—La sonrisa en el rostro de Caleb era más que un poco engañosa —murmuró para sí. Había una gran parte de él que quería que Lucien enloqueciera y destrozara a todos en este edificio, pero había otra parte que le advertía que él también quedaría atrapado en la misma trampa.
Adaline nunca perdonaría a Lucien si lastimaba a alguien bajo su protección, incluso si fuera uno de sus compañeros destinados. Por otro lado, tampoco perdonaría a Caleb si él lo permitiera.
Este impasse tendría que llegar a un final rápido de una forma u otra.
Su animal interior estaba perdiendo la maldita cabeza por estar lejos de Addy durante tanto tiempo.
Caleb soltó una carcajada al pensar en la bofetada que recibió hoy cuando descubrió por primera vez que Addy era su compañera. Nunca había olido algo tan tentador, ¿y darse cuenta de que ella estaba herida y necesitaba ayuda?
Si tuviera un depredador dentro de él en lugar de un cuervo, habrían rodado cabezas.