de Karl. Un Trol anciano de piel azul pálida y un colmillo roto, junto con una cara llena de cicatrices y un ojo faltante, entró en la habitación.
Los Soberanos se inclinaron ante él, a pesar de que su poder estaba solo al Rango de Comandante.
—El Oráculo, supongo. Mi nombre es Karl. Es un placer conocerlo.
El viejo Trol le sonrió a Karl.
—Sentí que la entrevista solo iba a dar vueltas en círculos, y hoy tengo poco tiempo para preguntas. Debo vigilar las fronteras por ataques —el viejo trol jadeó.
—¿Desea que le pida a los Clérigos Dragón que le ayuden con su curación? La Regeneración Trol es buena, pero no es todopoderosa, y los clérigos pueden ayudar con la mayoría de las heridas —Karl respondió.
El Oráculo hizo caso omiso a sus preocupaciones. —Es un efecto secundario de mi habilidad. Sanará lentamente, y luego regresará mientras busco peligros en el mundo.
Entonces, vayamos directo al grano.