—Soy un Maestro de Bestias —explicó Karl.
—¿Entonces esos monstruos son invocados?
Karl negó con la cabeza. —No, son bestias reales, vinculadas a mí como aliadas. Thor está tan vivo como cualquiera, y ha estado conmigo desde que era un huevo.
Eso pareció ser una respuesta suficientemente buena para la Guardia, y él le hizo señas a Karl para que se moviera delante del carruaje, que había sufrido algunos daños, pero parecía móvil.
—¿A qué velocidad avanzan? He estado trotando junto a Thor —preguntó Karl, mirando hacia atrás.
—Nos ajustaremos lo mejor que podamos a ti. No quiero estar aquí fuera más tiempo del necesario.
Karl comenzó a trotar, luego agarró unos tubérculos del Espacio de Thor para asarlos con [Cuerpo Llameante] en su mano, y luego los pasó a los niños. La habilidad era capaz de pasar calor a través de todo el objeto, cocinándolos en cuestión de segundos.
—Tengan cuidado, están calientes —advirtió mientras repartía los tubérculos a los Elfos.